TODA CLASE DE
MILENARISMO DEBE SER RECHAZADA
Iosepho F. Sagüés S. I.
(1907-1969)
In: Tractatus
de Novissimis. Sacrae Theologiae Summa,
t. IV, 4.ª ed. (Madrid: B.A.C., 1962), pp. 827-1030;
t. IV, 4.ª ed. (Madrid: B.A.C., 1962), pp. 827-1030;
CAPUT
IV. De millenarismo.
THESIS 14. Millenarismus omnis reiciendus est,
THESIS 14. Millenarismus omnis reiciendus est,
pp. 1022-1027;
trad. al esp. del sitio Mercaba.org.
Manuel Lacunza |
NOTA: el blog ha
destacado en color rojo ciertas partes del texto.
CAPITULO
IV – DEL MILENARISMO
TESIS 14. Toda clase de milenarismo debe ser rechazada.
324. Nexo. Así pues ya que Jesucristo va a venir a la
tierra y va a enviar definitivamente a los elegidos al cielo y a los malos al
infierno, se puede preguntar si entre estos dos hechos, a saber, entre la
venida de Jesucristo y la retribución final de los justos, El mismo va a reinar
gloriosamente en la tierra entre los justos durante algún tiempo. Tratamos por
tanto del milenarismo.
325. Nociones. EL MILENARISMO o quiliasmo (χιλιασμος)
es la opinión, que (prescindiendo de multitud de diferencias con que la
presentan sus defensores) afirma lo siguiente: después del estado actual de la
Iglesia va a darse en la tierra un reino glorioso de Jesucristo, y en verdad
lleno de toda clase de gozo, el cual va a durar alrededor de mil años.
Lo que se encierra
en esta definición, es como el elemento esencial del
milenarismo, lo cual lo admiten más o menos todos los que defienden esta
opinión. En cambio son elementos secundarios, los que los
quiliastas presentan de distintas formas: a) A ver si aquel reino, que debería
sin duda tener súbditos en este mundo, va a suceder entre la segunda venida de
Jesucristo y entre la resurrección general y el juicio final, según dicen
comúnmente, y sin duda después de la resurrección de todos los justos o de la
mayor parte de éstos o sin haberse dado esta resurrección, sino estando todavía
viviendo en cuerpo mortal muchos justos; o por el contrario si más bien va a
suceder después del juicio universal. b) Acerca de si este reino va a durar
precisamente mil años, o simplemente va a durar un largo tiempo sin
ninguna ulterior determinación o más bien con alguna determinación, o tal vez
va a durar eternamente.
326. El milenarismo: a) Craso (esto
es carnal) atribuye toda clase de deleites corporales, aparte de otros gozos, a
la felicidad de este reino. b) El milenarismo mitigado (o
espiritual, sutil) hace poner esta felicidad en los gozos o bien solamente
espirituales o tal vez también, según el distinto modo de hablar, en gozos
materiales totalmente honestos.
TODA CLASE, esto es, tanto el milenarismo
craso como el mitigado.
DEBE SER RECHAZADA, no en el sentido de
que todo milenarismo repugne intrínsecamente, sino
porque de hecho el milenarismo es una teoría que no está de acuerdo con las
fuentes.
327. Adversarios. En medio de una variedad tan grande de
maneras de hablar es difícil distribuir en grupos a los defensores del
milenarismo. Por tanto pueden citarse en general como adheridos al milenarismo:
a) al craso, CERINTO, los Ebionitas, NEPOS. b) Al milenarismo
mitigado, el cual lo enseñó en primer lugar, según parece, PAPIAS, S.
