Dice San Vicente de Lerins que los
herejes se sirven de la Sagrada Escritura. “Ciertamente que se sirven –nos recuerda en su
Conmonitorio- ¡Y con cuánta apasionada
vehemencia! Se les ve pasar de un libro a otro de la Ley Santa: desde Moisés a
los libros de los Reyes, desde los Salmos a los Apóstoles, desde los Evangelios
a los Profetas. En sus asambleas, con los extraños, en privado, en público, en
los discursos y en los escritos, durante las comidas y en las plazas públicas,
es raro que mantengan alguna cosa si antes no la han revestido con la autoridad
de la Sagrada Escritura.(…) Hacen lo que aquellos que, para suavizar la amargura de las medicinas
destinadas a los niños, untan de miel el borde del vaso; los niños con la
ingenua sencillez de su edad, una vez que han probado el dulce, se tragan sin
sospecha ni temor también lo amargo. De la misma manera actúan quienes enmascaran con nombres medicinales
hierbas nocivas y jugos venenosos, para que nadie, al leer la etiqueta, pueda sospechar
que se trata de venenos y que no son remedios para dar salud”.
Los actuales liberales y los
semi-liberales, los resabiados de liberalismo y los tradi-liberales, también se sirven de las Sagradas Escrituras.
Con una cita de los Evangelios, uno de
estos últimos confirma la advertencia que nos hacía San Vicente de Lerins. Y
paradójicamente, utiliza las palabras que cita San Vicente en nuestro pasaje
citado: “A este propósito el
Salvador gritaba: “Guardaos de los falsos profetas que vienen a vosotros
disfrazados con pieles de ovejas, pero por dentro son lobos feroces” (San
Mateo, 7, 15). “¿Qué otra cosa son esas pieles de ovejas sino las palabras de
los Profetas y de los Apóstoles, con las cuales estos mismos, con mansa
sencillez, han revestido como un velo al Cordero inmaculado que quita el pecado
del mundo?”.
De manera tal que el uso de una cita
evangélica no viene a concluir nada si no se la utiliza diestramente, y tan
sólo viene a ser una forma de disfraz de quien desea con tal uso dar entidad o
volver respetable un texto que no lo es.
Pero ese uso nocivo de la Palabra de
Dios no tiene que inhibirnos de aprovecharnos de su Sabiduría. El mismo Santo
que nos advierte de su siniestro uso se vale de las Sagradas Escrituras, a la
vez que de la Tradición, para que estemos en guardia. Fundamentalmente para que
amemos la doctrina de Nuestro Señor y conociéndola podamos ver cuándo aquellos
que se disfrazan se desvían de ella. Cuándo por conveniencias terrenas no la confiesan
como deben y la disminuyen o la alteran.
Seguramente el Sr. Pericón del blog
“Hacia la verdadera Cristiandad” habrá ido a misa el pasado domingo. Lo damos
por descontado porque en su mismo blog insta caritativamente a sus lectores a
que lo hagan. Supuesto esto, el mismo habrá escuchado la lectura del Evangelio
por parte del sacerdote. No obstante el poco tiempo transcurrido, hay un pasaje
del mismo que parece habérsele olvidado. A todos nos vendrá bien recordarlo,
está tomado de San Mateo V, 20-24:
“Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás, y quien matare, será
condenado en juicio. Mas yo digo que todo aquel que se enoja con su hermano,
merecerá que el juez le condene. Y el que le llamare “raca”, merecerá que le
condene la asamblea. Mas quien le llamare “fatuo”, será reo del fuego del
infierno. Por tanto, si vas a presentar tu ofrenda al altar…” el resto podrá recordarlo bien el lector.
¿A qué viene todo esto? A que en un
artículo titulado “Los falsos profetas”, del mencionado blog (enlace), se
insulta grosera y gratuitamente a un obispo y varios sacerdotes, sin la menor
evidencia y con la única justificación de no pertenecer más a una congregación
religiosa (de la cual, por otra parte, casi todos los acusados no han desertado
como acusa el mencionado blogger,
sino que han sido injustamente expulsados). He aquí el pasaje de su indigno artículo:
“Y sirven a ello algún obispo y
unos pocos sacerdotes pusilánimes que abandonaron el campo de batalla, que
dejaron el bastión para operar por su cuenta, al modo de los francotiradores,
siendo finalmente captados por filas útiles al Infierno, al enemigo de Cristo”.
