I
LA
NEO-RELIGION HOLOCÁUSTICA MODERNISTA
Abraham H. Foxman (Director de la Liga antidifamatoria de la B´naiB´rith) ha dicho: “El holocausto no es simplemente un ejemplo de genocidio, sino un ataque casi conseguido a la vida de los hijos elegidos de Dios, y por ello a Dios mismo”[1]
Para
el judaísmo talmúdico, la shoah tiene un valor religioso porque Israel es el
“dios” de la humanidad y Jesús un impostor. Por ello el cristiano no puede
desinteresarse de este falso “dogma” (escondiéndose bajo la excusa de que es
solo una cuestión histórica de la cual la Iglesia no se ocupa…), lo cual
destruiría la fe del Evangelio. Rehusarse a hacerlo significaría renegar
implícitamente la unicidad del holocausto de Cristo único Redentor de la
humanidad entera.
La
Teología católica enseña que el judaísmo es responsable de la muerte del Verbo
Encarnado, verdadero Dios y verdadero Hombre. Todos los Padres de la Iglesia
(Tradición) fundándose en la Escritura y el Magisterio, que es el intérprete
oficial de las dos fuentes (Tradición y Escritura) de la divina Revelación
(cfr. Pio XI, Mit brennender Sorge, 1937) lo afirman[2].
El
neomodernismo, a partir de la declaración Nostra aetate (1965)
ha buscado negar la doctrina del deicidio, contenida en la Escritura y en la
Tradición (Revelación Divina) y enseñada por el Magisterio tradicional de la
iglesia (oficio de la recta interpretación de la Revelación divina).
El
católico que quiere conservar la fe integra y pura, sin la cual es imposible
agradar a Dios (S. Pablo, Rom. X, 9), no puede adherir, por el principio
evidente de no contradicción, a Nostra aetate y al mismo
tiempo a la revelación divina, contenida en la S. Escritura y en la Tradición,
interpretada por el Magisterio tradicional.
La
Revelación, la Fe, y la Doctrina católica, o se le acepta íntegramente
como es y entonces ella abre el camino al cielo si está acompañada de
las buenas obras o de la caridad sobrenatural, o por el contrario, si
se niega un solo artículo o verdad de Fe, se la rechaza por
entero, y entonces se halla el camino para el infierno, porque “sin
la Fe es imposible agradar a Dios” (Hbr. XI, 6).
En
efecto, o Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre, y por lo tanto el
judaísmo rabínico es culpable del deicidio, o por el contrario Israel es Dios y
por lo tanto todo atentado contra él y lo que le pertenece es deicida y la
nueva religión es aquella de la shoah. Tertium non datur (no
hay una tercera opción). Es imposible tener como tercera tesis la del
“judeo-cristianismo”, que es “hacer cuadrar el círculo”, según la cual Jesús se
ha dicho Dios, Israel lo es realmente y la shoah es el “Mal absoluto”, otra
contradicción en los términos porque el mal es la privación del bien y no es un
absoluto.
Cuando
Benedicto XVI, en el 2009, ha dicho que para ejercitar el sacerdocio y el
episcopado en la iglesia es necesario creer en la shoah (cfr. el “caso
Williamson”) no solo ha cometido un gran abuso de poder, sino que ha tomado de
manera todavía más radical la falsa vía del judaísmo talmúdico, que diviniza a
Israel y niega implícitamente la divinidad de Cristo.
El
ambiente católico tradicionalista no ha querido comprender el alcance
anticrístico del “caso Williamsom” (sin tener en cuenta la persona del
obispo en cuestión), rehusándose a valorar la doctrina que está en juego
ahí. No se debe hacer una cuestión personal sino doctrinal: “quien no está
conmigo está en contra de Mí” (Mt., XII 30). Ahora bien, sin Jesucristo no se
entra en el Reino de los cielos[3].
