—Porque yo no defiendo ahora sino solamente mi FE —gritó el Cura cuando
se apagó el vocerío—, contra la herejía más sutil que existe, la última
herejía, dentro de cuyo caldo nacerá el Anticristo. Muchos de vosotros
defendéis el ser histórico de esta nación, que habéis aprendido a amar, como
Uriarte por ejemplo; otros defendéis o vengáis directamente vuestros bienes
arrapiñados, que consideráis con razón requisito necesario de vuestra vida
moral y racional; como por ejemplo el tagarote de Quiroga Quintana. Pero yo
defiendo directamente la fe católica. Porque este democratismo que se nos
impone a la vez con la mentira y la violencia, es una cosa religiosa, es el
Cristianismo de Cristo transformado en el Cristianismo de Panchampla,
adulterado, tergiversado y vaciado de todo su contenido; y rellenado por
Juliano Felsenburgh de un contenido satánico...
—¡Obra de los judíos! —grito uno; y un gongo impuso silencio.
—A la manera que la Iglesia dice: Extra Ecclesiam nulla salus,
ahora esta Contra-Iglesia o mejor dicho Pseudo-Iglesia proclama: Fuera de la
"democracia" no hay salvación. A los que no admitimos
esta sublimación ilegítima de un sistema político en dogma religioso, nos
llaman peralistas o nazis o cristóbales. El ser "nazi"
corresponde a una nueva categoría de crimen, peor que el robo, el asesinato, el
adulterio y cualquier delito común; no de balde a la policía que lo persigue
llaman Sección Especial. En realidad, corresponde al delito que en otro tiempo
se llamó "herejía"; por eso dije que este " liberalismo"
triunfante ahora es una cosa religiosa: es una religión falsa, peor
que el mahometismo. ¡Se nos quiere hacer creer que la guerra de Norteamérica
contra Asia es una Cruzada, una "guerra santa"! Se ha inventado y
puesto en acción contra nosotros una Inquisición mucho peor que la antigua,
"diametralmente" peor —como sería por ejemplo la inversión sexual con
respecto a la simple lujuria—. Se está repitiendo lo que pasó en Inglaterra en
los siglos XVII y XVIII con la palabra "papista", y con los que ella
designaba, que eran los cristianos mejores, que fueron extirpados limpios del
país en forma total; con la diferencia que ahora el proceso es mundial, y se
esconde detrás de una hipocresía mucho más adelantada. ¡Nos matan en nombre de
la libertad y en nombre de Cristo!
Toda esta persecución se hace en nombre del Cristianismo, del cual se
han conservado los nombres vaciados y los ritos falsificados, llegándose hasta
el fingir una adhesión zalamera y enteramente inefectiva al Sumo Pontífice de
Roma. Se mantiene el aparato burocrático de las Curias y aun se fomenta su
hipertrofia, pero todas las asisas sobre que el Cristianismo Romano se
asienta... como la independencia de la familia y la propiedad privada, la
justicia social, el principio de legitimidad de los gobiernos, el control sobre
los gobernantes , la decencia pública , la convivencia caritativa... la LEY en
fin... todo eso ha sido aniquilado, de sobra lo sabéis, lo habéis sufrido en
carne propia... haciendo al mismo tiempo mucho ruido con todas esas palabras.
Se favorece al clero menos digno, en una diabólica selección al revés, y de
hecho se ha creado un cisma en él, con el sencillísimo arbitrio de dar las
sillas episcopales, no a los más dignos, que son los más doctos... no a los más
inteligentes y espirituales, sino a los más políticos y puerilmente
"piadosos". Sed non in politica salvabit nos Dóminus
Jesús. Pero ¿a qué seguir? Todos lo conocéis por haberlo sufrido,
mejor que yo. La adoración de Dios está siendo sustituida
imperceptiblemente por la adoración del Hombre: y eso sin suprimir a Cristo,
sino reduciéndolo súbdolamente a hombre. El misterio de iniquidad, que consiste
en la inversión monstruosa del movimiento adoratorio de hacia el Creador en
hacia la Creatura se ha verificado del modo más completo posible, sin suprimir
uno solo de los dogmas cristianos, como la Virgen Madre, el Santísimo
Sacramento, el Crucificado, solamente con convertirlos en "mitos", es
decir, en símbolos de lo divino que ES lo humano, como dijo el gran escritor
español Unamurri... y yo mismo hace un momento, en otro sentido. De vosotros no
sé; de mí sé decir que no hay descanso para mí, fuera de la muerte, mientras
esta abominación subsista...
P. Leonardo Castellani, Su Majestad Dulcinea – Primera
parte, Capítulo X.