Dijo el modernista Francisco,
en una de sus tantas parrafadas vertidas con desenfado a los periodistas del
mundo que aplauden su discurso moderno y acariciante para sus oídos, que la
Iglesia necesita de mayor presencia femenina. Hasta habló de elaborar una “teología
de la mujer”.
En correspondencia con
esta nueva iniciativa bergogliana, la Nueva Fraternidad, a través de su renovada
revista, ha decidido imprimirle a su publicación un perfil más femenino,
dándole más participación a las mujeres. Así es como de seis articulistas, tres son mujeres, dos de ellas laicas.
Acaso porque ya no se
publican notas de combate doctrinal, ni tampoco de actualidad eclesial (“Ecclesia
dei Afflicta”, ¿se acuerdan?), la revista del Distrito América del Sur recurre
a artículos de piedad –que acompaña con imágenes pueriles-, a artículos de
psicología tomados de un libro accesible y que se vienen reproduciendo desde
hace varios meses, y, en general, notas destinadas a un público que podría
considerarse una familia típica de los años ’50, muy pero muy lejos de toda
especulación apocalíptica, muy lejos del tronar del combate por la fe que se
hace cada día más difícil.
Frente a un
super-revolucionario ocupando la sede de Pedro en Roma, la revista prefiere ir
a lo obvio: un artículo sobre el Che Guevara, alguien de quien según parece los
tradicionalistas hasta ahora no sabían nada, o dudaban incluso si se trataba o
no de un héroe contemporáneo. Lo cual se refrenda en la obviedad de la portada:
la revolución y el odio a Dios en una imagen muy clara, pero que no puede
reducirse a predicar acerca del más famoso revolucionario. A ellos sumémosle el
editorial penoso de un Padre Bouchacourt que no hace más que caer en
contradicciones, como el artículo de Non Possumus deja bien asentado.
En definitiva, de un
instrumento de conocimiento para el combate antiliberal y en defensa de la
Tradición (como alguna vez lo fue, como también las revistas Roma o Tradición Católica), la revista se ha reducido –no ahora, claro
está, pero aquí ha llegado a lo que quiere el nuevo “branding” comercial
contratado- a buscar la conformidad de, en especial, la mujer “conservadora”.
Esto nos hace pensar en un aspecto que refería el Padre Castellani acerca de
los fariseos: “Despreciaban
altamente a las mujeres; y eran seguidos por muchas mujeres, cosa curiosa. Dice
Josefo que hacían su agosto entre las damas ricas, y eran reverenciados por el
mujerío. Hay una tendencia en la mujer a inclinarse al que la maltrata. Pero
esa tendencia más bien morbosa no explica todo el caso. Lo más probable es que
el mujerío vulgar respetase a los fariseos por simple religiosidad. Dicen que
la mujer es más religiosa que el varón. No es verdad, propiamente hablando.
Pero la mujer necesita más de la religión exterior, segura, codificada, representada
y socializada. Y eso eran los fariseos." ("Cristo y los fariseos").
Los nuevos fariseos de la Nueva Fraternidad, se complacen en fijar bien
ante la vista sobre todo de la feligresía mujeril, estas cuestiones exteriores que
brindan tanta seguridad, para ellas y sus hijos: las iglesias, las escuelas,
las actividades “parroquiales”, las excursiones, etc. Encantadores nuevos “Bing
Crosby” que, aunque sea para no perder el favor de esta feligresía, hasta
permiten los pantalones en las mujeres, y les dan cada vez más espacio en las
capillas en detrimento de los mismos sacerdotes, hasta llegar a las páginas de
su revista –donde ha llegado el tiempo en que sus sacerdotes, con todo el
estudio que tienen, ya no tienen nada más que decir. Nada de confrontaciones o
de polémicas, nada de artículos de fondo, guardémonos de todo arriesgado análisis o de informar a los
lectores de la situación de la Fraternidad o de la Iglesia. Mejor no correr peligro.
Tengamos buenos sentimientos. No seamos duros.
Oh, Neo-Fraternidad, pretende cubrir la realidad mediante beaterías,
devociones, cruzadas de rosarios, capillas pitucas, grandes coros y, ahora, una
revista femenina.
Sugerimos la nueva –pero conservadora- portada: