Entre los tristes acontecimientos que han venido ocurriendo en las
últimas semanas, acontecimientos que muestran una crisis interna en la FSSPX,
se encuentra el comunicado, que se ha hecho público, sobre la “expulsión” de
Mons. Williamson en el distrito de Alemania y firmado por el padre Schmidberger,
superior de dicho Distrito. El comunicado, ha sido prontamente respondido por
un sacerdote del distrito de Francia. Veamos qué le responde este sacerdote
indignado al p. Superior del distrito alemán.
RESPUESTA AL PADRE SCHMIDBERGER. POR UN SACERDOTE DEL
DISTRITO DE FRANCIA
El Padre Schmidberger tiene un
gran mérito: Jamás ha escondido su deseo de ver a la Fraternidad San Pio X
ponerse entre las manos de Benedicto XVI “por el mayor bien de la Iglesia”. Su
comunicado respecto a la expulsión del “obstáculo” Monseñor Williamson no tiene
nada de sorprendente.
En un Comunicado a los amigos y
benefactores del 26 de octubre de 2012, usted pretende que la expulsión de
Monseñor Williamson es “el resultado de
una evolución que dura ya algunos años”. Ella sería producto de una “antipatía” por el consejo general que se
ha transformado en una “rebelión abierta”.
Padre, ¡usted es deshonesto! El
13 de febrero de 2012, a un periodista de «Die Welt» que le preguntaba “El Papa ha declarado que el no hubiera
aprobado el levantamiento de la excomunión de sus cuatro obispos, si él hubiera
sido informado previamente de las declaraciones de Monseñor Williamson. ¿Cuál
será el provenir de Monseñor Williamson después de una eventual reintegración
de la Fraternidad?” Usted respondió: “Yo
no soy profeta, pero en un contexto tan importante como el establecimiento de
una estructura canónica para nuestra Fraternidad, yo pienso que las
conversaciones se prolongarían muy probablemente en algunas sesiones y que se
hablaría de Monseñor Williamson. Además, debemos también esperar que él respete las decisiones del superior general.”
Usted no es profeta pero usted
está muy bien ubicado para saber lo que quiere Monseñor Fellay y usted mismo.
Ustedes quieren un acuerdo con Roma y para eso ustedes están prestos a
satisfacer las exigencias del sionismo internacional y las de la Iglesia
Conciliar que le está sujeta. En la misma entrevista, usted dice: “Nosotros renunciamos a la relativa libertad
a la que hasta ahora hemos recurrido para la proyección internacional de
nuestra obra, y la ponemos entre las manos del papa.” Mientras que Monseñor
Lefebvre pedía a nuestros obispos de “depositar
la gracia de su episcopado” en “un
sucesor de Pedro perfectamente católico” (Mgr. Lefebvre, 29 de agosto de
1987).
¿Benedicto XVI es el “sucesor de Pedro perfectamente católico”?
¿El que es también el jefe de la “Roma
modernista y liberal, que continúa su obra destructiva del Reino de Nuestro
Señor como lo probó en Asís (III),
confirmando las tesis liberales del Vaticano II sobre la libertad religiosa”?
(Mgr. Lefebvre, carta del 29 de agosto de 1987)
Como Monseñor Williamson
estorbaba sus planes inicuos y la funesta propaganda sionista, usted, y
Monseñor Fellay, pensaron que había que terminarlo: O Monseñor Williamson
acepta enterrarse vivo o será expulsado bajo pretextos disciplinarios.
Usted cita también una
declaración privada de Monseñor Williamson que no estaba destinada a hacerse
pública, donde el decano de los Obispos habló de “deshacerse de Monseñor Fellay” y “de su banda”. Como usted hace referencia a Monseñor Lefebvre cuando
pidió a los futuros obispos “permanecer
unidos bajo la dirección del Superior General”. Pero dentro de su ceguera o
deshonestidad, usted omite citar el pasaje completo para calumniar mejor a
Monseñor Williamson acusándolo de haber insultado al superior. Este es el
pasaje en cuestión:
“En fin, os conjuro a permanecer profundamente unidos a la Fraternidad
de San Pío X, a permanecer profundamente unidos entre vosotros, sometidos a su
Superior General, en la Fe Católica de siempre, acordándose de esta palabra de
San Pablo a los Gálatas (c. I, vers. 8 y 9): “Aún si nosotros o un ángel del
Cielo os anunciara un evangelio distinto del que os anunciamos, sea anatema.
