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viernes, 31 de julio de 2015

FIESTA DE SAN IGNACIO DE LOYOLA



Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento, y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer; Vos me disteis, A Vos, Señor, lo torno. Todo es vuestro, disponed todo a vuestra voluntad; dadme vuestro amor y gracia, que con ésta me basta.



Sermón del Padre Castellani.

 



 Opera "San Ignacio de Loyola" (ca.1755) de Domenico Zipoli (1688-1726), Martin Schmid (1694-1772) e Indios Chiquitanos.



Descubierta a comienzos de la última década del siglo XX, de la ópera de San Ignacio se encontraron dos copias: una en los archivos de Chiquitos (Santa Ana, Chiquitos-Bolivia), y otra en la Misión de San Ignacio en la provincia de Moxos (Bolivia). La partitura fue restaurada y transcrita por el musicólogo Bernardo Illari.

La ópera de San Ignacio de Loyola es una de las tres obras dramáticas que se conservan en los archivos de las antiguas misiones jesuíticas de América. Compuesta entre 1717 y 1726, su creación se atribuye al jesuita toscano Domenico Zipoli (Prato, 1688-Córdoba, 1726), conjuntamente con el también jesuita suizo Martin Schmid (Baar, 1694-Lucerna, 1772) e indios chiquitanos.

Con texto castellano, de autor desconocido, posee un libreto pedagógicamente eficaz. Los personajes principales son San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y el demonio, quien a pesar de su dudosa seducción (su aspecto es magnífico en su simplicidad y sensualidad), no consigue desviar a los dos santos de su sagrado deber, la evangelización.

Señala el musicólogo Piotr Nawrot que el drama evangelizador, u ópera, como se denominaba a todas las obras escénicas que se ejecutaban en las misiones fue muy popular en la vida de las reducciones jesuíticas y resultó un aporte único al repertorio americano de la ópera en tiempos de la colonia.

Las óperas se representaban en los momentos más significativos del año litúrgico o en ocasión de acontecimientos de importancia política. Su puesta en escena tenía lugar hacia el anochecer, en la plaza mayor, junto al pórtico de la Iglesia o al castillo del estandarte real. Los actores eran los indios mismos y, a menudo, se insertaban elementos del mundo indígena: vestuarios ricos y coloristas adecuados al papel representado, escenografía típica de la zona con arcos de flores y plantas selváticas, frutas tropicales, pájaros de gran colorido y animales salvajes. Esto era inaudito para la época, pero los Jesuitas adelantados a su tiempo integrando a los indígenas y su cultura dentro de las obras musicales, lograron calar y llevar a Dios al corazón de aquellas gentes. 

Domenico Zipoli (1688-1726), fue contemporáneo de Bach, Haendel y de Domenico Scarlatti, difícilmente pueda ser confrontado con ninguno de sus coetáneos. No hay casos iguales en la historia de la música, donde un solicitado músico profesional (Zipoli) renuncia a un seguro camino de éxitos, para ocuparse de la salvación de las almas de los indígenas. El vuelco que dio a su vida al misionar a la provincia jesuítica del Paraguay modificó substancialmente su lenguaje y estética. Las potencialidades que había demostrado al publicar su primera obra, las Sonate d´intavolatura per organo e cimbalo (Roma, 1716), parecieran haberse reducido en gran medida. El proyecto de vida de músico profesional al que se consagró hasta ese momento cambió radicalmente en 1716. Un buen día decidió abandonarlo todo y sumarse a la gesta jesuítica evangelizadora americana. Para la historia de la música, durante más de dos siglos Zipoli el europeo desapareció inmediatamente después de publicar sus Sonate. El otro Zipoli, el americano, volvió a manifestarse en 1933 en los estudios del jesuita Guillermo Furlong primero y del musicólogo uruguayo Lauro Ayertarán hacia 1940. Fue sin embargo otro uruguayo, Francisco Curt Lange, quien sentó las bases del redescubrimiento del músico italo-argentino. En la época que Zipoli vivía en Roma era largamente comentado el esplendor artístico y las nuevas formas de convivencia social y comunitaria en las reducciones de los Guaraníes, los Tupí, Chiquitos y Moxos en la provincia jesuítica del Paraguay: Dadme una orquesta y convertiré toda Sudamérica, fue su consigna. 
(Información proporcionada por Enrique Guerrero)

¡QUIEBRE ENTRE MÉNZINGEN Y LOS CABALLEROS DE NUESTRA SEÑORA!







