Francisco
criticó a una Iglesia "obsesionada" sólo con el aborto y el
matrimonio gay
¿Por qué se ríe tanto Francisco? ¿Por el estado de la Iglesia, por cómo va el mundo, por el cargo que ostenta "tan insalubre"? |
Algunos pasajes de la
entrevista a Francisco (nuestros comentarios en rojo):
“Veo
con claridad que lo que la Iglesia necesita con mayor urgencia hoy es una
capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones de los fieles, cercanía,
proximidad. Veo a la Iglesia como un hospital de campaña tras una batalla. ¡Qué
inútil es preguntarle a un herido si tiene altos el colesterol o el azúcar! Hay
que curarle las heridas. Ya hablaremos luego del resto. Curar heridas, curar
heridas… Y hay que comenzar por lo más elemental”.
“Tras una batalla…”, es decir que para Francisco ya no se pelea, la
batalla terminó, la Iglesia no es más militante. Es la Nueva Iglesia Dialogante
del infame Vaticano II. También, no es la primera vez que insiste con aquello
de “después hablaremos del resto…”, es decir, de la verdad que vino a enseñar
Cristo. La verdad es lo de menos, es algo subalterno, algo que viene “después”.
Pero, ¿no se curan las heridas con los medicamentos? Y si los medicamentos son
falsos, si no son verdaderos, entonces no curan nada. Sólo significan un parche
momentáneo a las heridas. Esto es lo que hace Francisco: curar falsamente o
simular que cura. La gente herida en la batalla necesita medicina real, no
palabras bobas.
“La
Iglesia a veces se ha dejado envolver en pequeñas cosas, en pequeños preceptos.
Cuando lo más importante es el anuncio primero: ‘¡Jesucristo te ha salvado!’. Y
los ministros de la Iglesia deben ser, ante todo, ministros de misericordia.
Por ejemplo, el confesor corre siempre peligro de ser o demasiado rigorista o
demasiado laxo. Ninguno de los dos es misericordioso, porque ninguno de los dos
se hace de verdad cargo de la persona. El rigorista se lava las manos y lo
remite a lo que está mandado. El laxo se lava las manos diciendo simplemente
‘esto no es pecado’ o algo semejante. A las personas hay que acompañarlas, las
heridas necesitan curación”.
De acuerdo, es cierto. Pero, ¿no hace eso él mismo, cuando les dice
a los infieles, a los paganos o a los judíos “seguí así, andá a tu templo, andá
a rezar a la sinagoga”? ¿Dónde está la misericordia con aquellos extraviados a
quienes él como Vicario de Cristo no les muestra el único camino de salvación?
“¿Cómo
estamos tratando al pueblo de Dios? Yo sueño con una Iglesia Madre y Pastora.
Los ministros de la Iglesia tienen que ser misericordiosos, hacerse cargo de
las personas, acompañándolas como el buen samaritano que lava, limpia y consuela
a su prójimo. Esto es Evangelio puro. Dios es más grande que el pecado. Las
reformas organizativas y estructurales son secundarias, es decir, vienen
después. La primera reforma debe ser la de las actitudes. Los ministros del
Evangelio deben ser personas capaces de caldear el corazón de las personas, de
caminar con ellas en la noche, de saber dialogar e incluso descender a su noche
y su oscuridad sin perderse. El pueblo de Dios necesita pastores y no
funcionarios ‘clérigos de despacho’. Los obispos, especialmente, han de ser
hombres capaces de apoyar con paciencia los pasos de Dios en su pueblo, de modo
que nadie quede atrás, así como de acompañar al rebaño, con su olfato para
encontrar veredas nuevas”.
Esto puede llamarse retórica populista, que suena muy bien pero está
vaciado de contenido. Nuevamente, ¿cómo puede lavarse, limpiar y consolar al
prójimo si no se va con la verdad, con lo que la Iglesia ha hecho y enseñado
siempre hasta antes de los tiempos modernos del Vaticano II? “Yo sueño con una
Iglesia Madre y pastora”, dice Francisco. O sea que si sueña con eso es porque
eso no es o no ha sido nunca. Él viene a redescubrir lo que la Iglesia debe
ser. (¡!) Pero entonces, 50 años después del Vaticano II, del cual elogia sus
frutos, ¿quiere decir que ninguno de sus “ilustres” antecesores ha llevado a
cabo esa Iglesia? Cuanta vacuidad e inconsecuencia en las palabras de Bergoglio…
“En
lugar de ser solamente una Iglesia que acoge y recibe, manteniendo sus puertas
abiertas, busquemos más bien ser una Iglesia que encuentra caminos nuevos,
capaz de salir de sí misma yendo hacia el que no la frecuenta, hacia el que se
marchó de ella, hacia el indiferente. El que abandonó la Iglesia a veces lo
hizo por razones que, si se entienden y valoran bien, pueden ser el inicio de
un retorno. Pero es necesario tener audacia y valor”.
