Por
Juanjo Romero
ن,
es la vigesimoquinta letra del alfabeto árabe –nun, nuestra N–, y es el
garabato con el que los seguidores del califato del Estado Islámico (IS,
Islamic State) están marcando las fachadas de las casas y lugares de
culto de los cristianos.
Es
la letra que abrevia «nasrani» (nazareno), con la que los
islámicos han designado (peyorativamente) a los cristianos desde el siglo VII.
Encima una advertencia en negro «Propiedad del Estado Islámico».
En
Mosul acaba de terminar el plazo fijado en la circular distribuida el viernes.
El ultimátum vencía el sábado noche: o los cristianos se iban, o se convertían
o pagaban la «yizia», el impuesto para los dimmíes. Pasado el
plazo, el «califa» les revelaba su destino: «la única opción será la
espada».
El
enviado especial del diario El Mundo, F. Carrión, describe la situación:
Desde
entonces, los altavoces de las mezquitas y los vehículos que patrullan la
ciudad habían difundido una amenaza confirmada el viernes en los pasquines
repartidos tras el rezo. Entre otras sanciones, a los funcionarios cristianos se
les ha retirado el sueldo y se ha dejado de distribuir alimentos a las familias
no musulmanas. Sus casas han sufrido, además, cortes de electricidad.
En
las últimas horas, decenas de familias -los últimos representantes cristianos
de la ciudad- han abandonado el lugar rumbo a las localidades de la provincia
de Nínive fuera del control del IS o a la vecina región autónoma del Kurdistán,
que ha acogido a los cientos de miles de desplazados por el conflicto. En la
desbandada, han padecido los puestos de control de los yihadistas,
que –según los testimonios de algunas víctimas– han confiscado bienes y dinero
a quienes huían.
En 2003 había millón y medio de
cristianos, el 5% de la población. El año pasado no llegaban a 450 mil. Ya
no hay. Dramática entrevista al Patriarca
sirio-católico Ignacio José III Younan:
–
¿Todavía hay cristianos en Mosul?
–
No, ya no los hay. Quedaban una docena de familias que tuvieron que huir ayer y
les robaron todo. Estaban más allá de la frontera de la ciudad, pero les
robaron, les vejaron y los dejaron tirados en el desierto. Desafortunadamente,
no.
Para
cualquier estudiante de Historia de España (al menos de los de antes), Nasrani
o yizia, son términos conocidos. Eulogio o Álvaro de Córdoba y
todos los mártires mozárabes son un perenne recuerdo. Y quizá también
una esperanza para todos esos hermanos cristianos de Oriente. A su intercesión
les encomiendo, que les ayude a ver la voluntad del Señor, a corresponder a la
gracia de la perseverancia final.
Lamento
por quien se lo tome a mal, pero la caridad es también una virtud ordenada, y
yo, como católico, estoy mucho más preocupado por la suerte de esos
hermanos que por lo que ocurra en la franja de Gaza. Estoy por bordar
una ن roja en la ropa a ver si se me pega algo de ellos.
Supongo
que nadie se extrañará, ahora que has llegado al final del post, si
pido un avemaría, Regina Martyrum, por ellos.