Número CCCLXXXVII (387)
13 de diciembre de 2014
Distinciones Necesarias
Mons. Williamson
El Concilio
trabaja de peligrosos grises al negro.
Un Católico indaga
donde está el blanco para no desviarse.
El principio que el
cáncer de hígado me matará sin que yo necesariamente tenga cáncer de pulmón
(cf. el CE del 29 de Noviembre) es fastidioso en cuanto significa que yo pueda
necesitar distinguir en lugar de complacerme con condenas indiscriminadas. Pero
las distinciones son de sentido común y se corresponden con la realidad. Así
que en la confusión universal de hoy en día, para estar en contacto con la
realidad hay momentos en que necesito reconocer que una mezcla de bueno y malo
será mala en su totalidad, pero ello no significa que sus partes
buenas, como partes, sean malas, no más que la bondad de las partes
buenas significa que el todo es bueno.
Tomen por ejemplo
el Nuevo Orden de la Misa. El nuevo Rito en su totalidad disminuye
tanto la expresión de verdades católicas esenciales (la Presencia Real, el
Sacrificio, el sacerdocio sacrificante, etc.) que es tan malo en su totalidad
que ningún sacerdote debería usarlo ni ningún Católico asistir al mismo. Pero
eso no significa que esa parte de la Misa que es la Forma
sacramental de la Consagración del pan y del vino sea mala o inválida. “Este es
Mi Cuerpo” es ciertamente válido, “Este es el cáliz de Mi Sangre” es lo más
probable que sea válido, ciertamente no es invalidado por el nuevo rito siendo
éste en su totalidad tan no católico. Por consiguiente si digo que la Misa
nueva debe ser siempre evitada, estoy diciendo la verdad, pero si digo que
siempre es inválida, no estoy diciendo la verdad y tarde o temprano pagaré la
penalidad por exagerar.
Igualmente con el
nuevo Rito de Ordenación sacerdotal. El nuevo Rito en su totalidad ha
severamente disminuido la expresión de las verdades esenciales del sacerdocio
Católico, especialmente que es un sacerdocio sacrificante, pero esa parte del
nuevo Rito que es la Forma sacramental es, en todo caso en la nueva versión en
Latín, si algo, más fuerte (por el uso de “et” en lugar de “ut”) que la antigua
versión en Latín. Por consiguiente, asumiendo que el obispo ordenante es un
verdadero obispo y que tenía la Intención sacramental verdadera, simplemente no
es verdad decir que ningún sacerdote ordenado en el nuevo Rito pueda ser un
verdadero sacerdote. Y, si uno lo dice, tarde o temprano uno pagará alguna
penalidad por apartarse de la verdad.
Ahora bien, a
partir de la des-catolización de estos dos nuevos Ritos en totalidades, si bien
uno no puede argumentar que sus Formas sacramentales sean
inválidas, uno puede bien argumentar que al final ellos socavarán e invalidarán
la Intención sacramental del sacerdote o del obispo, pero ese
es un argumento diferente, ya no más en blanco y negro pero, ¡ay!, en gris.
Pues el argumento es que el uso firme y constante de Ritos des-catolizados
ciertamente alterará tanto, lentamente, el concepto del sacerdote o del obispo
sobre lo que la Iglesia hace con esos Ritos, que, al final, él no tendrá más la
Intención católica de hacer lo que la Iglesia hace, Intención necesaria para la
validez del sacramento. En otras palabras, blanco solamente gradualmente se
convertirá a negro, pasando por gris. Pero, ¿quién otro que Dios Todopoderoso
puede saber con certeza cuando el gris se convierte en negro? Una vez más, debo
tener cuidado si quiero discernir y conocer la verdad.
Este jugar entre
blanco y negro, esta ambigüedad, es lo que es propiamente diabólico en la
reforma Conciliar de los Ritos sacramentales. Si deseo decir la verdad, no diré
aún que ellos han destruido los sacramentos católicos pero que ciertamente los
están socavando, y entonces si deseo mantener la Fe Católica, ciertamente, en
su totalidad, los evitaré.
Kyrie eleison.