NO ESTUVIERON DISPUESTOS A SOPORTAR POR MÁS TIEMPO EL MATONAJE Y LOS ABUSOS DE LA NEO-FSSPX



Declaración del 22° Capítulo General

Fiesta de Santa Ana, 26 de Julio de 2015.

La Orden y la Fraternidad San Pio X

Durante un par de años atrás, los superiores de la FSSPX han tratado sin éxito que nuestra Orden se adhiera a la nueva política Romana subrayada en la Declaración Doctrinal del 15 de Abril de 2012, y a la Declaración del Capítulo General del 14 de julio de 2012. Esta última contempla una “normalización canónica” bajo seis condiciones, sin esperar un acuerdo doctrinal o a la conversión de Roma, lo cual Monseñor Lefebvre consideró como un pre-requisito: “Es pues un deber estricto para todo sacerdote que quiere permanecer católico, el separarse de esta Iglesia Conciliar, mientras ella no reencuentre la Tradición del Magisterio de la Iglesia y de la Fe católica”. (Itinerario Espiritual)

Nuestra Regla declara que el Caballero “sirve a la Fe hasta sus últimas consecuencias, y sus aplicaciones más rigurosas”, y que él “defiende a la Santa Iglesia hasta la muerte”, mientras que nuestras Constituciones añaden: “esperando, con santa esperanza, ese bendito día cuando [la Orden] podrá someterse completamente […] a Roma finalmente libre de la perniciosa influencia de las herejías modernistas”, como en su Declaración de 1974, Monseñor Lefebvre insistió: “Esto haremos hasta el tiempo en que la verdadera luz de la Tradición disipe las tinieblas que oscurecen el cielo de la Roma Eterna”.

Más aún, ninguna de las condiciones establecidas por el Capítulo de 2012 excluye específicamente el Juramento & Profesión de Fe del Cardenal Ratzinger, el cual fue aceptado implícitamente por el Superior General en una nota de su Declaración Doctrinal, el cual, por los últimos quince años, el Vaticano ha exigido como una condición no negociable para cualquier reconocimiento canónico. Ahora, los Caballeros de Nuestra Señora, que han prometido la Profesión de Fe Tridentina y el Juramento Antimodernista ante el Santo Altar, junto con Monseñor Lefebvre[1], estiman que para ellos es moralmente imposible aceptar este juramento posconciliar, y por consecuencia, atarse a clérigos que consideran prometerlo.

Nuestra fidelidad a los principios ha molestado a algunos, y varios intentos de chantaje y sanciones han sido llevados a cabo para lograr que nos rindamos. El 13 de Octubre, luego el 29 de noviembre de 2012, se nos pidió cambiar nuestras Constituciones, las cuales respaldan completamente la Declaración de Monseñor Lefebvre de 1974 ya que, se nos dijo, ya no habría necesidad de esperar a la conversión de Roma.

Luego, el 15 de Julio de 2013, los representantes del Superior General nos informaron, en la Casa de Distrito de Francia, que en lugar de tener un Obispo Protector -cargo que aceptó Mons. de Galarreta desde 1996- tendríamos un Superior Eclesiástico, que podría anular las decisiones tomadas por la jerarquía de la Orden. Esto es totalmente opuesto a aquello en lo que Mons. Lefebvre insistía, esto es, que los obispos que consagró no tenían jurisdicción directa, y que era facultad de los laicos llamar a sacerdotes fieles en caso de necesidad[2]. Nosotros amablemente declinamos su proposición.

El 2 de septiembre de 2013, el Prior de Manila propuso a nuestro Visitador para Filipinas no obedecer al Jefe de la Orden, y reportar directamente al Distrito de Asia. El visitador valientemente respondió que no sería él quien introdujera la división en la Orden. Después que nos negamos a tomarlo como nuestro “superior eclesiástico” local, y escuchando las acusaciones de Menzingen, el Superior de Distrito de Asia nos pidió que ya no nos reuniéramos en sus prioratos y capillas[3].