IRENEO, S. JUSTINO, TERTULIANO y los Montanistas, S. METODIO,
LACTANCIO (R 647); y se cita como próximos a éstos un gran número a partir del
s.XIV, entre los cuales se encuentran, por citar aquí unos pocos, EYZAGUIRRE,
MORRONDO, CHABAUTY, ROHLING, además de muchísimos Protestantes, como los Mormones,
los Irvingianos, los Adventistas, otros como
BIETENHARD, el cual espera, después de la primera resurrección de todos los que
duermen y la transformación de los justos, algún reino de Jesucristo que
gobierne visiblemente en Jerusalén y sobre Israel; M.
DE LACUNZA, que tiene una gran preeminencia entre los milenaristas más modernos
a causa del gran influjo que ejerció en autores posteriores, incluso en los
Protestantes.
Del milenarismo
entendido así difiere la opinión acerca de un futuro estado feliz de la
Iglesia, sobre la cual opinión diremos algo después. De donde hay que
preguntar si cada uno de aquellos autores que hemos citado u otros autores, los
cuales también son nombrados como milenaristas, enseñan una venida de
Jesucristo visible (al menos a manera de un acto, o sea no
habitualmente), puesto que en otro caso juzgamos que no deben ser tenidos como
milenaristas en sentido estricto.
El origen del milenarismo,
que es difícil de determinar, parece que proviene del Judaísmo, en cuyos apócrifos y en otros
escritos ya estaba en vigor antes de la encarnación de Jesucristo la idea de un
tiempo futuro en el que los hombres gozarían de todos los bienes materiales, a
los cuales sin embargo con frecuencia se decía que había que añadir también los
bienes espirituales. Este tiempo, según las distintas opiniones, empezaría con
el Mesías o sin el Mesías; alcanzaría solamente a los judíos o también a los no
judíos que les estuvieran sometidos o también a los justos; duraría 400 ó 1000
ó 2000 años, etc. Así pues, aleccionados de este modo por el Judaísmo e
interpretando mal el texto del Apocalipsis 20, parece que algunos cristianos
han tomado la idea del milenarismo, la cual, según se ha dicho, Cerinto y otros
la interpretaron materialmente y Papías y otros la concibieron de un modo
espiritual.
328. Doctrina de
la Iglesia.
a) Negativamente. La Iglesia en sus documentos nunca cita
el reino milenario de Jesucristo. Más bien, según está claro por los textos que hemos
aducido en favor del juicio final, solamente concibe una segunda venida de
Jesucristo para juzgar a todos los hombres y en verdad una vez ya resucitados,
a fin de dar a éstos de forma definitiva inmediatamente después el premio o el
castigo.
b) Positivamente.
La Sagrada Congregación del Santo Oficio encomendó el año 1941 al Exmo. señor
Arzobispo de Santiago de Chile que había hecho una pregunta acerca del
milenarismo espiritual, el cual parece ser que lo defendían algunos en su
diócesis, lo siguiente: «El
sistema del milenarismo, incluso del milenarismo mitigado – a saber el que
enseña que según la revelación católica nuestro Señor Jesucristo antes del
juicio final, bien después de la resurrección de muchos justos o bien sin haber
todavía sucedido esta resurrección, va a venir corporalmente a esta tierra a
fin de reinar – es una teoría que no puede enseñarse con seguridad». A estas palabras se añaden las
siguientes: «Vuestra Exca. cuidará
de vigilar con todo empeño a fin de que la teoría citada no sea enseñada bajo
ningún pretexto, ni sea propagada, ni defendida, ni recomendada, tanto de
palabra como con cualquier clase de escritos».
Luego estas palabras
se refieren directamente: al milenarismo aunque sea el mitigado (por
consiguiente mucho más se refieren al milenarismo craso, del cual
no obstante no se habla en este texto directamente); en cuanto se dice que está
contenido en la revelación pública; y en cuanto que enseña que Jesucristo va a
venir: corporalmente, antes del juicio final, a fin de reinar (así pues no se
niega que Jesucristo tal vez en alguna ocasión se aparezca por otro motivo,
corporalmente en este mundo durante un breve tiempo, v.gr. como apareció a
Pablo), a esta tierra, bien después de la resurrección de muchos justos bien
sin haber sucedido todavía esta resurrección; y se afirma que esta teoría del
milenarismo no puede enseñarse con seguridad; igualmente se prohíbe
cualquier clase de propaganda de la misma.
