1) Dos
recientes declaraciones, sobre el ataque infligido a la Misa tradicional por el
Papa Francisco con su motu proprio Traditionis
custodes, son las de Monseñor Dom Tomás de Aquino OSB y la declaración
oficial del Superior de la Fraternidad San Pío X, Don Davide Pagliarani.
Aquí están
una y otra:
Un camino
ya recorrido
Nota sobre el Motu Proprio
Traditionis Custodes
Por S.E. Mons. Dom Tomás de Aquino
OSB
Tres papas, en el pasado reciente,
han legislado canónicamente sobre la Santa Misa a través de un Motu Proprio:
S.S. Juan Pablo II, S.S. Benedicto XVI y S.S. Francisco.
Los tres pontífices exaltaron la
Nueva Misa. Juan Pablo II exigió que se aceptara la Misa Nueva para tener
derecho a decir la Misa de Siempre. Benedicto XVI dio a la Nueva Misa el título
de "Rito Ordinario" y exigió que los sacerdotes la rezaran al menos
en el Triduo Pascual. Francisco exige a quienes se benefician del Motu Proprio
que no excluyan la validez y legitimidad de la reforma litúrgica, así como las
doctrinas emanadas del Concilio Vaticano II y del magisterio de los papas
conciliares.
Los tres Motu Proprios tienen en
común la aceptación de la nueva religión. Todos los que están vinculados a Roma
por algún acuerdo sienten ahora el peso de la mano del Soberano Pontífice que
les obliga a aceptar esta nueva religión.
Una vez más, podemos ver la posición
correcta de Dom Marcel Lefebvre, quien nunca usó un Motu Proprio para legitimar
su acción, pero conservó la Misa de Siempre porque es la Misa de la Tradición,
una Misa que San Pío V canonizó, dando a todo sacerdote el derecho a rezarla
para siempre, de forma inderogable.
Que Santa María, que venció todas las
herejías, nos haga seguir el camino trazado por Mons. Lefebvre y Mons. de
Castro Mayer, acelerando el esperado triunfo de la Iglesia, que llegará a
nosotros precisamente por intercesión de Ella, que es la Mediadora de todas las
gracias.
S. Exc. Rev. Dom Tomás de Aquino
Carta
del Superior General de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, tras la
publicación del motu proprio «Traditionis custodes»
Queridos
miembros y amigos de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X:
El
motu proprio Traditionis custodes y la carta que lo acompaña
causaron gran revuelo en el llamado ámbito tradicionalista. Puede observarse,
con toda lógica, que la era de la hermenéutica de la continuidad, con sus
ambigüedades, ilusiones y esfuerzos imposibles, ha terminado drásticamente,
barrida de un revés. Estas medidas tan claras y directas no afectan
directamente a la Fraternidad San Pío X, pero deben ser para nosotros la
ocasión de una profunda reflexión. Para ello, hemos de elevarnos a los
principios y plantearnos una cuestión a la vez antigua y nueva: ¿Por qué la
Misa Tridentina sigue siendo la manzana de la discordia después de cincuenta
años?
Ante
todo, debemos recordar que la Santa Misa es la continuación, en el tiempo, de
la lucha más encarnizada que jamás haya existido: la batalla entre el reino de
Dios y el reino de Satanás, esa guerra que alcanzó su punto culminante en el
Calvario, por el triunfo de Nuestro Señor. Para esta lucha y para esta victoria
se encarnó. Y puesto que la victoria de Nuestro Señor tuvo lugar a través de la
cruz y de su sangre, es comprensible que su perpetuación también se realice a
través de luchas y contradicciones. Todo cristiano está llamado a esta lucha:
Nuestro Señor nos lo recuerda cuando dice que vino «a traer la espada a la
tierra» (Mt 10, 34). No es de extrañar que la Misa eterna, que expresa
perfectamente la victoria final de Nuestro Señor sobre el pecado a través de su
sacrificio expiatorio, sea en sí misma un signo de contradicción.
Pero
¿por qué esta Misa se ha convertido en un signo de contradicción dentro de la
misma Iglesia? La respuesta es simple y cada vez más clara. Después de
cincuenta años, los elementos de respuesta son evidentes para todos los
cristianos de buena voluntad: la Misa tridentina expresa y transmite una
concepción de la vida cristiana y, por consiguiente, una concepción de la
Iglesia, absolutamente incompatible con la eclesiología salida del Concilio
Vaticano II. El problema no es simplemente litúrgico o estético, ni puramente
formal. El problema es a la vez doctrinal, moral, espiritual, eclesiológico y
litúrgico. En definitiva, es un problema que afecta a todos los aspectos de la
vida de la Iglesia sin excepción: es una cuestión de fe.
