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lunes, 11 de enero de 2016

¿QUIÉN CAMBIÓ? ¿ROMA O LA FSSPX? JÚZGUELO UD. MISMO


Seminario de la FSSPX. Formando sacerdotes fieles a... Mons. Fellay.



Acabamos de ver un excelente escrito del P. Bruno OSB, Coordinador de la USML, ¿"RECONOCERNOS TAL COMO SOMOS"?, impecable respuesta a las nuevas declaraciones de Mons. Fellay en el Cor Unum, donde éste informa de la “única condición sine qua non” para aceptar el acuerdo con Roma. Destaquemos que el mismo Mons. Fellay confirma que desde julio tienen una propuesta de acuerdo de la Roma modernista sobre la mesa. Es decir que llevan 7 meses estudiándola. Evidentemente, si fuera inaceptable ya la habrían rechazado. Pensamos que se está analizando la “letra chica”, detalles acerca de cierta libertad de acción que se busca obtener respecto de los obispos diocesanos y alguna cuestión relacionada con los bienes edilicios y demás. Son negociaciones que dejan a un lado absolutamente cuestiones doctrinales. Pero es claro que a la Neo-FSSPX no le disgusta ser “reconocida” por Francisco y su troupe de modernistas destructores de la Iglesia. Mons. Fellay en una reciente alocución en Brasil hace la distinción entre “los modernistas” que “no nos quieren” por un lado, y Francisco, por el otro, de manera que Francisco no vendría a ser modernista, sino apenas un pragmático que “deja hacer”. Parece que ni el último escandaloso y blasfemo video de Francisco logra convencer a Mons. Fellay de que es el mayor enemigo de la Iglesia. Tampoco Mons. Fellay se deja persuadir por el santo que da nombre a su congregación, pues San Pío X dijo que los modernistas son los peores enemigos de la Iglesia:

“Tales hombres se extrañan de verse colocados por Nos entre los enemigos de la Iglesia. Pero no se extrañará de ello nadie que, prescindiendo de las intenciones, reservadas al juicio de Dios, conozca sus doctrinas y su manera de hablar y obrar. Son seguramente enemigos de la Iglesia, y no se apartará de lo verdadero quien dijere que ésta no los ha tenido peores. Porque, en efecto, como ya hemos dicho, ellos traman la ruina de la Iglesia, no desde fuera, sino desde dentro” (Pascendi)

Ahora bien, lo que escribe el P. Bruno no es ni más ni menos que lo que algunos años atrás se decía en las filas de la FSSPX, cuando ésta no había aún cambiado su posición. Pondremos un excelente ejemplo, por la contundencia con que se dice lo mismo que dice ahora la Resistencia, para que se vea con absoluta claridad el cambio ocurrido. El siguiente texto ya lo publicamos en nuestro blog hace más de dos años atrás, pero vale la pena repetirlo. Fue publicado en el boletín del Seminario de La Reja, donde ya no está permitido decir estas cosas.
  

R.P. JESÚS MESTRE ROC: “MIENTRAS ROMA NO CAMBIE, ES INÚTIL TODA TRATATIVA” (AÑO 2008)




EL ESPEJISMO DE ROMA... Y EL DESASTRE DE CAMPOS

A pesar de todo, algunos grupos han cedido en lo que los dos obispos han resistido hasta el último día de vida. De hecho, Roma aparentaba condescendiente con la antigua religión, haciendo a los tradicionalistas ofertas atrayentes. Por ejemplo: A Dom Gérard le hicieron decir: “Si Roma nos concede todo lo que pedimos y no nos pide nada a cambio, no podemos dejar de aceptar”. Sin embargo, Mons. Lefebvre veía en esto la trampa cuando, hablando de Dom Gérard, decía: “Él no ve claramente los problemas teológicos del concilio, de la libertad religiosa. No ve la malicia de estos errores. Nunca se preocupó demasiado de esto. Lo que a él le afectaba era la reforma litúrgica... Mientras le concedan lo que buscaba... eso es lo que quiere y lo demás le es indiferente. Pero cae en una trampa porque la otra parte no ha cedido nada de sus falsos principios...Es desastroso». La trampa consistía y sigue consistiendo en el hecho de que unirse a los conciliares en la práctica, se terminará necesariamente por aceptar en los principios, los errores del Concilio. Así no se podrá seguir llevando el combate de la Fe.