Vaticano
II a la luz de la shoah según Ben Horim
Aunque
según el ex ministro de la embajada de Israel en Italia, encargado de las
relaciones con la Santa Sede de 1980 a 1986, Nathan Ben Horim (nuevos
horizontes entre hebreos y cristianos, Padua, mensajero, 2011), la
nueva relación entre judaísmo y cristianismo se debe “a tres eventos: la shoah[4], el nacimiento del estado de
Israel y el concilio Vaticano II” (ibídem, p. 11).
En
efecto la shoah impondría reflexiones históricas, políticas y
morales de enorme alcance, a las cuales nadie -ni siquiera la Iglesia- podría
sustraerse. De la shoah (1942-1945), pasando por Nuremberg (1946), nació el
estado de Israel (1948) que tiene sobre todo un significado étnico y también
normativo-religioso para el judaísmo. De estas reflexiones, morales,
políticas, étnico-religiosas (desde que el judaísmo es un pueblo o estirpe que
se reconoce con una cierta práctica ética o religiosidad[5]) ha nacido el concilio Vaticano
II (1962-1965), que “señala un giro en la historia de la
iglesia católica[6]. (…) Uno de los cambios más significativos del
concilio ha mirado las relaciones con los judíos, (…) “que siguen
siendo todavía muy queridos por Dios” (ivi).
El
diplomático israelita admite que “el cambio en la visión cristiana de los
judíos, no sería jamás conseguido si no hubiese existido la shoah,
Nuremberg y el nacimiento del estado de Israel” (ibídem p. 12). Él define el
judaísmo con el trinomio “Torah, Pueblo, Tierra” (ib., p. 107).
El
problema del concilio está sustancialmente ligado a la judaización del
cristianismo (Nostra aetate, 28 octubre 1965) y está indisolublemente
ligado a aquel de la shoah. Quien no quiere admitirlo, o es incapaz de ver la
realidad o no quiere admitirla porque no le agrada.
El
judaísmo talmúdico quiere la capitulación de la FSSPX
El
16 de septiembre del 2011 -según el rabino Levi Brackman- algunos grupos judíos
especialmente estadounidenses (Abraham Foxman director del ADL del B´naiB´rith
y el rabino David Rosen del America Jewish Committee) “han expresado su
preocupación de que el Vaticano podría volver a poner en discusión 40 años de
progreso en las relaciones judeo-católicas”[7]. Ellos por tanto
advierten que Nostra aetate 4 y Lumen Gentium 16 (“los dones de Dios –Antigua
Alianza– son irrevocables”) “no pueden ser puestos en discusión y dejados al
libre arbitrio”. Si lo fueren, el dialogo judeo-cristiano cesaría.
Espero
que el mundo ligado a la Tradición no quiera capitular basándose en la ilusión
de que el liberalismo aperturista de Francisco I les concederá todo sin pedir
nada. Sobre todo la premisa pro-shoah del 2009 deja algunas perplejidades,
porque la shoah, sionismo y Nostra aetate forman una sola cosa. Parvus
error in principio magnus est in fine. (Un pequeño error al inicio se
vuelve grande al final).
Es
por este motivo que el “caso Williamsom” es de capital importancia (en sí mismo
y no por la persona en cuestión) y su expulsión de la FSSPX no puede no llevar
a la aceptación del Concilio Vaticano II y a la subordinación en relación con
los “judíos, nuestros hermanos mayores en la fe de Abraham” (Juan Pablo II, 13
abril 1986, discurso en el templo mayor de Roma).
II
EL CASO
KRAH-WILLIAMSON-NAHRATH 2010
Hacia
la mitad de noviembre 2010, Mons. Richard Williamson, acusado de “negacionismo”
decide hacerse defender por el abogado Wolfram Nahrath. Por ello pregunta a su
primer defensor, el abogado Matthias Lossmann, si quiere defenderlo junto con
Nahrath. Lossmann se rehusa y Mons. Williamson lo retira del cargo.
