Recientemente, ha sido señalado un
informe del año 2010 de la Fundación Rockefeller, descrito
como «Escenarios para el Futuro de la Tecnología y el
Desarrollo Internacional», (vean ustedes mismos en la página 12), informe
desarrollado en colaboración con la Global Business Network,
empresa especializada en la planificación de escenarios.
¿Hay empresas dedicadas a la planificación de escenarios de pandemias? Pues sí.
La Fundación R. se preocupa aquí de prever cuáles podrían ser los escenarios
del planeta entre los años 2010 y 2030. Recuerden que el Ministerio de Pablo
Iglesias se titula: Agenda 2030.
Esta proyección para el futuro constaba de cuatro escenarios posibles,
uno de los cuales se describe como el de Lock Step, «Fase de
bloqueo», en el cual se describe una pandemia tipo H1N1,
sospechosamente igual a la actual, que provoca una deriva de todos los
gobiernos hacia un totalitarismo global basado en un agobiante control policial
sobre las ideas, los movimientos de las personas, la paralización de la
economía, con unos ciudadanos esclavizados que ven un continuo retroceso en sus
derechos y libertades, EXACTAMENTE LO QUE ESTÁ PASANDO HOY EN EL 2020.
Lo más sospechoso del estudio de 2010 de la Fundación Rockefeller es que
pone a China como modelo de manejo de la pandemia, por su
rápida adopción de medidas totalitarias, que son calcadas a las que ha
tomado en esta farsa del Covid-19. Vean cómo la bola de cristal de la Fundación
Rockefeller les permitió ver con claridad lo que iba a pasar 10 años después.
Aquí pueden leer unas líneas del pasmoso guión (observen que, a
pesar de que están hablando del futuro -ese guión de encierro estaba previsto
para el 2012- el tiempo verbal utilizado es el pasado, como si ya hubiera
tenido lugar):
«A algunos países
les fue mejor, a China en particular. La rápida imposición y aplicación
de la cuarentena obligatoria por parte del gobierno chino para todos los
ciudadanos, así como su cierre instantáneo y casi hermético de todas las
fronteras, salvó millones de vidas, impidió la propagación del virus mucho
antes que en otros países y permitió una recuperación pospandémica más rápida.
El gobierno de
China no era el único que tomó medidas extremas para proteger a sus ciudadanos
del riesgo y la exposición. Durante la pandemia, los líderes nacionales de todo
el mundo han mostrado su autoridad e impulsado reglas herméticas y
restricciones, desde el uso obligatorio de mascarillas a los controles
de temperatura corporal en las entradas a los espacios comunes como las estaciones
de tren y supermercados. Incluso después de que la pandemia desapareciera, este
control más autoritario y la supervisión de los ciudadanos y sus actividades
incluso se intensificó (…)
Al principio, la
noción de un mundo más controlado gana una amplia aceptación y
aprobación. Los ciudadanos voluntariamente entregaron parte de su
soberanía y su vida privada, a estados más paternalistas, a
cambio de una mayor seguridad y estabilidad. Los ciudadanos eran más
tolerantes, y con ganas, incluso, de una supervisión dirigida de arriba abajo,
y los líderes nacionales han tenido más libertad para imponer el orden en
los caminos que vieron conveniente. En los países desarrollados, este descuido
mayor tomó muchas formas: los identificadores biométricos para todos los
ciudadanos, por ejemplo, y una regulación más estricta de las industrias clave,
cuya estabilidad se considera vital para los intereses nacionales.
(…) trágicamente en los países dirigidos por las élites
irresponsables que utilizan su poder mayor para perseguir sus propios intereses
a expensas de sus ciudadanos.”