¿Ha aceptado Mons. Fellay el pluralismo doctrinal?
Parte I
La FSSPX y el
Pluralismo Doctrinal
Por Sean
Johnson
11/17/16
El 7 de noviembre,
el blog Rorate Coeli publicó una entrevista (1) con Mons.
Fellay por un sacerdote diocesano (P. Kevin Cusick, de la Arquidiócesis de Washington),
con ocasión de la bendición del nuevo seminario de la FSSPX en Dillwyn,
Virginia. No es sorprendente que la mayoría de los comentarios de la
Resistencia se centraron en esto:
“Le pregunté al Obispo si tenía buenas
noticias para compartir acerca del estatus de la prelatura personal que se
rumorea ofrece Roma para integrar la Fraternidad completa y permanentemente en
la vida de la Iglesia universal. El obispo describió los arreglos
actuales como “casi listos” y uno de “puesta a punto”, su comportamiento y
expresión exudaba confianza y serenidad. Cuando le pregunté si la situación era
simplemente una esperanza, él fue muy rápido en asegurar que la evolución en
los procedimientos canónicos había progresado más allá de ese punto. Pero,
dijo, “el problema no está allí” sino en la cuestión del Vaticano II” (2).
Ciertamente que
este pasaje merece atención por muchas razones:
1. Al
dejar que el comentario del sacerdote se deslizara en una esperanzadora
integración futura de la FSSPX en la Iglesia universal, Mons. Fellay parece
haberse tragado la nueva eclesiología del Vaticano II, que describe la comunión
en varios grados, en lugar del tradicional “dentro o fuera” de Pio XII y Mystici
Corporis Christii, y otros.
2. Monseñor
Fellay parece no creer, a pesar de sus palabras en contrario, que él ya es
parte de la Iglesia Católica. De lo contrario, el reconocimiento canónico no
sería para él un asunto urgente como lo es. Él siente a la FSSPX y a él mismo
como en falta de cierta manera; él cree que la FSSPX sufre no sólo de una apariencia de
ilegalidad, sino de ilegalidad propiamente tal.
3. Por
supuesto que la inminencia del acuerdo práctico es algo digno de atención.
4. Lo más
importante: Mons. Fellay reafirma que los procedimientos canónicos han
eclipsado las consideraciones doctrinales.
Respecto a estas
consideraciones doctrinales, mientras que los medios de comunicación de la
Resistencia se han enfocado en comentar el párrafo sobre estas líneas, parecen
haber omitido el comentario de lo que yo considero el comentario más
significante de la entrevista:
Dijo que debemos
llegar al punto donde uno puede “no estar de acuerdo y todavía ser católico”
cuando se trata de los mencionados puntos en cuestión del Vaticano II
(3).
¿Y cuáles son
estos “mencionados puntos en cuestión del Vaticano II”?
Bueno, un par de
párrafos antes, el P. Cusick revela los pensamientos de Mons. Fellay a este
respecto:
“Continuó detallando, sin embargo, que los
documentos del Vaticano II son problemáticos, un asunto con el cual muchos
lectores están enterados, siendo los puntos de fricción restantes aquellos
documentos que tratan sobre libertad religiosa, ecumenismo y reforma de la
liturgia. La Fraternidad ha sido muy firme y consistente a lo largo de los
años, de que estas enseñanzas son incompatibles con la tradición integral de la
Iglesia” (4).
Aquí hay
incoherencia, porque apenas después de que el P. Cusick informa que la FSSPX
“ha sido muy firme y consistente a lo largo de los años, de que estas
enseñanzas son incompatibles con la tradición integral de la Iglesia”, Mons.
Fellay afirma la necesidad de “llegar al punto donde uno puede ‘no estar de
acuerdo y todavía ser católico’ cuando se trata de los mencionados
puntos en cuestión del Vaticano II”.
Amigos, ellos tienen
un nombre para esta disposición de “estar de acuerdo en no estar de acuerdo” en
materia de Fe:
Se llama
“pluralismo doctrinal”.
