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martes, 19 de marzo de 2013

LOS FIELES TIENEN EL DERECHO DE SABER



LA SAPINIÈRE
NON POSSUMUS

« Los fieles tienen un derecho estricto a saber que los sacerdotes a los que ellos se dirigen no están en  comunión con una falsificación de Iglesia, evolutiva, pentecostalista y sincretista”. (Carta abierta a su eminencia el cardenal Gantin, Prefecto de la Congregación de los Obispos. Ecône, 6 de julio de 1988, Fideliter N° 64, julio-agosto de 1988, págs. 11-12)
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No se trata de un «celo amargo » ni « actuar con una dureza continua », sino de constatar un cierto liberalismo en la Fraternidad. Los hechos están allí y nada se puede contra los hechos.

No se trata de culpar a todo aquel que no esté de acuerdo con nuestro ideal, se trata de constatar y de interrogarse sobre el hecho que los sacerdotes de la Fraternidad no actúan según el ideal de la Fraternidad. La conducta doctrinal excelente de tal o cual superior, o el celo de tal prior puede esconder esta realidad ante nuestros ojos, pero es un hecho que, influenciados por los ejemplos y los discursos de nuestro Superior General, ciertos cofrades, teniendo la etiqueta “Fraternidad Sacerdotal San Pio X”, se conducen en la práctica como los que ya se han adherido a Roma, y esto incluso antes de la adhesión a la Iglesia conciliar.

Los fieles tienen el estricto derecho a saber que un prior, durante una sesión de teología, hizo notar que no podía decir: “Benedicto XVI es un modernista”. Este prior le confió también a un cofrade de ya no poder, en conciencia, hacer rezar a los fieles por “la conversión de Roma y de los obispos”, intención que es parte de las intenciones de la Fraternidad (Cor Unum n° 35).

Los fieles tienen el derecho estricto de saber que dos priores le confiaron al Superior de un Distrito importante, que estaban listos para celebrar la Misa Paulo VI (1er canon). Lo que se une a la observación de Monseñor Fellay al cardenal Cañizares durante una visita de una abadía “Novus ordo” cerca de Florencia”:

«Si Mons. Lefebvre hubiese conocido como se celebraba allí, no hubiese dado el paso que dio”.

¿Es celo amargo escandalizarse de estas reacciones? Los cardenales Bacci y Ottaviani, ¿no hubieran aprobado el “breve exámen crítico”, por invitación de Monseñor Lefebvre, si hubieran visto “cómo se celebraba la Misa allí?

Los fieles tienen un derecho estricto a saber que en Kansas City, un sacerdote reprendió a un fiel, el señor B. por hablar mal del “Novus Ordo”. Este sacerdote le dijo “ahora ya no se habla así”.

Los fieles tienen un derecho estricto a saber que en Post Falls, un prior declaró recientemente que el papel de la Fraternidad no era combatir al Vaticano II sino el de velar por la santificación de los sacerdotes, como si estos dos deberes pudieran oponerse.

Los fieles tienen el derecho estricto a saber que en Chartres, un prior, para tratar de justificar la política de Monseñor Fellay, trató de convencer a un cofrade de que la beatificación de Juan Pablo II no fue tan grave porque “es al hombre que se ha exaltado” y no su doctrina, y que la iniciativa de Asís III no fue tan escandalosa porque “el hecho que Benedicto XVI haya invitado ateos, manifiesta que no se trató de una reunión religiosa”. ¿Es celo amargo estar escandalizado de estas afirmaciones?

Los fieles tienen el estricto derecho de saber que en Florida, un prior ha impedido un pedido de libros contra el Concilio Vaticano II por la encargada. Denunciado públicamente, debió, encolerizado, dar marcha atrás a su orden y llenar sus estantes con estos libros. Lo mismo sucedió con el catálogo de Angelus Press gracias a la vigilancia de los sacerdotes de la Fraternidad de estricta observancia. Así, “Yo acuso al Concilio” y un fascículo sobre la jurisdicción de suplencia que habían sido oficialmente descontinuados, reaparecieron en el catálogo.

