El
Vaticano rehabilita una película "prohibida" sobre Jesús
El diario de la iglesia conciliar dedica tres
artículos a Pavolini (Castellani
dixit) y su obra inmunda.
Hace
50 años, aunque premiada y exitosa, fue objeto de escándalo y censura. Hoy la
Santa Sede la califica como "obra de arte" y "la mejor jamás
filmada" sobre Cristo. Su director era un ateo fascinado por el relato
evangélico
El
exitoso cineasta Pier Paolo Pasolini –asesinado en noviembre de
1975 en circunstancias nunca del todo esclarecidas– leyó el Evangelio
según San Mateo, casi por casualidad, en el año 1962 y quedó impactado.
Ateo y marxista [y también homosexual. Nota Syllabus], siempre sintió atracción
por la religión: "Soy anticlerical (¡no tengo miedo de decirlo!), pero sé
que hay en mí dos mil años de cristianismo –decía–. Sería loco si negase tal
poderosa fuerza que hay en mí...".
Ateo, marxista y puto: Pasolini.
Y
sobre el Evangelio, aseguraba: "Ninguna otra palabra podrá alcanzar la
altura poética del relato" bíblico.
Decidió
entonces hacer una película, con ese mismo título bíblico (El Evangelio
según San Mateo), para la que no le hacía falta un guión: bastaba con
la traducción del texto a imágenes. Al estilo del neorrealismo de moda
entonces, tampoco apeló a actores profesionales: el papel de Jesús lo hizo un
joven militante anarquista catalán, Enrique Irazoqui, mientras que María
–en su vejez– fue interpretada por la madre del propio Pasolini. Y así se
conformó el reparto: amigos y parientes de amigos interpretaron a discípulos y
demás figuras del relato; ningún actor profesional en esta coproducción franco
italiana filmada en Sicilia, con estilo sencillo, despojado, casi minimalista.
El
film, como se dijo, no se aparta en lo más mínimo del texto bíblico.
El “Cristo” de Pasolini: un anarquista de 19 años
fugado de España.
Sin
embargo, en el momento de su estreno, en 1964, en el Festival de Venecia,
recibió críticas de sectores católicos conservadores, precisamente por lo
demasiado "realista", poco "sacra", y fue censurada.
En
cierta forma, era también prejuicio hacia su realizador, quien un
año antes había sido condenado a 4 meses de prisión –condena más tarde
revocada– por "ultraje a la religión de Estado", por otro de
sus films –Ricotta– considerado blasfemo.
Pero El
Evangelio según San Mateo, dedicada por Pasolini "al
recuerdo querido, alegre y familiar de Juan XXIII", fue bien recibida
por el público y obtuvo el premio especial del jurado en Venecia.
Los
tiempos cambian, y ahora la película de Pasolini ha recibido el
"perdón" oficial de la Iglesia. L'Osservatore Romano,
órgano oficial de la Santa Sede, lo define como "la mejor obra
cinematrográfica sobre Jesús".
La
película de Pasolini se encontraba en el archivo de la Filmoteca
Vaticana desde hace varios años. En una revisión del material, el film
mostró signos de pérdida de luminosidad e intensidad de las imágenes, por lo
que se tomó la decisión de digitalizarlo.
Reconociendo
su valor, el diario católico afirma que "la humanidad febril y primitiva
que el cineasta lleva a la pantalla confiere un nuevo vigor al verbo
cristiano que aparece en este contexto aún más actual, concreto y
revolucionario".
Es absolutamente lógico que los modernistas apóstatas romanos quieran esta película y en cambio odien "La Pasión..." de Mel Gibson.
"El
Evangelio según San Mateo es una obra de arte, probablemente el mejor
film jamás realizado sobre Jesús", se lee en el artículo del Osservatore,
que anuncia que la película, rodada en 16 milímetros, ha sido digitalizada por
la filmoteca del Vaticano.
De
este modo, Pasolini pasa de intelectual herético a artista
"canonizado". Giovanni Maria Vian, director del Osservatore
Romano, dijo al diario italiano La Stampa que este
reconocimiento a Pasolini es "un signo de la Iglesia de la
misericordia de Francisco".
Pasolini (admirador de Gramsci) da en su película un
“miserabilismo” propio de las ideas de la “Teología de la Liberación” marxista.
Su visión era sinceramente antiburguesa, pero enteramente naturalista.
Y
en verdad es un merecido homenaje a la fidelidad del director italiano
al texto bíblico: la suya fue la primera versión no hollywoodense,
edulcorada, de la vida de Cristo, algo que se verifica tanto en la selección de
los actores, como en la sencillez de los parlamentos y la simplicidad de la
trama, reflejo exacto del estilo del evangelista. El de Pasolini es un Jesús
humano, pero esa humanidad está en el relato de Marcos: un Cristo que le teme a
la muerte y al sufrimiento que le espera, que le pide a su Padre que se
lo evite –"aparta de mí ese cáliz"–; pero nada de eso es blasfemia,
sino fidelidad al Evangelio.
Aunque
ateo, Pasolini reivindicaba a Jesús como una figura mítico-popular, un
"resistente", un revulsivo para el estilo de vida moderno.
"Nada me parece tan opuesto al mundo moderno como aquel Cristo afable en
su corazón, pero 'violento' en su razón".
Un Pasolini enteramente decadente y esclavo de sus
vicios nefandos vomitaba esta clase de películas, justificándose
intelectualmente en el marxismo. Su final fue trágico.
"Yo
no creo que Cristo sea hijo de Dios –decía Pasolini–, porque no soy creyente. Pero
creo que Cristo es divino: es decir, creo que en él la humanidad es elevada,
rigurosa, ideal".