Como ya os lo dijimos, os lo volvemos a decir: si alguien os anunciara un
evangelio distinto del que recibísteis, sea anatema”. (Mgr. Lefebvre, carta
del 29 de agosto de 1987)
La sumisión al Superior General
es “en la Fe católica de siempre”.
Como usted y Monseñor Fellay quieren ponernos bajo la autoridad de un papa que
peca gravemente contra la fe, entonces “anathema
sit”! Lo que se puede traducir por: separémonos o “deshagámonos de Monseñor Fellay y su banda”. Eso no tiene nada de
injurioso.
A pesar de numerosos consejos, de
exhortaciones amistosas y de advertencias, Monseñor Fellay y su banda no han
querido modificar su comportamiento suicida. Monseñor Williamson tenía que
hablar.
Padre, usted es tan deshonesto
que, en este año 2012, usted escribió a los tres obispos, alentado por Monseñor
Fellay, una carta en donde usted justifica en doce puntos las “razones” para concluir un acuerdo con
esas personas con las que estamos en desacuerdo. Las respuestas que usted
recibió, las tres a su manera, destruyeron colmadamente el fondo de sus
pseudo-argumentos acuerdistas. Publíquelas para que su terquedad sea patente a
la cara del distrito de Alemania.
Si Monseñor Williamson no es el
único en oponerse de manera argumentada a sus proyectos peligrosos, si es el
único que, valientemente, apunta a la
cabeza pensante de estos proyectos. Monseñor Tissier de Mallerais y Monseñor de
Galarreta se han contentado al contradecir y refutar la política y las doctrinas
erróneas de Menzingen pero sin nombrar a las personas responsables de esta
revolución interna. Eso está bien pero es insuficiente. ¿La prueba? La
entrevista reciente del padre Pfluger haciendo una profesión de fe “angelical”
en cuanto a “la asistencia del Espíritu Santo para el Papa y los Obispos”,
ellos, para quienes la más grande tragedia de la historia de la Iglesia, a
saber, el Vaticano II, después de haber sido una nueva pentecostés, ¡se ha
convertido en la brújula para la Iglesia del siglo XXI!
Por lo tanto Monseñor Williamson
era el único y verdadero obstáculo a sus maniobras de tal modo que fue el
Contra-Notra aetate por excelencia.
Monseñor Williamson continuará
hablando. Monseñor Tissier de Mallerais lo hará cuando lo juzgue apropiado, y
Monseñor de Galarreta lo volverá a hacer cuando haya regresado de sus
ilusiones. Este último, espera poder salvar lo esencial por la primera,
imperfecta y frágil condición sine que non del capítulo. El cree que eso le
impedirá a la cabeza podrida de Menzingen concluir un mal acuerdo con Benedicto
XVI. El no quiere resignarse todavía a ver que la unidad de la Fraternidad de
Monseñor Lefebvre ya no existe. Hay dos campos irreductibles en ella, como en
el Concilio: una minoría liberal, sentimental y conciliante, antes de ser
conciliares; y otra minoría católica, doctrinal e intransigente. El groso de
las tropas, estando muy ocupadas para darse cuenta de lo que está en juego,
prefiere someterse a la autoridad. Porque hoy en día, el que gobierna la cabeza
de la Fraternidad se parece más a Paulo VI lleno de contradicciones que a un
Santo Pio X luminoso y firme en el combate de la fe.
Padre, usted ha sido deshonesto.
Deje de engañar a los sacerdotes y a los fieles. Comprenda su error, regrese a
la sana política de nuestro fundador y deje de destruir la casa paterna.
Un Sacerdote del
distrito, el 28 de octubre de 2012.
En la fiesta de Cristo Rey.