Finalmente, el 18 de septiembre de 2014, el Superior de Distrito de Francia, el P. Christian Bouchacourt, escribió al Maestro: “Dada las posiciones públicas que usted ha tomado como Maestro de la Orden de los Caballeros de Nuestra Señora, apoyando a esos sacerdotes disidentes de la Fraternidad que han seguido a Monseñor Williamson, la Casa General, con mucha razón, me pide informarles que ningún Caballero tendrá permitido participar en esta peregrinación con uniforme”. Se refería a la peregrinación de Lourdes, a la cual nuestros Caballeros habían sido invitados oficialmente para servir durante dieciséis años. En cuanto a las supuestas “posiciones públicas” tomadas “como Maestro de la Orden de los Caballeros de Nuestra Señora”, ni el Superior de Distrito de Francia, ni el Superior General en su correspondencia subsecuente, fueron capaces de corroborar.

Durante otra junta en la Casa de Distrito de Francia el 13 de enero de 2015, propusimos que un sacerdote estuviera a cargo de los contactos con nuestra Orden dentro del Distrito de Francia, pero no fuimos escuchados, y el Superior de Distrito nos informó: “Les enviaré una Declaración -que será mi texto- y ustedes firmarán”. Por esta Declaración, nos comprometeríamos a nunca criticar las nuevas orientaciones de Menzingen en nuestras juntas y correspondencia, y jamás asistir, ni siquiera en privado, a las Misas celebradas por sacerdotes que él no hubiera aprobado. Estos dos compromisos equivalen a modificar nuestras Constituciones, las cuales, con la aprobación de la Comisión Canónica de la FSSPX el 22 de septiembre de 1995, nos da el deber de esperar la conversión de Roma y nos da la libertad de llamar a los “miembros fieles del Clero”.

Ya que nos negamos a ceder ante este abuso de poder, el P. Bouchacourt nos notificó, por una carta del 26 de mayo de 2015, que suspendía “el apoyo del Distrito de Francia a los Caballeros de la Orden de Nuestra Señora”, y anunció que había “pedido que algunos laicos se organizaran para formar una nueva estructura”, lo que permitiría “seguir el mismo ideal” a aquellos Caballeros que no estuvieran de acuerdo con sus superiores. El 4 de junio confirmó su doble decisión en un fax a los prioratos de Francia y algunas comunidades religiosas.

miércoles, 29 de julio de 2015

ABRE SUS PUERTAS EL SEMINARIO SAN LUIS MARIA GRIGNION DE MONTFORT





La Unión Sacerdotal Marcel Lefebvre deseando responder al estado de necesidad en el cual se encuentran numerosas almas, cuenta con formar  futuros sacerdotes en el espíritu de Mons. Lefebvre.

El seminario abrirá sus puertas el próximo 3 de octubre en Angers. Estará bajo el patrocinio de San Luis María Grignion de Montfort, gran apóstol mariano y misionero.

Monseñor Jean Michel Faure dirigirá este nuevo seminario y los Padres Dominicos asegurarán una parte de la enseñanza.

Todo joven que se plantee la cuestión de la vocación sacerdotal (o religiosa), puede dirigirse a Mons. Faure (que reside en Avrillé: 02 41 69 20 06), al P. Bruno (06 20 43 44 32) o al P. Salenave (matthieusalenave@gmail.com o 06 65 14 13 33) [o al P. Cardozo (Brasil) o al P. Trincado (México); escribiendo a cualquiera de ellos a este correo-e: npossumus@gmail.com ]

El seminario necesita su ayuda material y financiera para aportar a estos futuros sacerdotes el marco y la enseñanza necesarios para el florecimiento de su vocación.

*Para ayudar al seminario, puede dirigir sus cheques a:

      "l'association des Amis de Mgr Freppel" (AMF)
      9, route de Feneu
      49460 Cantenay-Epinard
      Email :     seminaire.slm@gmail.com

Confiamos este importante proyecto para el futuro de la Tradición Católica a sus generosas oraciones.


TAN FARISAICOS COMO SIEMPRE



La Radio baila la música que quiere el Diablo.




Los acusadores seriales y condenadores farisaicos que “Todo lo Pueden” (es decir, que se dan a sí mismos el derecho de difamar, mentir, insultar, crear discordia y maldecir, todo esto lo hemos demostrado en nuestro blog) embarran la cancha por no tener nada inteligente con que refutar un artículo reciente de Non Possumus que los ha dejado descolocados, y entonces la emprenden con una serie de improperios –por lo menos uno por párrafo- que van pautando la reacción histérica lanzada para no quedar sin nada que decir. Pero es precisamente ese “beat” que conforma su pieza lo que demuestra la falta de gallardía para discutir con altura algo que legítimamente se puede discutir, cayendo en cambio en el bramido tribunero, confundiendo además las cosas (por ejemplo, los conceptos de traducción y sinónimo, que son cosas diferentes).  