El
administrador (*) de la
FSSPX Maximilian Krah y el Sionismo
(*): Nota
de NP: Krah es administrador de ciertos fondos de la FSSPX.
1º)
El abogado Lossmann (despedido por Mons. Williamson) había sido elegido en el
2009 por Maximilian Krah para defender a Mons. Williamson. Pero ¿quién es
realmente Krah? Él, objetivamente (el corazón y las
intenciones subjetivas las escruta Dios y a Él dejo el juicio), había
participado en la campaña periodística contra Mons. Williamson que estalló el
20 de enero del 2009, a traves de una entrevista otorgada a la revista
radical-socialista DerSpiegel, de orientación política muy semejante al
semanario italiano “L´Espresso” del ingeniero Carlo Benedetti.
2º)
Krah ha participado (“contra factum non valet argumentum”) en septiembre del
2010, en New York, junto con exalumnos de la universidad de Tel Aviv, en una
colecta para ayudar a los estudiantes judíos de la diáspora a llegar al Estado
de Israel para ser formados en la universidad sionista de Tel Aviv. Se pueden
ver las fotos de Krah y compañeros, calificados como israelitas[8].
3º)
La respuesta de Krah a los comentarios suscitados vino al final de diciembre
del 2010, en el sitio Ignis Ardens[9]. Ésta es bastante esclarecedora y desconcertante.
Desconcertante, por objetivamente amenazadora: “ahora conozco a aquellos que
me han calumniado y verán...”. Esclarecedora: a) en cuanto a que, si
hubiese sido verdaderamente calumniado, Krah habría podido responder para
aclarar o habría podido recurrir a los tribunales para obtener justicia, como estaba
en su derecho, y no a las amenazas para atemorizar (“los conozco, ya verán”);
b) porque Krah admite: “en septiembre he recibido una invitación espontanea de
un amigo abogado muy agradable para esta tarde en la galería
Witzenhausen, donde he encontrado personas fantásticas provenientes de
Israel, Estados Unidos (unos judíos y otros no), y algunos europeos
que se encuentran en New York. Era un regular encuentro anual. Y, naturalmente,
había habido una gala de beneficencia. Así fue”; c) finalmente porque Krah no
desmiente la colecta de fondos para la universidad de Tel Aviv, que
no es una simple “charla” con los judíos, cosa del todo lícita. No
es importante si el abogado Krah es de origen israelita, lo que importa es la
Fe, no la etnia. Krah se profesa ser católico tradicionalista pero la
actividad filosionista, realizada por Krah es una acción lícita y
legal en sí, pero difícilmente conciliable, moral y dogmáticamente, con
la profesión de Fe católica tradicional y pre-conciliar. Éste
es el punto objetivamente relevante de este asunto. En efecto, S. Pio
X (el Santo protector de los “tradicionalistas”) en 1904 respondió a Teodoro
Herzl (el fundador del sionismo en 1896), quien le había pedido reconocer el
movimiento sionista y el eventual futuro Estado de Israel: “Mientras que
Israel no reconozca a Cristo como Mesías y Dios, la Iglesia no podrá reconocer
ni el sionismo ni a Israel”. Luego, objetivamente entre catolicismo y
sionismo hay incompatibilidad y la “doble pertenencia” no es lícita.
Foto
que publicó el mismo Krah, en la que aparece posando en el Memorial del
Holocausto de Berlín
Actualidad del “caso Krah-Williamson”
Después del proceso del 4 de julio del 2011 contra Mons. Williamson en
Alemania, Maximilian Krah ha publicado una entrevista objetivamente
denigratoria y ultrajante contra el obispo británico. “Mons. Richard Williamson tiene un profundo
problema de conexión a la realidad: cada dos años con bella regularidad, cree
en el fin del mundo. […]. Pienso que se podría definir como un tipo inestable
[extravagante, estrafalario]”[10].
