“¿Cómo
podemos tener confianza en gente así? Gente que justifica el rechazo de Quanta
Cura, de Pascendi, de las declaraciones de la Comisión bíblica,
etc...
Una de
dos, o somos los herederos de la Iglesia Católica, de Quanta Cura, de Pascendi,
junto a los Papas de antes del Concilio y la gran mayoría de Obispos, todos
a favor del Reinado de Nuestro Señor y la salvación de las almas, o si no somos
los herederos de los que, sin importarles la ruptura con la Iglesia y su
doctrina, admiten los principios de los Derechos Humanos, basados en una
verdadera apostasía, con la única intención de poder estar presentes, aunque
sea como lacayos, en el gobierno mundial revolucionario. En el fondo se trata
de eso: tanto decir que están a favor de los Derechos Humanos, de la libertad
religiosa, la democracia y la igualdad entre todos, obtendrán un puesto en el
gobierno mundial, pero será meramente de lacayos.
No podemos dudar ni un momento si no queremos
encontrarnos como aquellos que han caído en la trampa de los pactos y componendas.
Hay siempre algunos que se sitúan en el campo del adversario. No se sitúan en
el propio campo de batalla, de los que combaten en las mismas trincheras, sino
que su mirada se dirige siempre hacia el lado enemigo.
Como siempre, dicen que debemos ser caritativos,
tener buenos sentimientos y evitar las divisiones. A pesar de todo... si dicen
la Misa tradicional, no serán tan malos como algunos comentan...
Y sin embargo nos traicionan, dan la mano a los que
están destruyendo la Iglesia y a los que profesan ideas modernistas y
liberales, condenadas por la Iglesia. Y ahora son los que realizan el trabajo
del diablo, ellos que se ufanan de trabajar, como nosotros, por el Reino de
Nuestro Señor Jesucristo y la salvación de las almas.
“Con tal que nos permitan celebrar la Misa
tradicional, podemos pactar con Roma, ¿por qué no?” Así discurren. Se
encuentran en un verdadero callejón sin salida, pues no se puede dar la mano a
los modernistas y querer guardar la Tradición.
Nuestro combate es terrible. Pero apoyados en los
Papas que se han sucedido a lo largo de los siglos, no tenemos por qué tener
miedo ni por qué dudar.
Algunos desearían cambiar esto o aquello, llegar a
un entendimiento con Roma o con el Papa... Nosotros también estaríamos
dispuestos a ello si estuvieran con la Tradición y fueran los continuadores del
trabajo que llevaron a cabo los Papas del siglo XIX y los de la primera mitad del siglo XX. Sin embargo las autoridades de Roma reconocen que
han emprendido un nuevo camino y que el Concilio Vaticano II es una nueva era y en esta era la Iglesia recorre
una nueva etapa”.
Mons. Marcel Lefevbre, Ecône,
septiembre, 1990.