Institución de la Eucaristía
El
Jueves Santo es, —según el cantar popular castellano—, uno de los tres jueves
del año que “relucen más que el sol”. Conmemora la Institución de la Eucaristía, el Sacramento del Amor. Es, por lo
tanto, el día del gran regalo de Cristo a la humanidad. En vísperas de morir
ignominiosamente por nosotros en la Cruz, no podía dejarnos en testamento
mayor don que el de su misma Sagrada Persona: su Cuerpo, su Sangre, su Alma y
su Divinidad, hechos alimento de nuestra vida espiritual. Por eso es éste un
día grande, feliz, consolador. La proximidad de la Pasión del Salvador cohibe,
sin embargo, a la Iglesia un tanto, y pone en la Misa de hoy un dejo de tristeza
y de dolor que la liturgia expresa haciendo enmudecer el órgano y las campanas.
Dom Andrés Azcárate OSB.
La institución del Sacerdocio
Lo que pasa hoy en el Cenáculo,
no es un suceso acaecido una vez en la vida al hijo de Dios, y los Apóstoles no
son los únicos convidados privilegiados a la mesa del Señor. En el Cenáculo,
así como ha habido más de una comida, así también ha habido algo más que un
Sacrificio, por divina que haya sido la víctima ofrecida por el Soberano
Pontífice. Ha habido la institución de un nuevo Sacerdocio. ¿Cómo habría dicho
Jesús a los hombres: "Si no coméis mi carne y bebéis mi sangre, no
tendréis vida en vosotros", si no se hubiese propuesto
establecer en la tierra un ministerio por el cual se renovase, hasta el fin de
los tiempos, lo que acababa de hacer en presencia de sus discípulos? Mas dice a
los hombres que eligió: "Haced esto en memoria mía”. Les
da por estas palabras el poder de cambiar también ellos el pan en su cuerpo y
el vino en su sangre; y este poder se transmitirá en la Iglesia por la
ordenación, hasta el fin de los siglos. Jesús continuará obrando por el
ministerio de hombres pecadores la maravilla que ha hecho en el Cenáculo; y, al
mismo tiempo que dota a su Iglesia del único Sacrificio, nos da a nosotros,
según su promesa, por el pan del cielo, el medio de "vivir en Él y
Él en nosotros ". Vamos, pues, a celebrar hoy otro aniversario no
menos maravilloso que el primero: La institución del Sacerdocio Cristiano.
Dom Guéranger, El año litúrgico.