“Para hacer la paz
hacen siempre falta especialistas: diplomáticos y expertos”
Yves Congar
Partimos
para este artículo de la enseñanza de Monseñor Lefebvre, acerca del ecumenismo:
“En medio de esta confusión de ideas, en la que algunos cristianos
parecen ahora complacerse, hay una tendencia particularmente perniciosa para la
fe y tanto más peligrosa por cuanto se
presenta con las apariencias de la caridad. La palabra ecumenismo,
aparecida en 1927 en un congreso que se reunió en Lausanne, debería poner por
sí misma en guardia a los católicos, teniendo en cuenta la definición que se da
de dicha palabra en todos los diccionarios: "Ecumenismo-. movimiento favorable a la reunión de
todas las Iglesias cristianas en una sola". No
es posible fundir principios contradictorios, eso es evidente; no se puede reunir la verdad y el error
para hacer de ellos una sola cosa. Esto sólo sería posible adoptando errores y
rechazando parcial o totalmente la verdad. El ecumenismo se condena por sí
mismo. El término alcanzó tal difusión a partir del último concilio que penetró
el lenguaje profano. Ahora se habla de ecumenismo universitario, de ecumenismo
informático y de otros tipos de ecumenismo, para expresar una posición de
diversidad, de eclecticismo. En el lenguaje religioso, el ecumenismo se
extendió últimamente a las religiones no cristianas, lo cual se tradujo
inmediatamente en actos”.
(“Carta abierta a los católicos perplejos”. El destacado es nuestro)
Este ecumenismo que no ha detenido su marcha
desde el Vaticano II, ha sabido extenderse, ahora también y merced a la
debilidad y/o complicidad de las autoridades de la Tradición, a las filas de la
Tradición católica. Como ha podido verse paso a paso en la “reintegración” de
diferentes congregaciones tradicionales a la Roma conciliar, hoy ese ecumenismo
le está siendo aplicado en toda forma a la FSSPX, hasta producir en ésta
fisuras y una división interna ya al parecer irreparable o irreversible en
tanto las actuales autoridades no den un paso al costado o rectifiquen
completamente el rumbo, cosa harto improbable tratándose de liberales.
Decía Monseñor Lefebvre que “Satanás reina por el equívoco y la
incoherencia, que son sus medios de combate y que engañan a los hombres de poca
Fe” (“El golpe maestro de Satanás”). En efecto, hemos podido ver en los
últimos años una andanada de desaciertos, confusiones, ambigüedades e
incoherencias en las autoridades de la FSSPX, todo lo cual, lejos de admitirse,
se ha intentado cubrir piadosamente bajo un manto caritativo de servicio a la
Iglesia universal. Así el “levantamiento de las excomuniones” inexistentes; el motu proprio que colocó a la Santa Misa
canonizada por San Pío V debajo de la Misa nueva del masón Bugnini; los “diálogos
doctrinales” para un acuerdo doctrinal que devinieron en (y que probablemente
se hayan establecido en un inicio para) los diálogos para un acuerdo canónico
sin acuerdo doctrinal; la excusación del Vaticano II; la expulsión y
condenación de los díscolos que querían hablar católicamente; las
especulaciones y chimentos de los pasillos vaticanos; el lenguaje diplomático o
doble lenguaje, todo esto y más está encuadrado en la estrategia ecumenista
tanto de Roma como de los grupos que desde dentro de la FSSPX quieren unir lo
que debe estar separado, lo que la Verdad separó. Una tradición católica que
entró en la política ecumenista de Roma para dialogar con una religión
modernista que combate a la religión católica, se volvió débil, y cada vez más
irreconocible para los discípulos fieles de Monseñor Lefebvre.
