NOTA DE SYLLABUS: Publicamos nuevamente este artículo,
que contiene agregados y correcciones realizados por su autor.
“No se puede hacer ni pensar Historia sin pensar en su Fin, el cual en
todo movimiento gobierna la dirección. La Filosofía de la Historia es
simplemente imposible sin la Teología”.
P. Leonardo
Castellani
Actualidad del pedido de Nuestra Señora
La consagración de Rusia al Corazón Inmaculado de María, pedida por la
Sma. Virgen en sus apariciones a los niños de Fátima, no deja de ser un tema
que se presta a controversias, negaciones y discusiones sin fin. Creemos de
nuestra parte que, lejos de ser un asunto que ha quedado anclado en el pasado, es,
por el contrario, un asunto que urge considerar. Decimos más bien que apremia
plantear esta cuestión, que los enemigos enquistados en la iglesia conciliar y,
por otra parte, los sedevacantistas que dicen oponérsele, desdeñan y descartan.
Estamos a las puertas del centenario de Fátima: es imperioso conocer, difundir,
predicar y practicar la devoción al Corazón Inmaculado de María, sus
implicancias, sus consecuencias para las almas y el castigo que se cierne sobre
los pueblos y naciones, de no realizarse la pedida consagración. La Iglesia,
ocupada pos sus enemigos, parece estar más lejos que nunca de tal posibilidad.
Los acontecimientos habrán de forzar los hechos y el Cielo traerá la solución,
aunque no sin un castigo por la desobediencia de los hombres de la Iglesia.
En su tercera aparición en Fátima, el 13 de julio de 1917, la Sma.
Virgen, tras haberles mostrado la suerte que corren los condenados al Infierno,
les dijo a los tres niños pastores lo siguiente:
“Para salvarlas
[las almas de los pobres pecadores que están en camino del infierno], Dios
quiere establecer en el mundo la devoción a Mi Inmaculado Corazón. Si hicieran
lo que os voy a decir, se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra va a
acabar. Pero si no dejan de ofender a Dios, en el reinado de Pío XI comenzará
otra peor. Cuando veáis una noche alumbrada por una luz desconocida, sabed que
es la grande señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus
crímenes por medio de la guerra, del hambre y de persecuciones a la Iglesia y
al Santo Padre.
Para impedirla,
vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón, y la comunión
reparadora de los primeros sábados. Si atendieran mis peticiones, Rusia se
convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo promoviendo
guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el Santo
Padre tendrá que sufrir mucho, varias naciones serán aniquiladas”.
La relación entre la mención a Rusia en el mensaje, y la Revolución
bolchevique ocurrida poco tiempo después en ese mismo año, fue clara; la
asociación entre los males del comunismo ateo que la revolución vino a expandir
por el mundo y la consagración de Rusia, es evidente. El mensaje es por demás
claro al respecto. Puede pensarse también que 1917 fue el año del inicio del
Estado de Israel, ya que en ese mismo año se concedió la “Declaración Balfour”
por parte de Gran Bretaña a las autoridades sionistas, comprometiéndose éstas a
entregar –cuando las circunstancias lo permitieran- el territorio designado en
Palestina para la erección del estado judío. Es sabido que fueron
mayoritariamente judíos los perpetradores de la Revolución Bolchevique.
Ahora bien, en 1917 Nuestra Señora no pidió la consagración de Rusia a
su Corazón Inmaculado. Allí anunció que volvería para pedirla. Lo hizo recién
en 1929. ¿Por qué? ¿Qué relación hay entre ese año y el pedido de consagración?
Si 1917 está marcado por la aparición en Fátima y la Revolución bolchevique,
sucesos que pueden y deben relacionarse, ¿qué sentido pudo tener o qué quiso
darnos a conocer el Cielo con el pedido explícito de consagración de Rusia
realizado en 1929?
¿Por qué en 1929?
Pero antes de introducirnos en esta cuestión, veamos primero este
pedido. El 13 de julio de 1929, estando la Hermana Lucía de Fátima en la
capilla del noviciado de las Hermanas Doroteas en Tuy, España, se produjo la
aparición más solemne del misterio de Fátima. Sor Lucía tuvo una visión de la
Santísima Trinidad, y debajo de Jesucristo aparecía Nuestra Señora de Fátima,
que volvía para cumplir aquello anunciado en 1917. Esto le dijo Nuestra Señora
a la Hermana Lucía:
‘Ha llegado el
momento en que Dios pide al Santo Padre que haga, en unión con todos los
Obispos del mundo, la Consagración de Rusia a Mi Inmaculado Corazón;
prometiendo salvarla por este medio. Son tantas las almas que la justicia de
Dios condena por pecados cometidos contra Mí, que vengo a pedir Reparación.
Sacrifícate por esta intención y reza’.