De
un lado está la Misa de siempre, estandarte de una Iglesia que desafía al mundo
y que está segura de la victoria, porque su batalla no es otra que la
continuación de la que llevó Nuestro Señor para destruir el pecado y el reino
de Satanás. Es por la Misa y a través de la Misa como Nuestro Señor alista a
las almas cristianas en su propia lucha, haciéndolas partícipes tanto de su
cruz como de su victoria. De todo esto se deriva una concepción de la vida
cristiana profundamente militante. Dos notas la caracterizan: el espíritu de
sacrificio y una esperanza inquebrantable.
Del
otro lado está la Misa de Pablo VI, expresión auténtica de una Iglesia que
quiere estar en armonía con el mundo, que presta oídos a los reclamos del
mundo; una Iglesia que, en definitiva, ya no tiene que luchar contra el mundo,
porque ya no tiene nada que reprocharle; una Iglesia que ya no tiene nada que
enseñar, porque está a la escucha de los poderes de este mundo; una Iglesia que
ya no necesita el sacrificio de Nuestro Señor, porque, habiendo perdido la
noción del pecado, ya no tiene nada que expiar; una Iglesia que ya no tiene la
misión de restaurar la realeza universal de Nuestro Señor, puesto que quiere
contribuir al desarrollo de un mundo mejor, más libre, más igualitario, más
eco-responsable; y todo esto con medios puramente humanos. A esta misión
humanista que los hombres de Iglesia se han adjudicado debe corresponder
necesariamente una liturgia igualmente humanista y profanada.
La
batalla de estos últimos cincuenta años, que el 16 de julio acaba de
experimentar un momento ciertamente significativo, no es la guerra entre dos
ritos: es de hecho la guerra entre dos concepciones diferentes y opuestas de la
Iglesia y de la vida cristiana, absolutamente irreductibles e incompatibles
entre sí. Parafraseando a San Agustín, podríamos decir que dos Misas construyen
dos ciudades: la Misa antigua ha construido la ciudad cristiana, y la Misa
Nueva pretende construir la ciudad humanista y secular.
Si
Dios permite todo esto, lo hace ciertamente por un bien mayor. Ante todo para
nosotros mismos, que tenemos la oportunidad inmerecida de conocer y
beneficiarnos de la Misa Tridentina; estamos en posesión de un tesoro del que
no siempre medimos todo su valor, y que tal vez guardamos demasiado por
costumbre. Alcanzamos a medir mejor todo el valor de algo precioso justamente
cuando se ve atacado o despreciado. Que este «choque» provocado por la dureza
de los textos oficiales del 16 de julio sirva para que se renueve, profundice y
redescubra nuestro aprecio y nuestra fidelidad a la Misa Tridentina; esta Misa,
nuestra Misa, debe ser realmente para nosotros como la perla del Evangelio por
la que renunciamos a todo, por la que estamos dispuestos a venderlo todo. Quien
no esté dispuesto a derramar su sangre por esta Misa, no es digno de
celebrarla. Quien no esté dispuesto a renunciar a todo por conservarla, no es
digno de asistir a ella.
Esta
debería ser nuestra primera reacción ante los acontecimientos que acaban de
sacudir a la Iglesia. Que nuestra propia reacción de sacerdotes y de fieles
católicos, por su profundidad y su firmeza, vaya mucho más allá de los
comentarios de toda clase, inquietos y a veces desesperanzados.
Dios
ciertamente tiene otro objetivo en vista al permitir este nuevo ataque a la
Misa Tridentina. Nadie puede dudar que, durante estos últimos años, muchos
sacerdotes y muchos fieles han descubierto esta Misa, y que a través de ella se
han acercado a un nuevo horizonte espiritual y moral, que les ha abierto el
camino de la santificación de sus almas. Las últimas medidas que se acaban de
tomar contra la Misa obligarán a estas almas a sacar todas las consecuencias de
lo que han descubierto: les toca ahora elegir –con los elementos de
discernimiento que están a su disposición– lo que se impone a toda conciencia
católica bien esclarecida. Muchas almas van a enfrentarse a una elección
importante respecto de la fe, porque –repitámoslo– la Misa es la expresión
suprema de un universo doctrinal y moral. Se trata, pues, de elegir la fe
católica en su totalidad, y por ella a Nuestro Señor Jesucristo, su cruz, su
sacrificio y su realeza. Se trata de elegir su Sangre, de imitar al Crucificado
y de seguirlo hasta el fin con total, radical y constante fidelidad.
