Mi post anterior, Escolios a una
autoentrevista de mons. Fellay en DICI,
ha suscitado un comentario anónimo
en mi blog.
Como los argumentos en él esbozados me han parecido paradigmáticos,
he decidido responder por extenso en forma de nuevo post.
A continuación presento el comentario
del anónimo lector. Después va mi respuesta.
Su análisis de la entrevista esta cargado de prejuicios y no se ajusta a
la realidad.
Monseñor Fellay ha obtenido de estos malísimos Papas que nos toca
padecer mucho más que lo que el mismo Monseñor Lefebvre consiguió. Hace ocho o
diez años, era completamente impensado que las autoridades de Roma admitieran
que la Misa no fue abrogada, y menos que un sacerdote la pudiera celebrar, sin
autorización. Menos aún que el Concilio V II pudiera ponerse en tela de juicio,
como se hizo en las discusiones doctrinales, y ni pensar en que se revocara las
ilegítimas excomuniones.
Todo esto ha hecho que en todo el mundo, muchos católicos redescubran la
Tradición Católica, se apeguen a la Misa verdadera y comiencen a ver los
horrores del Concilio.
La razón fundamental por la cual han hecho renunciar a Benedicto es
porque, con su táctica de atrapar y destruir la fsspx, lo único que logró es
permitir dentro de la Iglesia una vuelta irreversible a la Tradición. Los
Franciscanos de la Inmaculada son sólo un ejemplo, y una muestra de ello, y ya
ni las tácticas del terror implementadas por el comisario apostólico harán
retroceder a estos sacerdotes monjas y fieles.
Por supuesto, que Benedicto no es un restaurador, pero sus medidas,
aunque posiblemente tomadas con las peores intenciones, están permitiendo que
muchísimas almas se salven. Y al Increíblemente reinante Francisco, ni con toda
la prensa de su parte le será fácil revertir esta reacción. Ya varios
Cardenales y Obispos, como Burke Schneider y otros, le han marcado la cancha a
sus pretensiones.
Monseñor Lefebvre, seguramente en el cielo, estará orgulloso de lo que
hasta ahora ha logrado su humilde fsspx, con Monseñor Fellay a la cabeza.
Estimado Anónimo,
Ciertamente, soy una persona cargada de prejuicios. Por eso, es inevitable que esos
prejuicios aparezcan en mis posts. Hace bien en criticarlos. Ahora bien, espero
que me disculpe si no termino de estar de acuerdo con algunas de sus
apreciaciones.
Vayamos por partes.
1.
El objetivo de mons. Lefebvre,
que yo sepa, nunca fue "obtener" nada de ningún Papa sino
preservar el sacerdocio católico para el cuidado de los fieles. Por eso fundó
la Hermandad Sacerdotal San Pío X. Y, por eso mismo, los orígenes de la Hermandad
están en un seminario: L'Écône. Como consecuencia de esa
decisión fundacional, surgieron dos objetivos derivados: la preservación del Magisterio y
la continuidad del rito gregoriano.
2.
Desde inicios del pontificado de Juan
Pablo II, unos diez años antes de morir mons.Lefebvre, se sabía que
la misa gregoriana no había sido nunca abrogada. Por eso, laSanta Sede obligó
al obispo de Hawai a retirar la excomunión que, injusta
y falsamente, su antecesor había decretado sobre un grupo de fieles de la Hermandad.
Así pues, el reconocimiento de la no abrogación del rito gregoriano no es un "logro" de
mons. Fellay.
3.
El Motu Proprio es una "libertad" aparente
y sólo sobre el papel. Es una libertad aparente porque su objetivo es asignar
al rito gregoriano, nunca abrogado, el "status" canónico
de"rito extraordinario", de tal forma que se pueda regular su
uso como algo, en todo caso, excepcional y minoritario. Es su abrogación
práctica. Abrogación que quedará rematada definitivamente con la aparición del
misal gregoriano híbridado con el Novus Ordo.
Respecto a la posibilidad de oficiar
en rito gregoriano, se trata de una libertad sólo sobre el papel. El nuevo Papa ha
publicado restricciones al Motu Proprio, y esas restricciones han
sido aplicadas con toda severidad y celeridad a los hermanos franciscanos de la Inmaculada.
