“Entonces nosotros debemos
mantenernos firmes en nuestras posiciones. Por nuestra fe debemos aceptar todas
las afrentas: que nos desprecien, que nos excomulguen, que nos golpeen, que nos
persigan. Quizá mañana los poderes civiles nos perseguirán. No se excluye. ¿Por
qué? Porque aquellos que destruyen la Iglesia hoy, hacen la obra de la
masonería. Es la masonería quien manda en todas partes.
Entonces si la masonería se da
cuenta que somos una fuerza que puede poner en peligro sus proyectos, en ese
momento los gobiernos nos perseguirán. Entonces iremos a las catacumbas, iremos
no importa donde, pero continuaremos creyendo. No abandonaremos nuestra fe. No
seremos los primeros. Pero por lo menos sabremos darle a Nuestro Señor el
honor, el honor de ser sus fieles, de no abandonarlo, de no traicionarlo.
Esto es lo que debemos hacer. No
pedimos más que ser firmes. Y pedirle a la Santísima Virgen en este día el no
tener otro amor en nuestro corazón que Nuestro Señor Jesucristo. Él es Dios. Él
es Salvador. Él es el Sacerdote eterno. Él es el Rey de todo y lo es en el
Cielo. No hay otro Rey que Nuestro Señor Jesucristo en el Cielo. Él es quien
hace la felicidad de todos los elegidos, de todos los Ángeles, de su Santa
Madre, de San José. ¡Pues bien! Nosotros queremos participar también en este
honor, en esta gloria, en este amor de Nuestro Señor Jesucristo. Nosotros no
conocemos más que a Él, y no queremos conocer más que a Él”.
Monseñor
Marcel Lefebvre, Ecône, el 22 agosto 1976, Fiesta del Corazón
Inmaculado de María. Visto en Stat Veritas.
Acerca del triunfo del Corazón
Inmaculado de María: http://syllabus-errorum.blogspot.com.ar/2013/08/acerca-del-triunfo-del-corazon.html