Desafortunadamente
ninguno intervino, no digo para defender a Mons. Williamson, entonces obispo de
la FSSPX, de las calumnias del administrador de la FSSPX, pero ni siquiera para
pacificar los ánimos e invitar a una mayor educación en el uso de los términos
utilizados contra él, y esto debía ser el deber del superior general de la
FSSPX.
III
LA
EXPULSIÓN DE MONS. WILLIAMSON
En
el 2012 Mons. Richard Williamson fue expulsado de la FSSPX porque “desde hacía
algunos años había tomado distancia de la dirección y del gobierno de la
Fraternidad” (Comunicado de la casa general, Menzingen 24 de octubre del
2012).
En
realidad es la dirección de la Fraternidad que desde hace años -y especialmente
desde el 2009- ha tomado un posición peligrosa de diálogo temerario (que se ha
vuelto cada vez más explícito a partir del pontificado del papa Bergoglio) y de
excesiva apertura hacia las novedades del Concilio Vaticano II y de aceptación
de la shoah como condición pedida por Benedicto XVI para ser considerados en
plena comunión eclesial. Es sobre todo la oposición a estas cosas que se le
reprocha a Mons. Williamson, enmascarada bajo el aspecto disciplinar.
La
expulsión de Mons. Williamson no podía no hacer temer, con una seria
probabilidad, que las tratativas retomadas con Benedicto XVI (y después
continuadas con Francisco I), aceptando tácitamente o prácticamente su
hermenéutica de la continuidad entre Tradición apostólica y Concilio
Vaticano II, llevaran al acuerdo práctico con el ultramodernismo.
IV
DOS
NIVELES DE ENCUENTRO PRECEDEN AL ACUERDO: EL DIALOGO “DIPLOMATICO” Y EL
DOCTRINAL
El
Padre Michel Lelong, en diciembre del 2011, escribió un libro intitulado “Por
la necesaria reconciliación, el grupo de reflexión entre católicos (GREC),
Nuevas Ediciones Latinas, París[11].
El
P. Lelong narra la historia del dialogo del Grupo de Reflexión entre Católicos
(GREC), diálogo que define como “discreto pero no secreto” (p.
29) con algunos miembros de la dirigencia de la FSSPX en vistas a un acuerdo
pleno entre la Fraternidad San Pío X y el Vaticano, después de haber aceptado
la interpretación del Concilio Vaticano II a la luz de la Tradición o
“hermenéutica de la continuidad”, y haberse obtenido la liberación de la Misa
tradicional, la remisión de la excomunión y la plena regularización
canónica.
El
padre Lelong se define como un amante de la liturgia tradicional (p. 25) y al
mismo tiempo del Concilio Vaticano II, especialmente de las relaciones
interreligiosas promovidas por Nostra aetate, la “declaración sobre
la relación de la Iglesia Católica y las religiones no cristianas” (p. 17) y
también de Gaudium et spes, de Unitatis redintegratio, de Dignitatis
humanae y de Sacrosantum Concilium (pp. 75-82), todos
-según él- perfectamente legibles a la luz de la Tradición. Él, junto con las
cabecillas de los tradicionalistas reunidos en el “GREC”, ha buscado llevar
adelante un dialogo caritativo y diplomático más que doctrinal (pp.
21-22) para alcanzar un acuerdo acerca de la compatibilidad entre Vaticano II y
Tradición.
Uno
de los inspiradores del “GREC” ha sido el ex embajador de Francia en Italia,
Dr. Gilbert Pérol (+1995), que de 1963 a 1967, había ya ejercitado importantes
funciones en el Eliseo al lado del presidente Charles de Gaulle, después fue
nominado “secretario general” del ministerio de los asuntos exteriores y
finalmente embajador en Túnez, en Tokio y luego en Roma del 1988 al 1991 (p.17
y 24).
