Doré, Diablo en el infierno devorando a los
traidores.
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Increíblemente,
el rapto furioso de Cristina y sus brotes paranoicos en la cara de Obama, del
mundo y de nuestro país reconoce su origen en el respaldo irrestricto que le
dio Bergoglio. Cristina cargó las pilas con Bergoglio, y envolviéndose en la
sotana pontificia, llegó a decir en la Asamblea de la ONU que estaba amenazada
por ISIS por su “amistad con Francisco” y a atacar a la especulación financiera
con la Evangelium Gaudium en la mano. Respecto del atentado de ISIS, acaba de
desmentirse, diciendo que es una leyenda, que el que la intenta matar es USA.
Esta audacia está fogoneada por el hecho de poder tutearse en la mesa del
Papa durante dos horas y media a solas. Le ha hecho perder el último resto de
cordura y proporción que le quedaba a esta triste chirusa de Tolosa.
Ahora,
ensoberbecida, sanciona leyes inicuas como el Código Civil y arremete contra
los conspiradores externos e internos, sembrando la peor semilla que puede dar
un tirano, la disensión civil. Conociéndola como la conoce, Bergoglio no movió
un dedo para exhortarla a la búsqueda de la paz civil. Al contrario: la
consolidó en su resentimiento y la “empoderó” como dicen los sodomitas.
Sobre
Bergoglio pende la responsabilidad por la comisión de una doble traición,
contra la Iglesia y contra su Patria. Dante, que puso en el peor lugar del
Infierno (las fauces de Lucifer) a Bruto y a Casio en una boca por traicionar a
Roma y a Judas en otra por traicionar a Cristo, se las vería en figurillas para
embocar a este personaje. Si no quiere hacerse responsable de la comisión de
una doble traición que no juzgará Dante en última instancia, debería comenzar
por rectificar estos malos pasos.
Ludovicus