La
Fraternidad San Pío X tiene el deber de ayudar a todas aquellas almas que se
encuentran actualmente consternadas y desanimadas. Ante todo, tenemos el deber
de ofrecerles, por los hechos mismos, la certeza de que la Misa Tridentina
nunca podrá desaparecer de la faz de la tierra: es un signo de esperanza
sumamente necesario.
Además,
cada uno de nosotros, sacerdote o fiel, debe tenderles una mano amiga, porque
quien no tiene el deseo de compartir los bienes de que se beneficia se hace en
realidad indigno de esos bienes. Sólo así amaremos verdaderamente a las almas y
a la Iglesia; porque cada alma que ganemos para la cruz de Nuestro Señor, y
para el inmenso amor que El manifestó por su Sacrificio, será un alma
verdaderamente ganada para su Iglesia, para la caridad que la anima y que debe
ser la nuestra, especialmente en este momento.
Estas
intenciones las confiamos a la Madre de los Dolores, a Ella le dirigimos
nuestras oraciones, ya que nadie ha penetrado mejor que Ella el misterio del
sacrificio de Nuestro Señor y de su victoria en la Cruz, por cuanto nadie ha
estado tan íntimamente asociado como Ella a su sufrimiento y a su triunfo. En
sus manos ha puesto Nuestro Señor toda la Iglesia; y por eso mismo, a Ella le
ha sido confiado lo que la Iglesia tiene de más precioso: el testamento de
Nuestro Señor, el santo sacrificio la misa.
Menzingen,
22 de julio de 2021,
fiesta
de Santa María Magdalena,
Don
Davide Pagliarani, Superior General
(fsspx.es)
El primer comentario,
de Mons. Dom Tomás de Aquino, discípulo de Monseñor Lefebvre, es escueto y sin
adornos retóricos, como buen benedictino que vive en una atmósfera de silencio,
pero es claro, firme y meritorio. Menciona que esta medida de Francisco está en
absoluta continuidad con lo que se ha venido haciendo a partir del Concilio
contra la Misa tradicional y la identidad misma de la Iglesia católica, creando
una nueva religión. Con todo respeto, se permite mencionar a los Papas responsables
de estas medidas, mientras que da muestras de gratitud hacia Mons. Lefebvre y
Mons. De Castro Mayer, que con valentía se atuvieron a la Tradición sin esperar
ni buscar ningún “permiso” que no eran necesario pedir para continuar lo que la
Iglesia había hecho siempre.
El segundo comentario,
dice unas cuantas verdades acerca de la Misa y de la crisis de la Iglesia. Sin
embargo, rebosa de hipocresía e ilusión o autoengaño. Es cierto que no llega a
ser como el lamentable sermón plagado de risitas del prior de Mendoza y ex
Superior del distrito América del Sur, que hasta llega a citar al chapulín
colorado (“que no cunda el pánico”, ¡sic! https://www.youtube.com/watch?v=9iYAoQmLii8).
Pero tampoco es el valiente alegato o llamado a las armas, que alguno quizás
hubiese esperado. Para empezar, y
coincidentes con el agudo comentario aparecido en Non Possumus (http://nonpossumus-vcr.blogspot.com/2021/07/carta-del-p-pagliarani-sobre-el-motu.html),
el Padre Pagliarani no menciona una sola vez a Francisco, firmante en
primerísima persona del motu proprio. De hecho evitan hacerlo en sus críticas
en la Fraternidad y cuando un Padre osó hacerlo lo quitaron del Seminario de La
Reja. Dicen en NP: “La Fraternidad se encuentra atrapada. Se dejó
encerrar al aceptar, sin manifestar reservas, las dádivas de Bergoglio. Ahora
siente que no puede criticar a su gran "benefactor" y teme que se le
quite lo dado. La FSSPX ahora tiene miedo. Miedo a que el Vaticano revoque la
autorización para confesar... Miedo a que se cancele el permiso de los
matrimonios... Miedo a disgustar a Mons. Huonder (ese amigo declarado de
Francisco que vive en un priorato de la Fraternidad)... Miedo a que haya nuevas
excomuniones... Miedo a ser crucificados otra vez por los enemigos de Cristo”.