El
embajador francés pensaba, como el Padre Lelong, que algunos textos del
Concilio Vaticano II eran buenos en sí, pero habían sido interpretados, de
manera discutible o incorrecta, por los progresistas (p.18). Por lo tanto para
llegar a “una necesaria reconciliación” con los tradicionalistas, era necesario
interpretarlos a la luz de la Tradición o según “la hermenéutica de la
continuidad”, quedando fieles, al mismo tiempo, a la liturgia tradicional (p.
18).
El
embajador francés, partiendo del punto firme e imprescindible de que el
Concilio no puede ser rechazado en bloque (p. 22), que su aplicación no ha sido
la correcta sobre todo en materia de liturgia, (p. 22); desde 1988 (año de las
consagraciones de los cuatro obispos por Mons. Lefebvre y de su propia llegada
a Roma en calidad de nuevo embajador), se dedicó a recomponer la fractura sobre
todo frecuentando discretamente el priorato de Albano Laziale y finalmente en
1995, poco tiempo antes de morir, escribiendo un texto que ha influenciado el
nacimiento del “GREC” y por tanto los encuentros “discretos” con
dialogo caritativo y diplomático más que doctrinal (p. 21- 22) con la
dirigencia de la FSSPX (p. 29), de donde diez años después, gracias a Benedicto
XVI y a su “caballo de batalla” sobre la “hermenéutica de la continuidad y no
de la ruptura” con relación al Concilio; ha surgido -según el P. Lelong- la
concesión del Motu propio del 2007 (p. 49), después el
levantamiento de la excomunión a los cuatro obispos consagrados por su
Excelencia Mons. Marcel Lefebvre en 1988, y luego las conversaciones
doctrinales “publicas” entre el Vaticano y la FSSPX (PP. 50-52).
La
obra del Dr. Gilbert Pérol después de su muerte ha sido llevada adelante por su
esposa, la señora Hugette Pérol, autora de dos libros sobre la cuestión
actualmente debatida.
El
Padre Lelong narra haber conocido a algunos de los dirigentes de la FSSPX a
partir del 1996, sobre todo al Padre Emanuel du Chalard en el priorato de
Albano Laziale (p. 24), quien “nunca ha dejado de llevar su apoyo tan discreto
como precioso al “GREC” (p. 24), y en 1997 con el Padre Alain Lorans, ex
director del seminario de Ecône, después del Instituto Universitario San Pío X
de París y también director de la agencia de noticias oficial de la FSSPX “DICI”
(p. 24). Solo entonces nace formalmente el “GREC”. Los encuentros tenían lugar
en la casa de la Señora Huguette Pérol en la calle de Roma en París; en ellos
tomaban parte sobre todo la señora Pérol, el P. Lelong, el P. Lorans, que daba
cuenta al superior general de la Fraternidad (P. 29), y el Padre Oliver de La
Brosse, un dominico que vino a ser de inmediato el portavoz oficial de la
conferencia Episcopal Francesa. (p. 24 y 25).
El
libro es interesante porque distingue dos grados de encuentro-debates entre los
tradicionalistas y el Vaticano: 1º) el nivel “discreto, no totalmente
secreto y diplomático”, abierto a aceptar la hermenéutica de la
continuidad entre la Tradición apostólica y el Concilio Vaticano II, nivel que
parece considerado de valor real para el Vaticano y los dirigentes de
la FSSPX ( 1997-2001); 2º) El nivel público, teológico y
doctrinal (2000-2010), que se muestra poco dispuesto a aceptar la
hermenéutica de la continuidad, insistiendo doctrinalmente más bien sobre
puntos de ruptura entre Concilio y Tradición, pero que parece ser considerado
de poco valor, casi “polvo para los ojos” de los
fieles y sacerdotes tradicionalistas.