Los fieles tienen el estricto derecho de saber que el Superior de Distrito de Estados Unidos ha pedido al Angelus Press abandonar la publicación en lengua inglesa de “Sí, sí, No, no” y vigiló, durante el congreso anual de Kansas City, que los conferenciantes se sometieran a las modificaciones impuestas por la nueva línea de Monseñor Fellay. El Padre Rostand también pidió que se borre toda traza de Monseñor Williamson en el Seminario de Winona que todavía difundía sus sermones, sus conferencias y sus artículos. Extraña actitud ya que el mismo Monseñor Fellay dijo tener por “Monseñor Williamson admiración, por sus golpes geniales en la lucha contra el Vaticano II”…

Los fieles tienen el estricto derecho de saber que el Padre Cyprian, que es un sobreviviente de Barroux, de paso por Denver trató de probar en un sermón que la situación en la Iglesia oficial estaba arreglándose, declaración que, gracias a Dios, horrorizó al sacerdote de la Fraternidad que estaba presente.

Los fieles tienen el derecho de saber que el libro del Padre Troadec sobre « la familia católica” contiene numerosas citas “aceptables” de Paulo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Pero desgraciadamente se olvidaron de relatar que Benedicto XVI, el 15 de diciembre de 2010, recibió en el Vaticano a los pervertidos del “Gay circus” para que realizaran su espectáculo. Porque como lo dijo San Pío X: en un modernista, una página es católica pero la siguiente es racionalista. La página católica no prueba nada con esa gente, cuya inteligencia está corrompida.

Los fieles tienen el estricto derecho de saber que en Brignoles, una hermana titular hizo rezar en su clase por “nuestro buen papa que renuncia” y se inquietó que en las familias se pudiera decir que este papa no era bueno siendo que él es quien “liberalizó la misa”. Esto turbó a uno de sus alumnos ya que antes la madre decía que este papa “enseñaba errores”.

¿Cómo es que estas tomas de posición objetivamente contrarias a la línea y a los principios de la Fraternidad han podido extenderse entre sus miembros si no es por el ejemplo que viene de arriba?

Los fieles tienen el estricto derecho de saber que el hecho de afirmar, hoy en día, junto a Monseñor Lefebvre que: “Decir “salir de la Iglesia visible”, es engañarse asimilando la Iglesia oficial y la Iglesia visible” lo que implica, para numerosos superiores, el sedevacantismo que para ellos representa el pecado de los pecados, mientras que se trata de una hipótesis que, según Monseñor Lefebvre, podría ser “un día confirmada por la Iglesia, porque ella tiene argumentos muy serios”.

En efecto, los fieles tienen el derecho estricto de saber que en San Nicolás, ante los priores de Francia, el 9 de noviembre de 2012, un cofrade pidió a Monseñor Fellay la aclaración acerca de los rumores en los que se afirmaba que el día 13 de junio había ido a Roma para firmar. Nuestro Superior General negó que tal firma fuera posible –porque esa no era “la manera de hacerse” – él hubiera “enviado el texto para estudiarlo…”, luego explicó que “el acuerdo hubiera sido en tres tiempos…” Pero los Padres Lorans, Nély, Pfluger, en esa época y a varias personas, confiaron con alegría que el 13 de junio Monseñor Fellay fue a Roma para firmar. Monseñor de Galarreta, aunque con tristeza y aprensión, el 15 de junio le dijo a un cofrade que esperara el anuncio de la firma por la radio el 13 de junio por la noche, ya que “El, (Monseñor Fellay) había ido a Roma para firmar”.

Los fieles tienen el estricto derecho de saber que los superiores de Distrito de Bélgica y de Suiza, los Padres Wailliez y Wuilloud, antes del 13 de junio de 2012, hicieron un viaje a España expresamente para convencer al Superior de este Distrito, durante dos días, de la bien fundada política de la adhesión a Roma de Monseñor Fellay. Y al mismo tiempo, el Secretario General llamó por teléfono al Superior de Inglaterra para reprocharle sus declaraciones durante una conversación privada pero que fueron transmitidas a Menzingen. El Padre Thouvenot no olvidó, durante esta conversación telefónica, de evocarle a este superior la posibilidad de su exclusión del Capítulo.

Los fieles tienen el estricto derecho de saber que para el padre Pfluger « no es solamente el estado de la Iglesia posconciliar que es imperfecto, el nuestro también lo es” (octubre de 2012). Y que en noviembre de 2012, Monseñor Fellay confió a un cofrade que:

1) él quería un reconocimiento canónico,
2) estaba perfectamente de acuerdo con el padre Pfluger.

Los fieles tienen el derecho estricto de saber que el Padre Schmidberger, que trabajó durante más de un mes en Roma en el protocolo de acuerdo, piensa lo mismo:

« Las discusiones nos revelaron una cierta debilidad en nuestros rangos. Nosotros debemos tener la humildad de admitirlo. Nosotros hemos experimentado igualmente un proceso de clarificación en el interior. Nosotros no estamos de acuerdo con aquellos que rechazan toda discusión con Roma”.