Afirma
Monseñor Viganò: “Dios es la verdad. El Verbo de Dios es verdadero y es el mismo Dios.
Decir la verdad, gritarla desde los techos, develar el engaño y a sus artífices
y sus artificios es una obra sacra. El católico, como el que ha conservado un
mínimo de dignidad y de honor, no puede echarse atrás en este deber”.
Sin
embargo Pagliarani prefiere develar el error pero no a sus artífices, así elige
decir algo neutro como “Las últimas medidas que se acaban de tomar contra la
Misa”…Es como si el pastor dijese que hay “olor a lobo”, que hay “aullidos de
lobo” pero no dijese dónde y cuál es el lobo disfrazado de cordero...por miedo
al lobo.
Un
diplomático diría: “No hace falta decir nada, todo el mundo sabe que se trata
de Francisco”. Por supuesto, ese sería un lenguaje diplomático, y el mismo, por
definición, no es un lenguaje combativo. Ahora bien, ¿no estamos en guerra con
los modernistas? ¿Entonces?
Dice
el P. Pagliarani: “La batalla de estos
últimos cincuenta años, que el 16 de julio acaba de experimentar un momento
ciertamente significativo, no es la guerra entre dos ritos: es de hecho la guerra
entre dos concepciones diferentes y opuestas de la Iglesia y de la vida
cristiana, absolutamente irreductibles e incompatibles entre sí. Parafraseando
a San Agustín, podríamos decir que dos Misas construyen dos ciudades: la Misa
antigua ha construido la ciudad cristiana, y la Misa Nueva pretende construir
la ciudad humanista y secular.”
Está
muy bien hablar de batallas y de guerra, porque en eso estamos. Pero, ¿cómo
entran dentro de esa guerra las relaciones cordiales y las negociaciones que la
FSSPX viene manteniendo con el enemigo desde -sobre todo- el 2012, cuando en
junio de ese año estuvo a punto de obtener un acuerdo con Roma, que ésta
canceló a última hora cuando se difundió la carta de los tres obispos
criticando a Mons. Fellay? ¿Cómo se inscriben en la “guerra” las amistosas
relaciones con Francisco, a quien no se atreven a confrontar, porque éste los trata
con guante de seda, a través de astutas concesiones? Recordemos que Francisco
le abrió las puertas de las principales iglesias de Roma a la FSSPX, en las
cuales celebraron misas dado sermones anodinos y sin la menor crítica a los
modernistas romanos, mucho menos al Papa. Pagaron su precio por el favor.
En
reciente entrevista a Pagliarani (junio 2021), preguntado éste sobre qué le
diría a Francisco –es decir, al Papa que es también y sobre todo jefe de la
secta modernista que está destruyendo la Iglesia católica, que llevó a Lutero y
la Pachamama al Vaticano, que promueve a los homosexuales y es enemigo furioso
de la Tradición, al amigo de los globalistas y la Sinagoga, al blasfematorio y
heretizante que pide junto a la Masonería una “Fraternidad universal” onusiana,
la vacunación obligatoria, etc.-, si le concediese cinco minutos, respondió diplomáticamente:
“Hablaría con el Papa Francisco sobre el
mismo tema. Sobre esta preocupación relacionada con la formación, la
santificación y la perseverancia de los sacerdotes. Pero no estoy seguro de que
nos entenderíamos de inmediato”.
Se
atreve a decir en otro párrafo, el Superior general de la nueva Fraternidad San
Pío X: “Que este «choque» provocado por
la dureza de los textos oficiales del 16 de julio sirva para que se renueve, profundice
y redescubra nuestro aprecio y nuestra fidelidad a la Misa Tridentina; esta
Misa, nuestra Misa, debe ser realmente para nosotros como la perla del
Evangelio por la que renunciamos a todo, por la que estamos dispuestos a
venderlo todo. Quien no esté dispuesto a
derramar su sangre por esta Misa, no es digno de celebrarla. Quien no esté
dispuesto a renunciar a todo por conservarla, no es digno de asistir a ella.”