El
libro nos ayuda a entender cómo se ha podido llegar, ya en el 2001, a la
declaración del actual superior general de la FSSPX según la cual: “el
Concilio Vaticano II es aceptable en un 95%” (cfr. “DICI”, n. 8, 18
mayo del 2001[12]), declaración que encontró
inmediatamente la oposición de Mons. Richard Williamson desde los Estados
Unidos en un fascículo del boletín americano de la FSSPX, “carta a los amigos y
benefactores”, en la cual definía “los contactos con Roma” como “una
traición”, poniéndole -momentáneamente- una lápida, finalmente, en Albano
Laziale en la reunión del “distrito italiano de la FSSPX” el 26 de abril del
2002.
La
infausta fórmula “Vaticano II aceptable al 95%”, pasada por un decenio bajo un
embarazoso silencio, fue relanzada en septiembre-octubre del 2012 coetáneamente
con la expulsión de Mons. Williamson de la FSSPX, quien se había vuelto un
obstáculo demasiado grande para los acuerdos “diplomáticos”, como había dicho
el Cardenal Castrillón Hoyos, el 11 de mayo del 2001 en Alemania, a los
sacerdotes de la Fraternidad San Pedro.
A
partir de los coloquios “discretos, pero no secretos”, tenidos de manera caritativa
y diplomática más que doctrinal (p. 21-21), se ha llegado a la
posibilidad del hundimiento total.
Siguen
siendo sorprendentes y esclarecedores los encuentros “discretos”,
caritativos y diplomáticos más que doctrinales (p.21-22), hechos a la
luz de la “hermenéutica de la continuidad”, que – según el P. Lelong – llevaron
entre el 2001 y el 2012 a la casi completa reconciliación entre la FSSPX y el
Vaticano, retardada por el “caso Williamson” del 2008 (cfr. P. Lelong, cit., p.
120) y alcanzando con Francisco I la plena comunión.
V
COMPLETADO
EL ACUERDO
El
17 de enero (el día dedicado al “diálogo judeo-cristiano”) del 2017, Mons.
Bernard Fellay se ha encontrado con Francisco I en santa Marta. El 29 de enero
(dos días después de la liberación de Aushwitz por parte del ejército
rojo (27/ I7/1945) “TVLiberté” ha difundido una entrevista de Mons. Fellay
en la cual habla de su última conversación con el papa Bergoglio y dice que
para el cumplimiento del acuerdo “sólo falta el sello” y la garantía de los
compromisos tomados. Parece revivirse el 8 de septiembre de 1943 con Badoglio,
Víctor Emanuel III y los “aliados” que nos bombardearon pese al armisticio
firmado…
La
fecha del acuerdo casi completado entre la FSSPX y Francisco I no es casual. En
efecto, el mundo judío no satisfecho con la expulsión de Mons. Williamson y de
la aceptación de la shoah de parte de la FSSPX, ha pedido una ulterior prueba
de sumisión de parte de ésta última a la nueva religión holocáustica el pasado
17 y 27 de enero.
La
aceptación de la shoah (2009) ha llevado a la aceptación práctica (2017) y no
sólo teórica (2001) del concilio Vaticano II.
Llegados
a éste punto se puede concluir objetivamente, como justamente ha escrito el 16
de enero del 2017 Alessandro Gnocchi en “Ricossa cristiana”, que la FSSPX ha
tenido un rol importante en la defensa de la Fe tradicional y en la lucha
contra la apostasía modernista infiltrada en la Iglesia y llegada hasta su
vértice, pero el superior general Mons. Bernard Fellay la ha arrojado en las
fauces de Bergoglio, que obra para la destrucción de la doctrina católica
tradicional.
Este
hundimiento entristece pero no se debe hacer una tragedia: la FSSPX no es la
Iglesia de Cristo, que es asistida infaliblemente e indefectiblemente por Dios
y continuará existiendo hasta el fin del mundo, a pesar de las vicisitudes de
la lucha que combate contra Satanás y sus acólitos, con inevitables heridas,
retiradas, parciales derrotas, batallas perdidas; pero en esa guerra vencerá la
Iglesia porque ha sido fundada por Dios y por Él está protegida. Desde Juan
XXIII está viviendo su “Pasión”, pero resucitará.