El Superior de Distrito de Alemania parece ya no estar de acuerdo con Monseñor Lefebvre cuando puso fin a las relaciones con Roma en estos términos:

 “Si no aceptan la doctrina de sus predecesores, es inútil hablar. Mientras no hayan aceptado reformar el Concilio considerando la doctrina de estos papas que los precedieron, no hay diálogo posible. Es inútil”. (Fideliter, sept.-oct. 1988)

Sin embargo es verdad que la Fraternidad en su mayoría no busca la adhesión a Roma pero la comisión Ecclesia Dei que recibió la visita del Padre Nély a finales de diciembre de 2012 bien dijo: Es necesaria “la paciencia, la serenidad, la perseverancia y la confianza”. La “reconciliación” no es más que cuestión “de tiempo”. Sería bueno que nuestros superiores nos dijeran que no es una cuestión de tiempo sino una cuestión de principios. Pero exigir eso hoy en día es considerado celo amargo.

Los fieles tienen el estricto derecho de saber que para impedirles juzgar, no se temerá ni el ridículo ni el sofisma. Un prior en Francia trató de convencer a sus fieles de que ellos no podían hacer un juicio como acto de inteligencia que constata la verdad de una cosa (el doble lenguaje de Monseñor Fellay) apoyándose en un tratado de santo Tomás hablando del juicio pero como un acto del juez que dispensa la justicia. Se les recordó a los fieles que “Nuestro Señor fue compasivo, paciente, condescendiente” con sus apóstoles tan imperfectos, que Él los “reprendió de una manera amable, paciente y dulce, pero firme al mismo tiempo”. Pero esto es confundir y despreciar el “si es no, no” de Nuestro Señor.

Los fieles tienen el estricto derecho de saber que cuando un prior preguntó si la negación de la ordenación de los dominicos y capuchinos estaba relacionada con nuestras relaciones romanas, Monseñor Fellay le respondió:

« Es una falta de confianza personal que yo experimenté respecto a estas comunidades… y es una cosa tan grave el ordenar un sacerdote, que yo preferí esperar…” (9 de noviembre de 2012 en París)

Para medir la grotesca y la soberbia inhumanidad de esta respuesta, los fieles deben saber que los diáconos capuchinos estaban en retiro con los diáconos de la Fraternidad cuando se les notificó la negativa a su ordenación. Ellos ahora pueden comparar esta reacción de Monseñor Fellay hacia las comunidades amigas y la reacción de Monseñor Lefebvre sometido a la presión romana:

« Ustedes saben que el nuncio vino a pedir que yo no haga las ordenaciones, entonces por supuesto que yo le dije: no es a diez días de las ordenaciones que se puede hacer una cosa semejante, no es posible. Yo diría, incluso hablando humanamente. Estos jóvenes sacerdotes han trabajado durante cinco años para prepararse a la ordenación, y a diez días de su ordenación, mientras que sus padres están listos para venir, mientras que las primeras misas han sido anunciadas en todas partes, es en este momento que me piden no hacer las ordenaciones. Ordenaciones que son legítimas. Estos seminaristas, que hicieron sus estudios de manera regular, tienen un derecho natural a tener el resultado de la preparación que han realizado” (Cospec 32A)
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« No se juega con las palabras. La situación actual de la Iglesia pide nuestro testimonio valiente e inequívoco para la causa católica. Las maniobras de una diplomacia dudosa, contraria a derecho así como a la simplicidad del Evangelio, no pueden más que perjudicar a nuestra gran causa”. (Franz Schmidberger, 13 mayo 1985)

El gobierno ambiguo de Monseñor Fellay indudablemente ha debilitado a la Fraternidad. Está lejos el tiempo en donde la Fraternidad, de manera recta y caritativa decía:

« Así que cuando se examinan las cosas de cerca, nos apercibimos que hay una camarilla de liberales, de modernistas que se conocen todos entre sí y que han tomado el poder. Si leemos el libro del cardenal Ratzinger “Fe cristiana ayer y hoy”, descubrimos una noción de la fe completamente acatólica. Es incluso simplemente herética.” (Franz Schmidberger, Superior general de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X. Fideliter N° 69. Mayo-Junio 1989. Pág. 6-7)

Pero decir esto hoy en día será considerado como celo amargo.

Kyrie eleison.