Parece
muy fuerte ¿no?, sobre todo lo que hemos resaltado en negritas. ¡Qué coraje! ¿Dispuestos
a renunciar a todo por conservar la misa? Mmmm…Eso podía decirlo sin dudas Monseñor
Lefebvre, que soportó morir infamado públicamente con una ilegítima excomunión,
aguantó la afrenta de las autoridades de la Iglesia y del mundo entero, el
desprecio mediático y en los círculos eclesiásticos, porque no estuvo dispuesto
a renunciar a su fe católica y habría derramado su sangre sin ninguna duda por
el honor de Cristo Rey. Pero, ¿la nueva Fraternidad puede decir lo mismo? Desde
que pidieron a Roma que les quitaran esa “mancha” de las excomuniones, desde
que aceptaron la cirugía plástica que les quitó las cicatrices de esa gloriosa afrenta,
fruto del combate doctrinal, y desde que prefirieron expulsar a uno de sus
obispos para no molestar a Roma ya que ésta no quería molestar a la Sinagoga, ¿alguien
puede creer que la Neo-Fraternidad está dispuesta a ser nuevamente excomulgada
y perseguida por Roma? Si lo estuviese, ya mismo habría repetido las palabras
que ha preferido olvidar, el testamento de su fundador:
“Es
pues un deber estricto para todo sacerdote que quiere permanecer católico el
separarse de esta Iglesia conciliar, mientras ella no reencuentre la tradición
del magisterio de la Iglesia y de la Fe católica”.
Pero esto no depende ya de ellos. La Fraternidad San
Pío X colabora con las diócesis, particularmente en el tema de los matrimonios,
y está enganchada a ellas mediante Francisco, teniendo además dentro de sus filas
a un obispo modernista que vigila sus pasos. La Fraternidad ha
contratado especialistas en branding para
suavizar su lenguaje y venderse públicamente como una marca corporativa
comercial, a fin de ganar numerosos adeptos para su económicamente destacada
empresa. ¿Alguien puede creer que volverá a ser la pequeña y modesta congregación
de los tiempos iniciales de Monseñor Lefebvre? ¿Una Fraternidad que se apresuró
a condenar las consagraciones episcopales realizadas por Mons. Williamson porque
para ella no había estado de necesidad, y temía quedar pegada a esas consagraciones,
que en otro tiempo realizó sin complejos?
Como termina diciendo el comentario de Non Possumus:
“La astuta Roma la condujo hacia un pantano en
el que no es posible avanzar ni retroceder: no puede alcanzar el acuerdo y tampoco
puede (no quiere) volver a la anterior actitud de heroica confrontación ante
los destructores de la fe.
La FSSPX ha mordido el anzuelo que enfrió su
caridad, que la convirtió en ambigua y la acobardó. La llama se apaga
lentamente mientras el tiempo juega en favor de los modernistas romanos.
Esta era una gran (y quizá la última) oportunidad
para volver a hablar fuerte y claro a la Roma liberal y apóstata, para regresar
a la línea de conducta martirial legada por Monseñor Lefebvre; pero -como
vemos- la Fraternidad la desaprovechó.”
2) Ha habido muchas
repercusiones en los medios acerca de la Traditionis
custodes o, como indica el Padre Chazal, también en latín puede decirse “Carceleros
de la Tradición”, nombre que le es el más apropiado. Señala este sacerdote varias
de las mentiras del motu proprio en un sermón (https://www.youtube.com/watch?v=emwAgP1zAo0&t=42s)
que merecen destacarse.
Por otro lado,
varios obispos norteamericanos informan que continuarán como si nada con las
misas tridentinas que hasta ahora venían autorizando. Lo cual es bueno pero
malo. Bueno porque deben seguir las misas, pero malo porque este motu proprio
no los lleva a replantearse el problema subyacente del Vaticano II y la nueva
religión surgida de él. Así continuarán
hablando del gran teólogo Benedicto XVI o de San Juan Pablo II, etc. Convengamos
que esta gente a Francisco y la secta de Roma no le hace mucho ruido y puede
tolerarla sin demasiados inconvenientes.
