“Mira, sacerdote mío, despreocúpate tú de la sugestión del número y
preocúpate más de la calidad. Más que llenarme de gente mis iglesias,
preocúpate en llenármela de buen olor de Comuniones fervorosas, de adoraciones
rendidas, de suspiros de amor, de aspiraciones de esperanza, de inspiraciones
de fe, de oraciones bien rezadas, de lágrimas de pecadores, de propósitos
eficaces de enmienda, de vida intensamente eucarística.”
Monseñor Manuel González
(1877-1940), el Apóstol de los Sagrarios Abandonados.