Un ejemplo más reciente es el de los sacerdotes de la Unión San Juan María Vianney de Campos. En agosto de 2001, posiblemente cansados del combate llevado a cabo por su santo obispo, se lanzaron por el camino de las tratativas con las autoridades romanas. Buena presa para estas autoridades conciliares. Previa firma de reconocimiento del Concilio y de la validez del nuevo misal (el meollo del «problema de Ecóne»), afirman: «Roma no nos pide nada». Pues bien, olvidando cuán peligrosos son para la Fe el Concilio y la Nueva Misa, en 2007 su Superior y Administrador de la Unión redacta una Orientación Pastoral titulada «El Magisterio Vivo de la Iglesia» en la que defiende a capa y espada la ortodoxia del Concilio y sus reformas; y en estos recientes meses acaba de redactar sus «18 razones» por las cuales la Fraternidad San Pío X no es católica, concluyendo de este modo: “La Fraternidad San Pío X es una secta cismática”.

Es un ejemplo del espejismo de la Roma conciliar que, desde hace veinte años, sigue provocando muchos abandonos del combate de la Fe, y eso que no se les pedía «nada» a cambio. Y con todo, todavía hay algunos que se dejan tentar...«¿Qué nos pide a cambio de nuestro reconocimiento legal?: ¡¡¡NADA!!!». Pero no hay que dejarse engañar. Si Roma no pide aparentemente nada, es porque sabe que la inercia del Concilio hace lo demás.


Después de transcurridos esos años nos podemos, pues, preguntar qué hubiera sido de toda la obra de la Fraternidad si Mons. Lefebvre no hubiera tomado la medida que se imponía para su continuidad como obra providencial de la Iglesia. Era su obligación y la llevó heroicamente a cabo.

Para Monseñor Lefebvre no se trataba sólo de un reconocimiento legal de su obra. No. La jerarquía de la Iglesia tiene por misión divina la transmisión y conservación de la Fe y, mientras Roma no cambie, es inútil toda tratativa: «Suponiendo que de aquí a cierto tiempo Roma nos llame, quiera vernos otra vez y restablecer conversación, en ese momento soy yo el que pondré las condiciones. Ya no aceptaré quedarme en la situación en la que estábamos durante los coloquios. Plantearé la cuestión en el plano doctrinal: “¿Estáis de acuerdo con las grandes encíclicas de todos los Papas que os han precedido? ¿Estáis de acuerdo con Quanta Cura de Pío IX, Immortale Dei, Libertas de León XIII, Pascendi de Pío X, Quas Primas de Pío XI y Humani generis de Pío XII? ¿Estáis en comunión con estos Papas y con sus afirmaciones? ¿Aceptáis todavía el juramento antimodernista? ¿Estáis a favor del reinado social de Nuestro Señor Jesucristo? Si no aceptáis la doctrina de nuestros predecesores, es inútil hablar. Mientras no aceptéis reformar el Concilio, considerando la doctrina de estos Papas que nos han precedido, no hay diálogo posible. Es inútil. De este modo, las posturas serán más claras”. No es poca cosa lo que nos opone. No basta decir: “Podéis decir la misa antigua pero hay que aceptar el Concilio”. No. No es la misa lo que nos opone, sino la doctrina».

Gracias Monseñor Lefebvre, gracias Monseñor de Castro Mayer: pedimos a Dios la gracia de ser fieles a la luz que ustedes nos han transmitido, y la fuerza para perseverar en medio de la adversidad y de la persecución.

Credidimus Caritati Nº 76, Invierno 2008.

El P. Mestre es uno de los principales profesores del Seminario de La Reja. Nos preguntamos si sigue sosteniendo aquellas valientes y claras palabras que escribió entonces, o si ha renegado de ellas para seguir con perezosa y cómplice obediencia al Superior General que, usando sus palabras, ha caído en el “espejismo de la Roma conciliar que, desde hace veinte años, sigue provocando muchos abandonos del combate de la Fe”. Si este es el ejemplo de combate que se les da a los futuros sacerdotes, creemos sin lugar a dudas que la FSSPX está completamente perdida.

Hacemos nuestras las palabras del P. Bruno: “Recemos para que entre los sacerdotes de la Fraternidad -todos han recibido este texto de su superior- por lo menos algunos salven el honor, oponiéndose públicamente a esta deriva. Que ellos tengan el valor de decir bien alto: “nosotros queremos permanecer tal como somos, es por eso que no podemos bajo ningún precio aceptar que la Roma conciliar nos reconozca tal como somos”.

“Es pues un deber estricto, para todo sacerdote que quiere permanecer católico, el separarse de esta Iglesia conciliar, mientras ella no reencuentre la Tradición del Magisterio de la Iglesia y de la Fe católica”.
(Mons. Lefebvre, Itinerario Espiritual, 1991)