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sábado, 23 de agosto de 2014

LOS SUBPRODUCTOS DE LA HEREJÍA





“Una herejía nunca es más peligrosa que cuando sus ideas franquean la entrada de las mentes de los fieles. Como evidencia de esta verdad, se puede citar la influencia de las ideas protestantes dentro de las naciones católicas de Europa. La teoría de la monarquía absoluta, el jansenismo, el galicanismo, el liberalismo económico y la deificación del hombre, todos eran productos secundarios de la Reforma; y eran mucho más eficaces para debilitar a la Iglesia que la amenaza misma que venía de fuera (el Protestantismo como tal).
Aunque la Reforma no ganó más que a 13 de cada 100 almas europeas, la influencia corruptora del pensamiento reformista consiguió pudrir la fábrica misma de la civilización. Cuando una herejía (o mejor, uno de sus subproductos) es aceptada por una parte decisiva de los fieles y parece así una tendencia legítima del pensamiento católico, es cuando resulta más peligrosa y difícil de combatir; porque como los herejes en muchas ocasiones no son menos devotos que los ortodoxos, parece que su fe sea incontestable. Si Enrique VIII hubiese tenido menos devoción visible a la Misa es posible que toda la Historia de Inglaterra hubiese sido diferente; y si los patronos franceses que practicaban el liberalismo económico no hubiesen alardeado tanto de su catolicismo, tal vez la Iglesia no hubiese perdido a la clase obrera. Pero, desgraciadamente, no hemos aprendido, ni hoy siquiera, que el verdadero catolicismo exige no sólo la piedad sino también la estricta ortodoxia”.

Hamish Fraser

[De las Brigadas internacionales a los sindicatos católicos. Madrid, 1952

Paréntesis y negritas de El Brigante]