Conmemorando los dos años desde su elección al
papado, Francisco concertó una entrevista -¿cuántas van, cien?- con una
periodista mejicana, en la que otra vez expone largamente sobre sí mismo, sus
gustos y sentires, como si fuera un artista del espectáculo. Aprovecha también
la entrevista para limar asperezas con México, luego de darse a conocer recientemente
una expresión suya que cayó mal en el ámbito diplomático. Para esto se valió de
una periodista al estilo Piqué, complaciente, aduladora, mal formada y nada
incisiva, coronando este acto con la exhibición de un gran cuadro de la Virgen
de Guadalupe detrás de ellos, para así poder garantizar la benevolencia
ofrendada al gran pueblo mejicano.
La entrevista del vídeo está cortada y no
ofrece algunos de los puntos álgidos, como la resistencia interna que ha
suscitado en el Vaticano o el Sínodo de la familia. El tono de la misma es marcadamente
chabacano y frívolo, cual si se tratase de un testimonio ofrecido a una revista
del corazón. Y tiene la mala idea de, para agraciarse con los mejicanos, hablar mal de los argentinos, como si por un defecto de su nacionalidad él hubiese caído en la imprudencia. ¿A cuento de qué, desprecia a sus compatriotas? ¿Saldrá luego a dar explicaciones? El decaer de Francisco se hace más notorio cada día, no sólo por
sus recursos oratorios y gestuales gastados que no ofrecen resultados positivos
y por eso deben ser reforzados con campañas mediáticas masivas, sino porque el
populacho depone su entusiasmo y cada vez en menor número se acerca a
ofrendarle su respaldo.
“Y ahí estamos, pastores, pastoras, curas, rezando juntos, haciendo
nuestro retiro espiritual. Tres veces lo hicimos. Eso nos ayudó mucho. A los
que más o menos estamos en la línea más seria ¿no?
Y también invitábamos a algunos pastores de afuera, a algún cura de
afuera, Cantalamessa una vez estuvo. Y eso nos ayudaba a trabajar juntos los
que estábamos en la línea seria ¿no? Entonces, ve, la palabra “sectas” se
va como diluyendo. Me detuve mucho en esto por justicia, para no hacer una
injusticia. Hermanos evangélicos que trabajan bien.”
Damos el enlace a
la entrevista completa:
"A los falsos profetas, dice Jesús, se
les conoce por sus frutos (Mat. 7,16), que consisten, según San Agustín, en
la adhesión de las gentes a ellos mismos y no a Jesucristo".
Monseñor Straubinger, Nota a Jn. 15, 16.