“Y
derramóla [la Sabiduría] sobre todas sus obras, y sobre toda carne, según su
liberalidad, y comunicóla a los que le aman”.
(Eclesiástico
I, 10)
Comenta
Mons. Juan Straubinger:
“El
amor lee entre líneas. Imaginemos que un extraño lee en una carta ajena este
párrafo: “Cuida tu salud, porque si no, voy a castigarte”. El extraño pone los
ojos en la idea de este castigo y halla dura la carta. Mas vino luego el
destinatario de ella, que era el hijo del remitente de la carta, y al leer esa
amenaza de su padre, de castigarle si no se cuidaba, se puso a llorar de
ternura viendo que el alma de aquella carta no era la amenaza sino el amor
siempre despierto que le tenía su padre, pues si le hubiera sido indiferente no
tendría ese deseo apasionado de que estuviera bien de salud. La carta que Dios
nos escribió es la Sagrada Escritura (S. Gregorio). Contiene también amenazas
pero son amenazas paternales escritas para nuestra salud, y el que ama al Padre
Celestial las lee como aquel hijo que se puso a llorar al ver la tierna
preocupación de su padre”.