La
entrevista
Continuamos
con pasajes significativos de la entrevista brindada por Francisco al Padre Antonio
Spadaro, S.J., la cual fue publicada en principio en La Civiltá Cattolica el 19
de septiembre de 2013, y en español en la Revista Razón y Fe de España.
Francisco:
“Veo
con claridad que lo que la Iglesia necesita con mayor urgencia hoy es una
capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones de los fieles, cercanía,
proximidad. Veo a la Iglesia como un hospital de campaña tras una batalla. ¡Qué
inútil es preguntarle a un herido si tiene altos el colesterol o el azúcar! Hay
que curarle las heridas. Ya hablaremos luego del resto. Curar heridas, curar
heridas… Y hay que comenzar por lo más elemental”.
Interesante
confesión de Francisco: si hay que curar heridos (“hospital de campaña tras una
batalla”) y no “hacer chequeos”, eso significa que en esa batalla a la iglesia
conciliar le ha ido muy mal. Si le ha ido tan mal, pues tiene tantos heridos
(¿Batalla contra quién, nos preguntamos, si desde hace 50 años sólo se habla de
diálogo?), eso quiere decir que la iglesia del Vaticano II no ha hecho las cosas
bien. Pero Francisco no dice nada de esto, al contrario, como veremos en otro
fragmento de la entrevista, elogia al Vaticano II por sus buenos frutos.
Una
crítica que puede hacérsele a esta visión reduccionista de Francisco:
“No
deberíamos dejarnos engañar tampoco por el hecho de que un hombre como el
filántropo es capaz de hacer una serie de cosas buenas, como por ejemplo, y
sobre todo, aliviar el dolor corporal. A esto podríamos llamarlo simplemente
“primeros auxilios”. En lo que se refiere a un auxilio profundo, permanente y
cierto, ese hombre es impotente. De hecho, los esfuerzos de hombres como el
filántropo suelen limitarse casi exclusivamente al campo del bienestar
material, como es el alivio del sufrimiento corporal. (…) Desde luego, aliviar
el sufrimiento es regla de oro en la vida del cristiano, pero podemos
considerarla una regla ciega si no va acompañada de una visión acertada de la
finalidad de la vida humana, y no hay virtud alguna en la ceguera. Además, si
se exagera la importancia de combatir el dolor, como se está exagerando en
nuestros días, se puede llegar a causar un daño incalculable, pues hay cosas
peores que el sufrimiento” (Frank J. Sheed, “Un mapa de tu vida”).
El silencio
Prácticamente
todos los medios de comunicación escritos, radiales y televisivos del mundo,
todos los blogs y sitios de Internet, han hecho algún comentario –la gran mayoría
elogioso- de la entrevista de Francisco. Sin embargo, hay un silencio
persistente, un silencio claudicante, no sólo de ahora sino desde que Francisco
empezó a hacer descalabros. Es el silencio de Mons. Fellay y la Nueva FSSPX.
¿Qué se ha dicho hasta ahora desde allí? Apenas esto:
“Con
la llegada del Papa Francisco, de quien todavía es difícil adivinar las
intenciones, los proyectos que pueda tener para la Iglesia y para la
Fraternidad…”
“Seamos
prudentes, no precipitemos los acontecimientos, veremos.”
“Nosotros
debemos conservar la más grande prudencia antes de emitir un juicio (sobre
Francisco), mientras no lo veamos en las obras.”