Desde los años ’90, el superior general de la Fraternidad y sus
consejeros más cercanos emprendieron una tenebrosa tarea: conducir a la
Tradición a los brazos de la Roma modernista. Conscientes o no de la gravedad
de su crimen, es esto lo que hacen. Mons. Fellay destruye la obra de Mons. Lefebvre. El
infantilismo de Dom Gérard, como lo estigmatizó Mons. Lefebvre, regresa esta vez
en la pluma y el pensamiento de Mons. Fellay y sus asistentes: Leyéndoles –escribe
éste a sus cofrades en el episcopado (carta del 14 de abril de 2012)- uno
se pregunta seriamente si ustedes creen que esta Iglesia visible cuya sede está
en Roma es la Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo (…)”.
Mons. Fellay enturbia las cosas. Mons. Fellay siembra la confusión,
olvidando las distinciones que hizo Mons. Lefebvre junto a tantos otros
teólogos eminentes y pensadores católicos. “La Fraternidad San Pío X jamás
ha dejado la Iglesia. Ella está en el corazón de la Iglesia”, escribe con
razón Mons. Tissier (Rivarol, 13 de junio de 2012). Pero Mons. Fellay fue seducido por una
idea que ha echado profundas raíces en su espíritu. La regularización canónica
hay que obtenerla a cualquier precio. Esto ya está olvidado –dirán algunos.
Monseñor Fellay acaba de oponerse a las declaraciones de Mons. Pozzo sobre esta cuestión.
Pues bien, Monseñor Fellay engaña a los suyos. Él oculta la verdad desde
hace años. Nada ha retirado de sus afirmaciones. “Esta situación concreta,
con la solución canónica propuesta, es muy diferente a la de 1988” –escribió
en respuesta a la carta de Mons. Williamson, Mons.Tissier y Mons. de Galarreta.
Pero todo esto está en el pasado, repetirán los partidarios de
Mons. Fellay. Pero entonces ¿Por qué el P. Alain Nely djo a una superiora de un
monasterio: "la solución para la Fraternidad será un reconocimiento
unilateral”? Y además: “Ellos no nos pedirán firmar, no habrá un
documento y no será necesaria una firma”. Esto sucedió hace aproximadamente
un año.
Por sus pasos adelante y pasos atrás, Menzingen tiene en vilo a toda su
gente, que cree en su buena fe. Sea cual sea su dudosa y muy extraña buena fe
en la cual yo no creo en absoluto, el hecho es que la conducta de Mons. Fellay,
considerada en su conjunto, indica bastante claramente la causa final que lo
impulsa. Esta causa es un acercamiento con una Roma que supuestamente está en
camino de convertirse. Esta causa final es el pragmatismo de las negociaciones
graduadas de Mons. Fellay, pues Roma no se convertirá de golpe. ¿Cómo se convertirá Roma? Solo
Dios lo sabe. Lo que sabemos todos, es que la Roma modernista puede alinear una larga
serie de tumbas, donde sus víctimas reposan en la sombra de la muerte: Padre
Augustin, Dom Gérard, P. de Blignères, Fraternidad San Pedro, Campos,
Redentoristas, Oasis, Hermanos de la Inmaculada, etc. En este bello cementerio,
todavía hay lugar para la FSSPX. Si dependiera de Mons. Fellay, esto sería cosa
hecha. Para
algunos en la Fraternidad, las comunidades « Ecclesia Dei » no están
en tan mala situación. La Fraternidad tendría buena compañía en este bello
entorno.
Lo que es sorprendente es ver el comportamiento de los fieles. ¿Cómo
explicar la poca reacción de su parte? Y aún más de los sacerdotes. Ciertamente
que ellos esperan algo peor para actuar. Una firma. Pero el P. Nely ya lo dijo:
"Ellos no pedirán la firma, no habrá documento”.
La fuerza de Menzingen está en ocultar la verdad. Pero sobre todo, su
fuerza está en la debilidad de los buenos. Menzingen ha pesado en su balanza la
fuerza de la Tradición, y pudo darse cuenta de su debilidad o de su ingenuidad.
La Tradición tiene principios invencibles, pero en cuanto a la fuerza de apego
a estos principios, es otra cosa. A esto hay que agregar la complicidad de la
misma vida. Es más fácil para quien no tiene mujer e hijos tomar una decisión
difícil, pero no es lo mismo para quien tiene diez hijos que meter en una buena
escuela. Para los sacerdotes, es otra cosa. Que cada uno mida sus
responsabilidades.