Así el fruto radial desfoga su tirria contra el blog Non Possumus llamándolo en su corto artículo de la siguiente manera:

Los Impotentes
Los Autodesapoderados
Los Incapaces
Sitio No podemos
Sitio Nadapoderoso
Los Automaniatados
Los Desfuerzados
Los-Que-No-Pueden
Los Desvigorizados

Como el ateo que se emplea en negar la existencia de Dios, en combatir la creencia en Dios, en perseguir a los que creen en Dios, no hace más que demostrar la existencia de Dios –de otro modo, no se esforzaría por combatir a quien no existe-, la Radio Cristiandad no hace otra cosa más que ocuparse de los impotentes, de atacar a los desvigorizados, de combatir a los que no pueden. Ahora bien, el hecho de que dediquen tanto tiempo y espacio de su Radio a “los que no pueden”, significa exactamente lo contrario, significa que aquellos sí pueden, porque ¿a qué emplearse sino tan “poderosa” Radio con tan inútiles contrincantes?

¿No será que, como aquel que alardea constantemente de una virtud que no posee (¡oh, esos machotes que pregonan su virilidad!), aquí estos achacan constantemente al otro aquello que ellos padecen? Si es así, ¿cuál sería laimpotencia de esta gente? Voilà: esta gente no puede aguantar que Non Possumus le haya quitado el espacio preponderante y único entre los sitios de la Tradición en Internet. Esta gente no puede impedir que Non Possumus siga difundiendo las noticias y excelentes artículos de una Resistencia a la que aquellos se niegan a pertenecer (¡oh, no es tan friki como nos gustaría!). Esta gente no puede sufrir el ser segundos, terceros o cuartos en la difusión de determinadas noticias o primicias del ambiente tradi.

Desde luego que no consideramos a estos personajes inofensivos, sino sumamente nocivos en su difusión de una desorientación diabólica que puede ser contagiosa en espíritus rudimentarios, infatuados o con ansias de singularidad. Otro ejemplo de la perturbación espiritual (y psiquiátrica) que en tal lugar encuentra refugio, para desde allí lanzar sus bocanadas de violencia verbal, lo tenemos en el último sermón gritado por el P. Méramo (Padre Basilio para los amigos). Este pobre hombre se encierra cada vez más en el personaje que se ha fabricado y para no ser un “sacerdote de cachetitos rosados” (como los que salen ahora de la factoría de la Neo-FSSPX, según indica), cree que por el contrario el sacerdote debe ser un ogro que lanza improperios a diestra y siniestra, bramar constantemente y burlarse de los demás. Así utiliza un sermón para burlarse del acento de un obispo, para mofarse de las características físicas de un sacerdote, y finalmente para maldecir una y otra vez a Mons. Fellay. Esto es sumamente grave, pues una cosa es la crítica, la ironía, el sarcasmo, el golpear a los enemigos con cierta dosis de pimienta. Pero otra cosa es maldecir a alguien, un pecado mucho más grave en boca de un sacerdote y más aún dentro de un sermón, porque así los fieles que lo escuchan se creen con derecho a hacer lo mismo. Y el exabrupto se repite en un tono que manifiesta ya no justa indignación, sino verdadero odio.




Recordamos algo que ya publicamos acá, sobre este tema:

“No siendo lícito desear el mal al enemigo, tampoco lo es maldecirle. La maldición es, de suyo, pecado mortal contra la caridad, a la que se opone directamente. Sin embargo, en la práctica, muchas veces no pasa de pecado venial, ya sea por parvedad de materia o por imperfección del acto. Con frecuencia esas maldiciones son efecto de una ira momentánea y no se dicen ni desean en serio. No obstante, es obligatorio abstenerse de ellas y corregir con energía esa mala costumbre, por razón del escándalo y de otros muchos inconvenientes que llevan consigo. Volveremos sobre esto al explicar el octavo mandamiento del decálogo (cf. n.823-24).”
(TEOLOGÍA MORAL PARA SEGLARES. MORAL FUNDAMENTAL Y ESPECIAL Por el Rvdo. P. Antonio Royo Marín, O.P.)

