Sermón del
Padre Girouard del 16 de marzo de 2014. Publicado en Sacrificium.
El Padre habla
a los fieles de su último viaje y de su aniversario de ser conminado al
silencio, lo que provocó su salida de la Fraternidad. Enseguida, habla de la
FSSPX:
Quisiera
decirles a todos ustedes y a todo el mundo: ¡Háganlo simple! Vean todo de
manera simple en su espíritu, y cuando ustedes hablen con la gente, háganlo
simple porque de hecho, la elección es bastante simple. La elección es:
¿Queremos ser reconocidos por los embaucadores y los herejes? ¿Deberíamos
querer que ellos nos den el título de católicos? ¡No! ¡Yo soy católico! Yo sé
que soy católico. Mi catecismo me dice que soy un católico. Todos los
documentos de los papas tradicionales también. Por lo tanto no necesito que esa
gente que promueve las herejías del modernismo y del liberalismo, que fueron
condenadas por los papas precedentes, me dé la etiqueta de católico. O que no
me la den. No me preocupo por lo que piensen de mí.
Yo quiero
hacer lo que es justo. Quiero hacer la voluntad de Dios. Soy un católico y, con
la ayuda de Dios, seré un católico hasta mi último suspiro. ¡No cambiaré! ¡Con
la gracia de Dios! Pero no tengo necesidad que estas gentes, que están
destruyendo la Iglesia, me den una etiqueta, una buena o mala, no me preocupa.
De hecho, si me dan una mala, sería dichoso. Si ellos me dicen “Usted no es
bueno… usted no forma parte de nuestra iglesia…” Yo les diría: “Bien, yo sé que
no formo parte de su iglesia, no quiero formar parte de su iglesia y estoy
agradecido por haberlo hecho público. ¿De acuerdo? Y si ustedes pueden
excomulgarme de su iglesia, estaría todavía más feliz, porque en este momento
me excomulgo yo mismo. Esto significa que yo me pongo fuera de su estructura
modernista, porque yo no quiero que Dios, cuando yo muera, me juzgue y me diga:
“Tú le has dado la mano a estas personas, tú has colaborado a la destrucción
de mi Iglesia y a la perdición de millones de almas. Tú has dado tu nombre a
esta organización que destruye a mi pueblo, que dispersa mi rebaño” Yo no
quiero tener esta acusación en contra mía.
En cuanto a la
situación de la Fraternidad es muy simple. Les dirán: “Nosotros no hemos
firmado un acuerdo”. Hasta donde sé, es verdad. Ellos todavía no firman un
acuerdo. Pero si ustedes ven la Declaración del Capítulo de 2012, si ustedes
ven la Declaración de Monseñor Fellay, Monseñor de Galarreta y Monseñor Tissier
del 27 de junio del año pasado, 2013, ustedes leen estos dos documentos, estos
dicen la misma cosa. Ellos abren la puerta a un reconocimiento oficial y a una
regularización canónica oficial de la Fraternidad sin poner como condición la
conversión de Roma. Esta fue nuestra posición hasta el 2012, expresada por
Monseñor Lefebvre, expresada por el Capítulo general de 2006: No al acuerdo con
Roma, no al acuerdo práctico.
Pero ¿qué es
un acuerdo práctico? Esto significa una regularización canónica, esto significa
un acuerdo que no concierne a la doctrina. Y esto ha sido confirmado, y esto
está confirmado por la Fraternidad en las palabras del Padre Rostand en su
entrevista « Contra los rumores ». Todavía está en su sitio de
internet. Él hace la distinción sobre lo que es un acuerdo: es el hecho que,
sin estar de acuerdo sobre la doctrina, ahora la fraternidad acepta el
principio de ser reconocida. Ellos han abierto la puerta. Ahora, eso
depende solamente de Roma. Ellos solo dicen: “Si Roma quiere aprobarnos,
muy bien”.
Y entonces
ellos integrarían la estructura romana. ¿Qué tipo de estructura? ¡La estructura
Novus Ordo! ¡Es todo! No hay más que una sola estructura, es la estructura
Novus Ordo. No hay nada en Roma que pueda ser calificado de tradicional. Allí
está solamente la iglesia novus ordo, la iglesia Vaticano II, la iglesia conciliar.
