NON POSSUMUS
En la línea de la doctrina común entre los
moralistas aprobados, enseña el P. Royo Marín en su Teología Moral Para
Seglares (t. I, n° 794):
“Nunca es lícito mentir... Pero hay ocasiones
en que… es lícito echar mano de la llamada restricción mental…
Hay que distinguir entre términos equívocos,
anfibología y restricción mental.
a) TÉRMINOS EQUÍVOCOS son los que tienen de
suyo dos o más significados…
b) ANFIBOLOGÍA es una frase de doble sentido,
uno de los cuales no es el corriente o habitual…
c) RESTRICCIÓN MENTAL es una especie de
anfibología que consiste en trasladar con la mente una expresión o frase a un
sentido distinto del que se desprende de la significación obvia de las
palabras…
¿Cuándo podrá decirse que hay causa justa y
proporcionada para echar mano de esta clase de restricciones mentales?
En general, hay que responder que siempre que
sea obligatorio ocultar la verdad o cuando el prójimo formula imprudentemente
una pregunta a la que no tiene ningún derecho…
No es lícito, sin embargo, usar la restricción
mental cuando es obligatorio manifestar la verdad por exigirlo así la fe, la
caridad, la justicia, la religión, etc.”
Ahora bien, la declaración de Mons. Fellay de
15-4-12 es “un texto ambiguo, lo que de por sí es una falta grave, porque no podemos
desear reconstruir la Iglesia fundándonos en un malentendido” (Breve Reflexión
Sobre el Texto Del Preámbulo Doctrinal Del 15 de Abril de 2012, por un
Sacerdote de la FSSPX). En efecto, además de las inequívocas afirmaciones
escandalosas a que se refiere este artículo, la declaración está llena de
restricciones mentales, siendo algunas de ellas sumamente peligrosas (cfr. “La Ambigüedad de Abril”, por Mons. Williamson).
Mons. Fellay debe responder a la siguiente
pregunta: ¿estaba obligado a ocultar la verdad ante Roma modernista, o más bien
estaba obligado a manifestar la verdad por exigirlo así la fe, la caridad, la
justicia y la religión?
Pero ¿sería Mons. Fellay capaz de responder
sin recurrir a sus ya acostumbradas restricciones mentales? Dios quiera que nos
equivoquemos, pero creemos que no, porque eso lo obligaría a abandonar su
intento por alcanzar un acuerdo práctico con Roma, a pedir perdón y a dimitir;
todas cosas necesarias, no obstante, para sacar a la FSSPX del proceso de auto
demolición en el que ésta se halla inmersa.
Un Sacerdote de la FSSPX