Número
CCCLXXIII (373)
06
de septiembre de 2014
DONOSO CORTÉS – I
Mons.
Williamson
Uno de los dogmas católicos más importantes es el
del pecado original, por el cual todos los seres humanos (excepto Nuestro Señor
y Su Madre) tienen una naturaleza seriamente herida desde el nacimiento [Nota del blog: un
Sacerdote de la Resistencia nos sugiere aclarar que la palabra
"birth", que significa nacimiento pero también inicio, comienzo,
etc.; resulta ambigua, pues es desde la concepción que tenemos el pecado
original y no sólo desde el nacimiento.] por
nuestra misteriosa solidaridad con Adán, el padre de toda la humanidad, cuando
él cayó con Eva en el primero de todos los pecados humanos en el Jardín del
Edén. Por supuesto para la mayoría de las personas hoy en día esa Caída es tan
sólo un cuento de hadas, o mitología, y es por eso que ellos han construido un
Disney World todo alrededor nuestro. En principio, los Católicos creen en el
pecado original, pero muchos apenas si lo toman seriamente en la práctica,
porque Disney World es tan seductor. Después de todo, no es para nada agradable
creer que todos somos pecadores. ¿No estamos todos nadando en un mar meloso de
amor, amor, amor?
Pero un hombre que vio muy claramente el pecado
original en acción fue el noble español, escritor y diplomático, Donoso Cortés
(1808–1853). Su vida se extendió durante esa primera mitad del siglo 19 no cuando
en el desarrollo de la Revolución Francesa (1789), Europa estaba lentamente
pero constantemente reemplazando el antiguo orden Cristiano (“ancien régime”)
con el judeo-masónico Nuevo Orden Mundial. Exteriormente el antiguo orden fue
puesto de nuevo en su lugar por el Congreso de Viena (1815), pero interiormente
no fue para nada lo mismo que antes porque las mentes de los hombres estaban
ahora descansando en fundamentos bien diferentes, fundamentos liberales,
notablemente la separación de la Iglesia del Estado. Cuando Donoso ingresó a la
política española de joven se autoproclamó ser liberal, pero a medida que
observaba cómo las ideas revolucionarias se realizaban en la práctica, él
devino más y más conservador hasta que en 1847 se convirtió a la antigua
religión católica de España. A partir de allí y hasta su temprana muerte, sus
palabras escritas y verbales llevaron por toda Europa su profético análisis
católico de los errores modernos radicales que fraguaban el Nuevo Orden
Mundial.
Atrás de todos estos errores él discernió dos: la
negación del cuidado sobrenatural de Dios por sus creaturas y la negación del
pecado original. De la Carta de Donoso al Cardenal Fornari (1852)
provienen los dos párrafos siguientes que conectan el pecado original al alza
de la democracia y a la disminución de la Iglesia:
“Si la luz de nuestra razón no ha
sido obscurecida, esa luz es bastante, sin el auxilio de la fe, para descubrir
la verdad. Si la fe no es necesaria la razón es soberana e independiente. Los
progresos de la verdad dependen de los progresos de la razón; los progresos de
la razón dependen de su ejercicio; su ejercicio consiste en la discusión; por
eso la discusión es la verdadera ley fundamental de las sociedades modernas y
el único crisol en donde se separan, después de fundidas, las verdades de los
errores. En este principio tienen su origen la libertad de imprenta, la
inviolabilidad de la tribuna y la soberanía real de las asambleas
deliberantes.”
Donoso continúa con un diagnóstico paralelo de las
consecuencias que trae el suponer que la voluntad del hombre
está libre del pecado original. “Si la voluntad del hombre no está enferma, le
basta el atractivo del bien para seguir el bien sin el auxilio sobrenatural de
la gracia; si el hombre no necesita de ese auxilio, tampoco necesita de los
sacramentos que se lo dan ni de las oraciones que se lo procuran.” Si la
oración no es necesaria, es ociosa; si es ociosa, es ociosa e inútil la vida
contemplativa; si la vida contemplativa es ociosa e inútil, lo son la mayor
parte de las comunidades religiosas que debidamente desaparecen. Si el hombre
no necesita sacramentos entonces él no tiene necesidad de sacerdotes que los
administren, que son así debidamente proscriptos. Y del desprecio al sacerdocio
resulta por todos lados el desprecio a la Iglesia, lo cual equivale en todas
partes al desprecio a Dios.
A partir de tales falsos principios, Donoso Cortés
previó un desastre sin paralelo en el muy cercano futuro. En realidad ha sido
postergado por más de 150 años, pero, ¿por cuánto tiempo más?
Kyrie eleison.