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domingo, 7 de diciembre de 2014

¿QUÉ PENSAR DEL MILENARISMO? Parte IV


Extracto de un artículo de Moimunanblog


EL MILENARISMO NUNCA FUE UNA CREENCIA UNÁNIME DE LOS SANTOS PADRES






SOBRE EL MILENARISMO

[Fragmento de Theologiae cursus completus, tom. XI, Parisiis, 1838, pp. 644-646.]

Digo primero: El reino milenario en la tierra de Cristo con los santos es ficticio.

·                     Primero se prueba a partir de la Sagrada Escritura.

1º Mat. 22, 30: “Primeramente, en la resurrección no se toma mujer ni esposo, sino que son como ángeles en el Cielo”. Con lo cual, el reino de Cristo con los santos no será según los placeres carnales, incluso según los moderados.

2º El ángel profetiza que el futuro reino de Cristo es eterno, Luc. 1, 33: “reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin”. También Mat. 24 y 25: en el juicio final, así como los réprobos son enviados a la gehemna eterna, del mismo modo son invitados los santos al reino eterno, lo que ya definió la Iglesia en el concilio de Constantinopla, con estas palabras del Credo: “El reino de Él no tendrá fin”. Con lo cual, el reino de Cristo con los santos no debe ser circunscrito a mil años.

·                     Segundo se prueba a partir de los ss. Padres que lucharon contra éste error.

1º Según Gaio, escritor muy antiguo, conforme Euseb. lib. 3, c. 22.

2º Según s. Dionys. Alexand. lib. de Promissionibus.

3º Según Euseb. lib. 3, cit. c. 33. donde haciendo comentarios sobre s. Papías, dice: “11. El mismo Papías cuenta además otras cosas como llegadas hasta él por tradición no escrita, algunas extrañas parábolas del Salvador y de su doctrina, y algunas otras cosas todavía más fabulosas. 12. Entre ellas dice que, después de la resurrección de entre los muertos, habrá un milenio, y que el reino de Cristo se establecerá corporalmente sobre esta tierra. Yo creo que Papías supone todo esto por haber tergiversado las explicaciones de los apóstoles, no percatándose de que éstos lo habían dicho figuradamente y de modo simbólico.”

4º Según s. Hieron. en el prefacio lib. 18, Coment. a Is.

5º Según s. Epiph. haeres. 77, refutando tal error levantado por Apolinario.

6º Según s. Agustín lib. 20 de Civit. cap 7, donde admite que él mismo ha sido partidario de aquella opinión.

·                     Tercero se prueba por la razón.

Es ficticio el reino milenario de Cristo con los santos en la tierra después del juicio universal, si los santos inmediatamente al morir, en la medida que son plenamente purgados, consiguen en el cielo una clara visión de Dios, y por eso la suma beatitud, imperdible y eterna. Mas así es, por probarse la siguiente conclusión; con lo cual:

La objeción primera con referencia al célebre y oscuro lugar del cap. XX, donde se dice:

“1. Vi después a un ángel que bajaba del cielo llevando en la mano la llave del Abismo y una cadena enorme. 2. Sujetó al dragón, la serpiente antigua, que es Satanás o el diablo, y lo encadenó por mil años. 3. Lo arrojó al Abismo, cerró con llave y además puso sellos para que no pueda seducir más a las naciones hasta que pasen los mil años. Después tendrá que ser soltado por poco tiempo. 4. También vi unos tronos, y sentados en ellos los que tienen poder para juzgar. Vi también las almas de aquellos a quienes les cortaron la cabeza por causa de las enseñanzas de Jesús y de la Palabra de Dios. Vi a todos los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen y no habían recibido su marca en la frente o en la mano. Volvieron a la vida y reinaron mil años con el Mesías. 5. Esta es la primera resurrección. El resto de los muertos no volvieron a la vida hasta que se cumplieron los mil años. 6. ¡Feliz y santo es el que participa en la primera resurrección! La segunda muerte ya no tiene poder sobre ellos: serán sacerdotes de Dios y de su Mesías y reinarán con él mil años. 7. Y cuando se terminen los mil años, Satanás será soltado de su prisión, 8. saldrá a engañar a Gog y Magog etc.” Mas aquello es el reino mismo de los milenarios; con lo cual…