Es sabido que la consagración de Rusia, tal como fue pedida por Nuestra
Señora, nunca fue realizada. Hubo consagraciones del mundo, consagraciones
incompletas, por parte de Pío XII, y tentativas de consagración de Juan Pablo
II, pero ningún Sumo Pontífice obedeció el pedido realizando la consagración
exclusiva de Rusia en unión con los Obispos del mundo.
Algunos creen o enseñan que esta consagración ya no es necesaria que se
haga, pues Rusia ya esparció sus errores por el mundo, promoviendo guerras y
persecuciones a la Iglesia. Entonces sería inútil realizarla.
¿Es esto
así?
La conclusión
de todo el Secreto de Fátima es el siguiente:
“Por fin, mi
Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará Rusia, que se
convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz”.
Pero antes de que esto ocurra, habrá un gran castigo para la Iglesia y
el mundo.
Ese castigo,
según el mensaje divino, tendría su origen en Rusia:
“Si atendieran
mis peticiones, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores
por el mundo promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán
martirizados, el Santo Padre tendrá que sufrir mucho, varias naciones serán
aniquiladas”.
Sin embargo, las dos posturas contrarias a la consagración de Rusia dan
sus razones: los liberales, afirman que no es necesaria pues en Rusia cayó el
comunismo; algunos sedevacantistas, que Rusia ya castigó al mundo esparciendo
el comunismo, entonces la consagración sería innecesaria. Para unos, ya se
habría cumplido exitosamente con el pedido de la Virgen; para otros, ya vino el
castigo, por lo tanto todo quedó en el pasado.
Quizás para entender mejor las implicaciones del mensaje, haya que
pensar en lo siguiente: ¿qué es lo que esparcirá Rusia por el mundo? ¿Cuáles
son esos errores? La respuesta parece obvia: el comunismo. Pero: ¿qué es el
comunismo? No una ideología, no una filosofía, no un sistema económico, no una
forma de gobierno. Es en verdad esto: “una conspiración para la
revolución”. Y esta revolución es la que lleva hasta sus últimas consecuencias
el odio diabólico a Dios.
La definición dada del comunismo puede encontrarse en uno de los
documentos fundamentales para entender la revolución en el mundo moderno, en
especial la historia de los últimos cien años. Nos referimos al “Interrogatorio
Rakovsky”, también conocido en su edición española como “Sinfonía
en Rojo mayor” (documento que puede leerse en este resumen: http://syllabus-errorum.blogspot.mx/2015/05/los-rothschilds-condujeron-la-sinfonia.html o completo aquí: http://es.scribd.com/doc/263311184/Sinfonia-en-Rojo-Mayor#scribd).
¿De qué se trata?
En 1938, la policía secreta soviética, NKVD, durante una de las purgas
de Stalin contra sus enemigos trotskistas, realizó un interrogatorio al
agente masón illuminati Christian Rakovsky, notable conspirador de la
primera hora, socio de Trotsky en la revolución rusa, y embajador de Moscú en
París. Rakovsky se despacha durante toda una noche –su vida estaba en juego-
con revelaciones que nunca debían salir a la luz, pero que, por circunstancias
extraordinarias, llegaron a conocerse. Este agente de los Rothschild
explica, por ejemplo, que “el objetivo de la Revolución es nada menos el
de redefinir la realidad en términos de los intereses de los
banqueros. Esto implica la promoción de la verdad subjetiva sobre la verdad
objetiva”. Descubre que es el poder del dinero (“Imperialismo
Internacional del Dinero” lo llamó el Papa Pío XI) el que ha estado financiando
las revoluciones anticristianas y desde sus mismos orígenes al Comunismo. Con
respecto a la Revolución en Rusia, habiendo perdido el control sobre Stalin, la
misma banca internacional que financió la Revolución soviética se encargó más
tarde de prestar ayuda financiera a Hitler, para oponerse al tirano
“bonapartista”, que había interrumpido, con su afán “nacionalista”, la apresurada
mundialización de la revolución que llevaba a cabo Trotsky, pronto fuera de
combate debido a una grave enfermedad. Quedó así abierto el camino a una
guerra en dos frentes, cuyo objetivo final era expandir la revolución comunista
a todo el mundo. Luego los mismos “Banksters” perderían el control sobre
Hitler, pues éste empezó a emitir su propio dinero contra los intereses de la
banca internacional, viéndose éstos obligados a hacer un frente aliado con
Stalin. Dos fechas son claves en este proceso revolucionario. Una, el 25 de
octubre de 1917. La otra, el 24 de octubre de 1929.
En palabras del mismo Rakovsky:
“Recuerde aquella mañana del día 24 de octubre de
1929. Un tiempo llegará en que será para la Historia de la Revolución un día más
importante que el de octubre de 1917. El día 24 es el crack de la Bolsa de
Nueva York; principio de la llamada “depresión”, auténtica Revolución.