Es
evidente que el redactor de tales líneas –que, reiteramos, las sustenta en base
a la pasión y no en base a la razón- no tiene idea de la gravedad de tales
palabras, al atacar de forma ruin a hombres consagrados a Dios que precisamente
si algo han demostrado es lo contrario de lo que se les acusa, pues han tenido
el ánimo suficiente para enfrentar cara a cara y sin titubeos a quienes siendo
sus superiores y por lo tanto ostentando un poder sobre ellos no se amilanaron
y denunciaron las malas conductas y los errores de esas desviadas autoridades,
afrontando virilmente las consecuencias. Más bien nos parece que pusilánime es
el que por miedo no se atreve a mirar la realidad de frente y prefiere
engañarse a sí mismo y engañar a los demás. Surge fácil el insulto cuando se
carecen de razones. Y decimos esto porque el tal blog no ha dado a conocer
jamás ningún estudio sustancioso, ninguna prolija refutación, ningún estudio
detallado que dé por tierra con los innumerables estudios y artículos rigurosos
que en los diversos blogs que pretende malherir han sido publicados. Ni
siquiera ha hecho el intento. ¿Qué hechos o palabras aporta para tildar de
“pusilánimes” a tales sacerdotes? ¿El hecho de misionar y asistir con los
sacramentos a cientos de fieles en diferentes países? ¿Sus sermones católicos,
antiliberales y combativos? ¿El vivir sin las seguridades ni comodidades de que
disponen los sacerdotes de la Fraternidad y a pesar de ello regocijarse ante
tanta dificultad? ¿Eso los hace merecedores de ser llamados “raca” o “fatuos”?
Tal
vez deberíamos hacerle caso a Gómez Dávila cuando decía “Cuidémonos de discrepar del que conoce mal un tema”, porque en ese caso si no hay
un sincero anhelo de la verdad el desconocedor del tema suplirá su falta de
saber o recursos con prejuicios o pasiones que lo llevarán al fin al denuesto
torcido de aquel con quien no puede disputar en el solo terreno intelectual. Pero
el caso es que no pretendemos hacer nuestra propia defensa, ni jamás nos
importó porque entendemos que estamos en la vereda de enfrente y entonces hemos
necesariamente de escuchar ladridos y recibir pullas o “críticas despiadadas, injustas e infames” como dice en su nota tal
blog: no nos importó que desde allí se nos acusara de estupidez, ridículo,
bajeza, mala intención, de hacer un panfleto, de faltar deliberadamente a la
verdad, de ser miserables, o de escudarnos “en el anonimato del panfleto”-por
parte de un Sr. que se hace llamar Pericón. Tampoco que nos tildara falsamente
de “sedevacantistas” y que después sin rectificarse y pedir perdón a sus
lectores por la mala información, subiera un artículo de nuestro blog sobre el
tema. No nos importó en la medida que cualquier lector inteligente es capaz de
discernir por sí mismo la veracidad o no de sus bochinches, y como hacemos
nuestro blog para personas capaces de buen discernimiento y no para personas
que desean ser ciegamente moldeadas en la ignorancia y la ilusión, entonces
dejamos que se dilapiden infundios sin que nuestra misión de esclarecimiento
sufra mengua. Ni pretendemos recomendarnos a nosotros mismos ni queremos
subestimar a nuestros lectores. Pero tampoco respondemos por nosotros porque
recordamos las palabras de la Sabiduría, que esperamos sean bien interpretadas:
“Muestra luego su ira el fatuo;
pero el varón circunspecto,
disimula la injuria”.
(Prov. 12, 16).
Las cuales comenta Mons. Straubinger del siguiente modo: “Jesús nos da sobre esto innumerables
lecciones. Cuando se trata de la honra del Padre, se indigna terriblemente
contra los fariseos y doctores que quieren arrebatársela, con apariencias de
religiosidad. Pero en lo que es contra Él guarda silencio o responde con
suavidad a las mayores ignominias”.
Hacemos esta llamada de atención o fraterna corrección recordando además
que
“Quien ama la corrección,
ama la ciencia;
mas el que aborrece las reprensiones,
es un insensato”.
(Prov. 12, 1).