Ahora
bien, ¿cómo se manifiesta el ecumenismo en Monseñor Fellay, el Superior General
de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X? Con la ayuda de Fr. Yves Congar, teólogo modernista del Vaticano II hecho cardenal por
Juan Pablo II, que con sus libros “Principios para un ecumenismo católico” e “Iniciación
al ecumenismo” ha sido un precursor del mismo, haremos un breve examen de la
labor ecuménica de Mons. Fellay en relación con la Roma modernista. De una
manera lenta pero continua, a lo largo de muchos años (“Sin desesperar, sin
impaciencia, comprobamos que el momento de un acuerdo no ha llegado. Esto no
nos impide seguir esperando, continuar con el camino fijado desde el año 2000”,
Mons. Fellay, Carta a los amigos y benefactores nº 72), puede verificarse una
estrategia que ya había sido indicada por el teólogo dominico en sus puntos
fundamentales. Monseñor Fellay no hará otra cosa más que ponerla en práctica
con un disfraz tradicional.
Hay palabras o conceptos clave que Congar va elaborando en su
opúsculo (nos valemos de “Iniciación al ecumenismo”, Editorial Herder, 1964) y
que Mons. Fellay seguirá a pie juntillas.
Pueden sintetizarse en los siguientes:
DIÁLOGO
CAMBIAR
EL CLIMA
CONFIANZA
INFORMACIÓN
CLARIFICACIÓN
TENDER
PUENTES
CREAR
CONTACTOS
TENEMOS
AMIGOS ENTRE ELLOS
NO
RENEGAMOS DE NUESTRAS CONVICCIONES
TENER
ESPÍRITU DE ORACIÓN
Contrario a esto, lo que se debe evitar y combatir o por lo
menos cuidar:
LA
CRÍTICA
LA
INCOMPRENSIÓN
LOS
TÉRMINOS QUE SE EMPLEAN PARA HABLAR DE ELLOS
Ese conjunto de esfuerzos para unir a todos los cristianos (más
allá de los desacuerdos doctrinales), que es la definición congariana y
modernista del ecumenismo, es traducida para la Tradición en los esfuerzos para
unir a los tradicionalistas con los católicos de la Iglesia oficial que quieren
“reconocer” al tradicionalismo pero sin salirse de la Iglesia oficial. Y como
la Iglesia oficial (en verdad, conciliar o modernista) no ha de convertirse a
la Tradición, entonces los tradicionalistas deben adoptar un método modernista
para la re-unión, que ya no puede esperar más.
Para ir a este encuentro ecuménico se prepara lentamente el
terreno para la “mala semilla”. Se “desdiaboliza” al enemigo –tanto por parte
de Roma como de parte de la FSSPX, una levantando las “excomuniones”, la otra
aflojando en sus críticas al Papa o al Vaticano II-; se busca “cambiar el
clima” mediante un lenguaje cortés y actitudes diplomáticas, omisión de
críticas severas y una busca de la “comprensión” del otro. También se afirma
que el enemigo ya no es enemigo o por lo menos no todos son enemigos, sino una
parte menor: de allí el cambio de decir “Iglesia conciliar” o “Iglesia
modernista” a solamente “Iglesia oficial”, aunque este es un cambio gradual y
no absoluto, claro está. Pero por eso, precisamente puede entablarse ese “dialogo
doctrinal”, porque ya no se considera enemigo al enemigo sino a una parte menos
significativa de él. Hay “amigos” entre ellos. Del mismo modo, para Roma el
problema no es toda la FSSPX, sino los “extremistas” irreductibles como Mons.
Williamson, que suelen decir cosas inconvenientes (y por eso deben ser
expulsados). Así, se va en busca de esos “amigos” en las otras filas, que al
fin y al cabo parecen no tener tantas diferencias. Se entra así en el mecanismo
del “diálogo”, en este caso con el adjetivo de “doctrinal”.
Decía Monseñor Lefebvre: “La unión adúltera de la Iglesia y
la Revolución se concreta en el diálogo”. Del mismo modo que Pilatos usó del diálogo
con Nuestro Señor no para conocer la verdad, sino para intentar lavar sus
culpas y encontrar la conveniencia de no involucrarse con ella sin quedar mal
con la opinión pública, así Roma ha ofrecido el “diálogo” a la Fraternidad. Consagrado
oficialmente por la secta modernista en el Vaticano II, ya anteriormente había
dicho Pablo VI: “A propósito de este impulso interior de caridad que tiende a
traducirse en un don exterior, Nos empleamos el nombre que ha llegado a ser
usual de diálogo” (Ecclesiam suam, 6 de agosto de 1964).