Se puede decir
que quieren seguir luchando por la Tradición, pero cuando dicen: “Queremos que
los herejes nos den su sello de aprobación” en vía práctica, ¡se están
aceptando las herejías! Pueden hablar con fuerza por un lado, pero por otro
lado la acción contradice el discurso. Dicen que quieren batirse por la Verdad
pero quieren ser reconocidos por los herejes. Quieren ser reconocidos por la
iglesia del Vaticano II. Esta es la contradicción: las palabras versus las
acciones.
Entonces la
situación es verdaderamente simple. Desde el Capítulo general de 2012, la
Fraternidad abrió oficialmente la puerta esto. Esta puerta fue cerrada por
Monseñor Lefebvre. Monseñor dijo “Nosotros no podemos estrecharles la mano”.
Nosotros no podemos tener ninguna clase de acuerdo con ellos, a menos que
regresen a la Verdad Católica, a menos que regresen a la enseñanza de la
Iglesia tradicional. A menos que condenen el Vaticano II”. Y Monseñor Fellay
cree lo contrario ahora… vean ustedes la contradicción en Monseñor Fellay.
Hace dos años,
en marzo de 2012, él nos envió a todos los sacerdotes, en el Cor Unum, una gran carta diciendo que
sí, él es muy fuerte contra el modernismo y quiere combatir los errores y blá,
blá, blá. Sí, dos páginas de esto y después ¡oh lá lá! La última página donde
dice que sí, está todavía de acuerdo con la decisión del capítulo 2006, que no
debería haber ningún acuerdo práctico con Roma no convertida, pero he aquí que
¡la situación ha cambiado en Roma! No dice que el capítulo 2006 no fuera bueno,
sino que la situación cambió completamente. Y luego expone su gran sueño, su
gran ilusión: Que el conoce numerosos obispos que no quieren el Vaticano II,
que hay un cambio, que la nueva generación no conoce el Vaticano II y toda
clase de cosas como esas, y dice: “Yo recibo apoyo secreto de personas cercanas
al Papa”, por lo tanto, como Roma ha cambiado, podríamos tener ese acuerdo. Y
podremos ayudar a la Iglesia cambiándola desde el interior. Así vive él soñando
¡en una completa ilusión!
Pero entre el
2006 y 2012 ¿qué ha sucedido? Asís III, muchas jornadas mundiales de juventud
por Benedicto XVI y el nuevo papa. ¿Ven ustedes un cambio en la iglesia novus
ordo? ¡no! ¡no! Yo no. Es la misma iglesia del novus ordo, del Vaticano II, del
liberalismo, del modernismo. La situación es exactamente la misma. Por lo tanto
las cosas no son complicadas. La Fraternidad, por culpa de sus superiores que
viven en un sueño y en la ilusión desgraciadamente ha cambiado sus leyes. Ellos
mismos cambiaron la Fraternidad. Ellos le abrieron la puerta a este acuerdo
práctico. Pues, cuando se abre la puerta, algo terminará por entrar. Solo el
hecho de abrir la puerta ¿qué significa? Significa que se han renunciado a los
principios. Una puerta está allí para proteger la casa de los invasores.
¡Estamos en tiempo de guerra! ¡No estamos rodeados de amigos de Cristo aquí!
Y esta
apertura de la puerta de la Fraternidad me recuerda a la apertura, por Juan
XXIII, de las “ventanas” de la Iglesia. En 1959, él declaró: “¡Necesitamos una
bocanada de aire fresco!” ¿lo recuerdan? Y dijo: “Quiero abrir las ventanas de
la Iglesia”. Más tarde, su sucesor el papa Paulo VI dijo: “Me pregunto lo que
sucedió a la Iglesia… pues de una cierta manera, a través de fisuras en los
muros, ¡el humo de Satanás entró en la Iglesia!
Si yo hubiera
estado allí, le hubiera dicho: “Pues bien, Su Santidad, no es a través de
fisuras en los muros que el humo de Satanás entró en la Iglesia. Es por las
ventanas que Juan XXIII abrió”. Y ahora tenemos a Monseñor Fellay y los Capitulares
que firmaron la Declaración del Capítulo General que abrieron, no solamente la
ventana, ¡no! la ventana no era suficiente para ellos. Ellos abrieron la puerta
de su casa. La puerta del castillo, que fue construido por Monseñor Lefebvre
con el fin de proteger y de combatir, como base de operación para combatir el
exterior y para proteger el interior, ¡Cristo Rey, la Iglesia Católica!
Pero ahora ellos abrieron la puerta. ¿Cuándo entrará el enemigo? No lo sé, no
soy profeta. Pero si se deja la puerta abierta, el enemigo vendrá.
