Por
un monje del Monasterio de la Santa Cruz
En el Monasterio benedictino de Nova Friburgo, ¡un acontecimiento que
puede tomar a mucha gente por sorpresa!
Tal evento puede alegrar a algunos, asustar a otros, sorprender a
muchos, dar esperanza a los demás, en particular, da mucha esperanza para
muchos fieles de la Tradición de Brasil y del mundo. Pero en última
instancia, ¿que es este evento, que pueda causar un impacto tan grande?
Es importante, muy importante. ¡Tendremos una consagración episcopal!
Sí, mis queridos hermanos, la Providencia nos ha guiado a esto. Tenemos
la gracia, el honor, el privilegio de realizar en nuestro monasterio una
consagración.
Ese día, esa gran y bellísima ceremonia, quedará marcada para siempre en
la memoria y en la historia de cada uno de nosotros como marca indeleble de fe
y caridad.
Pero muchos podrían criticarnos, podrían objetar diciendo -¡Qué
escándalo!, ¿para qué todo esto? ¿Cuál es la necesidad? ¿Cuál es el motivo? “¿Qué
necesidad tenemos de más testimonios... Qué le parece?"
A estas críticas y objeciones respondemos lo siguiente: Primero, que lo
hacemos para mayor honra y gloria de Dios; segundo, para el bien de las almas;
tercero, para seguridad y asistencia de la Resistencia.
Sí, mis queridos amigos, nuestro combate por la Tradición, nuestro
combate por la defensa de la fe católica, nuestro combate por la doctrina de
siempre, por los sacramentos de siempre, por la incorruptibilidad de la obra de
Mons. Lefebvre que se lleva a cabo por la Unión Sacerdotal de sus hijos más
fieles. Y estos continúan, a pesar de las debilidades y deficiencias, con la
gracia de Dios y ayuda de la Virgen, la gran tarea de luchar por Cristo Rey,
por el bloque firme y perenne de la Resistencia.
Desde otro ángulo, nuestro combate ha sido y continuará siendo, siempre,
contra todo y cualquier error pernicioso que amenace los derechos de Dios y de
la Iglesia, nuestro combate se sustenta contra todo y cualquier liberalismo que
por su diversidad de matices, se abre paso y se ramifica por todas partes,
tratando de penetrar incluso nuestros medios más católicos. Tal penetración
pone en riesgo nuestra fe, pone en peligro la preciosa virtud de la fe. Ahora
bien, ¿no es esto lo que sucede a quien entra en contacto, directo o indirecto
con los liberales y modernistas? Terminan de una u otra manera, temprano o
tarde, rápido o lentamente, dejándose infectar por un espíritu no católico, por
un espíritu subversivo. Ejemplo de esto fue el desastre del CVII y sus pésimos
frutos -ecumenismo: reunión de Asís, libertad religiosa, proliferación de
sectas, colegialidad: disminución de la autoridad jerárquica, etc.
Y es evidente que nosotros non
possumus, no podemos acercarnos a la Roma actual sin antes ver su
conversión, sin antes verla profesar clara y públicamente la integridad de la
fe católica. No seamos ingenuos, por más que sus agresivos ataques no sean tan
patentes, ellos son expertos, ellos saben esperar, esperar el momento oportuno
para atacar, para exigir. Ellos saben esperar, como un viejo zorro en el bosque
-experimentados y hábiles en sus negocios- que espera escondido entre los
arbustos a que pase su víctima para tomarla entre sus garras, entre sus
dientes.
Mientras que la Roma protestante, adúltera, conciliar, persista en sus
errores, en su conducta, tenemos que tomar distancia. Distancia de su liberalismo,
de su progresismo, de su farsa aparente de catolicismo. Es un distanciamiento
necesario.
¿Y qué notamos en la Fraternidad en los últimos tiempos?
La mala conducta que la Neo-Fraternidad está llevando a cabo al
acercarse a Roma, creando vínculos que despiertan y estimulan una
reconciliación, una regularización. Pero sin el retorno de Roma a la Fe, esto
es imposible e impensable, es ir contra los principios que guiaron la fundación
de la Fraternidad. Sería avanzar en lo que es inaceptable. Y por lo tanto,
nunca conseguirán ¡instaurare omnia in
Christo!