La astucia serpentina ha logrado, desde entonces hasta hoy,
oscurecer las inteligencias, envilecer las voluntades, falsear las virtudes, a
través del “diálogo”, usando un andamiaje de palabras que configuran un
lenguaje ambiguo, indefinido, tortuoso, endeble, confitero y maleable. Su
persistencia diabólica deja a su paso sólo un mundo irreal, coloreado,
ilusorio, falsamente optimista, que quiere tapar el vacío, la impiedad y el
profundo hoyo que conduce a la perdición de las almas anestesiadas y
embrutecidas de tanto “diálogo” falso para evadir la caridad de Dios que nos
apremia, la fe verdadera que ilumina el camino y la esperanza sobrenatural.
Debe tenerse en cuenta también que, entre el aparato
dialéctico ecumenista suelen colarse con astucia definiciones o profesiones de
fe católicas, y piadosas llamadas a la oración, como para convencer al
interlocutor de que quien sostiene esa posición no ha renegado de sus
convicciones católicas de siempre. Es una mezcla astuta de la verdad con el
error cuyo fin publicitado es “la caridad”. Pero, como sabemos, Dios no
necesita del error para triunfar, y el hombre necesita de la mentira para no
obedecer a Dios.
Veamos brevemente algunas de estas consignas desarrolladas
por el modernista Yves Congar, y luego por Monseñor Fellay:
1
“Son ocasiones de
estimarnos y, sin
renegar para nada de nuestras convicciones,
de apreciar el haber cristiano de los otros”.
(Congar)
“No es para admitir
parte de lo falso que entramos en diálogo con los “herejes”; es con el deseo
de gozar de una verdad más plena y luminosamente
explicada”
(Congar)
“La instauración de relaciones de estima y diálogo supone (…) una educación de los
fieles”.
(Congar)
“Yo diría que este diálogo debe ser doctrinal y práctico, con
hechos que apoyen los razonamientos teológicos. Partiendo del punto de
convergencia entre Roma y nosotros –la constatación común de una crisis
desastrosa–, debemos intentar hacer desaparecer la diferencia, llevando a Roma
a admitir la verdadera causa de esta crisis. La discusión doctrinal tiene por
objeto obtener que Roma reconozca esta causa”
(Mons. Fellay,
Entrevista, 20 de abril de 2006, DICI y Panorama Católico Internacional)
“Es necesario ver bien
cómo se articulan las etapas de este diálogo para comprender que no deseamos
descuidar el aspecto especulativo o doctrinal, ni el aspecto práctico o
pastoral, así como tampoco deseamos ignorar la prudencia realista y el espíritu
sobrenatural”.
(Mons. Fellay, Ibidem)
2
“No perder las
verdaderas ocasiones dignas de proporcionar
luz, de restablecer la verdad”
(Congar)
“El fin que se pretende
con estas conversaciones es una importante clarificación en la enseñanza de la Iglesia
durante estos últimos años”
(Mons. Fellay.
Entrevista al boletín Tradition, Dist. Africa, sepr. 2009)
3
“Qué hacer por la
unidad. Cambiar
el clima”.
(Congar)
“Hemos hecho esta
experiencia en nuestras reuniones con los protestantes u ortodoxos. La oración
no ha reemplazado en ellas la confrontación doctrinal, pero ha permitido
desenvolvernos en un
clima menos polémico
e intelectualmente más profundo, en la confianza y la creencia de ser llamados a
hacer una obra común”.
(Congar)
“Hace poco hemos pedido
que se levante el decreto de excomunión como primer paso concreto de parte de
Roma. Esa medida cambiaría
el clima
y nos permitiría observar mejor cómo se desenvuelven las cosas”.
(Mons. Fellay, Carta a
los amigos y benefactores nº 66, 2004)
“Las condiciones
previas que yo he propuesto tienen por objeto crear
un clima nuevo
en la iglesia oficial. Este sería el primer paso para hacer de nuevo posible la
vida católica tradicional”.