Enseña San Isidoro de Sevilla que “los vicios, no los hombres, han de ser odiados”, pues “los que se disocian de la caridad, se alejan del reino de Dios”.  También escribió en sus Sentencias el magno Doctor de la Iglesia: “Hay una perversa imitación de arrogantes sacerdotes por la que imitan a los santos en el rigor de la disciplina y desdeñan seguirlos en el afecto de la caridad: quieren parecer rígidos por la severidad y no quieren dar ejemplo de humildad, para ser tenidos más como terribles, que como mansos y afables”. Mucho nos tememos que el caso que estamos reseñando involucra no sólo al sacerdote mentado, sino que tal empedernida actitud puede esparcirse en otros sacerdotes que juegan a ese juego insensato, en estos tiempos de desorientación diabólica.


MONS. LEFEBVRE: DECLARACIÓN SOBRE LA NUEVA MISA






Nota: el siguiente texto forma parte de la "Declaración sobre la nueva misa y el Papa", por Mons. Lefebvre, de 8-11-79; que tenemos en edición impresa. Hemos destacado ciertos pasajes con negrita.

En el transcurso de estos diez años he tenido ocasión de responder muchas veces a preguntas que son muy graves. Me he esforzado siempre en permanecer dentro del espíritu de la Iglesia, conforme a sus principios teológicos, que expresan su fe, y a su prudencia pastoral, manifestados dentro de la teología y a través de la experiencia de su historia.

Creo poder decir que no he cambiado de opinión sobre estos temas, y que este pensamiento es afortunadamente el de la gran mayoría de los sacerdotes y fieles adictos a la Tradición infalible de la Iglesia. Ciertamente, las siguientes líneas son insuficientes para hacer un estudio exhaustivo de estos problemas. Pero se trata más que nada de exponer claramente algunas conclusiones para no equivocarse sobre las orientaciones y pensamientos de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X.


Sobre la nueva Misa.

Respecto a la nueva Misa, destruyamos de inmediato esta idea absurda: si la nueva Misa es válida, se puede tomar parte en ella. La Iglesia siempre ha prohibido a los fieles asistir a las Misas de los cismáticos y de los herejes, aunque sean válidas. Es evidente que no se puede participar en Misas sacrílegas, ni en Misas que ponen nuestra fe en peligro.

Además, es fácil demostrar que la nueva Misa, tal como ha sido formulada por la Comisión de Liturgia, con todas las autorizaciones dadas oficialmente por el Concilio, y con todas las explicaciones dadas por Monseñor Bugnini, presenta un acercamiento inexplicable a la teología y culto de los protestantes.

Así, por ejemplo, no aparecen muy claros, y hasta se contradicen, los dogmas fundamentales de la Santa Misa, que son los siguientes: • el sacerdote es el único ministro; • hay verdadero sacrificio, una acción sacrificial; • la víctima es Nuestro Señor Jesucristo, presente en la hostia bajo las especies de pan y vino, con su cuerpo, sangre, alma y divinidad; • es un sacrificio propiciatorio; • el Sacrificio y el Sacramento se realizan con las palabras de la Consagración, y no con las palabras que preceden o siguen.

Basta enumerar algunas de las novedades para demostrar el acercamiento a los protestantes: • el altar transformado en mesa, sin el ara; • la Misa cara al pueblo, en lengua vernácula, en voz alta; • la Misa tiene dos partes: la Liturgia de la Palabra y la de la Eucaristía; • los vasos sagrados vulgares, el pan fermentado, la distribución de la Eucaristía por laicos, en la mano; • el sagrario escondido; • las lecturas hechas por mujeres; la Comunión dada por laicos.

Todas estas novedades están autorizadas.

Se puede pues decir sin ninguna exageración que la mayoría de estas Misas son sacrílegas y disminuyen la fe, pervirtiéndola. La desacralización es tal que la Misa se expone a perder su carácter sobrenatural, su «misterio de fe», para convertirse en un acto de religión natural nada más.