Menzingen ha dominado el arte de gobernar a la manera de Maquiavelo.
Privacidad de los correos electrónicos divulgados, procesos inicuos de los
Padres Pinaud y Salenave. Sanciones despiadadas a los buenos sacerdotes que se
atreven a defender el pensamiento y las directivas de Mons. Lefebvre.
Pero estos hechos parecen perderse en las memorias. Mons. Fellay ha cambiado,
dicen algunos. Él ya no quiere el acuerdo. Las cosas se arreglarán. No hay
fuego en la casa. ¡Puro subjetivismo! ¡Puro sentimentalismo!
“Entre más se analizan los documentos del Vaticano II y su
interpretación por las autoridades de la Iglesia, más nos damos cuenta que no
se trata ni de errores superficiales ni de algunos errores particulares como el
ecumenismo, la libertad religiosa, la colegialidad, sino más bien de una
perversión total del espíritu, de toda una nueva filosofía fundada sobre el
subjetivismo… ¡Es gravísimo! Una perversión total… Es verdaderamente espantoso” (Mons. Lefebvre, citado
en la carta del 7 de abril de 2012, de los tres obispos a Mons. Fellay y sus
asistentes). ¿Está comenzando a caer la misma Tradición en este abismo?
Desgraciadamente parece que sí. Un rey débil debilita a un pueblo fuerte, decía
un gran poeta portugués, Luiz de Camões. Mons. Fellay es este rey. Ojalá que no
llegue a sus fines y que el amor de la verdad reflorezca en el seno de la Tradición.
Que el pequeño resto «pusillus grex» sea aguerrido por este nuevo combate, esta
crisis en la crisis, esta crisis en el interior de la Tradición, y que la
hipocresía de Menzingen sea conocida y rechazada con el vigor que conviene a
los discípulos de Aquel que murió porque vino a este mundo para dar testimonio
de la Verdad (Cf. Juan XVIII, 37).
Français
La Perversion de l’Esprit
Depuis les années 90 le supérieur général de la Fraternité et ses
conseillers les plus proches se sont attelés à une ténébreuse besogne. Conduire
la Tradition dans le bras de la Rome moderniste. Conscients ou non de la
gravité de leur forfait, c'est bien cela qu'ils font. Mgr Fellay détruit
l’œuvre de Mgr Lefebvre. L’enfantillage de Dom Gérard, comme l'avait stigmatisé
Mgr Lefebvre, revient sous la plume et la pensée de Mgr Fellay et de ses
assistants : « À vous lire, écrit ce dernier à ses confrères dans
l'épiscopat (lettre du 14 avril 2012), on se demande sérieusement si vous
croyez que cette Église visible dont le siège est à Rome est bien l'Église de
Notre Seigneur Jésus-Christ (…). » Mgr Fellay brouille les cartes. Mgr
Fellay jette la confusion, en oublient les distinctions qu'avait faites Mgr
Lefebvre avec tant d'autres éminents théologiens et penseurs catholiques.
« La Fraternité Saint Pie X n'a jamais quitté l'Église. Elle est au cœur
de l'Église. Là où est la prédication authentique de la foi, là est
l'Église », écrit avec raison Mgr Tissier (Rivarol – 13 juin 2012). Mais
Mgr Fellay est séduit par une idée qui a poussé des profondes racines en son
esprit. La régularisation canonique, il faut l'obtenir à tout prix. Cela est
déjà oublié, diront certains. Mgr Fellay vient de s'opposer aux déclarations de
Mgr Pozzo sur la question. Eh bien ! Mgr Fellay trompe son monde. Il cache
la vérité et cela depuis des années. Il n'a rien retiré de ses affirmations.
« Cette situation concrète, avec la solution canonique qui est proposée,
est bien différente de celle de 1988 », écrit-il en réponse à la lettre de
Mgr Williamson, Mgr Tissier et Mgr de Galarreta.
Mais tout cela est du passé, répéteront les partisans de Mgr Felllay.
Mais alors pourquoi l'abbé Alain Nely a-t-il dit à une supérieure d'un
monastère : « la solution pour la Fraternité sera une reconnaissance
unilatérale ». Et encore : « Ils ne demanderont pas à signer, il
n'y aura pas un document et il ne sera pas nécessaire une signature. »
Cela se passait il y a environ un an.