329. Después la misma
Sagrada Congregación, el año 1944, respondió a una pregunta acerca de «qué
había que pensar sobre el sistema del milenarismo mitigado, a saber
el que enseña que nuestro Señor Jesucristo antes del juicio final, bien después
de haber resucitado muchos justos bien sin haber todavía resucitado éstos, va a
venir a esta tierra para reinar», lo siguiente: «El sistema del milenarismo
mitigado no puede enseñarse con seguridad».
Esta respuesta,
según se ve claramente, repite la respuesta anterior, sin embargo omitiendo las
palabras de aquella primera respuesta «según la revelación católica» y
substituyendo la palabra «corporalmente» por la palabra «visiblemente».
330. Valor
dogmático. El milenarismo craso es
considerado por los teólogos como herético, y ciertamente con toda
razón en cuanto que es opuesto a la Sagrada Escritura (Mt 22,30; 1 Cor 15,50;
Rom 14,17).
El milenarismo mitigado es
una opinión por lo menos temeraria.
331. Prueba de la
Sagrada Escritura. La
Sagrada Escritura en ninguna parte habla del reino milenario; más aún, si bien
no lo rechaza expresamente, une con la segunda venida de Jesucristo la
resurrección universal de los muertos y el juicio final, al cual le sigue en
verdad inmediatamente la ejecución de la sentencia, de tal modo que no deja
lugar alguno al reino milenario (cf. v.gr. Mt 24,3.27-31 y 25,31-46; Jn 5,27-29; Mt
16,27; 2 Tim 4,1).
Tampoco después
del juicio se otorga a los justos un reino milenario, sino un reino eterno: Mt
25,34. Después de la resurrección en el último día (Jn 6,39) acontece en el
último día el juicio (Jn 14,48), al cual sigue la inmediata retribución del
premio o del castigo (Mt 24-25; 1 Tes 4,15s).
332. Prueba de la
tradición. Los SS.PP. rechazan
enérgicamente cualquier clase de milenarismo. S.JERONIMO habla «de la fábula de
los mil años». S.AGUSTIN, el cual anteriormente había admitido el milenarismo,
después lo rechaza.
Por lo demás en
cuanto a los Padres partidarios del milenarismo (mitigado) Pesch dice lo siguiente:
«Así pues, si desea ya alguien deducir por sus palabras, cuáles son los
escritores antiguos insignes por su autoridad en Teología Dogmática, los cuales
han enseñado el milenarismo más espiritual, pueden reducirse a dos: Justino e
Ireneo, influidos por la veneración de Papías, y estos dos admiten que otros
buenos cristianos piensan en sentido contrario. De donde el argumento que
alguien pretendiera extraer de la tradición prácticamente no tiene valor
ninguno». Más aún Rosadini añade acerca de otros las siguientes palabras:
«Estos… ni presentan esta época de felicidad (ciertamente espiritual) en el
mismo sentido, ni siempre lo hacen de forma aseverativa, y, lo que todavía es
más de tener en cuenta, se oponen a éstos otros varones eclesiásticos de gran autoridad».
Y en cuanto a los
Padres posteriores Franzelin escribe lo siguiente: «Después de Lactancio, al
comienzo del siglo IV, ya ningún autor serio y católico hasta hoy ha mencionado
esta teoría, sin que haya sido para al mismo tiempo desaprobarla y rechazarla».
«Así pues, no puede haber ninguna duda acerca de la unanimidad universal,
constante y ratificada de los Padres y de los Doctores, por lo menos a partir
del siglo V hasta nuestros días, en el hecho de rechazar esta opinión
milenarista».
