Los traidores Aulagnier y Rifán con Mons. Castrillón
El P. Aulagnier es miembro del
GREC y fue expulsado de la Fraternidad por apoyar el acuerdo traidor de Campos.
Fundó, junto con otros sacerdotes, el Instituto del Buen Pastor, incorporado a
la Roma conciliar.
FUENTE (extracto de la entrevista)
El P. Aulagnier, ahora
director del seminario del Instituto del Buen Pastor en Courtalain, responde
algunas preguntas de Présent.
—Padre, háblenos del
seminario del cual usted es director.
—Yo he sido nombrado para
el seminario San Vicente de Paul por Dom Forgeot, abad emérito de Fontgombault.
Yo sabía la dificultad de la obra. Formar jóvenes sacerdotes ¡que hermosa
misión! Pero también ¡qué carga! Yo fundé y dirigí el distrito de Francia de la
FSSPX durante 19 años, por lo que llego con una cierta experiencia. A pesar de
la tarea tan pesada, no me arrepiento. Me gustan los seminaristas, su
entusiasmo, su frescura, su fe, su piedad, su juventud. El P. Laguérie, que
permanece con nosotros en la casa general, es un valioso apoyo. Tiene una
alegría de vivir que se contagia.
Debo decir que el ejemplo
de Mons. Lefebvre, en la dirección de su seminario de Econe, me sirve mucho. Él
era un modelo de paciencia y de fuerza. Lo que no le impidió traicionarlo desertando de la FSSPX para
someterse a Roma.
—En lo que podríamos
llamar « la galaxia tradi », la Fraternidad San Pio X tiene futuro en
su opinión?
—Creo que la FSSPX tiene
todavía un grandísimo papel que desempeñar en la Iglesia. Es una fundación de
una gran solidez. Con sus prioratos, sus escuelas primarias y secundarias, con
sus numerosas familias, con sus sacerdotes y sus hermanos muy numerosos,
todavía escucharemos hablar de la FSSPX durante mucho tiempo. Mons. Lefebvre la
protege desde el cielo. Y pese a todo eso, usted desertó. Incoherencia típica de liberales. Y no son los pocos « alborotadores » quienes la
destruirán. Un traidor calumniando a la Resistencia y alabando a la Neo-FSSPX. Eso prueba algo. Cuando ya no
escuchemos hablar de estos pocos, la FSSPX seguirá existiendo y conservará la
misa tridentina y la doctrina de siempre. Ella terminará por encontrar una
solución con Roma. El liberal cree que la FSSPX está en falta por ser canónicamente
irregular. Lo mismo piensa Mons. Fellay.
Desde hace mucho tiempo
pienso que es necesario que ella «normalice» su situación canónica con Roma.
Esta normalización se hará tal vez con el papa Francisco. Yo digo
“normalización”. Durante mucho tiempo ha habido confusión respecto a esta
palabra, incluso en el nivel más alto de la FSSPX. "Normalización" no
significa “ralliement”. ¿Cómo quiere usted unirse a la Iglesia “conciliar” y a
los obispos de hoy en día? Es precisamente lo que usted hace. Su actitud durante los acontecimientos del 11 de enero de 2015
son suficientes para permanecer en la reserva. Pero nada impide la
“normalización” de una situación canónica, pues el Vaticano la quiere. Y como
dije en mi libro “Plaidoyer pour l’unité” (Alegatos por la unidad), es
peligroso permanecer demasiado tiempo lejos de la autoridad “legítima”. Lo peligroso
es ser infiel a Dios buscando acuerdos traidores con la Roma hereje y apóstata.
— ¿Cuál es su sentimiento
sobre la situación de la Iglesia? ¿Sobre las recientes declaraciones del papa
Francisco, un poco precipitadas?
— Este papa es muy
« original ». El liberal teme decir “modernista”, “hereje”, “escandaloso”,
“cismático”; calificativos más exactos que “original” para el nefasto
Francisco. El liberal es un cobarde y un maestro en el arte de la diplomacia. Su
actitud en el último sínodo me escandalizó profundamente. Quiera el cielo que
él pueda recuperar el control en el próximo sínodo de octubre. Él debe
conservar la fe. El Espíritu Santo no le ha sido dado para otra cosa. No me
gusta su actitud respecto a los Franciscanos de la Inmaculada. Él no debió retractar
el Motu Proprio de Benedicto XVI que restauró la misa tridentina para quien
quisiera, previa autorización de los superiores. No me gustó su declaración
sobre la “libertad de conciencia” que sostuvo con el periodista ateo italiano
de La República. Lo que al liberal le guste o le disguste es irrelevante. Lo que
importa es la verdad o la falsedad objetivas de lo dicho o la bondad o maldad
objetivas de lo hecho.
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