Anote usted esto: en este año de 1929, el año
primero de la Revolución Americana, en febrero, sale Trotsky de Rusia; el crack
es en octubre… La financiación de Hitler es acordada en julio de 1929. ¿Cree
usted todo casual?… Los cuatro años de Hoover son los empleados en preparar la
toma del poder en EE.UU. y en la URSS, allí, por medio de la Revolución Financiera;
aquí, por la guerra y el derrotismo subsiguiente…”
Si la revolución había triunfado en 1917 en Rusia, fue en 1929 cuando
triunfó del todo en EE.UU. y por lo tanto comenzó la exitosa expansión mundial
del materialismo surgido en Rusia. A pesar de que podría pensarse que ya en
1913 con la fraudulenta fundación de la Reserva Federal, la usura internacional
revolucionaria había vencido al hacerse con los resortes económicos del país,
fue en 1929 cuando el “americano clásico” quedó esclavizado a Wall Street y su
moral resultó aplastada. La Depresión creó el ambiente propicio para la
infiltración comunista en los sindicatos obreros y hasta incluso en la
industria del espectáculo hollywoodense (de las numerosas pruebas documentales
y testimonios, puede destacarse la vida del conspirador comunista Willy
Munzenberg, demostrativa de este estado de cosas, cfr. “El fin de la inocencia: Willy Munzenberg y la seducción de los
intelectuales”, Stephen Koch, Editorial Tusquets,
1997). Se vería
asimismo claramente con el apoyo brindado por Norteamérica y su industria de
propaganda a la revolución comunista en España. Y ya en los mismos seminarios
católicos de los EE.UU. comenzó desde los años 1930 la infiltración de 1100
comunistas (como testimonian diversos autores convergentes, por ejemplo Bella
Dodd). El crack financiero provocado en 1929 y la honda depresión económica que
provocó “le dieron a Franklin D.
Roosevelt – dicen los periodistas entusiastas- el espaldarazo definitivo
para vencer a Herbert Hoover en las elecciones presidenciales de 1932”. Este
masón progresista ayudó al comunismo soviético a expandirse al finalizar la
Segunda Guerra Mundial por gran parte de Europa, impulsó la creación de la ONU
y dejó a su muerte en la presidencia a otro masón, Harry Truman, el responsable
de arrojar las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki.
Exactamente entre medio de esos dos hechos sucedidos ese año de 1929, la
salida de Trotsky, agente Rothschild hacia USA, y la caída de la Bolsa de Nueva
York en octubre, se produjo la aparición de Nuestra Señora en Tuy. Poco tiempo
después de su pedido, los banqueros acordaban la financiación a Hitler,
preparando la guerra mundial.
Prestemos atención también a este detalle, que nos parece significativo:
el interrogatorio a Rakovsky se realizó en la noche del 25 al 26 de enero de
1938 (desde las 21 hasta las 3 horas horario de Europa occidental). Es decir
que ¡la entrevista comenzó al finalizar la luz de advertencia que había
anunciado Nuestra Señora que se vería en el cielo, como anuncio de la próxima
guerra!
Esa guerra la estaba anunciando un agente illuminati esa misma noche.
Era una guerra impulsada por la revolución comunista mundial, cuyo brazo estaba
en Moscú, pero cuyo cerebro residía en Estados Unidos de América (aunque unos y
otros países eran peones de judíos sionistas, recuérdese que en la misma semana
en que se produjo la Revolución soviética se concretó la “Declaración Balfour”
en Londres, que abría las puertas al Sionismo para la ocupación futura de
Palestina). Todo esto permitido por la Providencia para castigo de los hombres
rebeldes a Dios.
Si vinculamos, entonces, inevitablemente el anuncio de 1917 con la
revolución rusa, podemos relacionar el pedido hecho en 1929 con la otra
revolución en 1929, o, mejor dicho, la otra etapa de la misma revolución. Esto
es así porque sus responsables fueron los mismos, con el único fin de acabar
con todo vestigio del Orden cristiano y la influencia de la Iglesia católica en
las sociedades. Para llegar a esto debían por un lado trabajar
clandestinamente ad intra de la Iglesia (triunfarían en la
Revolución de octubre del Concilio Vaticano II, recuérdese: comenzado un 11 de
octubre, en 1962) y ad extra corrompiendo y aplastando las
sociedades herederas del orden Romano de la Cristiandad.
¿Por qué Rusia?
Pero entonces, ¿por qué Nuestra Señora no pidió la consagración de
EE.UU. y sí la de Rusia? ¿Acaso no ha sido más exitoso el modelo corruptor de
la impiedad anglo-americano-sionista, que el sistema formal del comunismo ruso,
perimido a partir de 1989 con la caída del Muro de Berlín?