En general los que
hasta ahora eran conservadores y tibios, lo seguirán siendo. Así el obispo de Fréjus-Toulon
Monseñor Rey (https://infovaticana.com/2021/07/22/dominique-rey-destaca-el-espiritu-evangelico-de-las-comunidades-tradicionales/)
que en un breve y diplomático comunicado dice que recibe “con confianza y
oración el motu proprio Traditionis Custodes publicado el viernes 16 de julio
de 2021 por el Papa Francisco, a pesar de la conmoción y la inquietud que ha
causado”. Este obispo es el superior de los sacerdotes tradi-conservadores de “avanzada”
de Argentina Padres Olivera Ravasi, Highton y otros, que llaman siempre a
expresarse con “parresía”. Bueno, este obispo no es muy jugado que digamos. Y
el P. Ravasi, que suele manifestarse acerca de hechos contrarrevolucionarios de
la historia, y hasta acaba de escribir un prólogo para “El liberalismo es
pecado”, nada menos, permanece en un total silencio, su sitio web jamás osa
criticar al modernista Francisco y su cohorte, y mucho menos citar al valiente
obispo Viganò, por no hablar de Monseñor Lefebvre, al parecer mala palabra ya
que sus libros no son dignos de figurar en sus recomendaciones de lectura. Tan
es así que el deslizamiento de ese sacerdote lo lleva ahora a, en vez de tocar
este tema candente en sus medios de difusión, dedicarse en su página de youtube
(https://www.youtube.com/watch?v=vkn1nrmy7Bg)
a promocionar a “un joven tik-toker” (¡¡¡sic!!!) quien según Olivera Ravasi, con
mucho ingenio, hasta se las arregla “para evangelizar en este areópago tan
lleno de cosas triviales y livianas”. Sin dudas, acá puede verse la
evangelización del adolescente “tik-toker”:
https://www.tiktok.com/@pantojats/video/6980187185337208069?is_copy_url=1&is_from_webapp=v1
Si estos son los
sacerdotes más “avanzados” y “jugados” que tenemos en Argentina (de la FSSPX ya
hablamos), dígame usted dónde nos encontramos. Ravasi parece cada vez más cerca
de gente como el medroso Alejandro Bermúdez, que del sufrido y valeroso Padre
Castellani, obviamente, y quizás este deslizamiento no sea ajeno a la mucha
exposición mediática a la que se presta.
En definitiva,
creemos que los que están en esa línea, que son gente con muchos valores para
aportar a la Iglesia, no podrán entender del todo el problema conciliar hasta
que no se conviertan, hasta que no tomen por el camino de Damasco, ya que ellos
mismos son un producto de la iglesia conciliar. Los que salen de allí no pueden
concebir que el peor enemigo esté dentro de la Iglesia y por encima de ellos,
no pueden mensurar el alcance del mal. Pero basta leer la “Historia de las herejías
y sus refutaciones” de San Alfonso María de Ligorio, para comprender la magnitud
de la perversidad, la malicia y el orgullo de los herejes, y los modernistas
enquistados en lo más alto de la Iglesia son la peor clase de herejes que han
existido, como avisara San Pío X. Es una perversión del espíritu que no se
detendrá ante nada y es preciso combatir sin tregua.
Ellos no entienden el problema de fondo y, lo que es peor, no lo quieren entender. "¿Tan mala es la misa a la que voy desde que nací?", se pregunta alarmado y disgustado alguien comentando en un blog. Y, sí, tendrá que entender en algún momento de su vida que todo lo que le han vendido como "Religión católica" estaba mezclado, enturbiado, contaminado y falsificado, y tendrá que conocer la verdadera Iglesia, la verdadera misa y la verdadera doctrina. Como lo hemos hecho nosotros por la gracia de Dios, teniendo entonces que darnos cuenta que vivimos siempre engañados, para luego romper con mucha gente, con el entorno, con relaciones, porque Cristo vino a traer la espada y a dividir mediante su doctrina, porque sólo es posible la unidad en la verdadera fe, íntegra, absoluta, por la cual tenemos la verdadera caridad.
Siguiendo con las repercusiones, Michael Matt como
siempre da un testimonio vigoroso con muchos aciertos y una sentida gratitud a Monseñor
Lefebvre (https://gloria.tv/post/bnavfqYZttaf4n7BoNhCLezoc), mezclado con su mensaje de “unión de los clanes”, metiendo todo en la misma
bolsa, sin entender que, por ejemplo, la Fraternidad San Pedro no deja de ser
un invento de la Iglesia conciliar y como tal su testimonio no es íntegramente
católico, porque tolera el pluralismo doctrinal de la neo-iglesia. Pero sucede
que los norteamericanos siempre están demasiado preocupados por el “número”, pero
¡no es eso lo que nos dará la fuerza, sino la integridad de la doctrina en el
combate contra la iglesia conciliar!
