NON POSSUMUS
DECLARACIÓN
A los miembros de la Fraternidad San Pío X
A las comunidades amigas y a los fieles de la Tradición
Jueves Santo, 28 de marzo de
2013
Muy estimados hermanos y
hermanas en Cristo Rey,
En este día que la Santa
Iglesia conmemora de manera grandiosa la Institución del Santo Sacrificio de la
Misa y del sacramento del Orden, aprovecho la ocasión para hacerlos parte de mi
decisión de colocarme fuera de la estructura oficial de la Fraternidad. Mi
intención no es de abandonarla ni vilipendiarla. Ella en efecto es víctima de
una empresa que tiene como objetivo ponerla bajo el poder de la Iglesia
Conciliar a pesar de las advertencias repetidas de su fundador, S.E.R. Monseñor
Marcel Lefebvre.
Después de mis sermones e
intervenciones contra la adhesión a Roma, mi superior de distrito, el padre
Jürgen Wegner, me transfirió del Priorato de Langley (cerca de Vancouver) a la
sede de distrito (St. Césaire, cerca de Montreal), con la intención confesa de
“vigilarme estrechamente”. También me declaró que yo no podría criticar a mis
superiores. En su carta a los sacerdotes Canadienses respecto de esta decisión,
atacó no solamente mis declaraciones públicas, sino también mis conversaciones
y correos privados, intercambiados con los fieles. Por lo tanto está claro que
se me ofrecía, a cambio de mi silencio en público y en privado, conservarme en
el seno de la Fraternidad y por lo tanto asegurar mi seguridad material. Esto
sería ni más ni menos una forma de prostitución espiritual. Pero no tengo más
que un alma y quiero salvarla. Yo no puedo aceptar este trato porque como dice
el proverbio: “El que calla, otorga”. Esto es, básicamente, el por qué
me veo en la obligación moral de rehusarme a esta transferencia. Para mí es la
única manera de continuar trabajando para cumplir el verdadero objetivo de la
Fraternidad, el cual no es convertir a Roma modernista, sino de preservar y
transmitir la verdadera Misa y el verdadero Sacerdocio. Por lo tanto me he
puesto en las manos de la Providencia, convencido que Nuestro Señor sabrá
cuidar a su sacerdote.
Mucho ha sido escrito ya acerca
de un acuerdo “puramente práctico” con Roma. Me bastará decir que yo endoso
plenamente las declaraciones y estudios de otros colegas que se han opuesto a
esta nueva orientación de la Fraternidad. Por lo tanto, no lo repetiré aquí. Me
permitiría, sin embargo, compartirles algunas reflexiones personales sobre tres
aspectos de la crisis de la Fraternidad:
1. Las
autoridades de la Fraternidad quieren justificar el abandono de la resolución
del Capítulo General de 2006 (no al acuerdo práctico sin la conversión de Roma)
diciendo que la situación no es la misma actualmente. Quisieran hacernos creer
que muchos de los nuevos obispos, sacerdotes y seminaristas ya no se interesan
en el concilio Vaticano II y prefieren la Misa y la teología tradicionales.
Pero son incapaces de producir un estudio serio e independiente que lo pruebe.
Ahora nos piden aceptar nada menos que lo que Monseñor Lefebvre calificaba como
“Operación Suicidio”. El Capítulo General de 2012, lejos de corregir la
situación, no hizo sino envolver de “condiciones” cosméticas este cambio de
rumbo. La única condición que importaba, la conversión de Roma, ha sido
abandonada. Además, este Capítulo fue la ocasión de una inversión de la
relación de fuerza entre los obispos: Del 7 de abril cuando teníamos, por un
lado, tres obispos contra un acuerdo “práctico” y del otro, un Monseñor Fellay
aislado, nos encontramos, el siguiente 14 de julio, con tres obispos a favor de
un tal acuerdo, contra un Monseñor Williamson confinado, el cual fue excluido
también de ese Capítulo. La declaración final respecto a la unidad reencontrada
señaló de hecho el fin de la recreación para todos “los refractarios”. Ahora, a
partir del 15 de julio de 2012, toda oposición vis-a-vis de un acuerdo
puramente práctico, cualquier crítica a las autoridades de la Fraternidad a
este respecto, se convirtió en un crimen contra la misma Fraternidad. Fue
instituida la ley del silencio. Conocemos lo que siguió. Esta ley del silencio
es tan fuerte que Menzingen no se toma la molestia de responder a los
argumentos y a las acusaciones; se contentan con satanizar a sus oponentes como
si fueran vulgares rebeldes subversivos. ¡Sacaron a S.E.R. Monseñor Williamson
y una buena veintena de sacerdotes!
