Queridos fieles:
Así estamos ahora
“resistiendo”, en “La Resistencia”. Lo dije el viernes, pero lo repetimos para
los que no estuvieron: ¿Qué es lo que estamos resistiendo?
(a) Primero, la
crisis de la Iglesia, esta crisis causada por el Concilio Vaticano II, el cual
ha creado una falsa religión, llamada por ellos mismos como “La Iglesia
Conciliar”, i.e. la que salió del Concilio.
(b) Pero ahora
tenemos que resistir también otra crisis, la crisis interna de mi Congregación,
la Fraternidad San Pío X, la cual crisis está encabezada por Mons. Fellay,
nuestro Superior General, por las ideas y cosas que él está haciendo. Esta
crisis interna crea en nuestra Congregación UN ESTADO DE NECESIDAD
INTERNO, que permite, y exige ciertas decisiones,
entre ellas SABER DECIR NO, SABER DECIR BASTA a Monseñor
Fellay, y hacerlo públicamente, pues públicamente él está haciendo sus errores
y su mal gobierno.
Dentro de estas
cosas de Mons. Fellay una de ellas, tal vez la más generalizada,
es LA ETERNA AMBIGÜEDAD en sus palabras: Decir blanco y
después negro, medio blanco y medio negro, “blanco pero rojo, rojo pero azul”.
El Padre
Faure decía, y con razón, sobre las causas e instrumentos de
esta crisis interna de la Congregación: “Como siempre, el arma
preferida del demonio es LA AMBIGÜEDAD EN LAS PALABRAS”. Las palabras
dobles, no claras.
“¿Cómo habéis disminuido La Verdad?”, se queja Dios en uno de los salmos: “¿Cómo
habéis disminuido La Verdad?”, y eso ha hecho Mons. Fellay: Él ha disminuido La
Verdad.
El resistir a
este ESTADO DE NECESIDAD de mi Congregación comenzó hace 6 ó 7
años por algunos pocos padres que “gritaron” entonces las desviaciones que
ellos vieron, fueron previsores, vieron antes que los otros.
En mi caso, y
creo que en la gran mayoría de los sacerdotes de la Fraternidad San Pío X, por
una confianza EXCESIVA, “casi ciega” (mal de nuestra parte) en los Superiores,
si alguna cosa percibíamos, nos decíamos en nuestro interior: Esto suena
“raro”, “pero bueno: los Superiores sabrán qué están haciendo”: Otra vez, mal
de nuestra parte, uno jamás puede renunciar a La Verdad, y si se da cuenta de
cosas malas debe denunciarlas y decirlas: Privadamente primero (lo hice muchas
veces ante el P. Bouchacourt) y PÚBLICAMENTE cuando las circunstancias así lo
exijan.
Sin duda que la
regla es decir privadamente las cosas malas de un Superior, pero
SIN DUDA TAMBIÉN que se pueden dar circunstancias que exijan
palabras públicas censurando lo que él hace.
Piensen tan sólo
en esto: Si nunca se pudiera decir nada públicamente al Superior, nada más y
nada menos que Monseñor Lefebvre habría hecho “mal”, porque él dijo cosas
públicamente no ya de un Superior General (Mons. Fellay), sino del máximo
Superior que hay sobre la tierra (el Papa). Mons. Lefebvre dijo y denunció
públicamente los errores y acciones malas DE LOS PAPAS, de los Papas del
Concilio, de los Papas que han creado esta falsa Religión Conciliar o “Iglesia
Conciliar” como ellos mismos la llaman.
¿Qué
circunstancias tenemos hoy que justifiquen el hablar públicamente contra lo que
hace Mons. Fellay? Algunos ejemplos podrán escuchar en mi Sermón del viernes
pasado, esta vez quiero recalcar sólo algunos puntos:
a) La gravedad de cosas que
Mons. Fellay ha dicho contra la Doctrina Católica: La peor de todas: Su
declaración de abril de 2012.
b) La gravedad de la AMBIGÜEDAD con
que él se maneja en sus palabras.
c) Sus apreciaciones a favor
del Concilio Vaticano II, y otras en que dice que no es lo más grave que padece
la Iglesia hoy, “hay otras cosas más graves que el Concilio”. Sus palabras de
aceptación de dicho Concilio, sus insinuaciones en querer aceptarlo como
“magisterio de la Iglesia”, teólogos como el Padre Gleize diciendo en forma
escandalosa que “Vaticano II REPRESENTA el Magisterio
de la Iglesia”.
d) El negarse a reconocer que
dicho Concilio ha creado una falsa iglesia, como el mismo Mons. Lefebvre sí
reconocía. Al revés, Mons. Fellay, el Padre Gleize, sostienen que hoy en día no
se puede ni se debe decir que exista una falsa Iglesia Conciliar,
sino tan sólo MALAS TENDENCIAS dentro la Iglesia.
e) ¡Y sobre la misa moderna!
