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miércoles, 26 de marzo de 2014

¿VATICANO GAY?




Por Augusto TorchSon


Estamos asistiendo al suicidio de nuestra civilización, habiéndose fomentado una generación egoísta que no quiere esforzarse ni trabajar por un futuro mejor sino que solo se preocupa  por conseguir un lucro fácil e inmediato y que está apegada a los más terribles vicios. Y así vemos a nuestros jóvenes, que en su inmensa mayoría, solo tiene puestas sus esperanzas en la búsqueda del confort sin pensar en deberes  ni responsabilidades.   

Todo esto sin mencionar los latentes conflictos bélicos entre las grandes potencias mundiales, que teniendo en cuenta las armas con la que cuentan, de desatarse, las consecuencias serían mucho más devastadoras que las de anteriores guerras mundiales.

Entre estas políticas de reingeniería social anticristiana que planean las elites financieras (judeo-masónicas) para reducir masivamente la población, es clave la promoción del hedonismo, que, en la búsqueda egoísta del placer, promueve la supresión de todo lo que pueda ser un obstáculo para el festín de los sentidos, como pueden ser los hijos o los ancianos, y así hoy, la eutanasia y el aborto están legalizados prácticamente en el mundo entero.

Pero existe una forma mucho más perversa de control de la natalidad, una mucho más bestial ya que atenta contra el orden natural mismo, una que las Sagradas Escrituras condenan explícitamente por lo menos 15 veces y que las menciona como “abominable a los ojos de Yavé” (Deut XXIII, 17); y es la homosexualidad.

Y es aquí donde resulta claro signo de los tiempos, la propuesta nueva de espiritualidad masónica del Vaticano de Francisco. En donde los pecados son únicamente sociales y donde las más graves ofensas contra Dios como es el pecado que mencionamos; no solo decretó Bergoglio su incompetencia para juzgarlo, sino que, como veremos, cuentan con una sutil promoción de su parte.

En ese sentido vamos a centrarnos en la visita del 21 de marzo pasado de Francisco a la asociación antimafia “Libera” fundada por el sacerdote Don Luigi Ciotti, a quién es preciso conocer para entender la trascendencia de este acto.
  

Don Luigi Ciotti es conocido como activista antimafia y por los derechos civiles y democráticos y en ese sentido sostuvo en una entrevista sobre el tema de la homosexualidad que: “Un obispo puede ser muy bueno y ser gay… en esto no hay diferencia entre ser gay o heterosexuales” (aquí), agregando también respecto a las uniones homosexuales que “matrimonio no, pero los derechos civiles deben ser para todos”.

Este mismo sacerdote fue uno de los oradores en el funeral del sacerdote comunista y pro gay Don Andrea Gallo.

Recordemos que en la terrible y profana misa de réquiem de tan dañino personaje, pudimos observar no sin inmenso estupor, como el Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, Cardenal Angelo Bagnasco le dio la comunión a un travesti muy conocido en Italia por ser el primer diputado electo con esa condición, Vladimir “Luxuria” como se hace llamar, entre otros sodomitas travestidos.

En dicha profanación litúrgica, además de esas terribles imágenes antes descritas, también se vio a sacerdotes vistiendo estolas gay y al ataúd del marxistoide sacerdote que estaba cubierto por una bandera de esa comunidad.



En una misa en honor a Don Gallo, Ciotti cantó el himno comunista “Bella Ciao” en la misma iglesia, como podemos observar en el video del portal Repubblica.it.

Don Ciotti es además uno de los adherentes a las marchas del “orgullo gay” de Italia (aquí).

Teniendo en cuenta estos antecedentes, en la visita de Francisco a que inicialmente hicimos mención, este oscuro personaje recibió al obispo de Roma con un abrazo poco respetuoso de la investidura del primero para luego tomarlo poco masculinamente de la mano e ir caminando desde la puerta del auto hasta el interior de la Iglesia de esa escandalosa forma.

En dicha oportunidad Francisco se dirigió a los mafiosos diciéndoles: "Estáis a tiempo de convertiros para no terminar en el infierno, que es lo que os espera si seguís por este camino”Sin embargo nos gustaría que también manifieste que corren igual riesgo y sean advertidos quienes cometen los pecados escandalosamente promovidos por el sacerdote al que fue a apoyar tan cariñosamente Francisco.

Si consideramos aisladamente los hechos podemos concluir que esta escena fue un simple acto de mal gusto; pero no podemos dejar de mencionar el famoso ¿Quién soy yo para juzgar un gay? de Francisco, así como el nombramiento en el banco Vaticano de monseñor Ricca con escandalosos antecedentes de comportamiento homosexual en Uruguay, publicados por el prestigioso vaticanista Sandro Magister (aquí).

Cabe recordar que Francisco primero dijo desconocer los antecedentes de Ricca para luego confirmarlo en dicha posición en el IOR.

También es dable mencionar la cercanía y protección del cardenal Bergoglio al obispo Maccarone, que tuvo que dejar su puesto como obispo de Santiago del Estero por haber sido filmando siendo sodomizado por un taxista (aquí), y que como premio fue asignado como profesor emérito de la Pontificia Universidad Católica Argentina UCA, a pesar de que contravenir expresamente el estatuto de dicha institución que exige “integridad de vida” en sus docentes (aquí).

No sin insultos se nos critica frecuentemente el hacer públicas estas transgresiones de Francisco.

Contestamos con palabras de uno de nuestros grandes referentes católicos y nacionalistas, el Padre Alberto Ezcurra, que al referirse al amor a la Iglesia y a la Patria decía que: “(dicho amor) no es una complacencia superficial en aquellas cosas que nos gustan, es un amor que quiere corregir. Amar es querer el bien del otro y a veces el amor de la Patria como el amor de la Iglesia es como el amor de la madre enferma, es como el amor de una hermana prostituida, es como el amor de un amigo que anda por el mal camino, es un amor que está pidiendo la corrección, el cambio”.

Y nos dolemos de la situación de la Iglesia toda, y queremos y rezamos porque quienes hoy la dirigen rectifiquen su orientación. Pero pueril sería nuestra pretensión si no viésemos lo que está dañándola profundamente.

Por eso reiteramos las palabras de San Hilario ante el arrianismo que dominaba la Iglesia diciendo: "Es tiempo de hablar, porque el tiempo de callar ha pasado" . Y si no lo hubieran hecho, a pesar de las persecuciones y excomuniones, no se hubiera vencido la herejía que se había oficializado en la Santa Madre Iglesia.