La respuesta es esta: Rusia tiene
una misión providencial en la historia.
El universalismo es una constante en su historia y nadie puede negar que
el comunismo cobra fuerza o se vale de un país que no sólo tiene vocación
imperial, sino que se siente llamado a realizar la “redención” universal. Desde
la época de los zares los rusos se han creído llamados a salvar Europa. El zar
Alejandro I combatió contra las doctrinas de la Revolución Francesa. En
diversas ocasiones Rusia constituyó una valla defensiva para la Cristiandad. Estamos
muy lejos de la pretendida doctrina del “Destino manifiesto” de los EE.UU., una
elucubración de mercaderes y tenderos puritanos bajo influencia de los designios
masónicos (los mismos EE.UU. son una invención de las logias masónicas, cfr. http://syllabus-errorum.blogspot.fr/2015/04/que-son-los-estados-unidos.html).
“Ningún otro pueblo [como el ruso] tiene sentido tan agudo e instintivo
de no haber sido hecho para este mundo”, afirma el P. Alfredo Sáenz en
su obra “De la Rus’ de Vladimir al ‘Hombre nuevo’ soviético”:"La misión providencial de Rusia", publicado en 1989, poco antes de la caída del
Muro de Berlín.
Vladimir Soloviev hablaba de la misión histórico-religiosa de
Rusia: “El carácter eminentemente religioso del pueblo ruso, así como la
tendencia mística que se muestra en nuestra filosofía, en las letras y en las
artes, parecen reservar a Rusia una gran misión religiosa” (Rusia y la Iglesia
universal, ob. cit.) Afirmaba también que la vocación peculiar de Rusia
“consistía en llevar a su plenitud lo inaugurado por Constantino y Carlomagno”
(cfr. ob. cit.).
También Dostoievsky se encargó de destacar la misión
universal de Rusia. Por otra parte, la amenaza de Rusia sobre Europa había sido
señalada por Napoleón Bonaparte, por
el marqués de Custine y por Donoso Cortés, entre otros.
Siendo Rusia el país más grande del mundo, y dotado de tal voluntad
totalitaria, se comprende bien que dominado por una religiosidad invertida y
satánica, como el comunismo, podría arrasar fácilmente con Europa. Mucho más si
se tiene en cuenta que ésta ha renegado de su identidad cristiana. Decía Louis
Veuillot: “El mundo será socialista o será cristiano, no será liberal.
Si el liberalismo no sucumbe ante el catolicismo, que es su negación, sucumbirá
ante el socialismo, que es su consecuencia” (cit. en A. Sáenz, o. c.).
Dice en un artículo el escritor español Juan
Manuel De Prada: “Dostoievski resume el designio ruso por boca del asceta
Paisius en Los hermanos Karamazov: «Ciertas teorías afirman que
la Iglesia debe convertirse, regenerándose, en Estado, dejándose absorber por
él, después de haber cedido a la ciencia, al espíritu de la época, a la
civilización. Si se niega a esto, sólo tendrá un papel insignificante y
fiscalizado dentro del Estado, que es lo que ocurre en la Europa de nuestros
días. Por el contrario, según las esperanzas rusas, no es la Iglesia la que debe
transformarse en Estado, sino que es el Estado el que debe mostrarse digno de
ser únicamente una Iglesia y nada más que una Iglesia». Dostoievski
profetizó la revolución bolchevique, anticipando su signo radicalmente
anticristiano e inhumano, como un castigo divino arrojado sobre Rusia, para
purificarla; y profetizó también la regeneración de Occidente, que sólo podría
alcanzarse a través de Rusia. Y así, escribió en Diario de un escritor:
«La caída de vuestra Europa es inminente (…) Todas esas doctrinas parlamentarias,
todas las teorías cívicas profesadas hoy en día, toda la riqueza acumulada,
todo eso será destruido en un instante y desaparecerá sin dejar rastro». A los que están
empachados de alfalfa tertulianesa estas palabras de Dostoievski se les antojarán
lucubraciones misticoides. Pero por defender tales lucubraciones muchos rusos
entregaron su sangre en el Gulag; y alguno que sobrevivió al Gulag las siguió
defendiendo después, como por ejemplo Solzhenitsyn, quien en El
roble y el ternero escribió: «En cuanto a Occidente, no hay
esperanza; es más, nunca debemos contar con él. Si conseguimos la libertad,
sólo nos la deberemos a nosotros mismos. Si el siglo XX comporta alguna lección
para con la humanidad, seremos nosotros quienes la habremos dado a Occidente, y
no Occidente a nosotros: el exceso de bienestar y una atmósfera contaminante de
sinvergonzonería le han atrofiado la voluntad y el juicio». (“Por qué
estamos con Rusia”, abc.es).
