¿Ha Realizado ya algún Papa
la Consagración de Rusia?
Por el R. P. Gérard Mura, FSSPX
Texto extraído del libro
Fátima Roma Moscú, pp. 33-37
¿Ha Realizado ya algún Papa la Consagración de Rusia? Requisitos para la Consagración
La petición de consagrar Rusia no fue cumplida por Pío XI. En cambio,
Pío XII y Juan Pablo II han hecho varios intentos de cumplir lo solicitado por
el Cielo. ¿Han correspondido realmente estos intentos de consagración al pedido
de María, o todavía está pendiente la consagración tal como la pidió Nuestra
Señora? Para poder contestar a esta pregunta es necesario exponer brevemente
los requisitos exactos para la consagración de Rusia que María Santísima indicó
el 13 de junio de 1929 en la aparición a Sor Lucía, en Tuy.
1. El Papa debe consagrar Rusia al Inmaculado Corazón de María. Rusia,
por ende, tiene que ser el propio y único objeto de la consagración. Una
consagración del mundo con la sola mención de Rusia no es suficiente. Rusia
debe ser explícitamente nombrada. Es inimaginable que una consagración sea
eficaz sin la expresa denominación del sujeto a consagrar. El sólo encomendar
confiadamente Rusia a María, no es suficiente; tiene que tratarse de una
verdadera consagración.
2. Todos los obispos tienen que efectuar la consagración en unidad con
el Papa y simultáneamente, ya sea unidos ante el Papa o cada obispo en forma
solemne en su diócesis. El Papa debe ordenar esta co-ejecución. Solamente así
se constituye la consagración como verdadero acto de la Jerarquía Eclesiástica.
3. La consagración debe ser suficientemente solemne y tener carácter
público de resonancia mundial.
4. El Papa y los obispos deben asociar solemnemente al acto de
consagración un acto (con oración) de expiación o reparación por las ofensas al
Corazón Inmaculado de María.
5. El Papa debe comprometerse también a promover oficialmente la
Devoción de los cinco Primeros Sábados del Mes en desagravio al Corazón
Inmaculado de María.
Al repasar estos requisitos precisos resulta evidente que, hasta el día
de hoy, ningún Papa ha cumplido completamente con la consagración de Rusia tal
como la pide el Cielo.
Examinando los intentos de los Papas de llevar a cabo esta consagración,
veremos por qué la consagración de Rusia al Corazón Inmaculado aún está
pendiente.
Pío XII efectuó una consagración del mundo al Inmaculado Corazón de
María el 31 de octubre de 1942. Fue, sin embargo, una consagración del mundo y
no de Rusia.
Se debe diferenciar muy bien entre el deseo del Cielo de la consagración
de Rusia y el pedido del Cielo de la consagración del mundo (con especial
mención de Rusia) y las respectivas promesas para cada caso. Son dos
consagraciones, cada una con una promesa distinta del Cielo. Para la
consagración del mundo, se prometió adelantar el término de la guerra mundial;
y, para la consagración de Rusia, la conversión de ese país.
En las apariciones a Lucía, en Fátima y en Tuy, la Virgen María pidió
solamente la consagración de Rusia. Habiendo resultado infructuosas las
reiteradas peticiones hechas a la Santa Sede en este sentido, el obispo de
Leiria-Fátima, Monseñor Da Silva, optó por rebajar los pedidos del Cielo:
exhortó a Sor Lucía a pedir la consagración del mundo con mención de Rusia.
Desde el punto de vista diplomático es mucho más simple cumplir esta petición.
Los obispos de Portugal tenían noticia, a través de la venerable estigmatizada
Alexandrina María Da Costa (fallecida el ¡13 de octubre! de 1955) de la
petición del Señor de consagrar el mundo al Corazón de María. El obispo Da
Silva quiso, en esta coyuntura, sustituir el pedido de la Santísima Virgen de
Fátima por una consagración del mundo combinándola, por su propia iniciativa,
con la mención de Rusia.
Ante esto, Sor Lucía rezaba intensamente, ya que no sabía si podía
cambiar las palabras de la Madre de Dios. Fue entonces cuando, el 22 de octubre
de 1940, se le apareció Nuestro Señor y le dijo que, por la consagración del
mundo con la mención de Rusia hecha por el Papa, Él acortaría los sufrimientos
de la guerra. Sin embargo, no prometió la conversión de Rusia, como lo hizo notar
expresamente Sor Lucía. La consagración del mundo con mención de Rusia, en el
contexto de todo el mensaje de Fátima es, por ende, algo de segundo orden.
Y el Papa Juan Pablo II, ¿ha efectuado la consagración de Rusia? Podría
pensarse que sí, ya que realizó tres intentos. En primer lugar, el Santo Padre
realizó él sólo la consagración en Fátima, el 13 de mayo de 1982; luego, el 16
de octubre de 1983, en Roma, rodeado de los Padres del Sínodo Episcopal; y por
último, el 25 de marzo de 1984, en Roma, luego de haber hecho una petición
epistolar a los obispos para que se le unieran. En los tres intentos usó el
mismo texto de oración, salvo modificaciones insignificantes.
En esta fórmula de consagración empleada, Rusia no aparece como objeto
exclusivo y verdadero de la consagración, sino que se trata siempre de una
consagración del mundo. Sor Lucía ha recalcado reiteradamente que esta fórmula
no satisface el pedido de la Madre de Dios y que, por lo tanto, no se ha
cumplido con el pedido del Cielo. Otros de los requisitos citados tampoco
fueron cumplidos.
Podría objetarse que nuestro punto de vista es de mira estrecha. ¿Hace
acaso Dios depender la salvación de continentes enteros sólo por el
cumplimiento de algunos detalles formales? … las causas del no-cumplimiento
tienen raíces muy profundas.
Entre los fieles conservadores a menudo se objeta: ¿qué pasaría si los
obispos se negasen a participar del acto de consagración? El Papa debe, según
el deseo del Cielo, ordenar la participación de los obispos. Pero en caso de
que muchos obispos se negasen, aun así el Papa habría hecho lo necesario y
parece que esto sería suficiente para cumplir las exigencias del Cielo. Incluso
si muchos obispos se negaran, no obstante se alcanzaría el carácter público
necesario del acto de esta consagración.
¿Por qué Dios hace
depender la salvación del mundo de un acto tan sencillo e insignificante?
La insignificancia
de la consagración debe poner de manifiesto la eficacia de María en la
conversión realizada.
Desde el punto de vista humano, el acto que Dios pide para la conversión
de Rusia no tiene proporción alguna con el efecto prometido. Sin embargo, será
precisamente esto lo que destacara ante todos los hombres la gran conversión
como un hecho sobrenatural. Además, como la consagración, según la petición de
María, debe tener un carácter público y mundial, también el conocimiento del
advenimiento sobrenatural de la conversión será accesible a todos los hombres.
Justamente, por esta falta de proporción, el gran papel de María como Mediadora
de Todas las Gracias, brillará ante todos los hombres en su plena grandeza,
como también se pondrá de manifiesto su victoria sobre el demonio.