por Christopher Fleming
Tradición
Digital
Apostolado
Eucarístico
Estos días ha salido la noticia de que la
Conferencia Episcopal Alemana ha publicado una nota en que autoriza a los
hospitales católicos a administrar la píldora “del día después” a las mujeres
que han sido víctimas de una violación. Muy astutamente han aprovechado la
situación de precariedad en el gobierno de la Iglesia para lanzar una bomba
así. En su nota se habla de una píldora que no es abortiva, solo previene
la concepción, argumentando que, en caso de violación, es permisible. El
problema estriba en que no existe ninguna píldora de esas
características. Todas las píldoras, la del día después o las llamadas
anticonceptivas, son abortivas. Si se toman en un primer momento, sin saber si
ha ocurrido la fertilización del óvulo, pueden provocar un aborto o puede
simplemente actuar como barrera y prevenir un embarazo. Moralmente, cuando hay
duda, siempre hay que optar por lo seguro. Es como si una empresa quiere
demoler un edificio, y alguien advierte de que puede haber una persona aún
dentro. Lo lógico sería asegurarse al 100% de que no queda nadie dentro, y en
caso de duda, no volar el edificio. Pero los obispos alemanes han decidido que
da igual si hay alguien dentro. Ellos reparten la píldora y se lavan las manos
de las consecuencias.
Los obispos alemanes se parecen a una clase de
chiquillos de primaria, que cuando sale la seño del aula, se desmadra. Bueno,
no es del todo cierto; hace bastante tiempo que sé que los obispos alemanes
están desmadrados. Hemos leído noticias sobre recogidas de firmas, organizadas
por curas alemanes, para pedir el celibato opcional, el sacerdocio femenino, la
admisión a la sagrada comunión de los adúlteros (divorciados que se han vuelto
a casar). La cosa viene de lejos, y esto es más bien la gota que colma el vaso.
La Historia se repite; la tierra que nos dio a Lutero ahora amenaza con
provocar otro cisma. En mi opinión ya están en un estado de cisma de
facto. Sólo falta que la jerarquía de Roma declare oficialmente lo que es
evidente; que los obispos de Alemania, al menos los que siguen la línea de la
Conferencia Episcopal, ya no son católicos, porque se niegan
sistemáticamente a reconocer la autoridad del Papa. Y si esos obispos ya no son
católicos, significa que, por el bien de las almas que están a su cargo, el
Santo Padre tiene que excomulgarlos, desposeerlos públicamente de sus funciones
episcopales y nombrar a otros en su lugar. No puede pasar ni un minuto más con
lobos semejantes guardando al rebaño de Alemania.
Pero, querido lector, espérese sentado. Eso no lo va
a hacer el Papa; ni Benedicto XVI, ni el que venga después. ¿Cómo lo sé? Miro
lo que está pasando en la Iglesia y he llegado a la conclusión de que ya no se
excomulga a nadie (con la excepción de algún malvado tradicionalista), porque
para los católicos modernistas ya no existen cismáticos ni herejes. Es
metafísicamente imposible hoy en día, en la Iglesia post-conciliar, ser hereje
o cismático,- ¡y mira que algunos lo intentan! Es imposible porque, como muy
bien explica Pedro Hispano en este artículo,
la Iglesia ya no tiene límites claramente definidas y la doctrina no se
expresa con claridad. Igual que no se puede acusar a nadie de allanamiento de
propiedad privada, si la propiedad no tiene unos límites bien definidos, y por
tanto no se sabe dónde acaba la propiedad de uno y empieza la de otro, no se
puede acusar a un católico de caer en el cisma si todos tenemos una “comunión
parcial” con la Iglesia. Hasta los brujos vudú tienen una aportación apreciable
para la paz en el mundo, según Benedicto XVI; ni no fuera así no los hubiera
invitado a Asís III. Y si los brujos comparten nuestros deseos de paz y
solidaridad, ipso facto deben compartir alguna comunión con la
Iglesia Católica, aunque ellos ni siquiera lo sepan. Tampoco se puede acusar a
nadie de herejía, si la doctrina católica se expresa en términos tan difusos
que nadie sabe dónde acaba la Verdad y empieza el error.
- Por eso los judíos son ahora “nuestros hermanos mayores en la fe”.
Da igual que rechacen explícitamente a Cristo. Da igual su odio a la Cruz.
Da igual que su libro “sagrado”, el Talmud sea una colección de blasfemias
contra Nuestro Señor y la Santísima Virgen.
- Por eso los “ortodoxos” (entre comillas, porque en realidad son
herejes) son el otro pulmón de la Iglesia, según Juan Pablo II. La postura
oficial de la jerarquía romana es que los “ortodoxos” ya no tienen que
convertirse al catolicismo. Es decir, que SÍ hay salvación fuera de la
Iglesia. Da igual que las iglesias orientales no-católicas nieguen el
Purgatorio, permitan las segundas nupcias y los anticonceptivos, aparte
del detalle de negar la autoridad suprema del Papa sobre la Iglesia
universal. Da igual que durante el siglo XX hayan usurpado cientos de
templos católicos en Rusia y Europa Oriental, que no piensan devolver. Da
igual que el Papa tenga vetada la entrada en Rusia y que ningún Papa
reinante en 2000 años haya pisado suelo ruso.
- Por eso Benedicto XVI, en su visita a Tierra Santa, dice que los
musulmanes “adoran al mismo Dios que nosotros”. En Francia se ha llegado a
invitar a imanes a predicar en la Misa, y en la foto abajo, cortesía
de esta página
de Tradition in Action, vemos como el Koran es colocado al lado de las
Sagradas Escrituras en el altar (a la derecha). Da igual que Mahoma fuera
un falso profeta, que el Islam niegue el dogma de la Santísima Trinidad,
que para ellos Jesús sea un simple profeta. Da igual que en el nombre del
Islam, en varios países del mundo, se esté asesinando a cristianos, en un
intento de imponer un régimen totalitario islámico, siguiendo el ejemplo y
las enseñanzas de Mahoma.
- Por eso, en el funeral de Juan Pablo II, el Cardenal Ratzinger da la
comunión al Hermano Schütz, fundador de la comunidad ecuménica
protestante, y luego como Papa dice que el recientemente fallecido Hermano
Schütz, que nunca se convirtió al catolicismo, está en el Cielo, sin
necesidad siquiera de pasar por el Purgatorio. Por eso Benedicto XVI viaja
a Erfurt y alaba al heresiarca Lutero como un modelo para los católicos,
como se aprecia aquí.
La doble vara de medir con respecto a la Hermandad
San Pío X es tan flagrante que faltan palabras para calificarla. Un
cura que expresa en televisión su deseo de que el Papado desaparezca,
se queda tan pancho, mientras que sacerdotes católicos, que guardan
heroicamente la fe y la Misa de sus padres, a pesar de todos los desprecios e
humillaciones, en palabras de Benedicto XVI, “no tienen ningún ministerio
legítimo en la Iglesia”.
Así que no hay que esperar absolutamente ninguna
acción de Roma respecto a los obispos alemanes. Si Lutero hubiera vivido en el
siglo XXI en vez del siglo XVI, no le hubieran excomulgado, ni le hubiera hecho
falta fundar una iglesia nueva, ni hubieran tenido lugar las terribles guerras
de religión. Se hubiera limitado a predicar y extender sus herejías dentro de
la Iglesia Católica. Todos los obispos del mundo, el Papa incluido, sin perder
su sonrisa mediática, le hubieran dado palmaditas en la espalda, ¡y aquí no ha
pasado nada!