En los años todavía comunistas, el P. Sáenz escribía, tras haber visitado
la URSS: “El hecho de que el marxismo sea una religión cosmovisional, si bien
invertida, nos hace esperar que una vez que los soviéticos se conviertan,
conservarán ese sentido de totalidad, que nada tiene que ver con el
totalitarismo, y al abrazar de nuevo la religión, esta vez la verdadera, no la
recluirán en la sacristía sino que intentarán impregnar con ella la totalidad
de sus actividades” (Ob. cit.). Y cita estas palabras poco difundidas del
obispo norteamericano Mons. Fulton Sheen:
“Cuando Rusia reciba el don de la fe, su misión será la de un apóstol
para el resto del mundo. Convendrá dar fe al resto del mundo. ¿Por qué tenemos
tanta esperanza en Rusia? ¿Por qué ha de ser el medio de evangelizar a las
naciones de la tierra? Porque Rusia tiene fuego, Rusia tiene celo. Dios pudo
hacer algo con el odio de Saulo transformándolo en amor; pudo hacer algo con la
pasión de Magdalena convirtiéndola en celo; pero Dios no puede hacer nada con
los que no son ni ardientes ni fríos. A éstos los vomitará de su Boca.
“La gran vergüenza de nuestro mundo, es que tenemos la verdad, pero no
tenemos celo. Los comunistas tienen celo, pero no tienen la verdad. El
comunismo es como el fuego que se difunde por sí mismo sobre todo el mundo; es
casi un Pentecostés al revés. Algún día, en lugar de inclinarnos hacia la
tierra ese fuego comenzará a quemar hacia arriba, ascendiendo, al genuino modo
de Pentecostés, dando a los hombres alegría, vida y paz, en lugar de odio,
destrucción y muerte. Nuestro mundo occidental carece de ese fuego. No hay ya
profundos amores o abnegadas entregas y consagraciones a las grandes
causas…Somos fríos, opacos, apáticos”.
Por su parte ha escrito el alemán Walter Schubart en “Europa y el alma de oriente” (1938):
“Hoy los cristianos occidentales -los que lo son por rutina- hablan con horror
de los rusos profundamente caídos, pensando al mismo tiempo en su propia
superioridad. A pesar de todo, yo digo: precisamente así como es hoy ha de ser
Rusia para dar vida a la nueva fe. Hay que caer para subir, y hay que caer
profundamente para subir más alto. De los abismos del mal y del tormento parten
caminos temerarios que van a las cimas de la santidad. Esta es la
psicología cristiana de la culpa. De lo más inhumano puede salir lo más
elevado. Cuando la maldad, en el paroxismo del crimen se reconoce a sí misma,
pasa de repente a voluntad de regeneración. El cristiano occidental, cristiano
por costumbre, podrá ser justo y honrado, pero no fecundo. Es un burgués –y los
burgueses son estériles-. Le falta la corona de espinas. No es en el equilibrio
del mundo burgués, sino en medio de los truenos apocalípticos donde renacen las
religiones”. Y en otra parte de la misma obra: «El Occidente brindó a la humanidad las formas más estudiadas de la
técnica, de la organización estatal y de las comunicaciones; pero le robó el
alma. Misión de Rusia es devolvérsela. Rusia posee precisamente las fuerzas
espirituales que Europa perdió o destruyó. Rusia es un trozo de Asia y a la par
un miembro de la comunidad cristiana de los pueblos; en ello estriba lo
peculiar y único de su misión histórica. Solamente Rusia reúne condiciones para
infundir nuevamente alma a una generación estragada por el afán de poderío y
anquilosada en el positivismo. (…) Parece una afirmación atrevida, pero hay que
hacerla con toda decisión: Rusia es el único país que puede redimir y que
redimirá a Europa, porque, respecto del conjunto del problema de la vida,
adopta una postura opuesta a la de todos los pueblos europeos. Precisamente del
fondo de su sufrimiento sin ejemplo sacará un conocimiento más profundo del
hombre y del sentido de la vida, y lo anunciará a los pueblos de la tierra. El
ruso tiene para ello condiciones psíquicas que hoy día faltan a todos los
pueblos occidentales.”
Dom Guéranger ha escrito: “La Rusia Católica es el fin del Islam y
el triunfo final de la Cruz en el Bósforo sin ningún peligro para Europa; es el
Imperio cristiano de Oriente elevado con un brillo y un poder que nunca tuvo;
es Asia evangelizada, no sólo por unos pocos sacerdotes pobres y aislados, sino
con el concurso de una autoridad más fuerte que la de Carlomagno. Es, en fin,
la gran familia eslava reconciliada en la unidad de fe y de las aspiraciones de
su propia grandeza. Esta transformación será el mayor acontecimiento del siglo
que la verá cumplir, y cambiará la faz del mundo.” (Année liturgique, 14 novembre, saint Josaphat).
