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martes, 31 de marzo de 2015

DOMINICOS DE AVRILLÉ: MIEL Y HIEL EN MENZINGEN



por Amicus Romanus



De la misma boca se vierte la hiel y la miel. Pero no en la misma dirección:

-Hacia Monseñor Williamson y Monseñor Faure, es todo hiel.

-Hacia la Roma conciliar, todo es miel.

El comunicado de Menzingen sobre la consagración del 19 de marzo ofrece
un contraste verdaderamente impresionante.

 I.    — ¡Todo hiel!

Los hermanos de José no podían hablarle en paz, tanto lo celaban (Gén. 37, 4). No esperen de Menzingen una sola palabra bondadosa, de reconocimiento, de caridad hacia Mons. Williamson o Mons. Faure, después de sus décadas de servicios buenos y leales.  Menzingen solo piensa en denunciarlos: “La FSSPX denuncia la consagración episcopal del R.P. Faure”. Por lo menos esto es claro. Pero ¿Por qué esta denuncia? ¿En qué es reprensible esta consagración? Esto es mucho más oscuro. Se siente una animosidad muy fuerte, pero no se disciernen muchos argumentos racionales. Y peor aún: ¡ese sabor a hiel! Menzingen parece incapaz de hablar objetivamente de los dos obispos respetando simplemente los hechos. A toda costa deben deformar, manchar las intenciones, manchar la reputación de las personas. La tendencia parece imparable.
   
    1.   «Contra toda relación»

Primer ejemplo: las relaciones con Roma. Todos saben que Mons. Williamson y Mons. Fellay se oponen sobre este punto. El primero estima (con o sin razón, esa no es la cuestión aquí) que el segundo carece de la fuerza necesaria para oponerse decididamente –cara a cara- a los errores de las autoridades romanas; en lugar de impresionar a sus interlocutores –como Mons. Lefebvre- recordándoles frontalmente las verdades inoportunas, dejándose impresionar por ellos.

Más fundamentalmente, la oposición es sobre la finalidad de las negociaciones. Para Mons. Williamson hay un solo objetivo: que las autoridades romanas abjuren de los errores modernistas y liberales y todo estará resuelto. Mientras que Mons. Fellay sueña con un reconocimiento canónico incluso antes de la conversión de las autoridades.

Todo esto es de notoriedad pública. La cuestión no es saber si es necesario o no discutir con Roma, sino cómo y con qué finalidad llevar a cabo estas discusiones.

Menzingen podía decirlo fácilmente en una palabra: Mons. Fellay y Mons. Williamson divergen en cuanto a las discusiones con Roma. Esto es claro, simple, verdadero, perfectamente objetivo.

¡Pues no! Menzingen no pudo resolverse a decir las cosas tal cual son. La necesidad de manchar la reputación fue demasiado violenta. Desafiando la evidencia, Menzingen declaró que Mons. Williamson y Mons. Faure están “contra toda relación con las autoridades romanas”. Pero ellos han declarado explícitamente lo contrario (todavía la víspera de la consagración), pero eso no cuenta. Aparentemente, ¡Menzingen sabe mejor que ellos lo que piensan!

    2.   « No se parecen en nada»

Segundo ejemplo: la comparación entre la consagración de 1988 y la de 2015. Las diferencias y semejanzas se pueden discutir durante mucho tiempo[i]. Por lo menos es indiscutible que la naturaleza del acto es la misma. Hubo un lazo de paternidad (a través de Mons. Williamson, Mons. Lefebvre es ahora el “abuelo en el episcopado” de Mons. Faure). Que el mismo Mons. Lefebvre había contemplado consagrar a Jean-Michel Faure. Que el estado de necesidad en la Iglesia no ha disminuido desde 1988. Finalmente que Mons. Williamson tiene el mismo discurso que Mons. Lefebvre en la época.

Siempre se puede discutir de otras circunstancias de tiempos, de lugares o de manera, pero Menzingen ni siquiera lo intenta. Su comunicado declara simplemente que “la consagración episcopal del Padre Faure no se parece en nada a las consagraciones de 1988”. Lo leyó bien: en nada.