Tal vez nos podrá responder el Sr. Pericón que él en su afán de defender
la Fraternidad y a su Superior General Mons. Fellay, no deja de indignarse como
ahora nosotros por el insulto proferido hacia un obispo y varios sacerdotes. Es
una justificación atendible pero no realmente verificable, por las siguientes
razones: 1) porque –por lo menos nosotros, y esperamos no se tome esto como una
autodefensa sino como una necesaria parte de la aclaración- no faltamos el
respeto antes bien apreciamos a los sacerdotes de la Fraternidad y sí
criticamos duramente la nueva orientación a nuestro juicio equivocada y opuesta
a Mons. Lefebvre del Superior General y quienes lo asisten. Y esto lo hacemos no
a través de improperios gratuitos y sin fundamento sino mediante argumentos
concretos, críticas fundamentadas y hechos demostrados, en una cantidad
considerable de artículos aportados por sacerdotes y fieles que han dedicado
mucho de su tiempo a analizar y estudiar los documentos oficiales y actuaciones
de la FSSPX en y a partir de su relación con Roma. En cambio el citado blog no
toma tan en serio a Mons. Fellay y la Fraternidad como hace suponer y como sí
lo hacen los sacerdotes de la Resistencia, por la simple razón de que no se ha
detenido a considerar objetiva, seria y detalladamente sus escritos y acciones
como los sacerdotes de la Resistencia (y aquí no hablamos de aciertos o errores
en los análisis, que es otra cuestión), sino que se ha limitado a aceptar con
toda ligereza sus palabras sin el menor análisis o por lo menos sin indagar más
allá de lo que las explicaciones oficiales le aportaban. Aquí nuevamente nos
asiste la Sabiduría:
“El hombre sencillo cree cuanto le
dicen;
el hombre cauto mira,
dónde asienta su pie”
(Prov. 14, 15)
A lo que explica Mons. Straubinger: “He
aquí un punto que debe entenderse bien. Este sencillo no es el simple de
corazón, que Dios tanto alaba, sino el tonto que cree en los hombres. Jesús nos
enseña a desconfiar de ellos con prudencia de serpiente, guardando para con
nuestro Padre Celestial la sencillez de la paloma”. Evidentemente que aun
tratándose de superiores en religión, más allá de la confianza necesaria y
suscitada, incluso del afecto, uno no está exento de examinar su palabras y sus
obras, caso contrario Mons. Lefebvre habría obedecido los errores de los Papas
conciliares y hoy la Fraternidad no existiría y seríamos todos conciliares.
Siguiente razón, 2) su irritación con los diversos sitios y blogs de la
Resistencia podría deberse a un celo por la custodia de la dignidad de los hombres
que forman parte del “bastión principal” como le llama a la FSSPX. Sin embargo,
en ocasión de una pequeña ironía de nuestra parte, respecto de un artículo del
Padre Bouchacourt (aclaramos aquí que la ironía es utilizada muchísimas veces
en la Sagrada Escritura, que Nuestro Señor la utilizó y el mismo Mons.
Lefebvre, por ejemplo en ocasión de realizar unos dibujitos sobre los
destructivos efectos del Vaticano II que hicieron enojar a muchos en Roma
durante el concilio, por lo tanto es un recurso válido cuando sirve para
descubrir una verdad al resaltar gráficamente un alevoso desacierto, sin que
ello signifique falta de respeto sino más bien dura demostración de una
realidad que se debe destacar), con motivo de la inclusión de un comentario al
pie de un dibujo que mencionaba a Mons. Fellay y al Sr. Pericón –tal vez fuimos
excesivos y provocamos su furiosa exasperación, pero lo sindicamos con criterio
objetivo de “tradi-liberal” sin intenciones de herir sino de informar, aunque
aquel nos juzgue temerariamente de “mala intención”-, pues bien, el Sr.
mencionado salió a defenderse –aquí el enlace- a sí mismo cuando el grueso de
la “munición” de la humorada estaba destinada a Mons. Fellay y el P.
Bouchacourt. Pero he aquí que no hubo defensa de ellos ni del argumento que
nuestra entrada pretendía impugnar. La defensa se centró en su propio blog y no
en un obispo y sacerdote de la Fraternidad involucrados en el artículo. Eso no
habla muy bien de sí mismo. Y aquí viene además la justificación de nuestra
mención de su liberalismo, pues con la excusa de que “no responderemos los agravios de los que han desertado”, y a falta
de ingenio o razón, ¿qué hace? Responder con agravios. He allí la típica
actitud doble de los liberales. Decir que no se responde…respondiendo. Pedir a
sus lectores “absténgase de estas páginas de discordia”…y ponerle los enlaces
para que puedan acceder a ellas (acaba de quitar esos enlaces…probablemente
porque esos otros blogs tienen más visitas que el suyo). Excusar al Papa porque
seguramente la culpa de sus errores la tiene el periodismo que tergiversa o su
entorno, la logia conciliar…Separar entre Bergoglio y Francisco como si fueran
dos personas distintas que se enfrentan, algo así como el Dr. Jekyll y Mr.
Hyde. Menospreciar la doctrina y por eso no cuestionar la Declaración doctrinal
de abril del 2012 de Mons. Fellay, que hasta los mismos sacerdotes de la
Fraternidad confiesan que es ambigua y Mons. Fellay afirmó que podía ser leída
con anteojos negros o rosados. ¿Qué clase de obispo de la tradición
católica que se supone combate el modernismo y las ambigüedades y confusiones
del Vaticano II, hace una declaración doctrinal ambigua y confusa? Aquí podemos
usar su cita: Por los frutos se conoce el árbol. Un fruto ambiguo y liberal,
¿es producido por un árbol católico tradicional o por un árbol católico
liberal? “Así que por sus frutos los
reconoceréis”.
