En
el Times of Israel aparece un artículo que el encabezado dice: ‘No reconocer al estado de
Israel y al pueblo judío es antisemita, dice el Papa’
“Éste comentario fue enviado por Francisco por escrito (correo electrónico) a Cymerman y al rabino argentino Abraham Skorka, uno de los colegas interreligiosos más cercanos a Francisco, después de que éste par de personajes se le acercaron inmediatamente tras su reunión con Abbas, según informó el Canal 2.
Y aquí la
cita de Francisco:
“Cualquier persona que no reconozca al pueblo judío y al Estado de Israel – y su derecho a existir – es culpable de antisemitismo.”
Henrique
Cymerman junto con Abraham Skorka fue uno de los dos receptores del correo
electrónico de Francisco, envió tres tweets, en hebreo, en Inglés y en Español,
para que el mundo se enterara que Francisco habría dicho lo anterior.
El 26 de
enero de 1904, Su Santidad Pío X recibió en el Vaticano a Teodoro Herzl (un
periodista y escritor austro-húngaro de origen judío, fundador del sionismo
político moderno) el cual hace una petición al papa para el reconocimiento
por parte de la Iglesia Católica al Estado judío en la Palestina. El
diálogo completo aparece en “La Terre Retrovée”, el día 1º de
Julio de 1956. He aquí este diálogo nos permita observar la disparidad de
pensamiento entre el Santo pontífice (Pío X) y el actual jefe de la iglesia
conciliar.
San Pío X: — “No
podemos favorecer vuestro movimiento. No podemos impedir a los judíos ir a
Jerusalén, pero no podemos jamás favorecerlo. La tierra de Jerusalén si no ha
sido sagrada, ha sido santificada por la vida de Jesucristo. Como jefe de la
Iglesia no puedo daros otra contestación. Los judíos no han reconocido a
Nuestro Señor. Nosotros no podemos
reconocer al pueblo judío“.
Teodoro Herzl
(TH): De modo que el antiguo conflicto entre Roma y Jerusalem, personificado
por mi interlocutor y por mí, revivía en nosotros. Al principio traté de
mostrarme conciliador. Le expuse mi pequeño discurso sobre la
extraterritorialidad. Esto no pareció impresionarlo. “Gerusalemme”, dijo, no
debía a ningún precio, caer en manos de los judíos.
(TH)— Y sobre
el estatuto actual, ¿qué pensáis vos, Santidad?
San
Pío X: (SPX)— Lo sé; es lamentable
ver a los turcos en posesión de nuestros lugares Santos. Pero debemos
resignarnos. En cuanto a favorecer el deseo de los judíos a establecerse allí,
nos es imposible.
(TH): Le
repliqué que nosotros fundábamos nuestro movimiento en el sufrimiento de los
judíos, y queríamos dejar al margen todas las incidencias religiosas.
(SPX):
— Bien, pero Nos, en
cuanto Jefe de la Iglesia Católica, no podemos adoptar la misma actitud. Se
produciría una de las dos cosas siguientes: o bien los judíos conservarán su
antigua Fe y continuarán esperando al Mesías, que nosotros los cristianos
creemos que ya ha venido sobre la tierra, y en este caso ellos niegan la
divinidad de Cristo y no los podemos ayudar, o bien irán a Palestina sin
profesar ninguna religión, en cuyo caso nada tenemos que hacer con ellos. La fe
judía ha sido el fundamento de la nuestra, pero ha sido superada por las
enseñanzas de Cristo y no podemos admitir que hoy día tenga alguna validez. Los
judíos que debían haber sido los primeros en reconocer a Jesucristo, no lo han hecho hasta hoy.
(TH): Yo
tenía a flor de labio la observación: “Esto ocurre en todas las familias; nadie
cree en sus parientes próximos”; pero de hecho contesté: “El terror y la persecución no eran ciertamente los
mejores medios para convertir a los judíos”.
Su réplica
tuvo, en su simplicidad, un elemento de grandeza:
(SPX):
— Nuestro Señor vino al
mundo sin poder. Era pobre. Vino en paz. No persiguió a nadie. Fue abandonado
aún por sus apóstoles. No fue hasta más tarde que alcanzó su verdadera
estatura. La Iglesia empleó tres siglos en evolucionar. Los judíos tuvieron,
por consiguiente, todo el tiempo necesario para aceptar la divinidad de Cristo
sin presión y sin violencias. Pero eligieron no hacerlo y no lo han hecho
hasta hoy.
(TH) — Pero
los judíos pasan pruebas terribles. No sé si Vuestra Santidad conoce todo el
horror de su tragedia. Tenemos necesidad de una tierra para esos errantes.
(SPX):— ¿Debe ser Jerusalén?
(TH): —
Nosotros no pedimos Jerusalén sino Palestina, la tierra secular.
(SPX):
— Nosotros no podemos
declararnos a favor de ese proyecto.
He aquí el
testimonio propio de Teodoro Herzl luego de su visita a San Pío X, en Roma, el
26 de enero de 1904.