El pluralismo
doctrinal es tan claramente contrario a la fe, que ningún católico puede
aceptarlo. El pluralismo doctrinal es sinónimo de indiferentismo religioso (que
en sí mismo es el rechazo de la idea de una verdadera Iglesia instituida por
Dios, siendo necesario pertenecer a ella para salvarse). Al presentarse al
mundo con una postura tolerante que reconoce la (supuesta) bondad en todas las
religiones, es de hecho un artificio masónico derivado del rechazo de todas
ellas (es decir, naturalismo):
Si todas las
religiones son falsas, ¿qué objeción de principio puede existir para una
coexistencia de creencias opuestas (y más aún dentro de la misma confesión)?
Si bien es verdad
que un cierto pluralismo puede existir en materia litúrgica (por ejemplo, los
diferentes ritos aprobados de la Iglesia) o canónica (por ejemplo, diferentes
códigos de derecho canónico para Latinos y Orientales), está absolutamente
prohibido en el dominio de la doctrina, en instancias donde la Iglesia ya ha
hablado para fijar la material (como es el caso del ecumenismo y la libertad
religiosa mencionadas por Mons. Fellay), y por obvias razones:
No solo la
libertad de opinión en materia definida de doctrina presentaría una ruptura de
la unidad de la fe dentro de la Iglesia universal, sino que también
representaría un ataque implícito a la autoridad magisterial de Pedro (y por lo
tanto al dogma del Primado papal).
“Un solo Señor,
una sola fe, un solo bautismo” (5)
Por supuesto,
Mons. Fellay solía reconocer y oponerse (al menos exteriormente y/o
aparentemente) a esta idea de pluralismo doctrinal en la Iglesia:
“Las autoridades ven que hay una crisis, pero no
quieren usar los medios correctos para resolverla. Todavía estamos aquí. Diría,
¡estamos atorados aquí! Actualmente, no hay convicción de que la Tradición es
el camino correcto. Ellos ven los frutos; ¡incluso dicen los frutos son buenos!
¡Ellos dicen que el Espíritu Santo está allí! (no está tan mal) Pero, ellos no
dicen ‘Este es el camino que tomamos’. En su lugar dicen ‘la Tradición es un
camino entre otros’ ”.
Su perspectiva es pluralismo. Su forma de pensar es
algo así: Oh, miren, si tenemos gente progresista que hacen cosas tontas como
miembros de la Iglesia, entonces también debemos tener un lugar para aquellos
que gustan de la tradición; un lugar en medio del circo, en este zoológico, un
lugar para dinosaurios y animales prehistóricos.Este es nuestro lugar (!) “Pero
quédense en su jaula de zoológico”, ellos nos entrenarán…” (6)
Casi dos años
después, Mons. Fellay todavía condenaba el pluralismo doctrinal:
“Creo que la amabilidad de Roma hacia nosotros es
por su mentalidad ecuménica. Ciertamente no es porque Roma nos esté diciendo:
‘Por supuesto, ustedes tienen razón, vámonos’. No, esta no es la manera en que
Roma piensa sobre nosotros. La idea que tienen es otra. La idea es ecuménica.
Es la idea de pluralidad, pluriformidad. Catolicismo Jaula de zoológico.
Para ilustrar este pluralismo eclesiástico, yo uso la analogía de un
zoológico. Hasta el concilio Vaticano II, solamente había una especie de
miembro en la Iglesia Católica: católicos genuinos. Si alguien no quería ser
católico, si alguien quería enseñar otra cosa que lo enseñado por la Iglesia,
era excomulgado. Sin embargo, si usted lee los libros de teología publicados
desde el concilio, usted puede casi decir y pensar cualquier cosa que quiere y
seguir estando en buena posición. En el mismo concilio hubo una voluntad
general de traspasar los límites, las fronteras, de la Iglesia” (7)
¡Qué posición tan
diferente parece tomar Mons. Fellay en la nueva entrevista!
