Número
CDXCVI (496)
14
de enero de 2017
Oración Urgente
Mons. Williamson
El mundo hoy puede hacer a un santo desesperar-
Pero un medio santo conoce como volverse a orar.
Cuando el Titanic comenzó a hundirse en 1912, es bien
sabido que los primeros botes salvavidas a ser lanzados no estaban llenos según
su capacidad porque todavía no había suficientes pasajeros que tomaran
seriamente la condición condenada del barco afectado. Pero a medida que la
plena verdad se volvió ampliamente conocida, así el resto de los botes
salvavidas tenían cada uno más personas que las suficientes queriendo abordar.
Ahora, el hundimiento del Titanic fue un espejo de Dios mostrando al
mundo moderno dónde está, pero de ninguna manera todas las personas vivas hoy
creen eso, y así los botes salvavidas de la Tradición Católica están siendo vaciados
más que llenados. Ni con mucho suficientes almas captan aún la verdad plena de
nuestra condición condenada como para estar haciendo lo que ellas necesitan
estar haciendo – orar urgentemente.
He aquí cómo un amigo de Suiza lo pone: “En nuestro país como en otras
partes, hasta la última traza de Catolicismo está desapareciendo y el (otrora muy Católico cantón del) Valais no es la excepción. Todo
necesita empezar de nuevo, mientras que los enemigos de la Verdad son más
numerosos cada día”. ¿Puede alguien decir que esta descripción no encaja en
su propia parte del mundo? ¡Ciertamente vale para Inglaterra! En una encuesta
realizada a 1.595 adultos ingleses el 18 y 19 de diciembre, solamente 28% creen
en Dios mientras que 38% son ateos positivos. Hace poco menos de dos años estas
cifras eran de 32% los creyentes, 33% los ateos. Es evidente que los incrédulos
están avanzando considerablemente. ¡Pobre Inglaterra!
Pero, ¿por qué es tan importante creer en Dios? Santo
Tomás de Aquino explica en su Tratado
sobre los Ángeles: así como toda la Creación procede de Dios por un
desbordamiento de su bondad, así esa bondad en las creaturas busca volver a la
Suprema Bondad del Creador, cada una a su propia manera: vegetales y minerales
por una inclinación natural, animales por una inclinación sensorial, hombres y
ángeles más perfectamente por una inclinación intelectual de la mente y libre
albedrío (1a, 59, 1). Así los seres humanos vienen de Dios para volver a Él por
el correcto uso de sus mentes, siendo “inexcusables”, según dice San Pablo, si
pretenden que no pueden reconocer a Dios en Su Creación (Rom. I, 20) y por el
correcto uso de su libre albedrío para elegirlo a Él en lugar de rechazarlo.
Por desgracia, las atracciones sensuales alejan de Dios a la mayoría de los hombres
(1a, 63, 9 ad 1).
Sin embargo, ser arrastrados lejos de Él no es para lo
que Dios destinó al hombre. Cada hombre que Él creó, lo hizo para el Cielo (I
Tim. II,4) y a todos los hombres Él les da la gracia suficiente como para que
ellos lo conozcan y lo amen y así lleguen al Cielo. El Cielo es, por
consiguiente, para lo que cada hombre es, sea o no que acepte el hecho, y si lo
rechaza, está encegueciéndose a sí mismo y no puede tener entendimiento de lo
que se trata la vida. Se seguiría que todos estos hombres que son líderes en
cualquier dominio son en última instancia ciegos liderando a ciegos, mientras
que los seguidores son ciegos siguiendo a ciegos. “Yo soy la Luz del Mundo”,
dice Nuestro Señor Jesucristo, “el que me siga, no andará en tinieblas, sino
que tendrá la luz de la vida” (Juan VIII, 12).
Entonces, quien rechaza seguir a Dios, ni qué decir a
Jesucristo y a Su Iglesia Católica, camina en la oscuridad, y la obstinada
preferencia hoy de los “Occidentales” globales por más y más oscuridad está preparando
un terrible Castigo comparable solamente con el Diluvio en tiempos de Noé. Así
como entonces los hombres habían “corrompido su camino sobre la tierra” de tal
manera (Gén. VI, 12) que Dios tuvo que intervenir con el Diluvio para prevenir
que absolutamente todos los hombres eligieran ir al Infierno, así también hoy
la corrupción es tan terrible que sólo Dios puede interrumpirla.
Pero los hombres siempre pueden orar, y la oración
todavía funciona como nada más funciona. Pues es fácil de imaginar cómo en
medio de millones y millones de almas volviéndose a Mammon y alejándose de
Dios, Él positivamente ve por, y escucha a, las cada vez menos almas que se
vuelven a Él. La hora es para orar, a través de Su Madre, la oración del Santo
Rosario, quince Misterios al día, si esto es razonablemente posible.
Kyrie eleison.