Entre todas las maneras de criticar la consagración de 2015, Menzingen escogió la más expedita, la más extremista, la más insostenible: negar todo en bloque. “No se parece en nada”. Es el negacionismo integral.
  
    3.   « Todas las declaraciones… »

Nos acercamos a la cumbre. Y he aquí finalmente: “todas las declaraciones de Mons. Williamson y del R.P. Faure demuestran hasta la saciedad [original en francés: à l’envi, de manera superabundante],  que ya no reconocen las autoridades romanas”.

Esta es la acusación que mata: ¡sedevacantismo! Acusación categórica, realizada sin la mínima sombra de duda o matiz. Estamos muy lejos de las fórmulas interrogativo-negativas o de las alusiones amortiguadas de Mons. Fellay cuando se trata de emitir reservas sobre el papa Francisco (“Nosotros no comprendemos…”, “Tenemos la impresión…”). Aquí, Menzingen comprende muy bien y tiene la certeza. Esta confesión no fue hecha una vez, por sorpresa o a medias palabras, está en “todas las declaraciones” de los dos malvados obispos. Sí: ¡todas! ¡Fe de Menzingen!

No obstante, Menzingen se da cuenta que podría haber, entre los lectores del comunicado, algunos lectores de Mons. Williamson que pueden sorprenderse un poco. Porque ellos han leído todo lo contrario. No solamente Mons. Williamson reconoce a las autoridades romanas, sino que frecuentemente ha argumentado contra el sedevacantismo (y de manera más convincente que Mons. Fellay, que se contenta con presentarlo como un espantajo).

Los que han leído al P. Faure (notablemente la entrevista antes de su consagración) podrían experimentar la misma sorpresa. E incluso imaginarse que el buen Mons. Fellay miente. O por lo menos, dice cualquier cosa.

Felizmente, la reserva de hiel no se ha agotado. Para prevenirse contra cualquier pregunta embarazosa, es suficiente con acusarlos a ellos, Mons. Williamson y  Mons. Faure, de mentir. ¿Todas sus declaraciones afirman reconocer a las autoridades romanas? ¡No importa! Es simplemente que ellos no piensan lo que dicen. Son sólo palabras al aire, huecas, giros retóricos. Y Menzingen, que sabe mejor que ellos mismos lo que piensan realmente, completa: “Todas las declaraciones […] demuestran hasta la saciedad que ellos ya no reconocen a las autoridades romanas, salvo de modo puramente retórico”.

Esto es lo que llamamos, en buen francés, un juicio de intención. La táctica preferida de los subversivos (comunistas, masones, etc.), pues ella es muy difícil de contrarrestar. ¡Ustedes pueden responder lo que quieran, poco importa, porque hemos puesto como principio que ustedes no piensan realmente lo que dicen! Afirmen por diez veces que ustedes reconocen a las autoridades romanas, tómense el trabajo de refutar los argumentos sedevacantistas: nos contentaremos con responder que su insistencia sobre este punto es sospechosa y confirma, una vez más, que ustedes no reconocen absolutamente a las mencionadas autoridades “salvo de modo puramente retórico”.

Pregunta simple a Mons. Fellay: En conciencia y delante de Dios ¿es verdaderamente cierto que este procedimiento polémico es plenamente conforme con el Evangelio?

    II.— ¡Todo miel!

Pero lo más impresionante, es el contraste.

Después de todo, Menzingen podría estar sufriendo de un dolor de muelas o una mala noche cuando redactó su comunicado. Eso podría explicar la hiel.

¿Pero la miel?

Pues, relea atentamente: ¿no es evidente que han descartado de este comunicado cualquier expresión que pudiera constituir la mínima sombra de riesgo de desagradar a la Roma conciliar?
  
   1.    « Estado de necesidad » sin causa identificada.