Respuesta: Niego la suposición. Porque en éste lugar no se hace ninguna mención, ni a la ley, ni a la circuncisión que ha de ser reavivada, ni al templo de Jerusalén que ha de ser reconstruido, como comentaba Cerintio, ni a los placeres corporales, incluso a los moderados, como fabulaba Papías. Por eso, se entiende aquel lugar del Apocalipsis con respecto al reino espiritual que forman y formarán los justos con Cristo a través de todo el intervalo que se da entre la muerte de Cristo hasta la venida del Anticristo; de tal modo que “mil años”, dice s. Agustín lib. 20 de Civ. c. 7, “se ponen por todos los años de éste siglo, para denotarse mediante numero perfecto la plenitud misma de los tiempos”, al igual como el acostumbrado decir de la Sagrada Escritura por el cual se designa a veces una multitud máxima e indefinida, como en aquel Salmo 104, 8:“Él se acuerda eternamente de su alianza, de la palabra que dio por mil generaciones”; asimismo en Salmo 89 y Job. 9. Éste lugar entero se interpreta según el sentido dado por s. Agustín y por el ilustrísimo Bossuet en Exposit. Apocal. cap 2.

La objeción segunda con respecto a lo que urge según la autoridad de muchos Padres de los primeros tres siglos, la de Justino, Irineo, Tertuliano, Lactancio, Severo Sulpicio y la de otros que han sostenido el reino milenario de Cristo; con lo cual…

Respuesta: Los dichos Padres, como ya he afirmado, han sido víctimas de los sermones apócrifos del Señor, cuales son los sermones que Papías había puesto en papel siguiendo a unas mal entendidas tradiciones orales de los Apóstoles; pero cuando llegó a conocerse que estos sermones eran suposiciones, inmediatamente todos los Padres impugnaron esa opinión sobre el milenario reino de Cristo.

Se establece: Según Tertul. de Praescrip. haeret. c. 31, “aquello es del Señor y verdadero, lo que es antes dado [prius traditum]; pero lo que es añadido después, aquello es extraño y falso”; mas la opinión del reino milenario de Cristo con sus santos ha sido dada antes [prius tradita est], al ser la sostenida por los Padres de los primeros tres siglos; con lo cual…

Respuesta: Niego la premisa menor. Porque se considera pertenecer a la tradición (traditum) o tener fuerza de tradición aquello “lo que siempre (quod semper), lo que en cualquier lugar (quod ubique) lo que por todos (quod ab omnibus) ha sido dado en tradición”, como dijo Vicentius Lirin en Commonit. Sin embargo LA SENTENCIA SOBRE EL REINO MILENARIO DE CRISTO CON SUS SANTOS NI SIEMPRE, NI EN CUALQUIER LUGAR, NI POR TODOS HA SIDO DADA EN LA TRADICIÓN EN LOS PRIMEROS TRES SIGLOS DE LA IGLESIA, y de hecho Gaius, muy antiguo escritor del siglo segundo o, por lo menos, del tercero, también Dionisio de Alejandría, cual florecía alrededor del siglo tercero, lucharon contra esta sentencia, incluso s. Justino Mártir mismo, patrón de ésta, en el Diálogo con Trifón, evidencia que muchos, píamente y cristianamente sintiendo, se habían opuesto a ésta sentencia; y esas son sus palabras: “Te confieso que de hecho yo y muchos otros lo mismo que yo sintiendo, consideramos esto [el reino terrenal de Cristo], como bien sabéis, como venidero. Pero también te he mostrado que muchos de los que tienen pura y pía opinión cristiana no reconocen esto.” Este lugar, observa el ilustrísimo Bossuet en Expositione Apocal. c. 20, fue pervertido por el herético protestante Josepho Mede.

La objeción tercera con respecto a Mat. 26, 29 “Les aseguro que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el Reino de mi Padre”; con lo cual en el reino de Cristo los santo disfrutarán de las delicias corporales de la comida y de la bebida.

Respuesta: Niego la consecuente. Porque aquellas palabras, como otros lugares de la Sagrada Escritura donde se hace mención a la comida y a la bebida, deben ser entendidas en sentido místico con referencia al disfrute de las delicias espirituales. O, según interpreta Juan Crisóstomo, aquellas palabras han de referirse al tiempo que interviene entre la resurrección y ascensión de Cristo, que de nuevo bebió de este fruto de la vid, para probar la verdad de la resurrección suya.