Mons. Fellay ha llegado a decir que si Mons. Lefebvre la hubiera visto bien
celebrada, no hubiera dado el paso que dio. ¡Qué increíble y qué deslealtad
decir eso del fundador! Mons. Lefebvre rechazaba CATEGÓRICAMENTE la misa
moderna y nos enseñó que no se debe ir a dicha “misa”, cuyo principal problema
no es “la forma cómo se celebra” (si no, vayamos a las misas modernas
“piadosas” del Opus Dei). Su principal problema es que la misma definición de
esa “misa” (su esencia), sus textos y sus ritos, son –por decir lo menos- de
tendencia protestante: Esa “misa” daña La Fe.
f) ¿Qué otra cosa justifica
decir públicamente cosas a Mons. Fellay? No sólo entonces la gravedad de la
crisis y el estado de necesidad que él ha causado, sino LA DURACIÓN que
ya lleva esta crisis interna de la Fraternidad San Pío X, la cual -si bien
lleva más años- se hizo patente hace ya más de dos. Y sin embargo Mons. Fellay
no sólo no se retracta, sino que ¡sigue justificando sus palabras, sus
declaraciones, sus acciones!
Los hechos que he
explicado son un poco complejos.
Queremos, en
realidad “Dios quiere”, que –si se puede decir así- MÁS QUE EN OTRAS
ÉPOCAS, los católicos seamos personas formadas, ¡y bien formadas!, en la
Doctrina. Si no, no podremos mantenernos.
Sin duda que la formación doctrinal
no es todo, pero sin duda también que es EL PUNTO DE PARTIDA. Después tendrán
que venir las acciones en coherencia con la Doctrina Católica, pero no sabré
qué hacer ni frente a estas crisis, ni frente a mi vida privada (mis acciones)
si antes no he partido desde La Verdad, desde la Doctrina Católica, ése es el
conocimiento.
Entonces:
(1) Los fieles católicos de
hoy no pueden no saber por qué es malo el Concilio Vaticano II, por qué ese
“conciliábulo” no puede jamás ser MAGISTERIO CATÓLICO.
(2) No pueden no saber cuáles
son los errores del Vaticano II.
(3) No pueden no saber qué
cosas malas tiene la misa moderna.
(4) No pueden no saber por qué
motivos la Fraternidad San Pío X está en crisis.
(5) No saber los errores y
cosas malas que ha hecho Mons. Fellay y el porqué de esas cosas.
Si no, harán las
cosas sin saber, apoyarán La Resistencia sin convicciones,
estarán contra el Concilio Vaticano II sin saber por qué, querrán resistir la
crisis y elEstado de Necesidad de mi Congregación (resistir
lo que hace Mons. Fellay) sin saber los motivos. Y eso no puede ser, y no se
mantendrán.
Ahora es más
necesario que antes: FORMACIÓN. Ser católicos con formación, y no
con superficialidad, y no tradicionalistas por sentimentalismo.
Mons. Lefebvre
repetía una frase fuerte (que era de un padre que terminó “aflojando” y se fue
al IBP, al Buen Pastor, pero la frase es válida): “Si no leéis (yo agrego:
si no os formáis), todos seréis traidores”, más tarde o más temprano
terminaréis traicionando. El punto de partida es la formación, no es lo único,
pero sí el comienzo: Luego hay que vivir de La Caridad, de las acciones
coherentes.
Para terminar:
Tantas cosas hay aquí que aprender. Digo sólo tres:
Primero, debemos
desear LA HUMILDAD (y pedirla) pues cualquiera de nosotros puede caer, y caer
en cosas BIEN graves, y no hay límite en nuestra caída: Errores en la doctrina,
errores en la moral, en nuestro comportamiento. Quiera Dios que eso no nos ocurra,
así lo deseamos y así lo pedimos.
Segundo, el deber
de reaccionar ante las cosas que hemos explicado, frente a la autoridad
que sea, ¡frente a la autoridad que sea!, vencer
nuestros miedos, comodidades, temores, etc (todos somos así). Y hacerlo, eso
sí, con respeto, diciendo a veces cosas duras, pero sin faltar el respeto. El
modo y la manera importan.
Tercero, que no
hay que aferrarse a las personas. Las personas somos falibles, podemos fallar y
fallamos, ¡y traicionamos! La confianza hay que ponerla en
Dios. Y solamente en las personas, en un sacerdote, en la medida de la
fidelidad que dicho padre tenga a Dios. El día que cualquiera de nosotros, el
día que el Padre Altamira, enseñe cosas erradas o cosas malas, habrá que decir
“adiós” al Padre Altamira. No hay que aferrarse a las personas.
Mucho más
podríamos enseñar, lo dejamos allí.
Recuerden desde
ahora el compromiso de LA FORMACIÓN, de ser y estar formados en la Doctrina
Católica para saber por qué hacen las cosas. Con la gracia de Dios, yo trataré
de darles eso.