Número
CCCLXXIV (374)
13
de septiembre de 2014
PAPAS FALIBLES
Mons.
Williamson
Ni los liberales ni los
sedevacantistas aprecian que se les diga que ellos son como cara y ceca de una
misma moneda, pero es cierto. Por ejemplo, ninguno de los dos puede concebir
una tercera alternativa. Vean por ejemplo en su Carta a los Tres Obispos del
14 de abril de 2012, como Monseñor Fellay no podía ver una alternativa a su
liberalismo que no fuera el sedevacantismo. A la inversa, para muchos
sedevacantistas si uno acepta que alguno de los Papas Conciliares ha sido
realmente Papa, entonces uno no puede ser sino un liberal, y si uno critica al
sedevacantismo, entonces uno promueve el liberalismo. ¡Pero de ninguna manera!
¿Por qué no? Porque ambos están
cometiendo el mismo error de exagerar la infalibilidad del Papa. ¿Por qué? ¿Es
posible que sea porque ambos son hombres modernos que creen más en personas que
en instituciones? ¿Y por qué debe ser esa una característica del hombre
moderno? Porque más o menos a partir del Protestantismo en adelante, menos y
menos instituciones han verdaderamente buscado el bien común, y más y más algún
interés privado tal como el dinero (mi derecho sobre ti), lo cual por supuesto
disminuye nuestro respeto por ellas. Por ejemplo, buenos hombres salvaron por
un tiempo a la podrida institución moderna bancaria para que no tuviera
inmediatamente todos sus perversos efectos, pero los podridos banksters
actuales están finalmente mostrando lo que las instituciones malas del sistema
bancario de reserva fraccional y de los bancos centrales eran, en sí mismos,
desde el principio. El Diablo está en las estructuras modernas gracias a los
enemigos de Dios y del hombre.
Entonces es comprensible si los
Católicos modernos han tendido a poner demasiada fe en el Papa y demasiada poca
en la Iglesia, y aquí está la respuesta a ese lector que me preguntó por qué yo
no escribo sobre la infalibilidad de la misma manera que lo hacen los manuales
clásicos de teología católica. Esos manuales son maravillosos a su manera, pero
todos han sido escritos antes del Vaticano II y tienden a asignar al Papa una
infalibilidad que pertenece a la Iglesia. Por ejemplo, la cumbre de
la infalibilidad es pasible de ser presentada en esos manuales como una solemne
definición por parte del Papa, o del Papa con un Concilio, pero de cualquier
manera por el Papa. El dilema liberal-sedevacantista ha sido la
consecuencia, y además como un castigo por esa tendencia a
sobrevalorar la persona y subvalorar la institución porque la Iglesia no es una
institución meramente humana.
Pues, primero, el casquete de nieve
que es el Magisterio Solemne sobre la montaña que es el Magisterio Ordinario,
es su cumbre solamente de una manera muy limitada – es totalmente sostenido por
la cumbre rocosa por debajo de la nieve. Y, segundo, por el más autorizado
texto de la Iglesia sobre la infalibilidad, la Definición del Concilio
verdaderamente católico que fue el Vaticano I (1870), sabemos que la
infalibilidad del Papa proviene de la Iglesia y no a la inversa. Cuando el Papa
compromete todas las cuatro condiciones necesarias para la enseñanza ex
cathedra, entonces, dice la Definición, él posee “aquella
infalibilidad de la que el Divino Redentor quiso que gozara su Iglesia en la
definición de la doctrina.” ¡Pero por supuesto! ¿De dónde más puede
provenir la infalibilidad sino de Dios? Los mejores de los seres humanos, y
algunos Papas han sido muy buenos seres humanos, pueden ser inerrantes, es
decir no cometer errores, pero siempre que tienen el pecado original no pueden
ser infalibles como Dios sólo puede serlo. Si ellos son infalibles, la infalibilidad
debe provenir a través, pero desde el exterior, de su humanidad, desde Dios que
elige concederla a través de la Iglesia católica, y esa infalibilidad necesita
ser un regalo solamente momentáneo, por la duración de la Definición.
Por consiguiente, fuera de los
momentos ex cathedra de un Papa, nada le impide hablar
disparates tal como la nueva religión del Vaticano II. Por consiguiente ni los
liberales ni los sedevacantistas necesitan o deben prestar atención a tales
disparates porque, como dijo Monseñor Lefebvre, ellos tienen 2000 años de
enseñanza Ordinariamente infalible de la Iglesia con lo cual juzgar que son
disparates.
Kyrie eleison.