(Mons. Fellay,
Entrevista, 20/04/2006 Panorama Católico Internacional)
“Lo que nos interesa es que en la Iglesia cambie el clima
de hostilidad generalizada, a veces persecutorio, hacia todo lo que es
considerado tradicional, hacia todo lo que va ligado a la Tradición. Esto hace
imposible que hoy puedan desarrollar una vida normal los católicos ligados a la
Tradición. Para cambiar este clima nuestra sugerencia es...”
(Mons. Fellay, Entrevista de 30 giorni nº 9, 2005)
4
“Tender puentes, crear contactos”
(Congar)
“…antes de hacer el camino sobre un puente es indispensable
construir los pilares. De otro modo, la empresa terminará en fracaso. No vemos
cómo podríamos llegar a un reconocimiento sin pasar por toda una serie de
etapas”.
(Mons. Fellay, carta al cardenal Castrillón Hoyos,
6 de junio de 2004)
“No queremos poner condiciones previas a la Santa Sede. No tenemos
intenciones de imponer ningún diktat. No es esta nuestra postura.
Decimos solamente que si queremos construir un puente,
primero tenemos necesariamente que pensar en los pilares que tienen que
sujetarlo.
(Mons. Fellay, Entrevista de 30 giorni, nº 9, 2005)
“Con el fin de no cortar todos los contactos, hemos propuesto una alternativa…”
(Mons. Fellay, Cor Unum nº 101, 18 marzo de
2012)
“¿Y
usted piensa que, más allá de Roma, se intensificarán los contactos?
Ese es el objetivo,
como he explicado en Roma diciendo que la situación, como nosotros la
proponemos, es ciertamente provisoria pero, al mismo tiempo, pacificadora y
permitirá a las almas de buena voluntad ponerse al día. Todo esto se hará, por
lo tanto, gradualmente. Y dependerá también de la reacción de la otra parte”
(Mons. Fellay, entrevista
Monde & Vie, Enero 2009)
“Tenemos ahora contactos amigables en los
dicasterios más importantes, ¡también entre los más allegados al Papa!”
(Mons. Fellay, Cor Unum nº 101, 18 marzo
de 2012)
5
“Dirigiendo la palabra
en el Congreso protestante de Munich el 16 de agosto de 1959, el profesor
Theodor Heuss, antiguo presidente de la República Federal Alemana, saludó a los
católicos presentes; aseguró que toda su vida había tenido amigos entre ellos y deseaba a todos sus
correligionarios que hiciesen la misma experiencia”.
(Congar)
“Los que poco a poco
está cambiando especialmente en Roma y en el mundo es que hay algunos obispos
que ahora son
amigos nuestros”.
(Mons. Fellay, Sermón
pronunciado en Madrid, 15 de noviembre de 2009)
“En Roma, en el Vaticano,
también tenemos
amigos. Esta es la
situación.”
(Mons. Fellay, Sermón
pronunciado en Madrid, 15 de noviembre de 2009)
6
“El resultado más grave
de esta situación ha sido la creación de cierto número de complejos, de los
cuales el más destructor es el complejo de desconfianza…Si no existe confianza, lo que se hace con la mejor
intención, se supondrá que es obrar con astucia o que procede de los más torvos
designios”.
(Congar)
“Pero también hay
que tener confianza... Creo que si tenemos
garantías, es decir, una estructura canónica suficientemente sólida… Cuando se
dice que es necesario que tengamos la posibilidad de vivir, queremos decir que
es necesario que los fieles puedan verdaderamente beneficiarse de todos los
sacramentos, que es necesario que todas las comunidades religiosas puedan estar
bajo esta garantía protectora. Y tengo suficientes palabras del papa que
muestran que esta es su voluntad”.
(Monseñor Fellay,
Conferencia en Saint-Pré, el 4 de mayo de 2012)
“Pero realmente creo
que la principal preocupación entre nosotros es más bien la cuestión de confianza en las autoridades romanas,
temiendo que lo que pueda acontecer sea una trampa. Personalmente, estoy
convencido de que no es el caso.