Esencialmente, es agitar la bandera blanca. ¡Lo que hicieron es rendirse!
Cuando leemos
la historia a este respecto, incluso en la Biblia, hay muchas historias que nos
dicen que los conquistadores siempre pidieron una cosa a las ciudades que
asediaban: “¡Abran las puertas! Si las abren, no los mataremos, no destruiremos
la ciudad. Pero si resisten, vamos a continuar el asedio y cuando entremos en
la ciudad nadie sobrevivirá”. Y en la Fraternidad ¿qué pasó en el Capítulo General?
Todos los superiores de la Fraternidad ubicados por encima del muro del
castillo, miran a la armada que nos asedia y le dicen: “Estamos en contra de
ustedes, nosotros no queremos su doctrina”. Pero sin embargo abrieron la
puerta. ¿Qué efecto tendrán entonces estas palabras de combate si se abren las
puertas del castillo al enemigo?
Estoy seguro
que en este momento, en Roma, se están riendo de la Fraternidad y están pasando
verdaderamente un buen momento.
Porque ellos
saben que ¡la Fraternidad está vencida! ¡Eso es todo! ¡Se ríen de Mons. Fellay!
¡Se ríen de Mons. Williamson! ¡Se ríen de todo el mundo! Ellos juegan como
soldados de franco!¡Y se ríen de todos! Y no tiene importancia saber cuánto
tiempo tardarán en penetrar el castillo, pues la puerta está abierta. Por lo
tanto, la situación es bastante simple.
Terminaré
citando un documento de Monseñor Lefebvre del 6 de septiembre de 1990. Dos años
después de las consagraciones y seis meses antes de su muerte. Serán solo
algunas partes:
Ciertamente la
cuestión de la liturgia y de los sacramentos es muy importante, pero más
importante todavía es la de la Fe. Para nosotros esta cuestión está
resuelta, pues tenemos la Fe de siempre, la del Concilio de Trento, del
Catecismo de San Pío X, de todos los concilios y de todos los Papas anteriores
al Concilio Vaticano II; en una palabra, la Fe de la Iglesia. Pero ¿y en Roma? La perseverancia y la obcecación en las
ideas falsas y en los graves errores del Vaticano II siguen en pie. Está
claro (Las cosas no
han cambiado nada ahora, ellos siguen creyendo en el Vaticano II. No
debemos hacernos ninguna ilusión. Estamos llevando a cabo un combate
fortísimo. No hemos de dudar ni tener miedo. (…)Es
asombroso ver que nuestro combate es exactamente el de los grandes católicos
del siglo XIX desde la Revolución, y el combate de los papas Pio VI, Pio VIII,
Gregorio XVI, Pio IX, León XIII, san Pio X hasta Pio XII. Ahora bien, ¿en qué
se resume este combate? En Quanta Cura y el Syllabus de Pio IX, y Pascendi
domini gregis de san Pio X. Son documentos sensacionales, que por otro lado
causaron conmoción en su tiempo y que opusieron la doctrina de la Santa Sede a
los errores modernos. Es la doctrina de la Iglesia que se ha opuesto a los
errores que se han manifestado en el transcurso de la Revolución,
particularmente en la Declaración de los derechos del hombre.
Este
es el combate que libramos hoy en día (…) ustedes saben muy bien que el
cardenal Ratzinger ha dicho oficialmente que para él el Vaticano II era el
anti-Syllabus. Si él está claramente colocado contra el Syllabus, es
porque él ha adoptado el principio de la Revolución. De allí que ha dicho
claramente: “La Iglesia está abierta a las doctrinas que no son
nuestras sino que vienen de la sociedad, etc.” Todo el mundo ha
comprendido: los principios del 89, los derechos del hombre.(Tenemos
entonces dos Iglesias. La que acepta los principios de 1789 de la Revolución
francesa y la Iglesia católica que todavía los combate. La situación no es tan
complicada).