El que dejó la Iglesia lo hizo espantado ante el espectáculo vacío y
falso y maligno en que la convirtió el Modernismo, especialmente a partir del
Vaticano II. ¿Piensa atraerlos cómo, sino –según lo vemos- haciendo que la
Iglesia se parezca a aquel lugar adonde los que se fueron se han instalado? Es decir:
haciendo de la Iglesia el Mundo. Y además, ese proselitismo del que habla, ¿no
corre para los demás? ¿No para los judíos?
“Tenemos
que anunciar el Evangelio en todas partes, predicando la buena noticia del
Reino y curando, también con nuestra predicación, todo tipo de herida y
cualquier enfermedad. En Buenos Aires recibía cartas de personas homosexuales
que son verdaderos ’heridos sociales‘, porque me dicen que sienten que la
Iglesia siempre les ha condenado. Pero la Iglesia no quiere hacer eso. Durante
el vuelo en que regresaba de Río de Janeiro dije que si una persona homosexual
tiene buena voluntad y busca a Dios, yo no soy quién para juzgarla. Al decir
esto he dicho lo que dice el Catecismo. La religión tiene derecho de expresar
sus propias opiniones al servicio de las personas, pero Dios en la creación nos
ha hecho libres: no es posible una injerencia espiritual en la vida personal.
Una vez una persona, para provocarme, me preguntó si yo aprobaba la
homosexualidad. Yo entonces le respondí con otra pregunta: ‘Dime, Dios, cuando
mira a una persona homosexual, ¿aprueba su existencia con afecto o la rechaza y
la condena?’. Hay que tener siempre en cuenta a la persona. Y aquí entramos en
el misterio del ser humano. En esta vida Dios acompaña a las personas y es
nuestro deber acompañarlas a partir de su condición. Hay que acompañar con
misericordia. Cuando sucede así, el Espíritu Santo inspira al sacerdote la
palabra oportuna”.
“La religión tiene derecho de expresar sus propias opiniones al
servicio de las personas” (¡!) La Religión católica –única verdadera- expresa
no sus opiniones sino aquello que ha recibido de Dios para la salvación de las
almas (hablar de “servicio de las personas” es ambiguo, puede usarse para
cualquier cosa). La Religión enseña y también gobierna a través de la Iglesia. También confunde
Francisco cuando dice “la Iglesia no quiere hacer eso” (condenar a los
homosexuales). Porque la Iglesia quiere salvar a los homosexuales del pecado,
condenado la homosexualidad. La Iglesia condena lo que condena Dios: el pecado.
Pero para salvar al pecador debe decirle cuál es el pecado. Si el pecador
persiste en el pecado entonces él solo se condena. Las palabras de Francisco
son escandalosas y harán un daño incalculable. Son ciertamente una provocación
a Dios.
“No
podemos seguir insistiendo solo en cuestiones referentes al aborto, al
matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos. Es imposible. Yo he hablado
mucho de estas cuestiones y he recibido reproches por ello. Pero si se habla de
estas cosas hay que hacerlo en un contexto. Por lo demás, ya conocemos la
opinión de la Iglesia y yo soy hijo de la Iglesia, pero no es necesario estar
hablando de estas cosas sin cesar”.
Otra escandalosa y cobarde parrafada. Los fieles argentinos sabemos
cómo se escondió el Cardenal Bergoglio ante estos temas en Argentina. Cómo la
impiedad anticristiana y la agenda anti-vida fue creciendo a medida que los
pastores callaban. Mientras él dice que “no es necesario estar hablando de
estas cosas sin cesar” los enemigos hablan y actúan estas cosas sin cesar, cometiendo
crimen tras crimen y pecado tras pecado. Bergoglio nos recuerda las palabras
que Kierkegaard le dedicara al farisaico obispo Mynster: “Cuánto mal le ha
hecho al cristianismo al darle una apariencia engañosa ¡para poder gobernar!”.
