Para
reconocer los falsos espíritus he aquí lo que nos dice el mismo Monseñor
Straubinger (1).
¿Cómo
podemos reconocer los falsos espíritus? ¿Cómo descubrir "los poderes de
engaño" (II Tes. 2, 11), que "con toda seducción de iniquidad"
(íbid. v 10) y vestidos de "ángel de luz" (II Cor. 11, 14) corrompen
la grey de Cristo, no exteriormente, sino interiormente, como lo describe el
Apóstol en el segundo capítulo de la II Carta a los Tesalonicenses, y
Jesucristo en la parábola de la cizaña (Mat. 13, 24 ss.)?
El
mismo Dios nos brinda en la Sagrada Escritura las armas defensivas contra los
espíritus que falsifican la piedad, diciéndonos que hay que examinarlo todo
para ver si es de Dios o de los espíritus malos.
"Examinadlo
todo y quedáos con lo bueno" (I Tes. 5, 21). "No queráis creer a todo
espíritu, sino examinad si los espíritus son de Dios" (I Juan 4, 1).
Lejos
de tener esa llamada fe del carbonero, que acepta ciegamente cuanto escucha
(cómodo pretexto para no estudiar las cosas de Dios), debemos imitar a los
primeros cristianos, que escuchaban a San Pablo en Berea, y siendo "de
mejor índole que los de Tesalónica, recibieron la palabra con gran ansia y
ardor, examinando atentamente todo el día las Escrituras, para ver si era
cierto lo que se les decía" (Hech. 17, 11).
A
los judíos que no le reconocían como Mesías, dice Jesús: "Escudriñad las
Escrituras... ellas son las que dan testimonio de Mí" (Juan 5, 39). Lo
mismo diría El hoy a los que no conocen su fisonomía auténtica de Dios-Hombre o
le destronan de su única posición de Mediador entre Dios y los hombres (I Tim.
2, 5).
Escudriñad
las Escrituras, leed los Evangelios, las Cartas de San Pablo, estudiad rasgo
por rasgo la personalidad de Cristo, rumiad cada una de sus palabras, que son
luz y vida, imbuíos de su espíritu, y os inmunizaréis contra todo intento de
desfigurarlo o sustituirlo por apariencias. El atento lector del Evangelio está
prevenido contra los falsos apóstoles y las apariencias de piedad y sabe que
Cristo es el centro de toda la religión cristiana, y cuanto más una devoción
se acerca al centro tanto más es cristiana. Enfocando todas las cosas con la
luz del Evangelio descubre él lo que es verdad y lo que es apariencia. Demos
gracias a Dios que nos ha dado la antorcha de su palabra para orientamos.
San
Juan nos da un método muy sencillo para conocer y discernir los espíritus. Dice
el Apóstol predilecto: "Todo espíritu que confiesa que Cristo ha venido en
carne, es de Dios, y todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios, sino
que es el espíritu del Anticristo" (I Juan 4, 2- 3).
Es
decir, todo lo que redunda en honor de Jesucristo y contribuye a la
glorificación de su obra redentora, viene del buen espíritu; y todo lo que
disminuye la eficacia de la obra de Cristo o lo desplaza de su lugar céntrico,
procede del espíritu maligno, aunque se presente disfrazado como ángel de luz y
obre señales y prodigios. (Mat. 24, 24; H Tes. 2, 9).
Pues
todo falso profeta tiene dos cuernos como el Cordero (Apoc. 13, 11), es decir,
la apariencia exterior de Cristo, y sólo pueden descubrirlo los que son capaces
de apreciar espiritualmente lo que es o no es palabra de Cristo.
(1)Espiritualidad
Bíblica, pág. 28-29.
Boletín
de la Tradición Católica. FSSPX. Córdoba, enero de 1989.