Dios mío, mi roca, mi
refugio.
Salmo 17, 3.
Sólo en Dios se
descansa, oh alma mía,
porque la salud viene
de Él.
El solo es mi roca, mi
salvación,
mi defensa; nunca seré
conmovido.
¿Hasta cuándo
acometeréis a un solo hombre,
queriendo todos
derribarlo,
como muro inclinado,
como pared que se
desploma?
Salmo 61, 2-4.
Bendito sea Dios, mi
piedra;
Él adiestra mis manos
para la pelea,
mis dedos para la
guerra;
Él es mi alcázar y mi
libertador,
el broquel con que me
cubro.
Salmo 143, 1-2.
Sé para mí la roca que
me acoja,
el baluarte seguro en
que me salves,
porque mi roca y mi
alcázar eres Tú.
Salmo 70, 3
Desde los confines de
la tierra clamo a Ti,
con el corazón
desfallecido;
Tú me alzarás hasta la
roca,
me darás el reposo;
porque eres mi refugio,
la fuerte torre contra
el enemigo.
Salmo 60, 3-4.