La aparente
metamorfosis es tanto más sorprendente cuando se deja de considerar que la
aceptación del pluralismo doctrinal evidencia una evolución aún mayor en
la posición en la SSPX que el haber “simplemente” aceptado la “hermenéutica de
la continuidad” de Benedicto XVI, porque en esta última, uno accede a fingir
que no hay contradicción, pero en la primera, uno abiertamente reconoce
y acepta la existencia de contradicción doctrinal (es decir, la
aceptabilidad de doctrinas mutuamente excluyentes que de alguna manera
coexisten artificialmente dentro de la misma religión).
Pero la idea no es
sólo una violación y un ataque a la unidad de la Iglesia (que siempre debe
estar unida en la única verdadera fe), sino incluso un ataque a la sana razón,
en violación al principio de no contradicción (dos afirmaciones contradictorias
no pueden ser ambas verdaderas al mismo tiempo y en el mismo sentido).
Siguiendo su
evolución lógica, la violación a este principio implicaría que todo el mundo
sería incorporado a la Iglesia Católica sin conversión doctrinal:
Si la necesidad y
unidad de la fe es reemplazada por pluralismo doctrinal, entonces ¿qué impide
al Papa el reconocer al Dalai Lama como “católico”, si todo lo que
verdaderamente se requiere es el reconocimiento legal?
De hecho Mons.
Fellay reconoció esta consecuencia del pluralismo doctrinal para la Iglesia en
la misma entrevista citada, cuando afirmó:
“Esta idea de ampliar las fronteras de la Iglesia y
poner a todos dentro, permite al cardenal Kasper decir lo que dijo en el
Osservator Romano: ‘Los Ortodoxos, teniendo todos los medios para la salvación,
no necesitan convertirse’. Él lo dice claramente. Hay otros como la Madre
Teresa, que dijo que lo importante para un budista es ser un buen budista.
Okey, entonces sé un buen budista, o un buen hinduista o musulmán, y todos van
al cielo” (8)
¿Y cómo
reaccionaba Mons. Fellay al plan de encerrar a la FSSPX en una jaula en un
zoológico pluralista?
“Si éste es el nuevo concepto de la Iglesia,
entonces ¿por qué no darle una pequeña jaula a los dinosaurios? Si ya tienen
todos los pájaros y toda clase de animales, ¿por qué no darle un pequeño
espacio a los fósiles que ellos creen que somos? Hay una condición: el
dinosaurio debe permanecer en su jaula. Imagínense cocodrilos o dinosaurios por
todo el zoológico ¡nunca!.. Entonces vamos con ellos y les decimos, Bueno, lo
siento, pero no hay zoológico. La Iglesia Católica no es un zoológico. Esta
comparación les mostrará lo profunda que es la diferencia de visión” (9)
Y ahora 12 años
después, Mons. Fellay declara abiertamente (¿aparentemente sin reacción adversa
por parte de su clero y parroquianos?) que:
“Dijo que debemos llegar al punto donde uno puede
“no estar de acuerdo y todavía ser católico” cuando se trata de los mencionados
puntos en cuestión del Vaticano II [libertad religiosa, ecumenismo, reforma litúrgica]”.
Esta declaración
parece estar en una completa contradicción a su posición anterior, y es una
posición totalmente inaceptable para que la profese un católico.
¿Cómo se explica
tal aparente evolución en el Superior General?
Una posibilidad es
que realmente nunca hubo una verdadera evolución; que, mientras en las filas de
los sacerdotes y laicos de la FSSPX fueron dirigidos a entender que
Mons. Fellay estaba en contra del reconocimiento jurídico antes de la
conversión de Roma a la Fe (entre otras razones, por el pluralismo doctrinal),
el mismo obispo plantó pequeñas “bombas de tiempo” en estas conferencias, que
más tarde le permitirían ir en otra dirección completamente diferente a la que
dio a entender (este es otro paralelo interesante entre la crisis de la FSSPX y
la crisis en la Iglesia después del Vaticano II).
En la segunda
parte de este artículo expondré estas “bombas de tiempo” y concluiré que, si
estudiamos las palabras de Mons. Fellay cuidadosamente, y las tomamos por su
justo valor, llegaremos a la conclusión que es muy posible que Mons.
Fellay nunca se opuso realmente al pluralismo doctrinal como un obstáculo al
reconocimiento jurídico.