2. Los
documentos secretos de Monseñor Fellay (carta del 14 de abril de 2012 a los 3
obispos, el Preámbulo del día siguiente), que han sido publicados a pesar de
él, nos han permitido comprender hasta qué punto las relaciones frecuentes con
la Roma actual son peligrosas. Si de tales contactos se pudo cambiar, incluso
antes de la firma de un acuerdo, al Superior General, a sus Asistentes y por
rebote a los otros Superiores Mayores, ¿qué sucederá con los simples sacerdotes
y fieles una vez que estén oficialmente, legalmente, permanentemente, bajo las
autoridades romanas? No hay más que ver hasta qué punto Menzingen persigue ya a
los que se oponen a esta nueva orientación cuando todavía gozamos de una cierta
independencia respecto de Roma, para comprender hasta dónde irá una vez que se
esté bajo la autoridad de esta Iglesia conciliar!
3. Recientemente,
han querido hacernos aceptar la teoría según la cual la expresión “Iglesia
Conciliar” no significa una institución distinta de la Iglesia Católica, sino más
bien una “tendencia” en el seno de esta (Ver DICI, estudio del padre Gleize).
La consecuencia lógica de esta teoría sería entonces que el movimiento
tradicionalista debe regresar a la estructura oficial de la Iglesia a fin de
combatir, desde el interior, la “tendencia” conciliar y de esta manera hacer
triunfar a la Tradición. Es por eso que escuchamos frecuentemente de las
autoridades de la Fraternidad, que hay que “ayudar a la Iglesia Católica a
reapropiarse de su Tradición”. Ahora, por un lado, la Iglesia Católica sin su
Tradición no podría existir, ya no sería la Iglesia Católica. Y por otra parte,
no se puede hablar de “tendencia”, cuando las ideas liberales y masónicas se
encuentran “institucionalizadas” por reformas que cubren todos los aspectos de
la vida de la Iglesia: Liturgia, Catecismo, Ritual, Biblia, Tribunales
eclesiásticos, Enseñanza Superior, Magisterio y, sobre todo, el Derecho
Canónico. Por lo tanto nos enfrentamos a una estructura, a una institución,
diferente de la Iglesia Católica. Si ese no fuera el caso, ¡seríamos sus
miembros! No somos nosotros los que han abandonado la Iglesia Católica, son
ellos, incluso si han logrado tomar el mando de la estructura oficial. En lo
que concierne al lugar del Papa en todo esto, hay que convenir que hay un misterio,
un misterio de iniquidad. Esto no quita que estemos en presencia de dos
instituciones distintas: La Iglesia Católica, fundada por Nuestro Señor, y la
Iglesia conciliar, cuyo instigador fue, sin duda alguna, Lucifer.
Estas no son más que tres pequeñas
reflexiones, pero creo que ellas pueden aclarar un poco ciertas facetas del
debate. Ahora que estoy completamente libre para hablar, pueden contar,
queridos hermanos y hermanas en Cristo Rey, con mi contribución regular a los
sitios de internet del movimiento creciente de oposición a la adhesión a Roma,
movimiento que bien merece, yo pienso, el nombre de Resistencia Católica.
Recen por su servidor, como yo
rezo por ustedes.
Abbé
Patrick Girouard, FSSPX