Por otra parte, aún antes de la abdicación del anterior Papa, y aún
antes del triste caso de los hermanos franciscanos de la Inmaculada,
la posibilidad de oficiar según el rito gregoriano nunca ha sido libre.
Simplemente, los obispos, con o sin razón, con o sin derecho,
pero siempre en ejercicio de su autoridad, en poquísimas ocasiones han dado
permiso para oficiar el rito gregoriano. ¿Habrá que recordar el caso del
entonces cardenal Bergoglio en Buenos Aires?
¿Y qué hizo el anterior Papa con
muchos de esos obispos? Elevarlos a cardenales y asignarles cargos curiales.
Son precisamente esos cardenales quienes ahora han elegido a uno de los suyos
como nuevo Papa. No hace falta recordar que Benedicto XVI no
ordenó jamás a ningún obispo que, como presbítero, se distinguiera por su amor
a la Tradición.
Dentro de semejante estado de cosas
¿cuál ha sido, exactamente, el "logro" de mons.Fellay?
4.
¿Quién ha puesto el Concilio
Vaticano II en tela de juicio? Las reuniones doctrinales fueron para
exactamente lo contrario: para no ponerlo en tela de juicio. Por eso mons.Fellay hizo
aquellas declaraciones de que la libertad religiosa en el Concilio
Vaticano IIes algo muy restringido que la mayoría de la gente no suele
entender correctamente, seguidas de aquellas otras en las que decía que la Hermandad aceptaba
sin problemas el 95% del vaso de leche envenenada que es el Concilio
Vaticano II.
Si realmente se hubiera puesto en
tela de juicio el Concilio Vaticano II, los fieles dispondríamos de
las actas de las discusiones grabadas por la Hermandad
durante los debates teológicos, para así poder ilustrarnos acerca de los
problemas teológicos fundamentales que le aquejan. Pero, desgraciadamente, esas
actas siguen siendo secretas por decisión del propio Superior General.
En esa misma línea, sigue sin
reeditarse el fantástico libro del p. Daniel Le Roux,"Pedro
¿me amas?", y tampoco se ha publicado el interesantísimo trabajo de
mons.Tissier de Mallerais sobre la teología de Benedicto
XVI: Faith imperilled
by reason. Benedict XVI's Hermeneutics.
A este respecto, el único logro de
mons. Fellay ha sido mantener a los fieles en el
desconocimiento y la zozobra, evitando la discusión pública sobre el Concilio
Vaticano II, reclamada, entre tantos otros, por mons. Brunero
Gherardini.
5.
Existe una diferencia entre "revocar" y "levantar".
Las excomuniones fueron levantadas. Y, al aceptar su levantamiento, se aceptó
su licitud y validez previas. El documento pontificio no habla de revocar nada.
Por eso, si se reconoce la licitud y validez de esas seis excomuniones, no
queda otro remedio que reconocer su justicia, lamentar la acción de mons. Lefebvre y
mons. de Castro Mayer, y disolver la Hermandad Sacerdotal
San Pío X.
En ese sentido, al aceptar el
levantamiento de las excomuniones sin precisar claramente y por escrito que,
para la Hermandad, sólo supone la revocación de una condena
injusta, mons. Fellay ha logrado minar las bases de la propia Hermandad
Sacerdotal San Pío X.
Seguro que mons. Lefebvre estará contentísimo...
6.
Los neocatólicos que entran en una
misa gregoriana, salen despavoridos de ella. Desde el 30 de noviembre de 1969
han pasado cuarenta y cuatro años y once días. Los nuevos católicos ya no
reconocern la misa gregoriana. Sólo terminan amándola cuando perseveran en
ella. Y perseveran en ella los que tienen una educación católica tradicional. Y
tienen una educación católica tradicional los que disponen de un sacerdote
tradicional. Y, hoy por hoy, la Hermandad San Pío X es el
mayor vivero de sacerdotes tradicionales.
Así pues, el "conocimiento" de
la misa gregoriana se lo debemos, principalmente, a mons. Lefebvre por
fundar la Hermandad Sacerdotal San Pío X, y no a mons. Fellay
por haber "logrado" que Benedicto XVI publicara
un Motu Proprio que, como hemos visto, aporta una libertad
sólo aparente y en papel.
