El comunicado de Menzingen del 19 de marzo, aunque breve, nos enseña un
buen número de cosas. Entre otras, encontramos allí una confesión: que Monseñor
Williamson fue expulsado de la Fraternidad San Pio X a causa de su oposición
a la política acuerdista de Mons. Fellay.
Hasta el presente, Menzingen hablaba de
desobediencia: Monseñor Williamson era un indisciplinado, un mal subordinado
que no obedece las órdenes recibidas. Ahora, Menzingen confiesa la verdadera
razón: “las vivas críticas" de Mons. Williamson
respecto a las relaciones de Menzingen con Roma. Lo mismo Mons.
Faure. He aquí su falla.
El affaire de la carta de los tres obispos a Mons.
Fellay y a sus asistentes no fue digerido. Relaciones con Roma, Mons.
Lefebvre bien que las tuvo, pero con la esperanza que Roma se
recuperara, que diera marcha atrás. De hecho, Mons. Lefebvre era quien dirigía
las negociaciones y lo hacía con una certeza invencible, porque su
criterio fue la fe de siempre. Incluso, al hacerlo, casi cayó en la
trampa de Roma. “Fui demasiado lejos”, dijo.
Por el contrario, con Mons. Fellay, las
cosas suceden de manera completamente diferente. No es él quien dirige las
negociaciones. No es él quien tiene la fuerza de decir a Roma: “Soy yo,
el acusado, quien tendría que juzgaros”. No, Monseñor Fellay no se presenta
como juez de los errores de Roma. Se presenta más bien como un culpable “en
situación irregular” que debe reintegrarse al redil y que sufre
porque “su” Fraternidad no lo sigue.
Abramos un paréntesis. ¿Juzgar a Roma? ¿No es este
el papel de los superiores y no de los inferiores? Por supuesto. Pero los
superiores ya han juzgado. Es Quanta Cura, Pascendi, Quas Primas,
etc., que condenan a los papas liberales. Es Roma, la Roma eterna, quien ya ha
juzgado al neo-modernismo y neo-protestantismo. Monseñor Fellay parece haber
olvidado esto y lo hace olvidar con su “Iglesia concreta de hoy en día”.
Cerremos el paréntesis.
Monseñor Williamson bloqueaba las negociaciones de
Menzingen. Él constituía una traba. Lo sabíamos bien, pero la casa general
daba otra versión. Ahora, ella confiesa. Son “las vivas críticas” de
Mons. Williamson contra su operación suicidioque han sido la causa
de su expulsión. Ya era tiempo que Menzingen lo dijera. Ya lo hizo ahora.
Sin embargo, Menzingen falsea la cuestión al decir que estas
vivas críticas eran sobre “toda relación con las autoridades romanas”. No.
Esto no es verdad. Ellas eran sobre la incorporación a Roma, que
pondría a la FSSPX bajo el yugo modernista y liberal, por la cual el demonio
trata de llegar a lo que Corção llamó “el pecado terminal”: hacer
caer los últimos bastiones en una última y monumental afrenta a Dios.
Y a esto no podríamos prestar nuestro concurso. El
demonio no logrará sus fines porque Nuestra Señora vela: Ipsa conteret. He
ahí nuestra esperanza. Ella no será decepcionada, si nosotros somos fieles por
la gracia de Dios: Fidelis inveniatur.