Estas Misas nuevas no sólo no pueden ser motivo de obligación para el precepto dominical, sino que además, con relación a ellas, hay que seguir las reglas de la Teología moral y del Derecho Canónico, que son las de la prudencia sobrenatural con relación a la participación o asistencia a una acción peligrosa para nuestra fe o eventualmente sacrílega.

¿Hay que decir entonces que todas esas Misas son inválidas? Desde que existen las condiciones esenciales para la validez, es decir, la materia, la forma, la intención y el sacerdote válidamente ordenado, no se puede afirmar que sean inválidas. Las oraciones del Ofertorio, del Canon y de la Comunión del sacerdote, que se agregan a la Consagración, son necesarias para la integridad del Sacrificio y del Sacramento, pero no para su validez. El Cardenal Mindszenty en la prisión, que a escondidas de sus guardias pronunciaba las palabras de la Consagración sobre un poco de pan y de vino para alimentarse del Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor, realizaba ciertamente el Sacrificio y el Sacramento.

Mas a medida que la fe de los sacerdotes se corrompa y dejen de tener la intención de la Iglesia (porque la Iglesia no puede cambiar de intención), habrá menos Misas válidas. La formación actual no prepara a los seminaristas para asegurar la validez de las Misas. El sacrificio propiciatorio de la Misa ya no es el fin esencial del sacerdote. Nada más decepcionante y triste que oír los sermones o comunicados de los obispos sobre la vocación, a raíz de una ordenación sacerdotal. Ya no saben lo que es un sacerdote.

Para juzgar de la falta subjetiva de quienes celebran la nueva Misa y de quienes asisten a ella, debemos aplicar la regla del discernimiento de espíritus según las directivas de la teología moral y pastoral. Debemos obrar siempre como médicos de almas y no como jueces y verdugos, como se sienten tentados a hacerlo quienes están animados por un celo amargo y no por el verdadero celo. Los sacerdotes recién ordenados han de inspirarse en las palabras de San Pío X en su primera Encíclica, y en los numerosos textos de autores espirituales tales como Dom Chautard en «El alma de todo apostolado», el Padre Garrigou-Lagrange en el tomo II de «Perfección cristiana y contemplación», y Dom Marmion en «Cristo, ideal del Monje».


domingo, 26 de julio de 2015

SOBRE UNAS PALABRAS RECIENTES DE MONS. WILLIAMSON ACERCA DE LA MISA NUEVA






Un lector nos ha reenviado el siguiente correo electrónico, en cuyo texto hemos suprimido la traducción al francés y hemos agregado algunos comentarios en color rojo:


Enviamos sermón Domingo 9º post Pentecostés y una noticia grave sobre Mons. Williamson. Los saludamos en María Santísima.

Monseñor Williamson y la misa moderna

*Esta filmación muestra palabras de Mons. Williamson diciendo de ir a “la misa moderna”. Nos parece esto algo muy grave de parte de Monseñor. 

*Se puede ver este video en el link que sigue:

*No aprobamos el estilo un poco “burlesco” que tiene el video (aproximadamente luego de la mitad), pero vemos –de cualquier manera- que la información que ellos difunden es veraz. 

*Las palabras de Monseñor duran unos 12 minutos, todo el video unos 30.

-Minuto 0:55 “There´s the principles and then there´s the practice”: “Están los principios y después está la práctica”. 
Según una interpretación no malévola de esta frase (interpretación congruente, por lo demás, con la vida de Monseñor Williamson), el Obispo quiere decir que los principios morales son claros en la teoría pero difíciles de aplicar, muchas veces, en la práctica. Según una interpretación tan malévola como incongruente con la vida de este gran defensor de la fe, él estaría diciendo que hay principios morales que no se aplican en la realidad concreta, siendo lícito negar esos principios mediante el actuar concreto.

-Minuto 6:46 “There have been eucharistic miracles with the novus ordo mass”: “Han habido milagros eucarísticos con la misa moderna [traducción correcta: con la misa Novus Ordo]”.
Acá los críticos afirman implícitamente que en ninguna misa moderna puede haber algún milagro. Se trata de una falacia lógica: M. Los milagros son obrados por el poder de Dios para probar la verdad o bondad de algo. m. La misa nueva es mala. C. Luego, no puede darse ningún milagro en una misa nueva. En cuanto a la menor, distingo: que el rito de la misa celebrada conforme al Novus Ordo es algo malo, concedo; que la misa nueva válidamente celebrada, en cuanto se verifica en ella el Sacramento y existe verdadero Sacrificio eucarístico, es algo igualmente malo, niego; quedando con eso destruida la falacia. 
Un eventual milagro en una misa nueva válidamente celebrada confirmaría, por ejemplo, la doctrina católica acerca de la presencia real de Cristo en las especies consagradas, no la pretendida bondad del "rito bastardo".
Es más: la profecía es un milagro de orden intelectual. Caifás realmente profetizó, pero de ello no se sigue que Dios haya querido probar la bondad moral de este personaje mediante ese verdadero milagro. 