Y Monseñor
habla de ilusiones y de sueños, como los de Monseñor Fellay y dice:Nosotros
nos encontramos en el presente en la misma situación, no hay que hacerse
ilusiones: nosotros dirigimos un combate muy fuerte. Pero como está asegurado
por toda la línea del Pontificado, no debemos dudar o tener miedo. Algunos
quisieran cambiar esto o aquello, unirse a Roma, al Papa… Nosotros lo haríamos,
por supuesto, si ellos estuvieran en la Tradición (Esta
es la condición) y continuaran el trabajo de todos los papas del
siglo XIX y de la primera mitad del XX. Pero ellos mismos reconocen que han
tomado un camino nuevo, que el Concilio Vaticano II ha abierto una nueva era, y
que la Iglesia recorre una nueva era. (Por lo tanto, nosotros no
somos los únicos en decirlo) Es el combate de Satanás contra la
ciudad de Dios (Miren como se expresa, con tanta fuerza) Pero
no hay que preocuparse, hay que tener confianza en la gracia del Buen Dios.
Entonces
tenemos que escoger (ya les dije que la elección es simple, les citaré
lo que dijo Monseñor Lefebvre a Paulo VI): Estamos obligados a
escoger entre vos y el concilio, y sus predecesores. ¿A quién hay que ir? Con
los predecesores que afirmaron la doctrina de la Iglesia, o seguir las
novedades del concilio Vaticano II que vos habéis afirmado” (Esta
es la elección: entre la Iglesia Católica o la iglesia modernista, herética,
liberal. Y esto es lo que dijo respecto a los que quieren ser reconocidos y los
que nos dejaron para ser reconocidos): Ellos nos traicionaron. Le
dan la mano a los que demuelen la Iglesia, a los que tienen ideas modernistas y
liberales condenadas por la Iglesia. Por lo tanto, ellos hacen el trabajo del
diablo (Estas son las palabras de Monseñor Lefebvre respecto a los que
quieren ser reconocidos por los embusteros y los herejes de Roma. “Ellos hacen
el trabajo del diablo”, sí lo hace, es cierto. Y dijo): No podemos a
la vez dar la mano a los modernistas y querer conservar la Tradición, no es
posible (Y yo repito: no es posible. Esto condena el sueño de
Monseñor Fellay y sus amigos). Lo digo de nuevo: No podemos a la vez
dar la mano a los modernistas y querer conservar la Tradición.
Es
lo que nos plantea a veces problemas con algunos muy buenos laicos, (yo
añadiría, también con algunos sacerdotes y la jerarquía de la Fraternidad) que
nos son favorables y han aceptado las Consagraciones, pero que tienen un cierto
pesar íntimo de no estar con los que estaban antes, con los que no aceptaron
las Consagraciones y que ahora están en nuestra contra. “Es una lástima,
quisiera irlos a encontrar, tomar una copa con ellos, tenderles la
mano”. Esto es traición, porque a la menor ocasión se irán con ellos. Hay
que saber lo que queremos. Pero desgraciadamente, ellos saben lo
que quieren, Monseñor Fellay y los otros. Ellos abrieron la puerta al enemigo
por el Capítulo general. Ellos hicieron su elección. Ellos quieren que toda la
Fraternidad los siga. En lugar de salirse como los de la Fraternidad San Pedro
y dejarnos a nosotros continuar la lucha, ellos quieren que los sigan todos los
sacerdotes, todas las hermanas, todos los hermanos, todos los laicos.
Está
muy claro ¿lo ven? Hay una cita respecto a lo que debemos hacer en el futuro,
Monseñor dice de Roma: Sin embargo… (Si continuamos, la
Fraternidad, los fieles siendo fieles a la Iglesia Católica y a los Papas de
siempre) ellos estarán obligados a reconocer que la Fraternidad
representa una fuerza espiritual irremplazable para la fe, donde ellos, espero,
tendrán la alegría y la satisfacción de servirse cuando hayan regresado a la fe
tradicional. Hasta entonces no hay estrechón de manos. Primero
regresan a la Fe Católica, y entonces hablamos.
Y deberíamos
cerrar la puerta del castillo-fortaleza antes de que sea demasiado tarde. Y como
ellos no quieren cerrar la puerta que abrieron hace dos años, la gente que
quiere salvar sus almas, los que quieren permanecer fieles a Dios y a la
Iglesia Católica, los que no quieren de ninguna manera participar, ni dar sus
nombres a la destrucción de la Iglesia, ellos deben salir de la Fraternidad.
Como lo hicimos al salir de la estructura de la iglesia moderna, ahora debemos
salir de la estructura oficial de la Fraternidad moderna. Porque no queremos
que Dios nos diga: “¡Guardasteis silencio! ¡Permanecisteis en el interior! ¡Por
lo tanto cooperasteis a la destrucción de la Iglesia!”
En
el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Así sea.