333. Objeción. Sin embargo parecería que milita en favor del
milenarismo el texto del Apoc 20: Luego vi a un ángel que bajaba del
cielo… Dominó al dragón… y lo encadenó por mil años… vi también las almas de
los que fueron decapitados por el testimonio de Jesús… revivieron y reinaron
con Cristo mil años. Los demás muertos no revivieron sino hasta que se acabaron
los mil años. Es la primera resurrección. Dichoso… el que participa en la
primera resurrección; la segunda muerte no tiene poder sobre éstos… y reinarán
con Cristo mil años. Cuando se terminen los mil años, será Satanás soltado de
su prisión y saldrá a seducir a las naciones… Entregó el mar los muertos que
tenía en su seno, y asimismo la muerte y el infierno entregaron los que tenían,
y fue juzgado cada uno según sus obras. La muerte y el infierno fueron
arrojados al estanque de fuego; esta es la segunda muerte.
Así pues según
estas palabras parecería que iban a resucitar primeramente los justos, los
cuales reinarían con Cristo en la tierra durante mil años, y después todos los
demás para el juicio final.
Sin embargo hay
que negar esto. El libro del Apocalipsis es muy oscuro. De aquí que el texto
que se ha presentado como objeción, no poco difícil en sí mismo, debe ser
entendido haciendo uso de aquella interpretación, que esté más de acuerdo con
la analogía de los dogmas, si bien tal vez esta interpretación sea menos
literal y obvia.
Por tanto en el
reino de Cristo durante mil años, esto es a lo largo de un largo tiempo antes
de la segunda venida de Jesucristo, muchas almas alcanzan la santidad y la
salvación eterna: esta es la resurrección primera.
Los impíos, en
cuanto que no resucitan de este modo espiritualmente, se dice que están
muertos. Al fin del mundo se le permitirá al diablo atacar con más dureza el
reino de Jesucristo, todos los muertos resucitarán corporalmente (esta es la
resurrección segunda) y después del juicio final los impíos serán
entregados al fuego: esta es la muerte segunda. Esta interpretación
adecuada del texto, ya expuesta por S. Agustín, es la más común entre los
teólogos y exegetas católicos.
Además en el texto
que se ha puesto de objeción no se indica que aquel reino va a ocurrir en esta
tierra, o después de la segunda venida de Jesucristo.
Wickenhauser es de
la opinión, la cual no debe ser admitida por los demás, de que aquella primera
resurrección es propiamente la resurrección corpórea de los mártires, por la
que se indicaría simbólicamente que éstos son galardonados con algún privilegio
de la gloria.
334. Escolio. Del estado feliz que va a tener la
Iglesia. Según esta teoría, antes de la llegada de Jesucristo se dará
un largo período en el cual la Iglesia se encontrará en un estado muy feliz.
Afirman esto, además de muchos acatólicos, ciertos católicos como Bisping.
Esta opinión,
según Beraza, es «falsa y está muy alejada del dogma católico»; según Lercher
«debe ser desaprobada como temeraria». Sin embargo, si mantiene la doctrina de
Jesucristo acerca de que se debe llevar la cruz, no parece que deba ser
calificada de este modo. No obstante carece sin duda de un fundamento sólido:
pues la cruz de Cristo siempre hay que llevarla (Lc 9,23; 14,25); en la Iglesia
siempre habrá trigo y cizaña (Mt 13,24-30), ovejas y cabritos (Mt 25,32s);
corderos y lobos (Lc 10,3), buenos y malos (Mt 13,47); en todos, incluso en los
justos, siempre quedará la concupiscencia derivada del pecado original (D 792),
fuente de muchos males morales, e igualmente la posibilidad de sufrir
físicamente.