Quiéranlo o no, el hecho es que la Fraternidad ya está dando pasos
agigantados descendiendo el camino de la apertura al mundo, al liberalismo, con
visiones muy humanas de las cuestiones teológicas, de los problemas
doctrinales, y extendiendo lentamente su brazo con la pluma en mano para firmar
los papeles de un futuro acuerdo. ¿Pero tarde o temprano es probable que salga
un acuerdo? Solo Dios lo sabe. Especulamos que sea probable, que es previsible,
que no es imposible, y ¿qué hacer? Hacer el bien, evitar el mal. Esperar para
ver lo que sucede. El tiempo y la oración nos lo dirán, pero sobre todo rezar
mucho, como dice sabiamente un obispo -quince misterios todos los días para que
no suceda lo peor y el mal no triunfe.
Atención: La Fraternidad ya está dispersando al pequeño rebaño que
defiende y combate los errores modernos, desviando los ejércitos de la
Tradición por caminos tortuosos. Las pocas ovejas fieles ya están en medio de
los lobos voraces. Todo cuidado es poco.
¿Y qué hará la Resistencia respecto a todo esto que está sucediendo?
Actuar, reaccionar, entrar en acción con la ¡operación consagración! Es una
audacia, un riesgo, pero preciso, necesario.
Escuchamos las voces que se elevan: Escuchamos a los agitadores gritar,
argumentar -¡Que imprudencia, que espíritu cismático, actuar sin razón, sin ver
las consecuencias de sus actos, qué falta de juicio, de discernimiento!
¡Ciertamente no! Creemos que no hay mejor manera de juzgar esto que siendo un
acto de obligación, delante de Dios y de nuestros buenos compañeros- Padres,
religiosos, fieles.
Estamos confiados, y la confianza, según Santo Tomás es una esperanza
fortalecida con la sólida convicción de que nuestra confianza se encuentra en
Dios y en Nuestra Señora. No en nuestras pocas fuerzas, pues las cosas humanas
son débiles, pero no el auxilio y aprobación de nuestro Padre y nuestra Madre
celestiales.
Pues bien, hoy más que nunca lo que necesitamos son obispos
verdaderamente católicos, obispos fieles a la herencia dejada por Mons.
Lefebvre, la herencia dejada por Mons. Antonio, para salvar los valiosos
tesoros de la ortodoxia católica, de la integridad doctrinal, que no es otra
cosa que fidelidad a la Tradición. Ellos (los obispos) nos confirman en la fe,
asegurando la doctrina, transmitiendo lo que recibieron.
Y en cuanto a nuestra posición respecto a la aproximación con la Roma
conciliar -tenemos, y continuaremos teniendo, una posición de distancia, un
alejamiento necesario pero atento, constante pero advertido, de la Roma
ocupada, de la Roma progresista que corrompió la eterna noción de la verdad,
que adulteró la fe, los sacramentos, la liturgia, la teología casi en su
totalidad. Si ella no vuelve a la Fe católica una en toda su extensión y amplitud,
no podemos entendernos, no podemos unirnos, no podemos colocarnos debajo de una
autoridad que ha perdido la fe de siempre, que perdió la verdad inmutable.
Ellos no son dignos de confianza, por más bien intencionados que sean,
no son dignos de crédito.
La corriente progresista es peligrosa, y por todos lados ellos intentan
acabar con el reinado de Cristo Rey, dejar que las almas se pierdan,
descristianizar al mundo. Esto es lo que ellos quieren, finalmente ¿No son
ellos los peores enemigos de la Iglesia?
Tenemos que oponernos a ello y luchar en la dirección contraria.
Trabajar por Cristo Rey, por su realeza, por la salvación de las almas y la
cristianización de la sociedad. Estos son nuestros objetivos. ¡Y Mons. Lefebvre
y Mons. Antonio no pensaban de manera diferente! Para ellos este era el rumbo,
la meta, el camino a seguir, con la ayuda de la Providencia y de la Inmaculada.
Nuestra línea ya está trazada, nuestra posición ya está firmada, firmada
sobre la roca, nuestra posición es la de Mons. Lefebvre, es la de San Pío X, la
de Mons. Williamson, es la de Nuestro Señor Jesucristo, y no desistiremos.
¡Resistimos! ¡Resistentes! ¡Resistencia! No entregaremos las armas. ¿Y
cuál es nuestra mayor arma? La armadura de la fe. Que San José nos ayude por
intercesión de la Virgen María.
Consagración Episcopal – Mosteiro da Santa Cruz,
Nova Friburgo/RJ – Brasil
Horario: 09h00min de la mañana
Elegido: Rev. P. Jean Michel Faure
De manos de S.E.R. Dom Richard Williamson
Fecha: 19 de Marzo de 2015 – Fiesta del Glorioso Patriarca San José,
Esposo de la Virgen Maria e Protector de la Iglesia Universal
Salve Maria Santísima,
guardiana de la Fe
Viva
CRISTO REY