Par des pas en avant et des pas en arrière Menzingen tient en haleine
son monde qui croit à sa bonne foi. Quoi qu'il soit de sa très douteuse et très
étrange bonne foi à laquelle je ne crois pas du tout, le fait est que la
conduite de Mgr Fellay, considéré dans son ensemble, indique assez clairement
la cause finale qui le pousse. Cette cause est un rapprochement avec une Rome
supposée être en voie de conversion. Cette cause finale est le pragmatisme des
tractations graduées de Mgr Fellay parce que Rome ne se convertira pas tout
d'un coup. Comment Rome se convertira-t-elle ? Dieu seul le sait. Ce qui est
connu de tous, c'est que la Rome moderniste peut aligner une longue série de
tombeaux, où ses victimes sont couchées dans l'ombre de la mort : Père
Augustin, Dom Gérard, P. de Blignères, Saint Pierre, Campos, Rédemptoristes,
Oasis, Frères de l'Immaculée, etc. En ce beau cimetière, il y a encore de la
place pour la Fraternité Saint Pie X. Si cela ne dépendait que de Mgr Fellay la
chose se serait déjà faite. Mais pour certains dans la Fraternité les
communautés « Ecclesia Dei » ne sont pas en si mauvaise situation que
cela. La Fraternité serait en bonne compagnie dans ce beau milieu.
Ce qui est étonnant c'est de voir le comportement des fidèles. Comment
expliquer le peu de réactions de leur part ? De même et encore plus les
prêtres ? Certainement ils attendent quelque chose de pire pour agir. Une
signature. Mais l'abbé Nely a déjà dit : « Ils ne demanderont pas à
signer, il n'y aura pas un document. »
La force de Menzingen c'est d'occulter la vérité. Mais, surtout, sa
force est la faiblesse des bons. Menzingen a pesé au poids de sa balance la
force de la Tradition et elle a pu se rendre compte de sa faiblesse ou de sa
naïveté. La Tradition a des principes invincibles, mais quant à la force de
l'attachement à ces principes, c'est autre chose. À cela il faut ajouter la
complicité de la vie elle-même. Il est plus facile pour qui n'a pas de femme ni
d'enfants de prendre une décision difficile, mais ce n'est pas la même chose
pour qui a dix enfants à mettre dans une bonne école. Pour les prêtres, c'est
autre chose. À chacun de mesurer ses responsabilités.
Menzingen est passé maître dans l'art de gouverner à la manière de
Machiavel. Privacité des courriers électroniques éventées, procès iniques des
abbés Pinaud et Salenave. Sanctions impitoyables portées sur des bons prêtres
qui osent défendre la pensée et les directives de Mgr Lefebvre.
Mais ces faits semblent se perdre dans les mémoires. Mgr Fellay a
changé, disent certains. Il ne veut plus d'accord. Les choses vont s'arranger.
Il n'y a pas de feu dans la maison. Pur subjectivisme ! Pur
sentimentalisme !
« Plus on analyse les documents de Vatican II et leur
interprétation par les autorités de l'Église et plus on se rend compte qu'il ne
s'agit ni d'erreurs superficielles ni de quelques erreurs particulières comme
l'œcuménisme, la liberté religieuse, la collégialité, mais plutôt d'une
perversion totale de l'esprit, de toute une philosophie nouvelle fondée sur le
subjectivisme… C'est très grave ! Une perversion totale… C'est vraiment
effrayant. » (Mgr Lefebvre, cité dans la lettre du 7 avril 2012, des trois
évêques à Mgr Fellay et ses assistants). Est-ce que la Tradition elle-même
commence, elle aussi, à tomber dans ce gouffre ? Malheureusement il semble que
oui. Un roi faible rend faible un peuple fort, disait un grand poète portugais,
Luiz de Camões. Mgr Fellay est ce roi. Puisse-t-il ne pas arriver à ses fins et
que l'amour du vrai puisse de nouveau refleurir au sein de la Tradition. Que le
petit reste « pusillus grex » soit aguerri par ce nouveau combat,
cette crise dans la crise, cette crise à l'intérieur de la Tradition, et que
l'hypocrisie de Menzingen soit connue et repoussée avec la vigueur qui convient
à des disciples de Celui qui est mort parce qu'il est venu en ce monde pour
donner témoignage de la vérité (Cf. Jo. XVIII, 37).