(Mons. Fellay,
Entrevista a Dici, 7 de junio de 2012)
7
“Tratándose de nuestros
encuentros entre cristianos separados, nos presentamos los unos a los otros con
un pasado que determina
en nosotros ciertas formas de pensar y de reaccionar. Pero los otros tienen también un
pasado diferente del nuestro. Y no
nos comprendemos…”
(Congar)
“Para la Hermandad una
libertad más amplia para celebrar la santa Misa es motivo de alegría, un paso
adelante en pro de la Tradición, aunque la desconfianza en
estos treinta años
de defensa y combate contra “aquellos que deberían ser nuestros pastores” no podrá ser vencida tan fácilmente”.
(Mons. Fellay, Carta a
los amigos y bienhechores nº 70, 25/2/2007)
8
“Es necesario tener
sobre el Oriente, los reformadores y el protestantismo actual una indispensable
información válida.”
(Congar)
“Tengo detalles suficientes en mi poder para afirmar que lo
que digo es cierto, aunque no he tenido trato directo con el Papa, sino con sus
más cercanos colaboradores”.
(Mons. Fellay,
Entrevista a Dici, 7 de junio de 2012)
“No hay ninguna duda que
desde 2006, estamos asistiendo a un desarrollo en la Iglesia, a un cambio
importante y muy
interesante, aunque poco visible (…)
Si esto es cierto,
y de eso estoy seguro,
eso exige de nosotros una nueva
posición en relación con la Iglesia oficial”
(Mons. Fellay, Cor Unum nº 101, marzo 2012)
9
“Considerar la gran tarea de la unidad con
espíritu de oración”.
(Congar)
“Hemos hecho esta
experiencia en nuestras reuniones con los protestantes u ortodoxos. La oración no ha reemplazado en ellas la
confrontación doctrinal, pero ha permitido desenvolvernos en un clima menos
polémico e intelectualmente más profundo, en la confianza y la creencia de ser
llamados a hacer una obra común”.
(Congar)
“Quisiéramos finalmente
que todos sigan con el rezo
constante
del Rosario y así confirmar…”
(Mons. Fellay, 28 de
noviembre de 2010)
“La situación de la
Iglesia y del mundo nos sugieren que les pidamos instantemente no detener este
movimiento de oración por el bien de la Iglesia y del
mundo, y por el triunfo del Corazón Inmaculado de María”
(Mons. Fellay, Carta a
los amigos y bienhechores nº 78)
“¿Qué
se puede esperar?
Todo, si el espíritu
Santo está en esta obra. (…) Si verdaderamente Dios ha comenzado a hacer algo
en favor de la unión de los cristianos, ¿quién podría asignar un límite a su
obra? No hay que hacer más que una cosa: ser fieles, trabajar con todas las
fuerzas dentro de la fuerza misma de su gracia. Él sabe ya el resultado.
Sin embargo, si se
quiere intentar un cómputo humano, se debe reconocer al mismo tiempo que la
unión es humanamente imposible y que, no obstante, si tantas cosas han llegado a ser realidad, muchas otras pueden
ser razonablemente esperadas”.
(Congar)
“Por eso si tenemos
pruebas, no nos dejemos desalentar. Redoblemos nuestras oraciones. Miremos
hacia el buen Dios. Hagamos algunos esfuerzos, algunos sacrificios, y contemos
con Su gracia. La Iglesia siempre nos dijo que hay una mirada, un pensamiento
que es la solución de todos los problemas”.
(Mons Fellay, sermón,
11 de noviembre 2012)
Amenazas al
ecumenismo:
1
“El resultado más grave
de esta situación ha sido la creación de cierto número de complejos, de los
cuales el más destructor es el complejo de desconfianza….Si
no existe confianza, lo que se hace con la mejor intención, se supondrá que es
obrar con astucia o que procede de los más torvos designios”
(Congar)
“Entre nosotros hay desconfianza de Roma, porque hemos sufrido
demasiadas decepciones, por eso creemos que puede tratarse de una trampa. Es
cierto que nuestros enemigos pueden pensar en utilizar este ofrecimiento como
una trampa, pero el Papa que realmente quiere este reconocimiento canónico, no
lo ofrece como una trampa”.