7.
De los pocos católicos que, no
habiendo sido formados por un sacedote tradicional, acuden al rito gregoriano,
la mayoría de ellos sólo lo toma como una opción litúrgica más. Y se trata de
una opción litúrgica desvinculada de cualquier opción teológica. Por eso,
suelen ser grandes defensores del Concilio Vaticano II. Tal es el
caso, por ejemplo, sin ir más lejos, de algunos bloggers de Infocatólica.
Así que, francamente, no me parece
exacta la correlación que hace entre rito gregoriano y aversión al Concilio
Vaticano II. Por experiencia personal, sé que tal cosa no es cierta.
Ojalá lo fuera.
8.
Del papado no se dimite, se abdica. Benedicto
XVI no fue forzado a abdicar. Abdicó por decisión personal propia. Es
posible que bajo una gran presión. Pero, desde luego, fue por decisión propia.
Los que de verdad mandan en el
gobierno humano de la Iglesia decidieron que los métodos del
viejo profesor germano, con el paso de los años, se habían vuelto demasiado "romanos",
demasiado lentos y poco directos. Y el viejo profesor germano decidió que, por
el papado, no valía la pena sufrir un ataque al corazón a las cuatro de la
mañana en el baño de sus aposentos.
Si el destino le hubiera dado diez
años más, con la ayuda inestimable de mons. Fellay, Benedicto
XVI hubiera destruido la Hermandad San Pío X, que habría
caído en la irrelevancia de una Fraternidad Sacerdotal San Pedro,
quizá con algo más de esteroides.
9.
Mons. Fellay está
perfectamente al corriente de todos estos asuntos que he descrito. Pero él
prefiere ocultarlos. Allá él con su conciencia. A mí la mía me obliga a
publicarlos.No creo en la santidad a través del silencio y la ocultación.
Mons. Fellay ha
conseguido convertir la Hermandad, casi, casi, en otro
grupo Ecclesia Dei. Al menos, como tal se comportan los superiores,
que prefieren mantener un "perfil bajo" en todo
momento. En especial el Superior General.
Seguro que mons. Lefebvre,
mirándonos desde el Cielo, estará contentísimo, dando saltos de
alegría, vamos. ¿Para esto se ganaron él y mons. de Castro
Mayer una excomunión? Espere, espere a que nos encontremos
con ellos, y ya verá cómo nos felicitan...
Le ruego que, si en algún dato
concreto estoy equivocado, tenga la bondad de corregirme.
Se lo agradeceré infinitamente.
Un saludo.
Cougar
NOTA SYLLABUS:
Viendo la irreductible pertinacia que algunos
defensores de Mons. Fellay y la Nueva Fraternidad tienen para evadirse de la
sana razón y proponer una y otra vez discusiones erradas –como por ejemplo
quien luego de lo anterior y para responder a tan buenas razones sacó a relucir el protocolo firmado por Mons. Lefebvre
en 1988 para hacer la defensa de Mons. Fellay, siendo que ese protocolo no
tiene ningún valor a tales efectos ya que fue absolutamente retractado por un arrepentido
Mons. Lefebvre-, nos acordamos de una sabia sentencia de Julio César, que comprende
a estos opinadores irracionales: “Los hombres creen gustosamente aquello que se
acomoda a sus deseos”. Pareciera como que estas personas necesitan acomodar la realidad a sus deseos y para ello se valen de las palabras que lo confirmen y por eso no aceptan ningún razonamiento que pueda poner en tela de juicio o siquiera hacerles dudar de tal creencia sobre la cual parecen sustentar sus vidas. Así que se lanzan a discutir porque, no es que quieran ser razonables, sino que quieren tener la razón, que es algo distinto. Porque teniendo la razón (creyendo eso) se aseguran de que aquello en lo que creen sigue siendo realidad. Y de tanto insistir al final Dios los abandona a su caprichosa falta de lógica. Por eso como nosotros no queremos tener la razón, sino ser razonables, preferimos llegado un punto en que hemos aclarado lo suficiente un tema (habiendo antes pedido la ayuda necesaria para tenerlo claro, ya sea en personas vivas o muertas), dejarles tener la última palabra, pues nada podemos contra quienes, dejando de lado la preocupación por la verdad, sólo desean tener la razón.