Páginas

miércoles, 9 de septiembre de 2015

SE FACILITA LA ANULACIÓN DEL MATRIMONIO SACRAMENTAL PROMOVIENDO LA APOSTASÍA, EL EGOÍSMO, EL ABORTO Y EL ADULTERIO





Alejandro Villarreal

Sólo una adecuada perspectiva nos podría abrir los ojos ante las acciones que se van a tomar en el Vaticano en las próximas horas respecto a facilitar, abaratar y democratizar la anulación del matrimonio sacramental, en una palabra pisotearlo. Hoy se nos quiere hacer creer que es un acto de misericordia y caridad el facilitarle a los adúlteros deshacerse de sus legítimos cónyuges para que puedan vivir con sus concubinas (y comulgar además) y pretender que así se zanje el problema de la aparente “epidemia” de matrimonios sacramentales rotos de hecho. ¿Es esta una verdadera solución católica que manifiesta una verdadera misericordia y caridad para con el prójimo? Para responder esta pregunta quisiera citar el caso de Portugal y su consagración al Corazón Inmaculado de María el 13 de mayo de 1931. Para este fin tomo una parte de una conferencia de John Vennari (¿Cómo sabremos que Rusia ha sido consagrada?: La predicción del Card. Cerejeira) y que puede consultarse en este blog. ¿Qué obtuvo Portugal a partir de mayo de 1931 y los años venideros producto de esta Consagración y de haber reafirmado dicha consagración? Vennari lo resume así:

Portugal experimentó un triple milagro producto de esta consagración de 1931: un renacimiento católico en la vida de los fieles, se practicaba íntegramente la religión (nótese que se habla del año 1931 cuando no se manifestaba públicamente la herejía modernista ni sus errores perniciosos que sufrimos hoy); se manifestaba un orden social y político en armonía con la doctrina católica (su presidente era el católico Antonio Salazar quien fue bendecido por el papa Pío XII y quien disolvió la masonería en Portugal durante su mandato); se manifestó una verdadera paz. Portugal fue preservada del terror comunista y las guerras intestinas que provocó, como en el caso de España y su “guerra civil”; Portugal fue preservada de los estragos de la II Guerra Mundial… El Cardenal Cerejeira en 1932 públicamente adjudicó todos estos efectos a la consagración de 1931.

Esto es tan sólo un pequeñísimo resumen de aquel glorioso acontecimiento, por lo que recomiendo ver toda la exposición de John Vennari, e incluso consultar la monumental obra del Hno. Michel de la Sainte Trinité, “Toda la verdad sobre Fátima” (Vol. II), que también aborda este asunto. Una de estas manifestaciones de orden social que me interesa traer aquí es una de las reformas civiles del presidente Antonio Salazar:

“El Estado portugués reconoce los efectos civiles del matrimonio celebrado de acuerdo a las leyes canónicas”,

así como otros artículos que desaprobaban y desalentaban el divorcio:


“En armonía con las características esenciales del matrimonio católico, está entendido que por el mismo hecho de la celebración de un matrimonio canónico, los esposos renuncian al derecho legal de pedir el divorcio.”

El efecto natural de esta coexistencia armónica (no mezcla, como nunca se dio en países católicos) entre el poder temporal y el espiritual, es que el divorcio fue prácticamente nulo y el matrimonio tuvo un auge, y hacia 1960 el 91% de los matrimonios en Portugal eran sacramentales sin siquiera extrañar el falso recurso del divorcio (¿Podríamos decir lo mismo hoy en este supuesto “pentecostés conciliar”, que hay un auge del matrimonio sacramental y nadie está pensando en divorciarse?). Obviamente, estamos hablando de una situación que abrió las puertas a la gracia, la gracia fluía en Portugal gracias a la sensatez de los hombres de la Iglesia y a la sensatez de los hombres del poder civil. Hoy, por el contrario, hay un esfuerzo para bloquear la gracia. Es necesario notar que todos estos efectos en Portugal se acabaron cuando entraron los cambios impuestos por el II Concilio Vaticano y su espíritu destructor. De esta manera podemos darnos cuenta, en un pequeñísimo resumen, cuál ha sido históricamente la solución católica y qué debemos esperar de una solución católica: que exista un auge en la práctica religiosa y no su disminución, y que el poder civil deje de promover lo que es contrario a la voluntad divina. Hoy los hombres de la Iglesia nos quieren vender una solución totalmente contraria que disminuye la práctica religiosa, la diluye y la pisotea, pues en una proposición totalmente contradictoria y peligrosa se nos dice:

…el vínculo matrimonial sigue siendo indisoluble y que para la iglesia no hay divorcio, la anulación puede tramitarse y se realizará en un proceso más corto y gratuito, a través de un juez único, que será el obispo de la respectiva diócesis, según lo estableció el Papa Francisco. Las causales para la anulación son: la falta de fe, la falta de convivencia, el aborto para evitar la procreación y la persistencia de una relación extramarital

Nota de B&T: Comparar esto con el Canon VII del Concilio de Trento sobre el Sacramento del Matrimonio:

Si alguno dijere, que la Iglesia yerra cuando ha enseñado y enseña, según la doctrina del Evangelio y de los Apóstoles, que no se puede disolver el vínculo del Matrimonio por el adulterio de uno de los dos consortes; y cuando enseña que ninguno de los dos, ni aun el inocente que no dio motivo al adulterio, puede contraer otro Matrimonio viviendo el otro consorte; y que cae en fornicación el que se casare con otra dejada la primera por adúltera, o la que, dejando al adúltero, se casare con otro; sea excomulgado. (fin de cita)

A mi modo de ver, esto es nada más que la promoción de la apostasía, el egoísmo, el aborto y el adulterio. ¿Cuántas personas deseando nulificar sus matrimonios sacramentales no caerán en estas prácticas desando obtener una causal de forma desesperada? Esto dista mucho de ser una solución católica, ni hay misercordia ni caridad. No podemos tener misericordia de Satanás ni de sus obras, tan sólo un firme rechazo.

Estamos totalmente acostumbrados a esta forma contradictoria de actuar de los hombres de la Iglesia modernista, donde dicen una cosa y hacen otra, sin mencionar que la actuación de los obispos, cuando se les ha dejado a su criterio la aplicación o no aplicación de innumerables normas y prácticas ha resultado en un autoritarismo y en un caos absoluto, como cuando bloquearon intransigentemente la Misa en latín o cuando impusieron la comunión de pie y en la mano y a los “minsitros laicos”. Para mí es bastante evidente la diferencia abismal de la solución católica que se manifestó en Portugal a partir de mayo 1931 con lo que hoy se nos envuelve de esa misericordina bergogliana, y es mucho más evidente cuando la solución está al alcance, la misma solución está al alcance y está pendiente (y se hace necesaria desde hace mucho): que el papa consagre Rusia al Corazón Inmaculado de la Virgen María.