(Mons. Fellay,
Entrevista a Dici, 7 de junio de 2012)
“En nuestra realidad existe desconfianza frente a la autoridad
eclesiástica debido a los sufrimientos padecidos hasta hoy. Y para superar
esta desconfianza la anulación de la llamada
excomunión sería una solución muy oportuna”
(Mons. Fellay, Entrevista de 30 giorni nº 9, 2005)
2
“Llamaremos aún la
atención acerca de otro punto importante de la educación sobre la opinión de
los otros: los términos que se emplean para hablar de ellos. Sin que se tenga conciencia, éstos
son portadores de una actitud espiritual. Si yo les llamo chuetas, marranos o
herejes, doy desde el principio a mi pensamiento, para fijar la existencia de
los otros y para hablar de ellos, un marco que lo desvía en un sentido
despectivo. Habrá entonces el peligro de que la imagen que yo me forje de ellos
y a través de la cual yo los vea, lleve el mismo matiz”.
(Congar)
“Por un lado, endosamos
a las autoridades presentes todos los errores y todos los males que se
encuentran en la Iglesia, olvidando que ellas intentan al menos en parte de
liberarse de los más graves (la condenación de la “hermenéutica de la ruptura”
denuncia errores muy reales). Por otra parte se pretende que todos estén
arraigados en esta pertinacia («todos modernistas», «todos podridos»). Esto es
manifiestamente falso”.
(Mons. Fellay,
Respuesta a los tres obispos)
3
“En todo ello,
escogeremos al máximo el momento de la explicación positiva y evitaremos la discusión
en torno a lo controvertido”
(Congar)
“Por medio de una
carta, escribo al Papa diciéndole que “durante un tiempo, puesto que
Usted conoce nuestra oposición al concilio, y puesto que, sin embargo, quiere
reconocernos, yo había concluido que Usted estaba dispuesto a poner de lado o a
diferir para más adelante los problemas del concilio”. [Mons. Fellay
habla aquí de dejar de discutir lo controversial en un principio para lograr un
acuerdo]Entre otras cosas significaba “denigrar el concilio”, hacerlo
opinable, discutible, puesto que se hablaba de discusiones posibles, incluso
legítimas [Sí, pero no entonces]. Por lo tanto pensaba: “Puesto que
Usted hace este gesto hacia nosotros, a pesar del problema, quiere decir que
Usted estima más importante declarar a la Fraternidad como católica que
mantener a toda costa el concilio; puesto que, al final, Usted mismo parece
imponer el concilio, debo concluir que me equivoqué. Ahora bien, díganos, por
favor, díganos realmente lo que Usted quiere”.
(Mons. Fellay Sermón en San Nicolás del Chardonnet
Domingo 11 de noviembre de 2012)
(Mons. Fellay Sermón en San Nicolás del Chardonnet
Domingo 11 de noviembre de 2012)
“Estos acontecimientos sugirieron a Monseñor
Fellay dejar de lado
el principio que guiaron las negociaciones con Roma. Este principio era: “ninguna solución práctica
sin acuerdo doctrinal”. Pero los acontecimientos pasados probaron que las
diferencias relativas a la cuestión doctrinal no pueden ser resueltas. El papa
quiere una solución canónica para la FSSPX… Si la Fraternidad rechaza un
acuerdo, incluso en estas circunstancias, el resultado podría ser nuevas
excomuniones".
(Padre Niklaus Pfluger, Primer asistente general de
la FSSPX, conferencia en Hattersheim, 29 de abril de 2012)
“Lo que ha cambiado es que Roma ya no hace de una plena
aceptación del Concilio Vaticano II una condición para la solución canónica.
Hoy en día, en Roma, algunos consideran que una comprensión diferente del
Concilio no es determinante para el futuro de la Iglesia, porque la Iglesia no
es solo el Concilio. De hecho, la Iglesia no se limita solo al Concilio, ella
es mucho más grande. Por lo tanto, hay que dedicarse a resolver problemas mayores. Esta toma de
conciencia puede ayudarnos a entender lo que realmente está sucediendo: estamos
llamados a ayudar a llevar a los demás el tesoro de la Tradición que hemos
podido conservar.
(Mons.
Fellay, Entrevista 7 de junio de 2012)
“Pero parte del camino
ha sido ya hecho. Cosas que parecían imposibles hace 30 o 40 años, son hoy
realidades cumplidas. Incluso en materia doctrinal, sin concesión a un mal
liberalismo, nos hemos dado cuenta ya de que algunos puntos sobre los cuales se
había discutido, mejor, que aparecían como puntos decisivos de oposición,
podían –bien explicados- no ser factores de ruptura”.
