Mons. Víctor “Tucho” Fernández
es el Rector de la Pontificia Universidad Católica Argentina. Fue propuesto
para ese cargo por el entonces cardenal Jorge Bergoglio pero la Sagrada
Congregación para la Educación Católica lo rechazó en varias oportunidades no
sólo por el más que escaso nivel académico del candidato, sino por las dudas en
cuanto a la ortodoxia de su doctrina. El en ese momento P. Fernández había
hecho declaraciones públicas bastante vidriosas y ambiguas cuando se discutía
en el Congreso la ley de matrimonio igualitario.
Pero el arzobispo porteño no se
dio por vencido. Movió cielos y tierras romanos y, a pesar de su desagrado por
los viajes, se allegó a la misma Ciudad Eterna para presionar personalmente, y
finalmente consiguió que el Tucho reemplazara a Mons. Zecca en el rectorado de
la UCA. Habrá sido por este motivo que, el primer acto de su pontificado, fue
nombrar al P. Fernández arzobispo in
partibus, es decir, sin diócesis asignada, casi como un premio para él y
una humillación para quienes se habían opuesto a sus intenciones. Mons. Tucho
es ahora, además de amigo y consejero teológico de Bergoglio, “padre sinodal” y
vicepresidente de la comisión que redactará el mensaje final del sínodo.
Ayer brindó una conferencia que
pueden leer aquí en
la que, entre otras cosas afirma: “El matrimonio cristiano es un «ideal
hermoso», pero cuando se habla de «gradualidad» se pretende decir que hay que
tomar en consideración «la realidad concreta de las personas que no pueden
llegar a aquel ideal», por lo que hay que recordar esa categoría del «bien
posible» evocada por Papa Francisco en la “Evangelii gaudium”, a la que hay que
aspirar «incluso con el riesgo de ensuciarnos en el lodo del camino».
Pasemos en limpio: a la
perfección cristiana a la que todos estamos llamados se llega gradualmente. Es
un camino que los místicos dividen en tres etapas. Las mismas virtudes, que son
hábitos, se adquieren gradualmente, y a veces lleva años el adquirirlas. Sobre
esto no hay dudas.
Pero pareciera que Tucho el
Teólogo confunde el estado de perfección cristiana o el estado de virtudes
adquiridas con el estado de gracia. A la gracia –el Dios Uno y Trino habitando
en el alma-, no se llega gradualmente: se llega o no se llega; se posee o no se
posee; se encuentra o se pierde. El cristiano está en gracia o está en estado
de pecado; nunca la teología católica escuchó que se puede estar “gradualmente”
en gracia: media gracia o un cuarto de gracia no son medidas vigentes, hasta
ahora.
Lo que pretende hacer el Tucho
es explicar por qué un divorciado que contrajo nuevas nupcias civiles y que,
por tanto, vive en adulterio, puede comulgar: no ha llegado al grado de
“matrimonio perfecto” sino que se está acercando gradualmente a él. Esto quiere
decir que su alma en un estado gradual de gracia, inferior al máximo deseable,
pero la suficiente para poder recibir la Sagrada Eucaristía sin cometer
sacrilegio.
“Cuando Jesús salía para irse,
vino un hombre corriendo, y arrodillándose delante de Él, le preguntó: “Maestro
bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?” Jesús le respondió: “¿Por qué me
llamas bueno? Nadie es bueno, sino sólo uno, Dios. Tú sabes los mandamientos:
‘No mates, no cometas adulterio, no hurtes, no des falso testimonio, no
defraudes, honra a tu padre y a tu madre.’” (Mc. 10, 17-19)
¿Hace falta la exégesis? El
Señor no le dijo al joven rico: “Gradualmente deja de matar; gradualmente deja
de cometer adulterio; gradualmente…”. Lo de Mons. Tucho es, a mi entender, lisa
y llanamente una falsificación del mensaje evangélico y una traición al
depósito de la Fe, tal como la recibimos de nuestros padres.
Pero no terminan
aquí las noticias del día. Como
nos advierte el blog In Expectatione, en la homilía diaria en Casa Santa Marta, el papa
Francisco afirmó
que: “Dios no existe: ¡no se escandalicen! ¡Dios así no existe! Existe el
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo: son personas, no son una idea en el aire…
¡Este Dios spray no existe! ¡Existen las personas!”.
A ver: el sucesor de Pedro,
encargado por el mismo Verbo de Dios hecho hombre de “confirmar a sus hermanos
en la fe”, dice lo que ustedes acaban de leer. Si lo tomamos al pie de la
letra, debemos decir que el papa Francisco no cree en la naturaleza ni en la
esencia divinas. “Eso”, en lo que él no cree, no sería más que un “spray”. Él
solamente cree en las personas divinas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo,
pero no en la Trinidad como unidad de personas.
Les aconsejo a los tomistas que
no se les ocurra hablarle del Ipsum
Esse Subsistens porque, debido a que no entiende el concepto, seguro que
les da una misericordiación de esas que él sabe dar.