Hoy Rusia está viviendo, tras una traumática etapa de transición
post-comunista, un innegable redescubrimiento de sus raíces religiosas y
culturales tradicionales, afirmándose en el liderazgo de corte zarista de Vladimir
Putin. Frente a la degeneración abismal que ocupa al occidente apóstata y
sodomita, Rusia pareciera rescatar los valores cristianos por aquellos
abandonados, defendiendo el orden natural, la familia y el sentido jerárquico
de respeto a la autoridad y a las tradiciones. “Muchos países europeos se han alejado de sus caminos, incluyendo en
estos, los valores cristianos. Las políticas occidentales equiparan los valores
tradicionales a los vicios, las familias con uniones del mismo sexo, la fe en
Dios con la creencia en Satán… Ese es el camino de la degradación”. “Solo Dios
los juzgará”, afirmaba Putin en un discurso en
noviembre de 2013.
El mundo occidental post-cristiano se está configurando hoy contra
Rusia, porque ve allí su antítesis y su “katéjon”. Si éste debe ser retirado
para que se manifieste el Anticristo, y tanto Roma como el orden romano han
sido vencidos –previamente socavados y corrompidos- por los precursores del anticristo
(liberalismo en las sociedades, modernismo en la Iglesia, inmoralidad,
degeneración y satanismo generalizados), ese Nuevo Orden Mundial aún no puede
llevarse a cabo, porque algo lo obstaculiza. Ese orden romano de los valores
tradicionales cristianos –aunque degradados y no sometidos a la ortodoxia
católica, por supuesto- parece subsistir hoy en Rusia, pero para poder resistir
entera y victoriosamente debe producirse la conversión al catolicismo de este
país.
El P. Alfredo Sáenz, en su libro citado,
afirma: "Vladimir es el nombre del fundador de la Rusia cristiana y
católica. Vladimir es asimismo el nombre de Lenin, el gran asesino de la
fe...Vladimir Primero salvará a Rusia de Vladimir Segundo. Los alemanes creen
que Federico Barbarroja volverá un día para salvar a Alemania. Los rusos no
creen en nada parecido. Pero si uno de sus soberanos debiese tener tal
vocación, será sin duda Vladimir. Si algún día Rusia ha de ser salvada, lo será
por alguien que tenga precisamente los rasgos de Vladimir". No hacemos con
esto ninguna afirmación aventurada, simplemente dejamos asentado este juicio
que es motivo de reflexión.
La consagración pendiente
Volviendo a los errores que esparciría Rusia, podemos ver que lo que
empezó en Rusia, se trasladó luego a los Estados Unidos, con lo que el Cielo
nos advertiría que si por una parte Rusia tiene una misión providencial en sus
planes -servir de castigo por los pecados del mundo y de hacedora de paz y
restauración cuando sea su conversión-, por otra parte esos errores surgidos de
allí no serían exclusivos de Rusia, aunque la difusión de los mismos o su
derrota sí dependa de la conversión de este país. La demora en realizar esta
consagración traería grandes castigos. Recordemos que la Hna. Lucía recibió en
una comunicación íntima de Nuestro Señor, este mensaje en el año 1931:
“Participa a
Mis ministros que, en vista de que siguen el ejemplo del Rey de Francia, en la
dilación de la ejecución de mi petición, también lo han de seguir en la
aflicción”.
La referencia era a Luis XIV, quien no realizó la consagración de
Francia al Sagrado Corazón de Jesús pedida por Nuestro Señor por intermedio de
Sta. Margarita María de Alacocque; más tarde su descendiente Luis XVI (quien la
haría en la cárcel) fue destronado por la Revolución Francesa y decapitado en
1793.
Ese mismo año de 1931 en que Ntro. Señor dio tal revelación a la Hna.
Lucía, fue la proclamación de la Segunda República en España, comenzando así la
quema de iglesias y conventos y la satánica persecución anticatólica de los
comunistas.
La Revolución comunista orquestada por el poder mundial (que produjo las
dos guerras mundiales) no pudo acabar con la religiosidad de Rusia mediante el
ateísmo forzado. El intento posterior de querer implantar el revolucionario
liberalismo occidental tras la caída del comunismo formal (intento llevado a
cabo por Mijail Gorbachov y Boris Yeltsin, agentes de los Illuminati nacidos
ambos, significativamente, en 1931), tampoco dio resultados. Y así como en su
momento les surgió un obstáculo llamado Stalin, ahora el nuevo obstáculo parece
ser Putin, aunque de un signo opuesto y por lo tanto más peligroso, porque no
necesita del terror para gobernar su país. Por eso no hay otra opción que la
guerra para quienes buscan erigir el Nuevo Orden Mundial del
Anticristo. Hoy las cosas se han invertido y aunque la mayoría no lo
advierte, la Revolución satánica está encarnada en los Estados Unidos con sus
aliados sionistas, y el otrora llamado “Occidente cristiano”, o el último resto
sobreviviente, ha cambiado de hemisferio, ubicándose en Rusia y los países de
Europa oriental.