“Las
enseñanzas de la Iglesia, sean dogmáticas o morales, no son todas equivalentes.
Una pastoral misionera no se obsesiona por transmitir de modo desestructurado
un conjunto de doctrinas para imponerlas insistentemente. El anuncio misionero
se concentra en lo esencial, en lo necesario, que, por otra parte es lo que más
apasiona y atrae, es lo que hace arder el corazón, como a los discípulos de
Emaús”.
En otras palabras: dejemos de lado la doctrina. Hagamos de la
Iglesia una ONG.
“Tenemos
que caminar unidos en las diferencias: no existe otro camino para unirnos. El
camino de Jesús es ese”.
Caminar, ¿hacia dónde? ¿Unidos por las diferencias? ¿El camino de
Jesús es ese? ¡¡¡!!!
“Es
necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la
Iglesia. Temo la solución del ‘machismo con faldas’, porque la mujer tiene una
estructura diferente del varón. Pero los discursos que oigo sobre el rol de la
mujer a menudo se inspiran en una ideología machista. Las mujeres están
formulando cuestiones profundas que debemos afrontar. La Iglesia no puede ser
ella misma sin la mujer y el papel que esta desempeña. La mujer es
imprescindible para la Iglesia. María, una mujer, es más importante que los
obispos. Digo esto porque no hay que confundir la función con la dignidad. Es
preciso, por tanto, profundizar más en la figura de la mujer en la Iglesia. Hay
que trabajar más hasta elaborar una teología profunda de la mujer. Solo tras
haberlo hecho podremos reflexionar mejor sobre su función dentro de la Iglesia.
En los lugares donde se toman las decisiones importantes es necesario el genio
femenino. Afrontamos hoy este desafío: reflexionar sobre el puesto específico
de la mujer incluso allí donde se ejercita la autoridad en los varios ámbitos
de la Iglesia”.
Francisco descubre providencialmente algo que en dos mil años de
historia en la Iglesia nadie planteó o pensó. Lo que entre líneas quiere decir
Francisco es que debemos prepararnos para el sacerdocio femenino. ¿Acaso quién
es él para condenar eso?, como dijo en la famosa entrevista en el avión sobre
la homosexualidad. Recordemos también sus excelentes relaciones con los
protestantes, que ya han dado a la mujer el “papel” de avanzada que sueña
Francisco.
“El
Vaticano II supuso una relectura del Evangelio a la luz de la cultura contemporánea.
Produjo un movimiento de renovación que viene sencillamente del mismo
Evangelio. Los frutos son enormes. Basta recordar la liturgia. El trabajo de
reforma litúrgica hizo un servicio al pueblo, releyendo el Evangelio a partir
de una situación histórica completa. Sí, hay líneas de continuidad y de
discontinuidad, pero una cosa es clara: la dinámica de lectura del Evangelio
actualizada para hoy, propia del Concilio, es absolutamente irreversible. Luego
están algunas cuestiones concretas, como la liturgia según el Vetus Ordo.
Pienso que la decisión del papa Benedicto estuvo dictada por la prudencia,
procurando ayudar a algunas personas que tienen esa sensibilidad particular. Lo
que considero preocupante es el peligro de ideologización, de instrumentalización
del Vetus Ordo”.
Del Evangelio viene una renovación que se concilia con la cultura
contemporánea. ¡Sublime lectura de Francisco! “Los frutos son enormes”. ¡Claro!
Él es uno de sus frutos “enormes”, ¿cómo no decirlo? Lo único que deja bien en
claro es que ese camino hacia el abismo “es irreversible”. ¿Cómo, y el
optimismo de Monseñor Fellay y sus brotes primaverales, dónde están?
LA PRENSA JUDEO-MASÓNICA SE HACE ECO DE LAS
DECLARACIONES Y APROVECHA PARA DAR UN PASO MÁS EN LA CONFIGURACIÓN MEDIÁTICA DE
LA IGLESIA DEL NUEVO ORDEN MUNDIAL:
Y MONS. FELLAY Y LA NUEVA FSSPX PERMANECEN EN
UN COBARDE Y “DIPLOMÁTICO” SILENCIO (PERO SÍ EXPULSANDO SACERDOTES ANTIACUERDISTAS):