-Minuto 8:56 “There are cases when even the Novus Ordo Mass can be attended with an effect of building one´s faith instead of losing it”: “Hay casos en que incluso se puede asistir a la misa moderna [traducción correcta: a la misa Novus Ordocon un efecto de construir la fe de uno en vez de perderla”. 
Monseñor está respondiendo a un mujer que, entre sollozos, dijo asistir tanto a la misa tridentina como a la misa nueva. Mons. Williamson no quiere dar una respuesta tajante a fin de no "apagar la mecha que humea" ni "quebrar la caña cascada". Eso explica ciertas imprecisiones, el uso del argumento ad hóminen, y la perspectiva más bien centrada en aspectos subjetivos (relativos a la conciencia) de la respuesta. 
Un ejemplo entre muchos: un judío, un masón, o un protestante comienza a asistir a la misa nueva de su Parroquia: ¿siempre y necesariamente eso lo va a alejar de Dios? la respuesta obvia es que no, y de hecho todos conocemos casos de tradicionalistas que al inicio de su conversión al catolicismo, asistían a la misa nueva. Un católico que sin culpa ignora que, objetivamente, siempre es ilícito participar activamente en la misa nueva, como puede ser el caso de la persona que hizo la pregunta; ¿siempre y necesariamente va a sufrir menoscabo de su fe por participar activamente en tal misa con recta intención y con dicha ignorancia invencible? Es evidente que no.

-Minuto 9:53 “Be very careful, be very careful with the Novus… stay away of the Novus Ordo, but exceptionally… if you´re watching and praying even there you may find the grace of God, if you do make use of it in order to sanctify your soul” [falta esto: but exceptionally, if you’re watching and praying, even there you find the grace of God. If you do make use of it in order to sanctify your soul].  : “Sea muy cuidadosa (nota: está hablando a una señora), sea muy cuidadosa con la moderna [traducción correcta: con el Novus]…, manténgase lejos de la misa moderna [traducción correcta: del Novus Ordo], pero excepcionalmente… si está vigilando y rezando aun ahí usted puede encontrar la gracia de Dios, si lo hace en orden a santificar su alma” [traducción correcta: Si usted hace eso para santificar su alma].
Como en los casos típicos de ignorancia invencible. ¿O hay que sostener que Dios niega toda gracia en una misa nueva en la que por ser celebrada válidamente, se verifica el Sacramento y constituye verdadero Sacrificio eucarístico? 

-Minuto 10:37 “Therefore, I would not say every single person must stay away from every single Novus Ordo Mass”: “Por lo tanto, yo no diría que cada persona debe mantenerse lejos de cada misa moderna [traducción correcta: misa Novus Ordo]”.
Atendiendo a aspectos subjetivos o de conciencia, es correcto lo que dice Monseñor, pero no desde un punto de vista objetivo. Esto está perfectamente acorde a la enseñanza tradicional de la Teología Moral, como lo prueba la siguiente cita del Curso de Teología Moral que se impartía en el seminario de La Reja, Buenos Aires, antes de la actual crisis de la FSSPX: 

El problema de la asistencia a la misa nueva o a misas válidas pero ilícitas de los cismáticos o herejes

Por razón de la virtud de fe, el católico está obligado a evitar todo lo que pueda ponerla en peligro, ya de perderla, ya de debilitarla, en su propia alma o en la de aquellos que le están confiados (hijos, cónyuge, fieles, etc.). 

No es aquí donde corresponde tratar el tema de la “misa nueva”, su malicia y peligrosidad para la verdadera fe católica, por lo que remitimos a los abundantes estudios ya realizados sobre el particular. 