Consultado Mons. Schneider dos días antes del motu
proprio, demuestra seguir teniendo una confusión:
“En cuanto a la posible
derogación o restricción de Summorum pontificum, y a que se
pidiese a los sacerdotes tradicionalistas que celebraran la Misa Novus Ordo, el
locutor preguntó: «Si, Dios no lo quiera, llegara a suceder tal cosa, cómo
afectaría a la FSSPX? ¿Se exigiría a sus sacerdotes que celebraran también el
Novus Ordo? ¿Lo harían?»
A lo que monseñor Schneider
contestó lo siguiente para concluir:
«No creo que se lo
pidan [rezar la Misa Novus Ordo], y aunque se lo pidieran no lo harán,
porque todavía no se han sometido plenamente a la Santa Sede. Así que no creo
que los obliguen. Y en caso de que obliguen a sacerdotes de la Fraternidad San
Pedro y otras órdenes a celebrar también la nueva Misa, habrá algunos que se
pasen a la Fraternidad San Pío X, porque así tendrán más libertad para
continuar la Tradición de la Iglesia. De todos modos, espero que no llegue a
pasar. Recemos primero para que el Espíritu Santo ilumine al Papa a fin de que
no fije límites al motu proprio de Benedicto y para que la Fraternidad San Pío
X obtenga un reconocimiento más pleno por parte de la Iglesia”. https://adelantelafe.com/entrevista-a-monsenor-schneider-dos-dias-antes-de-traditiones-custodes-derogar-summorum-pontificum-seria-un-abuso-de-autoridad/
¿Todavía desea que
la Fraternidad se someta más a la Roma modernista, diciendo que espera que la “Fraternidad
San Pío X obtenga un reconocimiento más pleno por parte de la Iglesia”? ¿De qué
Iglesia habla? Es absurdo. Si la Fraternidad ha dado buenos frutos ha sido por
mantenerse al margen de la corrupta y corruptora estructura oficial vaticana.
En la medida en que se acercó a Roma, ha ido perdiendo fuerza. ¿Y Schneider la
quiere totalmente adentro?
No, no podemos guardar esperanzas de una verdadera y
fuerte resistencia en estos prelados, de resistencia tan tímida y timorata
cuanto confusa. Sólo de parte de Mons. Viganò podemos escuchar palabras
fuertemente católicas y viriles, como corresponden en este combate contra los
herejes y apóstatas que ocupan la Iglesia y todo quieren destruirlo. Este motu proprio de Francisco no generará una ola de resistencia, sino de quejumbre y dispersión. Las cartas están echadas.
3)Escribió el P. Pagliarani el 11 de octubre de
2020, para festejar el quincuagésimo aniversario de la FSSPX, estas palabras:
“Quiero
señalarles que la Providencia siempre ha guiado a la FSSPX y siempre la ha
protegido en medio de mil dificultades. Esta misma Providencia, siempre fiel a
sus promesas, siempre atenta y generosa, no puede abandonarnos en el futuro,
porque dejaría de ser lo que es, lo cual es imposible, pues Dios es siempre el
mismo.
En otras palabras, después de cincuenta años
de existencia de la FSSPX, nuestra confianza se arraiga aún más profundamente
en los incontables signos de esta benevolencia que se ha manifestado a lo largo
de todos estos años”.
Sí, la Providencia es siempre fiel a sus promesas,
pero, ¿y la FSSPX? En 2012 la Providencia salvó a la Fraternidad por medio de Monseñor
Williamson, que descubrió las maniobras escondidas de Mons. Fellay y sus socios
para acordar con Roma. Pero la Fraternidad le agradeció dándole una patada en
el trasero. Así hizo con muchos otros de sus benefactores, que le estaban dando
avisos saludables para su protección. La FSSPX más bien ha abusado de la Providencia,
por eso ahora está siendo castigada con el peor de los castigos: sufrir una
auto ilusión, y ya no ser capaz de pelear como lo hizo antes. La presunción de Pagliarani,
tiene su costo. “El más grande trastorno
del espíritu es el de ver las cosas tales como quisiéramos que ellas sean, y no
tales como ellas son en realidad” (Bossuet).
Ignacio Kilmot