La
salvación de las almas depende de la Iglesia, la FSSPX, durante 40 años, ha
trabajado bien, aunque con humanas imperfecciones, al mantenimiento de la fe y
de la Tradición en la Iglesia ocupada por el modernismo. Sin embargo, ahora ha
cesado objetivamente de continuar en ésta dirección y se ha rendido al enemigo
número uno del cristianismo: el judaísmo talmúdico y su principal acólito del
siglo XXI: “la secta secreta” modernista (S. Pio X, Motu proprio Saccrorum
antistitum, 10 de septiembre 1910).
Podemos
salvar el alma, y la Iglesia perdurará aunque la FSSPX se rinda al modernismo.
Lo importante es creer aquello que la Iglesia siempre ha enseñado y hacer
aquello que la Iglesia siempre ha hecho, sin descender a pactos con el
modernismo.
Los
sacerdotes que no quieren ser reciclados por los neo-modernistas y por el
judaísmo talmúdico, sigan el ejemplo de Mons. Williamson (no la persona
física).
Ahora
los sacerdotes que no se inclinan a compromisos doctrinales tienen a su
disposición tres obispos, un monasterio benedictino en Brasil, uno dominico en
Francia y si serán numerosos, podrán tener muchas casas donde desenvolver su
apostolado y un seminario, que ya ha nacido cerca del monasterio de Avrillé, en
el cual se forman en plena fidelidad a la Tradición los candidatos al
sacerdocio.
Todo
está en no dejarse atemorizar (“latrare potest, mordere non potest nisi
volentem”) [puede ladrar pero morder sólo al que quiere], como cuando
de frente al Novus Ordo Missae se elige la Misa tradicional.
Así ahora elíjase la Tradición y no el compromiso, abandonándose a la
Providencia divina y cooperando libremente con ella.
Don Curzio Nitoglia.
[2] El Doctor Oficial de la Iglesia, Santo Tomás de
Aquino, explica: que aunque los judíos no pudieron matar la divinidad de
Cristo, mataron su humanidad, que subsiste en la Persona divina del Verbo. De
ahí que el pecado de los judíos sea de deicidio (cfr. Symbolum
Apostolorum, a. 4, n. 912). Luego concluye: “por eso los judíos
pecaron no sólo como crucificadores de Cristo hombre, sino como crucificadores
de Cristo en cuanto Dios”, en virtud del misterio de la unión hipostática (S.
Th., III, q. 47, a. 5, ad 3).
[3] Santo Tomás enseña que
Jesucristo ha predicado a los Hebreos sin miedo de escandalizarlos (S. Th.,
III, q. 42, a. 2): se había profetizado que Cristo seria piedra de
tropiezo y piedra de escándalo para las dos casas de Israel. (Is.,
VIII, 14).
La
salvación del pueblo debe preferirse a la paz de cualquier hombre particular.
Y, por este motivo, cuando algunos impiden con su maldad la salvación del
pueblo, no ha de temer su escándalo el predicador o el doctor, a fin de proveer
a la salvación del pueblo. El hombre debe comportarse de modo que no
escandalice a nadie, para que a ninguno dé ocasión de ruina con sus hechos o
con sus dichos menos rectos. No obstante, si de la verdad se origina el
escándalo, es preferible mantener el escándalo antes que abandonar la
verdad, como escribe Gregorio. (Homil. VII in Ezech.)
[4] "Sin el envenenamiento
del espíritu cristiano a través de los siglos, el Holocausto hubiera sido
impensable" (Nathan Ben Horim, nuevos horizontes p. 51) Como se ve, la
shoah, para el hebraísmo actual, tiene un valor teológico muy preciso: la shoah
es hija de la doctrina católica revelada y definida desde San Pedro a Pio XII.