Por
sus frutos los reconocemos. Quien puede dejar pasar una declaración doctrinal
tan grave –eso como punta del iceberg de tantas otras cosas- como la de Mons.
Fellay presentada a Roma en abril del 2012, es porque ciertamente se
despreocupa de la doctrina o la coloca debajo de otras convenientes ventajas
particulares de la congregación: en este caso, y desde hace unos años, se han
ido apartando de la verdad para no hacerse enojosos a la autoridad. El citado
blog no deja de ponderar orgullosamente a la Fraternidad, una y otra vez, llamándola
“pilar insustituible de la tradición católica”, “el bastión principal de la
Tradición católica”, “su labor apostólica, que va adelante a pesar de la
enconada oposición de la falsa “tradición”, etc., etc. Lamentablemente lo mismo
ocurre con muchos sacerdotes, que parecen ven a la Fraternidad predestinada e
incólume frente a todos los embates y tormentas. Parece que olvidan que Nuestro
Señor cuando dijo que “las puertas del infierno no prevalecerán” no se refería
a la FSSPX sino a la Iglesia. “Mire,
pues, no caiga el que piensa estar en pie”, dice San Pablo, ¿tal vez por
esto miembro de la falsa tradición?
Dice
la Sagrada Escritura:
“La buena doctrina hará amable al
hombre;
pero aquellos que la desprecian,
hallan el precipicio en el camino
que siguen”
(Prov.
13, 15).
Aquí
podemos decir sensatamente, otra vez con Gómez Dávila, que “nadar contra la corriente no es necedad si
las aguas corren hacia cataratas”.
Útil
nos resulta finalmente la lectura de la nota que motivan estas líneas, porque
nos confirma el acierto de nuestro andar. Ya que nuevamente descubrimos el
lenguaje y la actitud liberal típicas, cuando se hace la genérica y despectiva
acusación de “fundamentalistas” (la nueva versión de “lefebvristas”) y de faltar a la Caridad. Y
nos trae el recuerdo de los avisos dados por los maestros antiliberales que han
tenido que rumbear por caminos donde escuchaban la misma clase de censuras: “Para saber si ustedes se transforman en
antiliberales basta que se hagan tratar de “excesivos, desmesurados y aun
peligrosos”. Don Félix Sardá en el muy importante capítulo XVIII, utilizará los
calificativos de “exageraciones... falta de medida...”. Quienes así los traten
son verdaderos liberales, aun cuando ellos se crean antiliberales. Monseñor de Castro Mayer ha leído
toda su vida un capítulo de Don Félix Sardá y Salvany antes de dormir: este es
verdaderamente un muy buen ejemplo a seguir.” (Louis
Hubert Rémy). Y el mismo Sardá y Salvany decía: “La suma intransigencia católica es la suma católica caridad. Y porque
hay pocos intransigentes, hay en el día pocos caritativos de veras. La caridad
liberal que hoy está de moda es en la forma de halago y condescendencia y
cariño; pero es en el fondo el desprecio de los verdaderos bienes del hombre y
de los supremos intereses de la verdad y de Dios” ("El Liberalismo es
Pecado").
Por
supuesto que esta clase de afirmaciones no nos dan permiso para caer en “un
antiliberalismo primario y autosuficiente” (en palabras del Padre Dominique),
siempre agresivo y fanatizado. De ningún modo. Por eso deseamos que toda verdad
aquí disponible sea orientada a la manera de sano correctivo, no por ello a veces
doloroso, para unos y para otros, pero al fin dispuesto para la mayor Gloria de
Dios.
De
manera tal que lejos de querer convertirnos en “francotiradores” mantenemos la
resistencia insistiendo e invitando a los detractores que sinceramente deseen
conocer la verdad (he allí la gran e indispensable condición) que se apliquen a
la investigación e incluso tal vez al debate intelectual con aquellos
sacerdotes denostados pero que han demostrado con toda hidalguía no buscar
odios ni contiendas estériles, sino que la fe brille como la lámpara sobre el
celemín. Quienes a ello estén dispuestos demostrarán que no van detrás de
ídolos o por caminos de temerarias seguridades, sino que buscan la verdad
porque la aman por encima de todo, más allá de los hombres y de los nombres,
con los ojos elevados hacia Aquel que dijo “Si
permanecéis en Mi palabra, sois verdaderamente Mis discípulos; conoceréis la
Verdad, y la Verdad os hará libres” (Juan, VIII, 31-32).