[Del mismo autor y
obra, L. I, Cap. III, art. 1]:
314. Escolio 2. Expectación del Milenarismo o quiliasmo.
Defendieron el Milenarismo más craso o Reino Milenario lleno de delicias de
cosas sensibles, a partir de finales del siglo I Cerinto, y desde el último
tercio del siglo II Montano y los montanistas. Fueron insignes refutadores de
este Milenarismo a comienzos del siglo III el presbítero romano Cayo, y dentro
del mismo siglo los alejandrinos Orígenes y Dionisio. Sin embargo influidos,
sobre todo por el texto del Apocalipsis 20,1-10, muchos escritores eclesiásticos
antiguos admitieron un cierto Milenarismo terrestre, entre los cuales se cuenta
San Justino, el cual no obstante dijo "te he manifestado que no admiten
esto muchos y precisamente de aquella clase de cristianos, que sigue la
sentencia piadosa y pura". Con todo posteriormente San Jerónimo atacando
las invenciones del Milenarismo, dice: "Estas invenciones aunque estamos
en contra de ellas, sin embargo no podemos condenarlas, porque las han dicho
muchos de entre los varones eclesiásticos mártires".
315. Por consiguiente por estos testimonios de San
Justino, hacia el año 155, y de San Jerónimo, hacia el año 420, consta que
ciertamente muchos autores eclesiásticos atacaron siempre el Milenarismo, pero
que no pocos también lo admitieron. Así pues sostuvieron cierto Milenarismo, a
finales del siglo I, el autor de la Epístola de Bernabé; en el siglo II Papías
(R 658), San Justino, San Ireneo (R 260); en el siglo III Tertuliano (R 338),
San Hipólito, Nepos Obispo alejandrino, Commodiano, Victorino Petavionense; en
el siglo IV San Metodio Olimpo, Lactancio (R 647), Apolinar de Laodicea, El
Ambrosiaster, y ¿tal vez San Ambrosio?; por último en el siglo V Sulpicio
Severo, San Agustín en su primera época (R 1521), el cual sin embargo retractó
posteriormente esta opinión y propuso la explicación del texto del Apocalipsis
20,1-6, que después resultó la explicación común (R 1768 1769). Baste con esto
que hemos dicho acerca del Milenarismo cristiano en la época de los Santos
Padres.
316. A partir de mediados del siglo V solamente se
citan unos pocos autores entre los católicos, que defendieran un cierto
Milenarismo muy mitigado o que al menos miraran este Milenarismo muy mitigado
con benevolencia, como por ejemplo en nuestros días M. Chasles y aquellos que
este autor cita. Esta clase de
Milenarismo todavía no lo ha condenado la Iglesia de forma definitiva. Sin
embargo la Sagrada Congregación del Santo Oficio ya declaró el año 1941:
"El Milenarismo mitigado no puede enseñarse sin peligro" (D 2296).
317. Los primeros Protestantes estuvieron
ciertamente libres de este error. Sin
embargo entre las sectas iluministas de los Protestantes se citan muchas que
defienden el Escatologismo y el Milenarismo: la llamada Comunidad Neo
Apostólica, los Mormones, los Adventistas, los Ruselianos o Milenaristas, los
Anabaptistas y otras sectas. Los Judíos esperaban un cierto feliz Reino
Mesiánico Milenario, cuyas ficciones parece que han ejercido influencia entre
los Milenaristas cristianos.
318. Objeciones.
(...)
326. 9. Apocalipsis 20,1-6. Después de la economía
cristiana y antes del juicio final se anuncia una intermedia economía milenaria
dichosa, en la cual los justos reinarán con Jesucristo mil años; luego la
Iglesia no va a perdurar hasta el juicio final.
Respuesta. La economía milenaria, que se anuncia, no es
otra cosa que la Iglesia militante misma, según la explicación de San Agustín,
la cual la proponen muy comúnmente los autores católicos como más verdadera, en
contra de aquella hipótesis que habían seguido algunos Santos Padres e incluso
San Agustín también la había seguido antes de su retractación (R 1768 1769;
véase R 1521 y el Índice teológico n. 604).