Aceptar la shoah es renegar implícitamente la doctrina católica de la Tradición
apostólica.
[5] “Una fe religiosa ligada a una
Tierra específica” (Nathan Ben Horim, nuevos horizontes .., p. 70)
[6] El autor habla hasta de
"carácter revolucionario de la inversión de ruta [obrada por Nostra
aetate, n. 4]" (Nathan Ben Horim Nuevos horizontes p. 73).
[10]Tomado de: http://www.sueddeutsche.de/bayern/prozess
gegenbischofwilliamson-plaudernuebergaskammern-1.1116124. Santo Tomás de Aquino en la
Summa Theologica (II-II, qq. 72-75) trata de las "injusticias que se hacen
con palabras." En la cuestión 72, Tomás de Aquino habla de la
"contumelia" a saber de la “injuria verbal” hecha no a las espaldas,
sino “abiertamente a la cara". Ahora bien, en tanto que las palabras
significan cosas, se puede causar mucho daño. La contumelia o insulto verbal
afecta al "honor". En el Artículo 2, Santo Tomás explica que la
contumelia es un pecado mortal. En efecto, (in corpore articulo) en los pecados
de palabra hace falta considerar sobre todo con cuáles disposiciones de ánimo
se expresa, o sea el objetivo de la injuria. Pero de por sí la contumelia en sí
misma implica un deterioro del honor o la moralidad de prójimo. Por lo tanto,
"es un pecado mortal" no menos que el robo que reduce la riqueza material,
mientras que la contumelia deshonra el alma del prójimo en su moralidad. El
Padre Tito Centi comenta: "De ahí la gravedad de la contumelia, la cual es
realizada para destruir la integridad moral, e implicará la obligación de
reparar": "o con la restitución de la fama" (en el caso de la
contumelia) o de bienes materiales (en caso de hurto) ", o la
condenación." En el artículo 3 el Doctor Común explica que en algunos
casos es necesario defenderse de la contumelia, sobre todo por dos razones: en primer
lugar por el bien de los que insultan, para reprimir su audacia para no
aumentar su arrogancia y vanidad y para que no repita su acto; en segundo lugar
"por el bien de la otra persona, si el ofendido ocupa un cargo
público" (como es el caso de Mons. Williamson), por lo que la ofensa
recaería en su cargo episcopal y lo deshonraría. Entonces, quien está
constituido en dignidad o autoridad pública "debe defender a ésta" y
no su persona, o alguien tiene que hacerlo por él. Quien escucha a la
detracción y la tolera sin reaccionar, (defendiendo a la persona denigrada)
peca gravemente. Cuando por el contrario, no reacciona mientras que tiene la
oportunidad, no porque les guste el pecado, sino por respeto humano o por
negligencia, entonces peca venialmente. (S. Th., II-II, q. 73, a. 4, in
corpore). Si se puede tener paciencia en tolerar la denigración hacia sí mismo,
no es tolerable el soportar la denigración de la buena fama ajena, (Ivi, a
1um). El escarnio del prójimo es pecado mortal, tanto más grave cuanto mayor es
el respeto debido a la persona burlada (q. 75, a. 2, in corpore). Burlar a un
Obispo es, objetivamente, muy grave.
[12] La Agencia oficial de prensa
de la FSSPX, DICI, retoma la entrevista otorgada por Mons. Fellay al periódico
de Valais La Liberté, del 11 de mayo de 2001 y reportada por el
periódico suizo de lengua alemana St Galler Tagblatt e Basler
Zeitung, en donde dice: “Esto da la impresión de que nosotros
rechazamos todo del Vaticano II. Pues bien, nosotros aceptamos el 95%. Es más a
un espíritu al que nos oponemos, una actitud ante el cambio…