(Congar)
“Después
de las discusiones, nos hemos dado cuenta que los errores que creíamos
provenientes del Concilio de hecho son resultado de la interpretación común que
se ha hecho de él”. “El Papa dice que (…) el Concilio debe ser colocado en la
gran tradición de la Iglesia, que debe ser comprendido en acuerdo con ella.
Estas son declaraciones con las cuales estamos completamente de acuerdo,
entera, absolutamente”.
(Mons.
Fellay, Entrevista a “Catholic News Services”, 11 de mayo de 2012).
4
“Desde el momento que
formamos un grupo, somos solidarios los unos con los otros, y el comportamiento
de cualquier miembro o de parte del grupo es imputado a todo él, sobre todo si
se presta a la crítica.
Así se han visto a menudo reducidos a la nada, de un solo golpe, los más
hermosos y prolongados esfuerzos de paz por un incidente penoso, una palabra,
un gesto poco amistoso”.
(Congar)
“No aconsejamos, e incluso desaconsejamos,
erigirse a tiempo y destiempo en enmendador de entuertos y en controversista. Nos volveríamos odiosos y nos
dejaríamos arrastrar nosotros mismos hacia actitudes de espíritu duro, estrecho,
poseedor de una verdad estereotipada y sin capacidad de apertura, lo cual no es cristiano”.
(Congar)
“Esta
falta de distinción a uno u otro de entre ustedes lleva a un endurecimiento “absoluto”. Esto
es grave porque esta caricatura no está en la realidad y desembocará
lógicamente en el futuro a un verdadero cisma. Este hecho es uno de los
argumentos que me empuja a no tardar en responder a las instancias romanas”.
(Mons. Fellay,
Respuesta a los tres obispos)
“Muchísimas veces, a
causa de la postura defensiva tan necesaria que hemos adoptado desde hace
décadas, tenemos una actitud de reprobación total, sin discernimiento, que corre el peligro de espantar a
los Nicodemos de los tiempos modernos. Por desgracia, así no los ayudamos”.
(Mons. Fellay, Cor Unum
nº 96, junio 2010)
De manera sintética puede
observarse que a lo largo de mucho tiempo el ecumenismo “tradicional” (por
llamarlo de algún modo) ha ido logrando debilitar las fuerzas de una verdad que
ya no osa predicarse completa, sino a medias. Al decir de Monseñor Harscouët: “Para practicar la política de la conciliación cueste lo que costare
con los adversarios y a veces con los peores enemigos, los conciliadores
recurren a métodos muy amplios, a exposiciones complacientes. Es conocida su
terminología: tregua a las divisiones (...) comprensiva flexibilidad, silencio
sobre los puntos discutibles (...). Y nada corrige sus ingenuas ilusiones, ni
las mofas ni los chascos ni los fracasos. Casi han perdido el sentido de la
afirmación y del hablar francamente, y el miedo de chocar y de desagradar al
adversario (...) les impide decir un no categórico”.
Por supuesto que no hace falta un “acuerdo” con Roma para destruir a la
FSSPX, porque el proceso de auto-demolición ha seguido los pasos idénticos que en
la estructura oficial de la Iglesia. Años y años de “diálogos” que han favorecido
a los enemigos de la Iglesia y debilitado las fuerzas de la verdad que ya no se
anima a ser ella misma, intransigente. Este largo proceso que devasta a la Fraternidad
ya ha sido visto hace muchísimo tiempo por un obispo ejemplar, santo y profundamente
antiliberal, Ezequiel Moreno Díaz: “Antiguamente la
táctica de Lucifer era desunir a los católicos, envidiando que fueran una sola
alma para servir a Dios, y tuvieran ellos un solo corazón para amarle; pero hoy
ha mudado de táctica, y trata de unir a los que deben estar separados, porque conoce
perfectamente que cada paso que avance el liberalismo en el campo católico, es
nueva conquista para él...Cuanto más lejos nos coloquemos del error, menos
peligros tendremos de caer en él”.