“La Fraternidad San Pío X reafirma que el estado actual de necesidad en la Iglesia legitima su apostolado en el mundo entero”. –Pero, ¿de dónde proviene este estado de necesidad? Parece flotar en el aire, sin causa ni explicación más que del mal de los tiempos. Menzingen lo menciona como se constataría la lluvia o el sol, y no recuerda ni una sola vez que el mal viene primero del papa y de la Santa Sede que extienden, desde hace 50 años, errores mortales para las almas.
  
    —    ¡Chitón! ¡Chitón! ¡Atención! ¡Va usted a ofender a Roma!...

     2.   Los obispos limitados a la distribución de los sacramentos.

Monseñor Lefebvre consagró obispos para que ellos pudieran ordenar sacerdotes, esto es cierto, pero también para defender la fe y combatir los errores actuales.Sobre todo los errores modernistas y liberales, difundidos por la jerarquía conciliar.

Aparentemente, esto se terminó. Para Menzingen, los obispos no deben combatir más los errores. El comunicado explica que Mons. Lefebvre consagró los obispos en 1988 “con el único fin de permitir a estos fieles recibir los sacramentos a través del ministerio de los sacerdotes que iban a ser ordenados por estos obispos”.

 el único fin”: el estado de necesidad en la Iglesia se limita a los sacramentos -¿Y la crisis doctrinal? ¿Y los errores de la Roma conciliar, de tendencia neo-modernista y neo-protestante tan frecuentemente denunciada por Mons. Lefebvre?
   
    —    ¡Chitón! ¡Chitón! ¡Atención! ¡Va usted a ofender a Roma!...

   3.   Errores que vienen quién sabe de dónde.

No obstante, hay errores. Menzingen indica que hay que oponerse a ellos. En su arrebato marcial, el comunicado llega hasta declarar valientemente que la Fraternidad debe oponerse a los errores “sea cual fuere su procedencia”. ¡Ah! ¡Qué bien suena eso de “sea cual fuere su procedencia”! Y justamente, ¿de dónde vienen? ¡No nos dirán nada más!

     —    ¡Chitón! ¡Chitón! ¡Atención! ¡Va usted a ofender a Roma!...

Acusado por Mons. Williamson de reblandecerse frente a la Roma conciliar, Mons. Fellay hubiera podido aprovechar la ocasión de probar que no es así. Algunas palabras contra la Roma neo-modernista y neo-protestante hubieran sido particularmente adecuadas. Incluso la situación misma parecía exigirlo. ¡Pues no! Ni una sola palabra. Mons. Williamson y Mons. Faure son vilipendiados, pero la Roma modernista no es denunciada de ningún modo.

Y sobre esto, una de dos:

  •   Sea (sospecha complotista) que el nuevo responsable de la comunicación de Menzingen es un aliado secreto de Mons. Williamson: él trabaja pérfidamente para desacreditar a Mons. Fellay publicando, en su nombre, comunicados de factura liberal (meloso para los enemigos de la fe, amargo para sus defensores).

  •   Sea que el comunicado exprese realmente la forma de pensar de Mons. Fellay. Y entonces se comprenden las felicitaciones que Mons. Pozzo le dirigió prontamente a la FSSPX por este bello comunicado.

P.S. Consideración accesoria.

Es curioso que Menzingen se exprese siempre como si el estado de necesidad que aflige a la Iglesia, fuera su terreno propio o su propiedad privada. Solamente la FSSPX parece poder invocarlo para justificar su apostolado.

Finalmente, Menzingen parece atribuirse una suprema jurisdicción extraordinaria casi como el papa ejerce la suprema jurisdicción ordinaria. Esta perspectiva explicaría el por qué Menzingen se cree autorizado a “denunciar” la consagración de Mons. Faure: atenta contra su monopolio.

Si no es esto, ¿qué es entonces? ¿Una prelatura personal ya acordada por Roma –secretamente- a Mons. Fellay? 




[i] En cuanto a las diferencias, Menzingen subraya enfáticamente “algunos cientos de periodistas del mundo entero” que estuvieron presentes en 1988. Visiblemente, para Monseñor Fellay esto es muy importante. Necesitamos preguntarle cuántos periodistas –en su opinión- estuvieron presentes durante la primera consagración episcopal la noche del Jueves Santo.