Pero la salvación de Rusia también depende de su consagración al Corazón
Inmaculado. Por eso la Sma. Virgen le dijo a la Hna. Lucía:
‘Ha llegado el
momento en que Dios pide al Santo Padre que haga, en unión con todos los
Obispos del mundo, la Consagración de Rusia a Mi Inmaculado Corazón; prometiendo
salvarla por este medio. Son tantas las almas que la justicia de Dios
condena por pecados cometidos contra Mí, que vengo a pedir Reparación.
Sacrifícate por esta intención y reza’
Y en mayo de 1952
Nuestra Señora dijo a Lucía:
“Participa al Santo Padre que continúo esperando por la Consagración de
Rusia a Mi Inmaculado Corazón. Sin esa Consagración, Rusia no podrá convertirse
ni podrá el mundo tener paz”.
Esto es así porque de no mediar esta consagración la próxima guerra
sería también devastadora para Rusia. Sin embargo, la promesa del triunfo del
Corazón Inmaculado sostiene nuestra esperanza. Así dijo Sor Lucía: “El Santo
Padre ha de hacer la consagración, más será tarde. Y, sin embargo, el Corazón
Inmaculado de María ha de salvar a Rusia. Le está confiada”.
Cuando Sor Lucía dice “será tarde” puede indicar no sólo que sus errores
se habrán esparcido por el mundo, sino también que la consagración será
realizada cuando ya el ataque militar de Rusia sobre Europa se haya iniciado.
Recordemos también que este papel de Rusia como instrumento de castigo puede
verificarse, según algunos exégetas, en el libro de Ezequiel cap. 38. Y la
misma Hna. Lucía le dijo al P. Agustín Fuentes en 1957 lo siguiente: "Dígales, Señor Padre, que
la Santísima Virgen repetidas veces nos dijo, tanto a mis primos Francisco y
Jacinta como a mí, que varias naciones desaparecerán de la faz de la tierra.
Dijo que Rusia sería el instrumento del castigo del Cielo para todo el mundo,
si antes no alcanzásemos la conversión de esa pobre nación”
(fatima.org/port/essentials/opposed/frfuentes.asp).
De allí la importancia capital que tiene esta devoción al Corazón
Inmaculado y las oraciones por la consagración de Rusia, que incluso muchos que
advierten los síntomas positivos en Rusia y su reacción ante la impiedad
occidental, no comprenden o destacan. Por eso, vale la pena citar estas
palabras de Mons. Richard Williamson que llaman a mantenerse despiertos y consecuentes con la devoción al
Corazón Inmaculado y el pedido de Nuestra Señora de la consagración de Rusia:
“Sin embargo, no nos hagamos ilusiones: la Ortodoxia rusa unifica a la
religión y al patriotismo en una mezcla no totalmente reverente, y ésta sigue
siendo cismática al no aceptar la Supremacía Papal, y herética al rechazar
algunos dogmas; por lo tanto, los rusos sí necesitan convertirse a la
verdaderamente Universal Iglesia Católica. Pero si Nuestra Señora de Fátima ha
señalado a su país para ser Consagrado a Su Corazón, ¿no podría ser no debido
al hecho de que los rusos aún son comunistas perversos, sino porque los grandes
sufrimientos que su gente ha tenido que soportar durante 70 Babilónicos años de
cautiverio comunista los está haciendo resurgir de las raíces religiosas de la
“Rusia Santa,” un renacimiento de vitalidad espiritual que podría salvar a la
verdadera Iglesia, en el presente marchitándose en el Oeste, en donde la
Autoridad de la Iglesia puede que aún tenga un gran número de seguidores pero
con muy poca Fe, mientras que el resto que aún permanece Tradicional tiene la
Fe verdadera pero muy poco si contamos el número de sus seguidores y menos aún
si hablamos de Autoridad? ¡Dios bien sabe que la Iglesia Occidental también
necesita convertirse!
“¿Podría ser entonces que Rusia va a aplastar este
cerco en una Tercera Guerra Mundial permitiendo su ocupación de Europa, lo que
llevará por fin al Papa Latino a consagrar a Rusia al Corazón Inmaculado de
Nuestra Señora, como lo ha pedido en vano por tanto tiempo? ¿Será que en ese
momento el renovado vigor religioso de los rusos salvará nuestra deteriorada
Autoridad y Tradición Católica, cuya Verdad a su vez limpiará sus errores? Si
sucediera así, entonces nuevamente Dios habrá “concluido todo en falta de fe,
que tenga piedad de todos… Cuán incomprensibles son Sus juicios, y cuán
insondables Sus caminos… A Él sea la gloria por siempre jamás” (Rom. XI,
32 -36).
