Sigue
el desfile de personajes impíos, inmorales y corruptos por el Vaticano, donde
parece se sienten muy a gusto, pues son muy bien acogidos.
Esta
vez fue el turno de la impía, inmoral y corrupta Cristina Fernández Wilhelm viuda
de Kirchner, que por justo castigo de Dios para el insensato y perezoso pueblo
argentino ejerce la Presidencia de nuestro país.
Cristina
Kirchner llegó invitada por Francisco, no se sabe bien a cuento de qué, aunque
abundan las especulaciones de los “analistas políticos”. Quizá como buen
imitador de Perón, Francisco le haya dicho como les dice a todos: “metele para adelante,
dale nomás”, conformando a sus interlocutores, sean estos políticos de “derecha”
o de “izquierda”, curas comunistas o conservadores, narco-futbolistas o
vedettes televisivas.
Pero
más allá de todo posible análisis e implicación política (probablemente como
viene ocurriendo últimamente con quienes visitan a Francisco, a Cristina
Kirchner le vaya muy mal en Nueva York o en Argentina, tras este encuentro), quedémonos
simplemente con este gesto de la impía, inmoral y corrupta mandataria a la cual
le queda poco tiempo de gobierno: entre los regalos que le hizo a su compatriota
vestido de blanco, entre las diversas tonterías que le regaló, puede verse un inmenso
cuadro que, según dicen, representaría a la “Virgen Desatanudos”, a la cual es
afecta Bergoglio.
Pues
bien, si ya la pintura original es sospechosa, moderna, y muestra unos ángeles
semidesnudos, la obra que le regaló la impía, inmoral y corrupta Cristina sobrepasa el descaro.
Es,
como puede observar el lector, una imagen impúdica, pagana, centrada en una “Virgen”
que muestra el hombro desnudo y parece más bien una actriz de televisión. Uno
de los ángeles se ha transformado en mujer y muestra sus pechos y gran parte de
sus piernas. La serpiente debajo ha cobrado gran protagonismo y no aparece
pisada por la “Virgen”, sino que más bien apenas la toca con un dedo, como si
la acariciara. Parece además que esta pintura de “pop-art” era sonora y se
escuchaba el “aleluya” al sacarla de su recipiente. Además de impía la Cristina
carece del más elemental gusto estético, como puede observarse en su propia
persona, e inclusive puede verse su perturbación mental en el esfuerzo que debe
hacer para simular un catolicismo que no tiene ni siente, lo que la lleva a
sobreactuar. Pero el veneno de sus ojos sufrientes no miente, pues en verdad
esa mujer tiene dentro el resentimiento por lo religioso (aun por lo que
parezca religioso) y por todo aquello que aparece superior ante su figura
pletórica de soberbia. ¿Y Francisco? Muy contento, habiendo instalado la
pseudo-religión del “encuentro”, marcada por la permisividad que corroe,
ensucia e insulta la Verdad, el Bien y la Belleza, mientras sostiene su poder
de figuración que tanto parece complacerlo. Seguirá con su “cultura del
encuentro” entre sonrisas y carnavales, rodeándose de fantoches del diablo que ansían o trabajan para el advenimiento del Anticristo, hasta que, inevitablemente y más
temprano que tarde, por la misericordia de Dios, el tren del encuentro
descarrile con toda su impiedad religiosa, su fealdad estética y su "humildad" mediática hacia el abismo sin fin.
La Sra. Presidente busca mantener su visible "dignidad" transformándose en un adefesio producto de cirugías estéticas, implantes capilares y horrorosos vestuarios. |
¿Por qué será que a esta señora cada dos por tres le sale hacer los cuernitos con la mano? |
Los otros regalos a Francisco: un cuadro "a lo Andy Warhol" según Cristina, de Francisco, y un cuadro de Eva Perón. |