Los Cardenales Ottaviani y Bacchi, luego de afirmar que el “Novus Ordo Missæ... se aleja de manera impresionante, en conjunto y en detalle de la teología católica de la Santa Misa...”, concluían en su «breve examen crítico», que “el apartarse de la tradición litúrgica, que fue por cuatro siglos signo y garantía de la unidad del culto, para sustituirla por otra nueva – que no puede no ser un signo de cisma, por las innumerables facultades implícitamente concedidas, y la cual pulula ella misma en gravísimas ambigüedades, por no decir errores manifiestos contra la pureza de la Fe Católica – nos parece, para expresar nuestra opinión más benigna, el error más monstruoso”. 

Objetivamente la misa nueva es mala  y peligrosa para la fe, y la cuestión es si se puede o debe asistir a ella para cumplir el precepto que manda oír misa los domingos y días de fiesta.

Por ello, sin perjuicio de aplicar lo que se dice en el lugar correspondiente de estos apuntes respecto a la “comunicatio in sacris” y los principios correspondientes, debemos equipararla a la misa válida de cismáticos y/o herejes, y señalar los preceptos que el Magisterio tiene dados sobre el particular:

“El católico debe abstenerse de asistir a la misa válida, pero ilícita, del sacerdote hereje o cismático, aunque urja la obligación de oír misa por ser día de precepto y tenga que quedarse sin ésta al obrar así” .

Subjetivamente el problema se debe resolver así:

1) quien tenga conciencia cierta e informada de que el nuevo rito no es católico, sino que está protestantizado y que por lo tanto entraña peligro de que la fe se debilite o pierda, está obligado a evitarla  y a frecuentar sólo la misa tradicional, aún a costa de grandes sacrificios, y en caso de no poder hacerlo, aún está obligado a santificar el domingo o día de fiesta,

2) en la medida de esa conciencia, si a pesar de conocer el peligro, asiste a la misa con la sola intención de cumplir el precepto dominical, lejos de satisfacerlo, peca contra la fe,

3) quien tenga dudas o se halle perplejo sobre la bondad de la nueva misa está obligado a informarse para salir de las dudas, porque a nadie le es lícito obrar en estado de conciencia dudosa en este tema,

4) quien posea una conciencia venciblemente errónea sobre este asunto de la misa ha de corregirla y, por lo tanto, el que pueda instruirlo y esclarecerlo tiene a su vez, el deber de hacerlo,

5) al que tiene conciencia invenciblemente errónea es incorregible, y debe dejárselo en manos de la providencia divina, 

6) para los demás supuestos en que uno puede verse obligado a asistir a la nueva misa por algún compromiso grave e ineludible, remitimos a nuestra compilación de los principios dados por Monseñor Lefebvre al respecto, y que se encuentran en el trabajo indicado en nota de la página anterior,

7) en cuanto a si, no estando obligado a cumplir el precepto yendo a la misa nueva, y no teniendo la Misa tridentina en el rito latino, hay un deber de asistir a la misa de rito oriental católico, se responde que per se no hay tal deber. Y la razón es que, en la confección y recepción de los Sacramentos cada uno está obligado normalmente a las prescripciones litúrgicas que regulan la vida sacramentaria: los latinos al rito latino (cn. 732 §2). Así tanto el que celebra como quien participa de la Santa Misa deben hacerlo en el rito al que pertenecen, aunque, como excepción, el fiel puede cumplir el precepto en un rito católico distinto del propio como hemos dicho (canon 1249) y comulgar por devoción del mismo modo (canon 866 §1). Per accidens puede quizás existir el deber de asistir a Misa en un rito que no es el propio para cumplir con el precepto anual de comulgar, pero esto no es evidente.
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Del "Breviario sobre la Hermandad San Pío X":

¿Por qué los católicos deben abstenerse de la Nueva Misa?

a) la crítica al “nuevo rito”10 no puede ser una crítica a la misa en sí misma, pues ésta es el verdadero sacrificio de Nuestro Señor legado a su Iglesia, sino un examen sobre si se trata de un rito o ceremonial conveniente para encarnar y realizar este augusto sa­crificio. (Nótese que la validez de una misa y la conveniencia de su rito son dos cuestiones diferentes, como resulta evidente en el caso de una misa negra.)

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10 Consideramos equivalentes las expresiones “nuevo rito”, “nueva Misa”, “Misa de Pablo VI”, “Novus Ordo Missae”, etc., en referencia a la reforma litúrgica de 1969.