“Católicos, tanto los de la corriente dominante
como los de la Tradición, recen con todas las fuerzas de su corazón por la
Consagración de Rusia al Afligido e Inmaculado Corazón de la Madre de Dios, o
“Theotokos,” como es conocida en la Iglesia Oriental” (Comentarios Eleison N° 112, 29 de agosto de 2009).
El triunfo del Corazón Inmaculado es asimismo el triunfo de la Iglesia
Nos parece significativo no sólo que Nuestro Señor
haya querido que la preparación a su gloriosa Parusía sea precedida por un
triunfo público y universal de su Madre, única depositaria de este período de
paz que llegará cuando los hombres la reconozcan como su Reina y Señora, y que
mostrará y preparará además el camino para el inobjetable triunfo final de Cristo
Rey sobre los pueblos y las naciones todas; sino que también ese triunfo pase
por un acto solemne a cumplir por el Santo Padre, en reivindicación de su
primado en la única barca de salvación, contrariando de este modo –de la forma
más sencilla y a la vez contundente- el ecumenismo y la apostasía desatadas por
el concilio Vaticano II.
El Padre Nicholas Gruner
explica que “en 1917, el Papa Benedicto XV, que antes de ser Papa era un
diplomático del Vaticano, reconoció, después de tres años de arduos esfuerzos,
que no había modo de poner fin a la Primera Guerra Mundial, que ella era obra
del demonio y nada la haría parar, a excepción de una intervención del Cielo. Y
así, el 5 de mayo de 1917, él suplicó a la Virgen Santísima de un modo público,
en una carta dirigida al Cardenal Vicario de Roma. El Papa suplicó a la Virgen
Santísima de un modo público, pidiéndole que le mostrase, a él y a toda la
humanidad, el camino a la paz. (Nuestra
Señora responde al Papa Benedicto XV) La Virgen Santísima vino, por
decirlo así, porque el Papa Le pidió que viniese. Así, ocho días más tarde, la
Señora apareció. Y durante seis meses consecutivos, la Señora explicó cuál era
el único camino a la paz en el mundo.” (“Conferencia ¡‘Consagración Ya’!,
realizada por el Centro de Fátima en Roma, del 9 a 13 de mayo de 2011).
Podemos recordar también, en esta relación de causas y efectos, que en
su encíclica Ad diem illud laetissimum,
San Pío X afirma que “apenas Pío (IX)
había proclamado que debía creerse con fe católica que María, desde su
origen había desconocido el pecado, cuando en la ciudad de Lourdes comenzaron a
tener lugar las maravillosas apariciones de la Virgen; a raíz de ellas, allí
edificó en honor de María Inmaculada un grande y magnífico santuario; todos los
prodigios que cada día se realizan allí, por la oración de la Madre de Dios,
son argumentos contundentes para combatir la incredulidad de los hombres de
hoy”.
Tales respuestas imponen con absoluta claridad el deseo del Cielo: la
Iglesia de Cristo debe ser instrumento de la acción providente y milagrosa,
como mediadora entre María y el mundo. Asimismo, queda desbaratada toda
posición sedevacantista, que haría de la Iglesia un monstruoso cuerpo sin
cabeza, prácticamente inútil y perimida, sin intervención alguna en los
acontecimientos salvíficos finales.
Es así que Dios quiere el reconocimiento público de su Vicario, para
tomar intervención decisiva en los acontecimientos. Dice también el P. Gruner:
“Santo Tomás de Aquino, en su Teología Sacramental, nos dice que las palabras
del sacerdote son el medio por el cual el Sacramento se realiza. Sin las
palabras siendo pronunciadas, el Sacramento no se realiza. De la misma manera,
sin el Papa y los Obispos consagrando a Rusia, no podremos alcanzar la
salvación de Rusia ni la paz en el mundo. Es por este medio” (Conferencia
citada).
Coincidiendo con Mons. Fulton Sheen en las
declaraciones citadas, el Padre Gruner afirma: “Rusia es como San
Pablo. Es un vaso elegido para evangelizar y convertir el mundo, lo que
sucederá después de que Rusia sea consagrada al Inmaculado Corazón de María. No
sabemos cuándo esto sucederá, pero sabemos que sucederá. La pregunta que
tenemos ante nosotros es: ¿Haremos lo que podemos y lo que debemos hacer para
alcanzar la Consagración de Rusia antes de la aniquilación de naciones, antes que
los enemigos de Dios se apoderen de todas naciones, para mandar sobre nosotros
como si fuésemos sus esclavos, para mandar sobre nosotros de una manera que
será muy dolorosa para nosotros?”
Recordemos con insistencia estas palabras que Nuestro Señor le dijo a
Sor Lucía:
“Nunca será tarde para recurrir a Jesús y a María”.
IGM